Alfa

En la entrada de la casa se encuentra papá para llevarme a la escuela junto con mi hermana Alba, ella es dos años menor que yo y está emocionada por su primer día de clases.

Mis padres son betas y me enseñan todo lo que debo saber para ser una buena beta. Pero la historia es diferente con mis hermanos, Alba aún no ha tenido su celo, pero yo estoy segura que será omega. Lo presiento. Luego está el favorito de la familia, Henry. Es el mayor y alfa. Muy mala combinación. Desde pequeños él siempre quería toda la atención, me quitaba mis juegues y los rompía a propósito, además cuando supo que era alfa, el muy idiota siempre usaba su voz para mandarme a hacer cosas que no quería, como darle de comer, lavar su ropa o cepillar su cabello. En resumen, era su sirvienta.

Yo no quería que trate a Alba así y es la verdadera razón por la cual lo obedecía. Pero eso cambió cuando mis padres lo alistaron en el ejército y yo me quedé con su habitación. Tuve que ventilar por tres días para que todo su olor a alfa se vaya. De eso pasaron dos años y espero que no vuelva pronto.

–Ya llegamos –anuncia papá deteniendo el auto frente a la escuela, hay muchas personas entrando. Son estudiantes y maestros.

–Al fin, ya soy una chica grande –habla sonriendo mientras baja del auto al igual que yo.

–Toda una señorita. –Asiente papá dándole un beso en la frente al igual que a mí–. Te amo. Y Evelyn...

–¿Si? –esperaba que me dijera que también me ama pero...

–No olvides que debes ir al café después de la escuela, se responsable –habla caminando hacia el auto y nos saluda por última vez con una sonrisa, para luego marcharse.

–¿No estás emocionada? Es el primer día –habla mi hermana dando unos pequeños saltitos. Ingenua.

–No para mí –contesto subiendo y bajando los hombros. No quiero arruinar su ánimo pero está atrayendo miradas indeseables de engreídos alfas–. Alba, tranquilizante un poco. No quieres llamar la atención el primer día –murmuro bajando la voz.

–Entiendo. –Asiente colocándose la capucha negra con detalles rosados sobre su cabeza, como si eso ayudaba a ocultarse de los demás. Luego caminamos hacia la dirección para retirar nuestros horarios y todo estaba en orden. Cada una debía ir a su clase y nos despedimos con un pequeño abrazo.

–Suerte y haz amigos de tu clase pero evita a los más grandes. –Los alumnos de las clases más altas son unos idiotas y siempre se abusan de los nuevos–. Te veré en el almuerzo –agrego sonriendo.

–Si. –Alba asiente rápidamente y corre hacia su clase, realmente está emocionada.

–¡Hey Eve! –Diego viene hacia mí para dame un abrazo y me acerca al grupo–. Miren a quién también atraparon en esta cárcel –bromea haciendo reír a Jamal. Ambos son betas como yo y Scarlett. Ella es mi mejor amiga, aunque la veo demasiado ocupada intercambiando miradas con un alfa.

–Hola, que bueno verte de nuevo Evelyn –hablo sonriendo falsamente, imitando la voz de Scarlett–. Se te cae la baba.

–¿Eh? ¿Eve? ¡Eve! –da un salto hacia mí para darme un abrazo que correspondo soltando una risa junto a ella.

–Me alegro verte –digo separándome un poco y luego es turno de Jamal, él es el más callado del grupo pero muy buena persona–. ¿No me vas a saludar? –pregunto haciendo un puchero que lo hace sonreír.

–Hola. –Me da un abrazo y mantiene su brazo derecho sobre mis hombros. Sólo es una muestra de cariño y no una señal de posesión como pensarían cualquier alfa u omega. Y la razón por la cual estamos tan contento de vernos es porque en el verano ni siquiera tuvimos tiempo para respirar porque los cuatro estábamos trabajando.

–¿Qué hicieron este verano? –pregunta Scarlett curiosa–. Yo serví en una piscina pública en donde Rayan era el guarda vidas –murmura sonrojándose. Está hablando del alfa al cual le estaba haciendo ojitos.

–Yo tuve que soportar a niños en un campamento de verano –comenta Jamal suspirando–. No tendré cachorros, está decidido –agrega haciéndonos reír.

–Creo que a mí me tocó lo peor –murmura Diego con la cabeza baja–. Tuve que destapar los baños de cientos de casas. Mi olfato apenas se está recuperando.

–¿Y tú que hiciste? –me pregunta Scarlett.

–Trabajé en un hotel como sirvienta. Señorita acomode mi almohada, limpie bien esa ventana, este café está muy caliente, no sé que sucedió con el baño, esta cena está fría, la hoja de este libro me cortó el dedo –repito sólo una parte de las frases de los clientes. Los pocos betas, a los cuales serví, fueron muy amables porque entienden mi situación. Pero los omegas y alfas fueron los que más me irritaron.

–Que suerte la tuya –habla Jamal frotando mi espalda.

–Odio ser beta –murmuro agachando la mirada.

–Hey, es bueno, tenemos más ventaja porque nuestro olor no nos delata, tampoco atraemos a nadie cuando estamos en "celo" –Scarlett hace comillas con los dedos porque sabemos que no es un celo como el de los alfa y omegas.

–Y los hombres tenemos más autocontrol, no como los alfas que hasta lastiman a su familia u omega –habla Diego cruzándose de brazos.

–Ajam, si. Omegas caprichos y alfas presumidos –refunfuño apretando los puños. ¿Qué pasaría si yo tuviera un alfa haciéndome masajes en los pies y un omega dándome de comer? A todos le parecería descabellado.

–Así son las cosas Eve –habla Diego sonriendo. No me entienden.

Luego dejamos eso de lado para ponernos al día, obviamente dejando de hablar del trabajo también, aunque mi amiga parece bastante entretenida –Ve y habla con él –le digo, ya que no le saca los ojos de encima a Rayan.

–¡¿Qué?! Claro que no. –Niega de inmediato–. Él es alfa y seguramente esta buscando una omega con bonito olor para impregnarse de él –murmura para luego soltar un suspiro.

–Tienes razón...

Antes de que pueda decir algo más, el profesor entra a la clase con la mirada seria. Lo conozco, él es beta. Pero debe mantener esa actitud para que los jóvenes alfas lo respeten.

–¡¿Qué me estás mirando imbécil?! –Un idiota insulta a Rayan y todos sabemos que él no se quedará callado.
–Yo miro lo que quiero –contesta poniéndose de pie, se puede oler a kilómetros que ambos están molestos y a punto de pelear–. ¿A quién el dijiste imbécil?

Los omegas de la clase rápidamente se ocultaron y buscaron refugio en sus alfas, asustados, y los que no tenían pareja lo hicieron detrás de nosotros, los betas. Un chico me abraza con fuerza y deja su aroma a mazapán en toda mi ropa.

–Calma, calma. Sé amable –me digo a mí misma mientras tranquilizo al omega.

–Alfas. –Jamal roda los ojos al ver cómo separan a penas a Rayan y al otro chico, ambos están muy golpeados y sangran. Par de idiotas.

–Omegas –murmura Diego mientras es abrazado por cinco chicas al mismo tiempo. Claro que, luego, sonríe de lado y lo disfruta.

Todo se tranquiliza unos minutos después y las clases vuelven a transcurrir con normalidad. Sin embargo la paz dura hasta la hora del almuerzo. Debido al gran revuelo en el sector de los primeros años, gritos, llantos, golpes, sangre, y muchas feromonas en el aire hace que sienta náuseas.

Diego me sostiene, evitando que caiga –Lo sé, huele horrible. –Hace una mueca cubriéndose la nariz.

–Es un omega en celo –comenta Scarlett asustada. Cuando algo así pasa, más de uno resulta herido, esto es más común de lo que piensan. Hasta Jamal, una vez, terminó en el hospital por tres días al defender a una pequeña omega en celo, que era acosada por un grupo de alfas calenturientos.

El aroma del omega llega hasta mí, todo mi cuerpo se paraliza de inmediato y es la primera vez que siento realmente pánico en mi corta vida –¡Evelyn, es tu hermana! –exclama Diego sacudiéndome de los brazos.

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