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Así que Lutz avanza hasta el salón, ya quitándose el cinturón.
Pero en cuanto llega, ya mostrando su ropa interior se encuentra a un rubio teñido que estaba revisando su Instagram. Mismo rubio que se escandaliza al ver a un absoluto desconocido. Grita como una niña asustada.
Lutz lucha por abrochar su pantalón.
—Oh, veo que ya conociste a mi hermano —exclama Luciano con absoluta calma.
—¿Quién es este? —chilla Flavio asustado.
—Lutz, mi ligue de Alemania —presenta el moreno.
—Creí que íbamos a hacer otro tipo de cosas —protesta Lutz apretando los dientes.
—Me acosté contigo en situaciones puntuales, no porque me gusten los atractivos extranjeros fornidos —le señala duramente, con ceño fruncido.
Flavio levanta una ceja, pues ese parece ser justo su tipo.
—¿Entonces por qué carajo me hiciste venir hasta acá? —reclama, ahora enfadado, el alemán.
De su bolsillo, Luciano saca una prueba de embarazo y se lanza al extranjero.
Este la atrapa con una sola mano, pensó que tal vez era un bolígrafo o algo por ese estilo, pero en cuanto lo mira detenidamente entra en pánico.
—¿Qué mierda es esto? —cuestiona agitando violentamente la prueba.
—Un test de embarazo, tarado, que por cierto, es positivo —escupe el veneciano.
Flavio hace lo propio para escaparse del salón, claro, permaneciendo cerca, el chisme no se escucha desde lejos.
—Sé lo que es —ladra el alemán—. Lo que intento preguntar es ¿Qué tengo que ver yo con esta estupidez?
—Qué el bebé es tuyo, imbécil —se cruza de brazos, explicando como si todo fuera muy obvio.
Lutz sonríe con sarcasmo.
—No, no, no, no, no —se acerca a Luciano para estampar la prueba de embarazo en su pecho—. Me dijiste que eras un puto alfa, no puedes estar embarazado.
—Sí... Te mentí —se encoge de hombros—. Bienvenido al mundo real niño bonito —le arrebata la prueba para guardarla de nuevo en su bolsillo.
—No. Espera, eso es ilegal —aún en shock sin querer aceptar la responsabilidad por un mocoso.
—Lo ilegal es más divertido.
El alemán se acerca para golpear al italiano, pero este rápidamente saca un puñal que coloca en el cuello impropio.
—Escucha, fantoche, tienes una cicatriz en el ojo y esa te la hice por accidente, si quiero te mueres aquí ¿Oíste? Así que me vas respetando, tarado —le empuja.
Lutz bufa. Cierto. La cicatriz. El dolor. La puta habilidad de este hombre con los cuchillos.
—¿Y qué quieres? —Se sienta en el sofá, más específicamente, se deja caer de forma bruta—. ¿Qué nos casemos y fijamos ser felices?
Luciano hace cara de asco.
—No, solo quiero una pensión vitalicia —admite.
—Bien —acepta renuente, más calmado ahora que sabe que no habrá matrimonio—. ¿Y cuándo podré ver al niño?
—Evidentemente, cuando nazca, imbécil.
—Eso ya lo sé —niega con la cabeza— me refiero a cuando haré de padre.
Luciano lo mira con una ceja levantada, no había pensado en que Lutz quisiera si quiera saber de la existencia del niño, mucho menos "hacer de padre" ¿Qué mierda significaba eso?
—Y yo que sé, ¿Nunca? —tal vez solo creía que él deseaba eso, debía dejarle en claro que no.
—No, no —sonríe con el ceño fruncido—. No esperarás que niegue a mi sangre, ese feto alguna vez estuvo en mis huevos, es raza aria.
—Tal vez sea moreno, como mi familia —reclama.
—Mis genes son más fuertes —asegura muy convencido—. No voy a negar a mi hijo, quiero estar con él.
—Bien, si son gemelos tú te quedas con uno —bromea sarcásticamente—. No, no los voy a hacer viajar de un país a otro solo para que vean al puto que se cogió a su padre.
—Hecho —finge estar de acuerdo—. Entonces me los quedo yo.
—No, no, no, creo que eres retrasado o algo, porque no estás entendiendo.
—Bien, Entonces me mudaré —rueda los ojos.
—¡Peor aún! No te quiero en mi casa —deja muy claro.
Lutz sonríe, colocando sus manos en su nuca de manera relajada.
—Nunca dije que me mudaría contigo, mentiroso, pero si tanto insistes, aquí me quedo.
—¡No! ¡Te dije que no vamos a ser una familia feliz de mierda! —le toma del brazo con fuerza, señala la salida—. Ya sabes del bebé, ahora largo de ¡Mi! Casa.
—Tengamos una cita —propone de la nada, tomando la mano opuesta del italiano, atrayéndole hacia él, provocando que casi caiga de lleno sobre el rubio.
—¿Disculpa? —hace por soltarse.
—Vine aquí a follar, no a follar a cualquier perra italiana, si no a tí.
—Qué romántico —exclama sarcástico.
—No eres un chico fácil —comenta el rubio.
—Gracias, viniendo del que me cogió horas después de conocerme es casi un cumplido —vuelve al sarcasmo—. Mira, sé que soy bueno en la cama y todo eso, pero no quiero acostarme contigo, solo quiero una puta pensión.
—Yo quiero que quieras —declara Lutz—. Tienes carácter, eso me gusta.
—Por favor dime que no tienes también un fetiche con los pies.
—Eres guapo, de fuerte carácter, interesante y tienes un trasero increíble, eres justo mi tipo —confiesa mirando obscenamente el cuerpo ajeno.
—¡Ni siquiera me conoces! —señala el moreno.
—Pero me encantaría hacerlo.
—¡Estás loco!
—Los locos son las mejores personas, yo lo sé, un loco me hizo esto —señala la cicatriz de su cara.
Luciano aprieta los dientes.
—Escuchame, niño bonito, no voy a caer a tus pies con un montón de frases trilladas como si fuera una colegiala, así que deja de escupir mierda ¿Oíste?
El latino se masajea el puente de la nariz, con los ojos apretados, antes de mirar sin esperanza a Lutz.
—Tienes dos horas de cita, tú pagas —acepta.
—Toda la tarde y yo pago —negocia.
Luciano le mira enfadado, con sus grandes ojos magenta, rojos de falta de sueño.
—Toda la tarde, yo escojo el lugar, nada de sexo y tú pagas —replica.
—Toda la tarde, tú escoges el lugar, sexo en la noche y yo pago todos tus disparates —intenta.
—Toda la tarde, yo escojo, me compras todo lo que quiera, una mamada y después de eso te largas de mi casa —extiende la mano para cerrar el trato.
Lutz se encoge de hombros, da un apretón de manos cerrando el acuerdo.
—¿Y a dónde iremos? —inquiere.
—Al centro comercial, obviamente.
En la cartera del alemán hay una tarjeta de crédito, la cual llora, tan solo al pensar la tarde de gastos que le espera.
∆•∆•∆
Esta historia está ya toda escrita pero no actualizo porque siempre olvido cuando es martes, I'm so sorry
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Tus amigos, tus vecinos, tus compañeros de clase, tus enemigos, tus profesores, TODOS
Gracias por leer.
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