V "La biblioteca"

Victoria

La alarma sonó y yo me tapé los oídos con la almohada. No había logrado pegar el ojo en toda la noche y el sueño me estaba pasando factura.

—Levántate dormilona—. Dijo Nica a mis espaldas, mientras me movía impaciente—No querrás llegar tarde a tu primer día de escuela.

—Déjame—. Me quejé— No se como lograste dormir anoche—. Confesé y la chica guardó silencio.

—Con el paso del tiempo lo entenderás—. Respondió y yo me levanté de mi cama.

—¿Ya habías pasado por esto?— pregunté—No es la primera vez que algo así sucede, ¿Verdad?— pregunté y ella negó.

—No estás equivocada—. Respondió—Y no va a ser la última vez, pero debes entender que es mejor mientas menos sepas. Las cosas se... pueden poner feas de aquí en adelante. Así que, mejor finge que olvidaste lo de anoche.

—Lo dices así tan simple—, dije— como si fuera tan fácil olvidar que vi a una muerta dentro del gimnasio. Esa chica debió sufrir mucho antes de acabar en ese estado, ¿Alguien podría olvidarlo?— pregunté preocupada—¿Cómo pueden soportar todo eso los demás? ¿No les afecta emocionalmente?

—Si quieres podría ayudarte a olvidar—. Confesó— ¿Recuerdas eso que Lara nos dio anochece?— preguntó y yo asentí— Lo llamamos "El té del olvido". Muy pocos saben de su existencia, pues al probarlo olvidan todo lo que ocurrió ese día o lo sustituyen por algo menos impactante.

—¿Cómo lo sustituyen?—pregunté— No es como si su mente lograra hacerlo por su cuenta.

—Y tienes razón—. Respondió ella— La hipnosis es la que ayuda a los profesores a manipular la mente de los estudiantes.

—¿Cómo es posible que los padres permitan eso?—pregunté.

—Porque no lo saben y los que sí, prefieren guardar el secreto—. Respondió— Pero ya no te puedo decir más nada, Victoria. Créeme, es por tu bien—. Añadió posando una mano en mi hombro y adentrándose al baño de nuestra habitación.

No sabía que estaba ocurriendo aquí, pero debía investigarlo. ¿Por qué los profesores y la directora iban a permitir asesinatos en su escuela? ¿Por qué nadie preguntaba nada?¿Por qué había un remedio que te hacía olvidar?

Demasiadas preguntas y pocas respuestas no era algo que combinara conmigo. Tenía que conseguir información de alguna manera y hasta el momento, aparte de Nica, solo había otra persona capacitada para explicarme las cosas. Él debía saber, su mirada de anoche me lo dijo todo. Pero mi pregunta era, ¿Si hubiera ido anoche a su fiesta, me habría enterado de todo?

No sé porqué, pero tengo una duda que no me deja la mente y es que creo que ellos tuvieron algo que ver con todo esto.

Mientras me arreglaba, pensé en formas de acercarme a él y preguntarle, pues no sabía si estaría dispuesto a responderme. Me había invitado a la fiesta personalmente y yo me había encargado de faltar. Perdí mi oportunidad de averiguar lo que escondía y ahora más dudas se habían ingresado en mi cabeza.

—¿Victoria?—me llamó Nica y yo le respondí que ya iba.

Al salir de la habitación, nos adentramos al pasillo en dirección a las escaleras. Varias compañeras del dormitorio iban delante de nosotras, pero ninguna parecía inquietada por lo de anoche.

—¿Ellas también?—pregunté a la rubia que iba a mi lado. Ella asintió a modo de afirmación, mientras miraba de reojo a Lara, quién iba delante de nosotras hablando muy entretenida con la chica que anoche había avisado de Kyla.

La misma iba hablando con entusiasmo sobre algo que no lograba escuchar, pero que hacía que sus ojos se iluminaran y sus mejillas se sonrojaran. Seguro hablaba de un chico.

Al llegar al segundo piso, nos dirigimos hacia nuestro salón. En esta escuela las cosas se manejaban diferente a la anterior en que estuve. En vez de ser los alumnos quienes se movieran de un lado a otro, eran los profesores quienes hacían esa acción. Las únicas clases para la que nos movíamos eran Química, Física, Artes plásticas, Gimnasia y Pintura. De ahí en fuera todo lo demás era en nuestros salones, por lo que Nica y yo pasamos por frente a todas las aulas y seguimos de largo, hacia el salón de Química.

Al llegar, entramos y tomamos asiento en una de las últimas mesas. Así era mejor, pues el profesor siempre acostumbraba a preguntar a los de adelante, según me dijo la rubia.

La mañana pasó con total tranquilidad. Nadie hablaba de lo de anoche, porque no se acordaban y los profesores fingían tan bien que por un momento pensé que ellos tampoco recordaban nada. Nica cambiaba de tema cada vez que yo intentaba hablarle sobre lo de anoche y otras veces simplemente me ignoraba. Lara, quién también estaba en mi salón, no dejaba de mirarme de reojo detrás de esos anteojos, aún sabiendo que yo la notaba. Su cabello negro tapaba su rostro, pero eso no me impedía notar como frunció sus labios al ser regañada por el profesor de matemáticas. Tenía un rostro muy bonito. Sus ojos no eran muy grandes, pero tenía pestañas grandes. Su nariz pequeña, labios carnosos y mentón perfilado. El uniforme le quedaba bien, no me extrañaría que los chicos estuvieran bobos por ella, pero si carácter parecía ser medio chocante.

Se levantó apenas sonó la campana y salió del salón antes que todos los demás alumnos. Yo hice un ademán de seguirla, pues algo me decía que ella sabía sobre el final de Kyla.

—Espérate un momento—. Me detuvo Nica— Creo que no podré acompañarte al comedor hoy, tengo unos asuntos que resolver—. En su rostro se plantó la vergüenza.

—No te preocupes—, respondí— nos vemos en la tarde—. Y salí detrás de Lara, tratando de encontrarla.

Caminé por los pasillo, por el de supuse que debía estar. Si hay algo que nunca me ha fallado, ese mi instinto. Cuando algo me dice "es por ahí", puedes estar seguro que ese es el camino.

Bajé al primer piso y salí de la escuela en dirección al gimnasio. A esta hora no había nadie por todo el camino, pues tengo alumnos como profesores de hallaban almorzando. El sol brillaba en el cielo que se encontraba sin una sola nube. El calor se hacía presente, pues el verano se acercaba y la primavera se despedía del inicio del año.

Al entrar en el gimnasio, caminé por la cancha mirando a mi alrededor. Sabía que estaba aquí, mi cuerpo me lo decía. Así que decidí ir hacia los baños y echar una miradita, pasando junto al poste donde la noche anterior había estado encestada la cabeza de Kyla. Enserio, ¿Qué problema tenían con ella como para dejarla en ese estado?

Al entrar a los baños, escuché un sonido proviniendo de detrás de los casilleros. Dicho sonido me hizo ruborizarme, pues se trataban de gemidos que iban en aumento. De haber sabido que se trataba de esto, ni siquiera me habría molestado en perder mi almuerzo. Pero ya estaba aquí, tal vez debería mirar sin que se den cuenta. —¿Con quién estás, Lara?— pregunté en mi mente mientras me acercaba a los casilleros y con una corta mirada notaba la escena más...caliente en el ámbito sexual.

El cabello castaño oscuro del chico era largo y se movía al ritmo de sus caderas. No llevaba camisa puesta, dejando a la vista su espalda fuerte y musculosa, marcada por un enorme dragón que marcaba su columna vertebral y terminaba cerca del trasero. Su pantalón luchaba por no caerse y se agarraba a las caderas del muchacho, siendo sujetado por la chica que se agarraba de él tanto del cuello como de su cintura, mientras recibía duras embestidas por parte del muchacho.

Me vi obligada a dejar de mirar al sentir como mis pantis comenzaban a humedecerse. Era la primera vez que veía tal escena fuera de las películas y ella, juntada con el calor de ese día lo hacía verse jodidamente excitante.

Salí del lugar con sumo cuidado de no hacer ruido e intenté salir del gimnasio, ya que aquí no había nada que ver. Esos dos no debieron notar mi presencia en ningún momento, eso me hizo sentir orgullosos de mis dones fantasmagóricos... Soy increíble.

Volví a caminar hacia la escuela, pero algo me hizo detenerme y mirar en dirección a los dormitorios élite. Una parte de mí me decía que no, que podía ser peligroso y que podía causarme problemas, pero la otra parte se hacia la sorda y no me dejaba escuchar la voz de la razón, por lo que me encaminé con cuidado en esa dirección. Quien sabe y tal vez encuentre algo sobre Kyla que los una a ellos como culpables, o cualquier cosa que me ayude a entender un poco sobre la situación de esta escuela.

No digo que sea chismosa, pero cuando alguien no entiende algo suele buscar respuestas y eso es lo que me digo a mi misma mientras abro la puerta del dormitorio y me adentro con cuidado.

La cocina en la que me encuentro está completamente desolada, sin una sola alma vagando por ella. El silencio me acompaña incluso cuando entro por una de las puertas del primer piso, sin saber hacia dónde me dirijo. Puertas, pasillos, más puertas y por fin entro a una habitación donde creo que puedo encontrar respuestas. Después de todo, el mejor amigo de un hombre, después del perro, es el libro.

La biblioteca es enorme y muy hermosa. Está dividida en seis secciones en la parte baja y ocho en la segunda planta. Al final hay una enorme puerta donde varias mesas vacías esperan por alguien que las use. El piso está adornado por azulejos que parecen estar en 3D y las paredes son blancas, con estantes de mismo color pegadas a ellas. Esta sin duda es una biblioteca de élite.

Me acerco hacia una de las columnas y tomo el primer libro que veo. El mismo posee una carátula blanca y varias serpientes blancas adornan sus costados. “Recreos en el Infierno” es como se llama, pero me cansé de buscar por todos lados el nombre de su autor. Supongo que es anónimo. Aun así lo abrí y leí las primeras páginas hasta encontrar algo interesante:

La oveja rebelde

La ovejita no le teme al lobo,
Pues no sabe que es su depredador.
Pasta y corre a su lado,
Ignorando al temor.

La ovejita no sabe lo que le espera,
Si no piensa bien su próxima acción.
Pobre de la ovejita,
Que se entrega a su depredador.

El poema me causó intriga, pues no era solo eso. “La oveja rebelde” es una canción de cuna muy famosa en el Sur de América, más conocida en países latinos y caribeños. Habla sobre la historia de una ovejita que vivió engañada por su familia, creyendo que los lobos no eran más que seres tontos e incapaces de hacer algún daño a su rebaño. Este solo era un pequeño fragmento de la canción, pues al final, la ovejita había sido devorada por el lobo debido a su ingenuidad y desconocimiento de la situación. La moraleja era muy simple: No guardes secretos que en un futuro te pueden perjudicar a ti y a tu familia.

Podías ocultarlo a otras personas, pues a nadie que no fuera de tu familia le importaban tus asuntos; pero a tu propia sangre debías contarle todo, pues como familia debían asumir los problemas juntos. O al menos bajo esos conocimientos me educaron.

Seguí leyendo entre páginas, hasta encontrarme con otros fragmentos llamados: “Los secretos de Loup” , pero cuando iba a comenzar a leerlo, una pálida mano me la arrebató, tomando con la otra mi brazo y estampándome contra el estante de libros. Un quejido salió de mis labios cuando mi cabeza chocó con fuerza contra el mismo. No entendía del todo lo que había ocurrido y el dolor en mi cabeza tampoco me ayudaba a pensar. Supongo que me habían atrapado, pero no sabía de quién se trataba hasta que abrí los ojos y lo detallé.

Su cabello iba desorganizado por la acción que había tenido hace un rato. Sus ojos desprendían fastidio, al igual que sus labios fruncidos e hinchados. Vestía casual, pero su ropa se encontraba estrujada y una marca tono carmín se notaba en su cuello, cerca de su oído. El mismo chico que hace un rato tenía acorralada a Lara contra los casilleros del baño, ahora se encontraba frente a mí y parecía muy molesto por mi presencia.

Cualquier chica en su sano juicio se sonrojaría y pediría perdón un millón de veces por estar en un dormitorio que no le pertenece — o le pediría su número de teléfono para tener un poco de acción —, pero yo, como toda desquiciada que soy, sin miedo al éxito elevé mi vista hacia la suya y le sonreí con el mayor cinismo del mundo.

— Hola—, lo saludé— mi nombre es Victoria y soy nueva en esta institución, por lo que no conozco a nadie y menos de este dormitorio—. En ningún momento dejé de sonreír — Venía buscando a alguien, pero me desvíe de mi camino y de alguna forma terminé en esta majestuosa biblioteca.

— No deberías estar aquí —. Me respondió serio — Y mucho menos en nuestra biblioteca.

— Ya pero, ¿Cómo dijiste que te llamabas?— pregunté y el chico sonrió, mostrando una perfecta caja de dientes.

—Hayden—. Respondió — Hayden Flame—. Concluyó y yo sentí mi cuerpo estremecerse, pues, yo conocía a un Hayden Flame.





Mi computadora se arreglooo!!!!!!!!

Aquí les traigo el capítulo del mes jajaja. Nah, mentira. Ya debo estar al acabar las pruebas, si es que paso (;_;)









Querido Diosito: En lo que he vivido solamente te pedí ser princesa o cantante y nunca respondiste a mis plegarias, pero ahora sí necesito acabar el año y librarme del uniforme escolar POR FAVOR 🙏. Amén.









Pero bueno...¿Que les pareció el capítulo?

¿Creen que el poema tenga relación con la historia o lo habré puesto para que noten mi hermoso talento en la poesía? jajajajjaja

La verdad no sé si haya rimado, pero de seguro tiene que ver algo con ella... Digo... Supongo. Yo no sé nada 🙃

¿Quieren saber por qué el término de ovejita?

En su debido tiempo se lo explicaré ;)

Pero si quieren una pista, tiene que ver con el apellido de Victoria.

Por cierto, Los secretos de Loup también tiene que ver con la historia, pero aún no es tiempo de que lo sepan. Tal vez en el próximo capítulo.

¿Qué les pareció Hayden?

¿De dónde creen que Victoria lo conozca?

Me siento como una profesora de matemáticas. Les hago preguntas, espero uno o dos capítulos y luego las respondo porque se que ustedes no saben las respuestas 😅

En fin... Espero que hayan disfrutado el capítulo.

Nos leemos pronto ;)

Gracias por no dejar la historia ❤️❤️❤️❤️

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