⭐️ESPECIAL AÑO NUEVO⭐️
Narra Thea:
Era año nuevo y esta vez nos tocaba celebrarlo en la mansión de los Malfoy.
-Any, que gustó verte- exclamó Narcissa, en un saludo cordial a mi madre.
Diana Cass, conocida como Any o la mujer Hufflepuff en Slytherin. Muchos no entendían cómo había terminado en Slytherin. Era generosa, cariñosa y siempre dando lo mejor de sí. Tenía una paciencia increíble con los niños, por lo que había enseñado en Hogwarts por unos años hasta que nacieron sus hijos, es decir, nosotros. Luego de nuestra llegada, decidió dedicarse completamente a nuestro cuidado, cosa la cual estoy agradecida, no me hubiera gustado vivir entre niñeras como muchos de mis compañeros. Cuando cumplimos los 11 mi mamá consiguió un trabajo como profesora de apoyo fuera de Hogwarts.
-Cissy, el placer es mío- dijo amablemente.
-Pasen, Lucius debe estar en la sala, ¿Dónde está Joseph?-
-Esta viniendo, tuvo un retraso en el trabajo-
Joseph Cass, mi padre. Un hombre honorable, trabajador y terco como una mula. Eso lo heredé de él. Muchas personas dicen que es un hombre serio, sin corazón, pero los cercanos a él sabíamos que era todo lo contrario. Sabíamos que solo era una fachada. Nunca, jamás de los jamases, había faltado a alguna cena, siempre desayunábamos juntos, aunque el mundo estuviera destruido, las fiestas las pasaríamos en familia y muchas otras cosas.
-Esta bien pasen- Nos dijo Cissy.
-Gracias- dijo mi mamá.
-Queridos, Draco está con Blaise en la librería, los Alains aún no llegan-
Bien por mi (nótese el sarcasmo) ahora tendría que quedarme con mi hermano y sus amigos. De hecho también eran mis amigos pero no era lo mismo.
-Hola- saludó mi hermano al llegar a la librería.
Draco y Blaise estaban en dos sillones enfrentados, charlando. Al vernos, se levantaron y nos saludaron con un beso en la mejilla a mi, y un apretón de mano a mi hermano.
-Estábamos apostando, según Draco su padre va a proponer primero que se casen- dijo Blaise mirándome.
-Según yo, tu padre va a ser el primero- dijo Draco señalando a Blaise.
-Me encantaría que dejaran de apostar sobre su casamiento conmigo, tranquilos, pueden compartir- una pequeña broma para ponerlos incómodos no tenia nada de malo.
No pude aguantarme la risa cuando vi que había funcionado mi plan.
-Thea, no hacía falta hacer ese chiste- me regañó mi hermano.
-Esta bien, abuelo-
Antes de que Eryk pudiera quejarse de mi apodo hacia el, Cissy entró para avisarnos que la cena estaba lista.
-Thea, le estaba diciendo a tu padre la increíble pareja que harías con Draco- dijo Lucius en cuanto entrábamos a la sala principal.
-Me debes 50 galeones- escuche decir a Blaise.
-Lamentablemente ya tengo otro pretendiente- dije.
Era mentira, no tenía a nadie, pero no quería que me emparejarán con el mejor amigo de mi mellizo.
-¿Y quien es el afortunado?- Mi padre era algo sobreprotector, al igual que mi hermano. Ambos me miraban como si tuvieran dagas en los ojos.
-Un chico de Slytherin- sabía que a mi padre no le importaba la casa, pero Lucius, por otro lado, diría que solo un Slytherin es opción- aunque no me gustaría delatar su identidad, dado que aún no es nada formal, solamente flores y salidas- al decir esto no podían pedirme más información- de todas formas, me gustaría que habláramos de otro tema ya que aún soy chica para esas cosas-
-En eso tienes razón, aún eres joven- me apoyo mi padre.
-Llegaron los Alains- mi madre aviso de la llegada de mi mejor amiga y su familia finalizando con la conversación sobre mi futura pareja.
(...)
La cena terminó y los más jóvenes nos dirigimos hacia la librería nuevamente. Las hermanas de Mae decidieron quedarse en la mesa, dejándonos solo a Mae, Eryk, Draco, Blaise y yo.
Hablamos de cosas sin sentido, de qué tan rápido había pasado el año, de Hogwarts, básicamente de todo un poco.
Se acercaban las doce y teníamos que dirigirnos hacia la sala para brindar con el resto de las familias. Vi que Blaise se quedó mirando a la nada sentado en su lugar y decidí acercarme.
-Adelántense, olvide mi abrigo-le avise a Mae.
-Zaza- lo llame por su apodo que le puse cuando nos conocimos. No sabía decir Blaise ni Zabini, así que le puse Zaza.
-No me llamas así desde los seis-
-Lo se, pero me pareció que funcionaría para sacarte del trance-
-Funcionó-
-¿En qué pensabas?-
-En nada-
-¿Seguro?-
-Pensaba en que tengo hambre de algo dulce-
Claramente no iba a decirme en qué pensaba, así que simplemente me levanté y amagué con irme. Blaise al ver de lo que estaba dispuesta a hacer tomó mi muñeca e hizo girarme quedando frente a frente con él.
-Me gusta una chica-
-Felicitaciones, pero creo que si el sentimiento es recíproco, no le gustaría vernos así-
-No lo creo, primero que todo no siente lo mismo-
-Lo siento-
-Y segundo...-
Esperé a que terminara la oración, pero en realidad el me beso. No explicaría mucho el beso, pues lo corrí.
-Lo siento me dijo-
-Blaise, sabes que yo no gusto de ti, y si no fueras tu, te habrías ganado una patada en tu amiguito por darme mi primer beso de esa forma-
-Realmente lo siento-
-Lo se, pero sabes que solo seremos amigos ¿no?-
-Si lo sé-
-Suerte que me caes bien-
Ambos reímos, la verdad no me había molestado el beso, pero no quería arruinar la amistad por algo que no sabría si funcionaría, pues yo no gustaba de él.
-Si quieres vivir, te recomiendo no mencionar el tema a mi hermano- dije para aliviar el ambiente.
-Tomaré eso en cuenta- me susurro mientras entrábamos en la sala para brindar.
(...)
-¡POR UN AÑO MÁS EN SOLTERÍA PORQUE SOLO SOLIN SOLITO ESTOY Y NADA NI NADIE ME QUIERE!- gritó mi hermano pasado de copas.
-¡SOLA CON LA SOLEDAD, EN UNA ESCOBA SOLA VOLANDO EN SOLITARIO VOY!- gritó Draco, el cual también había tomado de más.
-La soledad, ¿qué es la soledad? Soy un perro, mira- dijo Mae hacia Blaise.
-Y yo soy un rey, no te me acerques bolsa pulgosa- le respondió Zabini.
-¡QUE LEVANTEN LAS MANOS TODOS LOS SOLTEROS Y BAJEN AL SUELO PARA PERREAR BIEN PERRO!- eso fue lo que intenté cantar, no estaba segura si eso fue lo que salió de mi boca.
Estábamos todos en el cuarto de Draco, claramente borrachos. El santo de mi hermano había conseguido la bebida y cuando el resto de los adultos se fueron a dormir, aprovechamos para beber.
-Soy yo o tendríamos que bajarle el volumen a la radio- dijo Mae arrastrando las palabras.
La radio no estaba prendida así que supuse que se refería a mi canto.
-Esta bien, cantaré una canción de cuna-
Y así empecé a cantar una canción que mi mamá nos solía cantar a mi hermano y a mi antes de dormir.
Todos comenzamos a caer rendidos, esperando que en la mañana, por arte de magia, no nos diera resaca.
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