chapter one
꒰🕯꒱ capítulo uno࿔*:・゚
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ılı.lıllılı.ıllıılı.lıllılı
now playing: painkiller
by: ruel
2:00 ────── ◯ ────── 4:05
◁ II ▷
ᴠᴏʟᴜᴍᴇ: ▮▮▮▮▮▮▮▮▮▮▮▯▯
Día 1
Thea's pov
Estaba durmiendo tranquilamente cuando la voz de Dal hizo que despertara.
- ¡Apúrate Thea que vamos a llegar tarde! Los chicos nos esperan abajo y acuérdate de bajar las mochilas -
- Cinco minutos más - pedí con la voz ronca.
- Mira marmota, o te levantas o te saco a patadas de la cama. Hace quince minutos me venís pidiendo que te deje dormir "cinco minutos más" y sabiendo lo que tardas en levantarte y prepararte, te recomiendo que levantes ese bello trasero de la cama o yo misma me encargaré de eso -
- Siempre tan amable vos - dije con sarcasmo.
- Aún así me amas - hizo una media sonrisa, agarró sus cosas y se fue de la habitación, dejándome completamente sola.
Cuando la puerta se cerró nuevamente, intenté de pensar en mil excusas para no tener que ir al maldito castigo. Minutos más tardes llegué a la conclusión de que no había forma de evitar esa situación.
Agradecí internamente a Dalila por haberme obligado a armar la mochila la noche anterior, ya que lo único que tuve que hacer fue agarrar mis cosas y cerrar con llave el baúl con las pertenencias que no llevaría.
Una vez que estuve lista, decidí bajar y enfrentar mi destino. Allí me encontré con el resto de los castigados pertenecientes a mi casa.
Eryk y Dal no se sorprendieron ante mi tardanza. Ellos estaban acostumbrados a esperar horas por las mañanas por mí. Pero Malfoy nunca lograba tener la paciencia suficiente como para aguantar algunos minutos más. Era por eso que siempre iba a desayunar antes que nosotros. Sin embargo, ahora no tenía otra opción que aguardar mi llegada.
Con una simple mirada, Draco me dio a entender que no le había agradado para nada mi tardanza. Como no tenía los humores para aguantarme sus quejas, decidí pasar de él.
Cuando Snape llegó a buscarnos, se dedicó a simplemente guiarnos hasta donde deberíamos quedarnos los cuatro días.
Pasamos por varios pasillos hasta que llegamos a uno que nunca antes había visto en mi estadía en Hogwarts. Supuse que era una zona restringida o algún lugar que hace tiempo había dejado de ser habitada porque el polvo y la suciedad, era notable desde la distancia. Dimos unas cuantas vueltas más, hasta que llegamos a una amplia puerta desgastada de color negro. Era bastante obvio que este lugar ya no se utilizaba hacia años, y eso no ayudaba con mis nervios.
—No puedo creer que me estén haciendo esto, mi padre —comenzó Draco con sus caprichos.
—Se va a enterar de esto — dijimos con Dal en un tono de burla.
—Tienen suerte de ser mis amigas, porque si no, ya estarían llorando por los rincones — nos amenazó Malfoy con molestia.
Antes de que pudiera decirle algo, la profesora Mcgonagall llegó junto con el "trío de oro" y la Weasley menor. Los rostros de los cuatro reflejaban disgusto y cansancio, algo en lo que increíblemente coincidíamos nosotros también.
—Profesora Mcgonagall— saludó Snape.
—Profesor Snape, lamento el retraso. Hacía años que no venía por estos rincones—
Tras el silencio del profesor, Mcgonagall se ocupo de sacar la llave de su bata y con ella abrir la enorme puerta frente nuestro.
Lo primero que se podía observar era la sala de estar con sillones de color tierra, acomodados en un semicírculo frente a la gran chimenea. Había una pequeña estantería con no más de veinte libros. Estos se veían algo viejos pero aparentaban estar en buen estado. Todo era sencillo y agradable. Era más espaciosa de lo que pretendía, además de que estaba todo limpio.
Al parecer Dumbledore había mandado a decorar el lugar con ambientaciones acordes a ambas casas. Aquello me hizo sentir como si estuviera en mi sala común, lo que alivianó un poco la situación.
Junto a la biblioteca estaba la puerta hacia la cocina, la cual estaba equipada perfectamente para una estadía más prolongada que la nuestra. Era algo chica comparada con la sala principal, pero no era molestia el tema del espacio, si no el hecho de que más tarde deberíamos utilizar todo lo que había allí.
—¡Solo hay dos cuartos! —exclamó Potter desde el extremo opuesto de donde estaba.
Aparentemente allí había un pasillo que dirigía hacia los cuartos y el baño. Decidí acercarme con Dali y mi hermano.
— Que bien Potter, tus lentes aún funcionan — se burló mi amiga.
—¿Cómo nos repartiremos? — le preguntó Eryk a los profesores.
—Señoritas, en el cuarto de la derecha irán ustedes. Caballeros en el de la izquierda— contestó Mcgonagall.
—No pienso compartir habitación con ellas. Suficiente que tenemos que encerrarnos juntos por una eternidad— declaró la Weasley menor.
—Nunca creí decir esto, pero concuerdo con la zanahoria—
—Señorita Weasley, Señorita Cass, debo recordarles que son solamente cuatro días. Antes que se pongan a pensar en ello ya estarán fuera. Además, esto ayudará a que conozcan un poco más de la otra—
Se notaba que al profesor Snape se le agotaba la paciencia así que dijo con desagrado —De todas formas ese no es nuestro problema. En la mesa de la cocina encontraran un hechizo que nos avisará si algo extremadamente grave ocurre. Esperamos que aprendan las consecuencias de sus actos y que no sea necesario traerlos devuelta aquí o incluso dejarlos más días— Sentenció —Cuatro días sin Potter serán más que un placer— susurró.
Una vez que inspeccionaron que todo estuviera en orden, él y la profesora Mcgonagall se marcharon. Cerraron la puerta con llave y dieron comienzo a una verdadera pesadilla.
Estuvimos un tiempo mirando hacia la puerta, esperando que en cualquier momento volvieran a entrar y dijesen que todo había sido una broma. Lamentablemente, reaccionamos y comprendimos que aquello no sucedería, así que comenzamos a correr hacia las habitaciones para ocupar las camas. Estas estaban alineadas en hilera del lado izquierdo de la habitación. Cada una tenia en frente tenían su propio baúl para guardar nuestras pertenencias. Una gran ventana al final de la habitación hacía que el cuarto estuviera iluminado.
Aunque me hubiera gustado seguir admirando el lugar, no pude hacerlo. La pelea sobre quién dormía en dónde acaparó toda mi atención.
Gracias a que Dal era la cazadora del equipo de Quidditch de Slytherin, llegó antes que el resto y terminó ocupando la cama junto a la ventana. La cazadora de Gryffindor llegó segunda, aunque por muy poco, así que tomó la cama de al lado de mi amiga.
Granger y yo, por otro lado, no teníamos habilidades deportivas. Nuestras virtudes estaban pasmadas en nuestro intelectual. Sin embargo, en este caso no era lo que necesitábamos. Ambas habíamos ocupado la misma cama al mismo tiempo, por lo que tuvimos que discutir por varios minutos la distribución de las camas restantes. Obviamente que la suerte no estuvo de mi lado y terminé quedándome con la cama junto a la puerta.
Hubo un silencio incómodo mientras organizábamos nuestras cosas. Cuando terminé me dirigí a la sala de estar. Granger me siguió por detrás hasta que llegamos junto al resto y ella desvió su camino hasta la estantería.
Mi hermano se encontraba leyendo un libro. Aparentemente era de pociones, una de sus materias favoritas, por lo que me sorprendió que al escuchar nuestros pasos, dejara de leer para vernos. Luego de verme, fijó su vista en la chica castaña a unos metros nuestro. Inmediatamente, sus mejillas se pusieron de un color rosado, pero mi, ahora compañera de cuarto, parecía ajena a la situación.
Desde que entramos en la escuela, mi hermano había desarrollado un pequeño crush hacia la amiga de Potter. Solía decirme que su inteligencia la hacía brillar y que la forma en la que se emocionaba en las clases cuando respondía bien la hacia destacarse del resto. A pesar de esto, siempre terminaba sus oraciones con un "igual yo se que es imposible que algo así suceda. Pero si en algún momento se me da la oportunidad, no dudaría en invitarla a salir".
Al avanzar los años dejó de hablar de ella, intentando que eso hiciera que sus sentimientos se desvanecieran, aunque, por más que me lo negara, yo sabía que aquella leona aún ocupaba un lugar en la cabeza de mi mellizo. No poder ayudarlo con ese tema me preocupaba un poco y a veces sentía que mi rivalidad con ella le afectaba más de lo que creía.
—Eryk, tengo hambre podrías hacerme algo de comer — le pedí con típica cara de lástima, tratando de que dejara de mirar a Granger buscar un libro.
—Esta bien, solo porque estoy aburrido— me contestó con una media sonrisa algo fingida, ya que si fuera por él, se quedaría más tiempo observándola.
—¿No te gustó el libro? — lo molesté. Sabía perfectamente que le había dejado de interesar en el momento que Granger pasó por la puerta.
Luego de comer, comenzó a contarme sobre lo insoportable que estuvo Malfoy cuando llegaron a las habitaciones y como no dejó de hablar mal de los Gryffindors. También me contó que no desperdició la oportunidad para llamarlos traidores y sangre sucia.
Aquellas actitudes de Draco a veces tocaban nuestros nervios. Ya que, si bien toda nuestra familia era de Slytherin, no fuimos educados con el "estatus de sangre", ni nada por el estilo. Era por ello que cada vez que alguien mencionaba esas palabras, nuestras caras de disgusto se tornaban demasiado obvias. Conocía mil y una formas de molestar e insultar a alguien, no había necesidad de menospreciar a alguien por el tipo de su sangre.
En medio de nuestra conversación escuchamos gritos provenientes de la sala. Al acercarnos, nos dimos cuenta que Dal y Potter intentaban separar al Weasley mayor y a Draco.
Nuestras caras de confusión debieron ser tan obvias que hicieron que Dali me gritara: —Llamo sangre sucia a Hermione y Ron saltó a defenderla—
—Mierda, apenascomienza el día y ya están matándose— me quejé al mismo tiempo que ayudaba a miamiga a separar al rubio —Esto va a ser peor que el infierno mismo—
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ÚLTIMA EDICIÓN
— 30/05/2022
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