Capítulo 41

Lo cierto es que cometí un gran error al pensar que esta sería la noche perfecta para divertirse. Nada más lejos de la realidad. No contaba para nada con que sucediera algo así, y ahora me encuentro enzarzada en una discusión con Candice, Lauren y Mason en mi cabaña sobre si debemos dejar salir a Caleb del campamento. Joder, Emily se está debatiendo ahora mismo en un quirófano entre la vida y la muerte y nosotros no sacamos nada en claro.

Pasan los minutos. No puedo dejar de mirar el reloj que envuelve mi muñeca mientras algunas gotas de sudor recorren mi frente. No sabemos qué hacer. Esta es una decisión demasiado importante como para que la tomen cuatro adolescentes que ni siquiera saben llevar una vida ordenada.

—Creo que lo mejor es llamar a mi padre. Él sabrá qué tenemos que hacer. —Dice Lauren por fin algo coherente. A veces le cuesta bastante sacar a relucir su evidente inteligencia.

—Hazlo. —Le ordena Mason.

Por otro lado, Candice ha intervenido nada más que un par de veces en la conversación. La noto muy ausente, pensativa. Apenas reconozco a la chica que tengo delante. Con lo que ella ha sido, me cuesta mucho creer que esta es ella ahora. Y no me cabe duda... Todo esto es por Caleb. Me gustaría saber qué es lo que ha ocurrido para que mi ex amiga haya terminado sintiendo lo que siente, pero supongo que este no es un asunto a tratar en estos momentos.

Lauren ya ha marcado el número de su padre. Antes de darle al botón verde, nos mira a todos y cada uno de nosotros atentamente para que le demos el visto bueno. A continuación, escuchamos demasiados bips. Ese hombre no contesta... ¿Dónde demonios se ha metido ahora? No paro de sudar.

Entonces, suena lo que todos temíamos. Una especie de pesadilla a la que llaman "el contestador".

—Tiene el móvil apagado. —Murmura Lauren, como si fuéramos todos imbéciles.

Nos echamos las manos a la cabeza. Candice empieza a caminar por toda la cabaña y yo tiemblo del miedo y la rabia a partes iguales. Mason permanece cruzado de brazos, apoyado en una pared y mirando el suelo, espero que esté pensando en alguna solución. Y a todo esto, Lauren se ha quedado con una cara de tonta que en otro momento me hubiera encantado admirar. Ahora no, por supuesto.

Y mientras nosotros reflexionamos, alguien irrumpe en mi cabaña. Unos ojos de color avellana y una sonrisa perfecta, para ser más concreta. Aunque eso ya no es una sonrisa, obviamente... Se trata de una mueca extraña que grita auxilio en silencio.

—Chicos, lo siento. Necesito salir de aquí cuanto antes y me voy a marchar ahora mismo. —Todos miramos a Caleb incrédulos. De todas formas, no nos lo tomamos en serio hasta que dice—: Patrick se viene conmigo.

Entonces, desaparece. Todo el mundo parece experto en eso últimamente. Y para colmo, cuando me vuelvo hacia Candice, no la encuentro. Se ha marchado rápidamente tras él. Así que no nos queda otra. Mason, Lauren y yo salimos pitando de mi cabaña, como si se nos fuera la vida en ello.

Cuando llegamos a la puerta principal del campamento, la escena no puede ser más curiosa. Candice, con su fuerza sobrenatural, está tirando del brazo de Caleb como si eso pudiera impedirlo abandonar este sitio. Lo que ella no sabe es que, cuando él está verdaderamente convencido de que quiere hacer algo, lo hará, cueste lo que cueste.

Por otro lado, Patrick está hundido. Ahora lo digo con firmeza y claridad porque es justo lo que refleja su cara. Ya nada le obliga a seguir con esa farsa del hombre que puede con todo, que está contento siempre. Como ya he dicho, esta es una cuestión de vida o muerte.

—Candice, suéltame. Es mi hermana. —Espeta él, con lágrimas en los ojos. Ya ni siquiera está empleando fuerza para librarse de ella.

—¡No puedes irte! —Grita la rubia, alcanzando la histeria—. Dios mío, no quiero que te pase nada.

Las palabras de Candice nos dejan a todos helados. Incluso al mismo Caleb, que a pesar de que ella ya le haya soltado y haya roto a llorar, se ha quedado quieto observándola. A mí también dirige una mirada que no dura más de cinco segundos, y yo me encojo de hombros. Este es el momento en el que se da cuenta de que no estoy loca y de verdad tengo razón. Candice tiene miedo de perder a Caleb, y ese miedo solamente se conoce cuando quieres de verdad a la persona en cuestión.

—Ven aquí. —Musita mi amigo, mientras toma a Candice de la mano y la atrae hacia él—. Estaré bien y tienes que prometerme que tú también.

Candice se aferra a Caleb con fuerza y se limita a asentir en silencio. Llega un momento en el que él se tiene que separar, ya que Patrick le mete algo de prisa. Es mejor que se marchen ya o... Bueno, no quiero ni pensar en lo que pueda pasar.

El señor Cooper cierra el campamento con llave desde fuera. Candice, Lauren, Mason y yo no nos movemos de aquí hasta que los vemos subir al coche de Patrick y marcharse calle abajo. Creo que solo entonces respiramos medianamente tranquilos. Al menos, dentro de nuestras posibilidades.

Tengo que reconocer que Candice se ha quedado hecha polvo. Jamás la había visto tan afectada sentimentalmente y lo cierto es que ha sido toda una sorpresa. Tanto como el llanto que esconde tapándose la cara con las manos.

Decido por esta vez sacar a la Evelyn buena al exterior. Juro que esta será la única vez que lo haga con relación a Candice... Así que les hago un gesto con la cabeza a Mason y a Lauren para que se adelanten a nosotras.

—Preferiría que no... preguntaras nada. —Dice entre dientes ella, justo cuando se da cuenta de que estamos solas.

—Bueno, creo que has dado con la persona equivocada.

—Cierto. —Se encoge de hombros, y yo saco de dónde puedo una media sonrisa.

—Nunca creí que te diría esto, pero siento que estés sufriendo. Yo he pasado por cosas parecidas y no se lo desearía a nadie.

—¿De qué estás hablando, Evelyn? —Me mira de reojo, dudosa.

—Del miedo que tienes. —Afirmo—. De lo que sientes por Caleb.

Candice abre los ojos como un búho inmediatamente después de escucharme.

—Borra esa imagen de tu cabeza, querida. —Espeta, tratando de ser la de siempre, pero sin éxito—. Yo no...

—Oh, Candice. —La interrumpo, entre risas—. Tú sí.

Ya estamos llegando a la casita. Y lo digo porque gracias a esto y a las luces del interior, he podido ver a Candice sonrojarse. Madre mía, creo que este es uno de los momentos más icónicos que han tenido lugar el día de hoy.

—No se te ocurra decírselo a nadie. —Levanta un dedo en mi dirección, desafiante, a la par que confirma lo que yo me suponía—. Ha ido todo tan deprisa que ni siquiera yo me entiendo.

—No te preocupes, "querida".

—Hablar así no te pega nada. —Se seca alguna que otra lágrima de los ojos, mientras suelta también alguna risita. Después, vuelve a ponerse un poco seria—. Lo que me da miedo es que Caleb se encuentre a Ben en el hospital, o en cualquier sitio. Seguro que intentaría hacerle daño y saldría más perjudicado.

Asiento, verdaderamente tiene razón. Aunque luego rebobino diez segundos y presto más atención a lo que Candice acaba de decir. Habla como si... Mierda, no puede ser.

—¿Por qué intentaría Caleb hacer daño a Ben?

—Bueno, —ríe nerviosa, mientras se rasca la nuca repentinamente— ya sabes... Ben es el ex de Emily. Seguro que no se llevan muy bien.

—Candice... —Me freno, con los brazos cruzados y la mirada firme sobre ella. Sólo le queda rendirse. Ya me he dado cuenta de todo—. Se lo has contado.

—¡¿Qué querías que hiciera?! Me encontré a Caleb a punto de escaparse del campamento y no sabía cómo impedirlo. Tenía que decirle que Ben es quien mandó a su hermana al hospital. —Se justifica rápidamente—. Deberías darme las gracias. Después de todo, logré pararlo y controlar su rabia.

—Joder. —Me paso una mano por el pelo, exageradamente—. Ahora sí que estoy preocupada.

Y justo cuando pensaba que Candice comenzaría a gritar como una loca, tratando de llevar la razón por todos los medios, me sorprende una vez más. De una forma distinta, y esta sí que no me la esperaba... Me agarra la mano y me pide que la mire a los ojos. Después de su insistencia, le hago caso. Entonces, sonríe con sinceridad y me pregunto de dónde ha sacado tanto valor. Aunque eso no es todo. Por si fuera poca tanta amabilidad repentina por su parte, de pronto me veo envuelta en los brazos de la chica que me hizo la vida imposible el año pasado. Dios mío, esto es rarísimo. Mi cara lo debe de decir todo, estoy boquiabierta.

—Intentemos mantener la calma. Ya has escuchado a Caleb... Estará bien, igual que nosotras.

—Eh... ¿Vale? —Respondo, y muchísimas dudas se quedan en el aire. ¿Por qué me abraza? ¿Por qué de repente parece que es más importante que yo esté tranquila?

Candice y yo terminamos separándonos, afortunadamente. A ver, es que eso ha sido muy tenso y extraño, no lo he comprendido para nada. El caso es que ha sido gracias a Lauren, quien acaba de entrar y salir de la casita en cuestión de instantes. No tengo ni idea del motivo, pero parece estar muy asustada. Demasiado.

—Chicas, hay un silencio muy raro ahí dentro. Y no creo que la fiesta haya terminado ya. —Nos comenta en un hilo de voz. Ha sido bastante difícil escucharla bien.

Miro mi reloj y compruebo que todavía no es ni medianoche. Debería de estar la música a tope de volumen, al compás del ruido insoportable que hacen todos estos adolescentes.

Candice, Lauren y yo nos miramos, confundidas. Después, nos reunimos con Mason en la puerta de la casita y la atravesamos. No me extrañaría que ellos tuvieran ahora el mismo nudo en el estómago que tengo yo. Siento los nervios a flor de piel.

Efectivamente, no se escucha nada y eso no hace más que estremecerme. Siento un escalofrío recorriendo mi espalda mientras Mason examina el comedor. Después, nos aclara que no hay nadie dentro. Sólo nos queda una opción y, por alguna razón, me da muy mala espina.

En fila india, los cuatro subimos las escaleras para llegar al piso de arriba. Mason el primero, Candice la segunda, yo la tercera, y Lauren, tal y como se veía venir, es la última. La subida al piso de arriba se me hace eterna y pronto descubro que mis presentimientos no se equivocaban.

Al principio, tan sólo con ver las caras de espanto que se les quedan a Mason y a Candice, ya me hago una idea de lo malo que puede ser lo que hay ahí arriba. Sin embargo, no es nada comparado con lo que siento cuando piso la segunda planta de la casita. Veo claro lo que está sucediendo y el porqué del silencio, así que también veo caer mi alma al suelo en un segundo. Desearía con todas mis fuerzas que esto fuera una pesadilla, de las peores que he tenido nunca... pero sé que no lo es. La realidad puede ser dura, fría y violenta, y en este caso, lo es en su totalidad.

Tal vez esto sonará a broma, pero por lo menos, ya no hace falta que Candice y yo nos preocupemos por la seguridad de Caleb. Aún así, eso ya no me alivia, porque el criminal está aquí. Se ha rodeado de adolescentes indefensos. Pero, por encima de todo lo demás, hay algo que me rompe nada más ver la situación. El delincuente de Ben ha conseguido colarse en el campamento, sentar en silencio y muertos de miedo a todos los que trataban de disfrutar su verano aquí... menos a una persona en especial. Mi mejor amiga, Chloe Samuels, es quizás su próxima víctima.

Ben la tiene agarrada, llorando y, seguramente, rezando por su vida. Más que nada porque la está apuntando con un cuchillo en el cuello. Nadie sabe cuánto me jode ver esto. Ni siquiera puede decir nada porque le ha tapado la boca con un trozo de cinta aislante negra. Esto parece una auténtica película de terror.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top