Capítulo 36
Está claro que Candice no puede hacer nada para ayudarme. Ben también la tiene amenazada y muerta de miedo. Después de todo, ella y yo nos parecemos más de lo que creemos. Ambas somos difíciles de entender y tenemos un carácter bastante fuerte, pero cuando las personas que queremos están por medio, hacemos lo que sea por ellas. Y en este caso, eso es una gran desventaja.
Me he sentado en una silla vacía del comedor. De hecho, todas están vacías. No hay nadie aquí porque aún es pronto. Parezco Jade en estos momentos, ya que estoy sola esperando el desayuno. Para mi desgracia, el silencio no tarda en romperse cuando alguien atraviesa la puerta. Alguien que, por cierto, no parece haber dormido ni media hora en toda la noche.
—Buenos días. —Me saluda cuando llega donde yo estoy, con esos ojos avellana encantadores más apagados que nunca. Caleb se sienta enseguida a mi lado.
—¿Lo son para alguno de los dos? —Bromeo con una sonrisa irónica en mis labios, y él imita mi expresión.
Nos quedamos mirando al vacío un par de minutos, ambos absortos en nuestros propios problemas. Yo, por lo menos, solamente sé que Emily sigue en el hospital y poco más. No sé si su estado de salud habrá mejorado algo.
—Oye, quería decirte algo. En realidad, varias cosas.
Me vuelvo hacia él para que empiece a hablar y su sonrisa me tranquiliza. Siempre es así.
—Lo siento por forzarte a contarme algo que no quieres decirme. Mi hermana no debió decirte eso si tú no estabas preparada para contarlo.
Siento escalofríos solo de pensarlo. Aún no he encontrado la forma de solucionar todo esto y me duele mucho no poder hacer nada al respecto. Yo quiero que se sepa la verdad.
—No te preocupes, Caleb. —Lo miro fijamente—. Sí quiero contártelo, pero no puedo.
—No importa. Por ahora, lo que quiero es que estés aquí conmigo mientras todo esto pasa, y... mientras Emily se pone mejor.
Asiento con la cabeza. Poco más puedo decirle sin que me tiemble la voz, sólo puedo hacerle compañía durante estos momentos tan difíciles.
—Emily estará bien.
—¿Y tú? ¿Cómo estás?
Me encojo de hombros y desvío la mirada. Rota por dentro, si lo tengo que definir. Me escudo en todo lo que tengo que resolver en estos momentos, pero sé perfectamente que hay algo que ocupa mi mente todo el tiempo. Estoy intentando salvar a Andrew de Ben, de alguna forma... aunque, en el proceso, lo he perdido en todos los aspectos. Quisiera decirle que lucharé por nuestro amor y todas esas cursiladas, pero... ¿Y si tiene razón? Porque sí, he vuelto a pensar que quizás estamos destinados a querernos toda la vida, pero no a estar juntos para siempre. Nos hacemos daño, y es el típico dolor que no puedes disimular ni esconder.
—¿Andrew? —Caleb me lee la mente.
—Es complicado. —Me limito a decir.
—Ya lo creo. Sin embargo... No lo entiendo.
—¿Qué?
—Si yo estuviera en su lugar, todo sería mucho más sencillo y nunca dejaría que pensaras que no te quiero.
Abro los ojos como platos, aunque me calmo un poco antes de mirarle a la cara. Eso ha sido demasiado directo por su parte. A pesar de que él es consciente de que lo que siento por él ahora no es más que una amistad, de vez en cuando suelta este tipo de comentarios que me incomodan un tanto. Es más, me arden las mejillas. Debo de parecer un tomate ahora mismo.
—...Pero es normal. —Añade—. A casi todos nos atrae algo más difícil de conseguir y de entender, y Andrew debe de ser el rey de eso.
Suelto una risita. Realmente lo es. No he conocido nunca a nadie tan enrevesado y complicado como Andrew, pero estoy segura que eso es lo que me ata a él.
—El caso es que te quiere. A su manera, pero lo hace. Así como Patrick quiere a mi hermana... Y yo he sido un imbécil por pensar que no era así.
—Caleb, cargaste contra Patrick porque alguien te hizo creer que él era la razón por la que tu hermana está en el hospital, ¿recuerdas?
—Sí... ¿Qué quieres decir con eso? —Frunce el ceño.
—Nada. —Respondo inmediatamente, antes de que sepa por qué lo he dicho. Caleb es muy inteligente y puede sospechar que es Ben quien está detrás de esto—. Solamente quiero que dejes de autoinculparte.
Y de pronto, me veo salvada por el ruido de unos tacones. Jamás me había aliviado tanto escuchar este sonido, y es que ahora Caleb y yo nos concentramos únicamente en quien está por entrar al comedor. Por alguna razón, siento que he oído esto más de una vez y pronto sé el porqué me resulta tan familiar. No puedo creer que esté aquí.
¿Quién la ha llamado si yo decidí no hacerlo?
—¿Mamá? —Digo antes de verla entrar. Y efectivamente, es ella.
Mi madre hace otra de sus entradas estelares, parece que tiene una para cada sitio al que va. Irrumpe en el comedor del campamento con su particular forma de caminar, como si estuviera pisando una pasarela de moda. Lleva un vestido corto de rayas y está más rubia y bronceada que nunca. Se nota que aprovecha el verano mucho más que yo.
—Evelyn, cariño. —Dice cuando me ve. Acto seguido, se dirige a Caleb—: Hola...
Juraría que no recuerda su nombre. Con la de veces que he hablado con él por teléfono este último curso.
—Caleb. Él es Caleb.
—¡Claro! Caleb... Te confundía con el hijo de Patrick.
Ya, seguro. Estoy casi convencida de que tampoco sabe cómo se llama Andrew.
—¿Qué estás haciendo aquí, mamá? —Cambio de tema.
Entonces, descubro en ella una sonrisa aún menos sincera que de costumbre, una expresión peor que la de Chloe cuando está nerviosa. Entre mi padre y ella, cada vez entiendo menos de qué va todo esto.
—No hace falta que me mientas tú también.
—¿Qué dices, cariño? —Intenta disimular.
—Sé que estás a punto de decirme alguna mentira y pretender que yo me la crea. Estoy harta de que me toméis por tonta.
A mi madre se le relaja el rostro y, poco a poco, su sonrisa va desapareciendo. Por fin alguien que no tiene miedo de ser real conmigo delante. Caleb y yo permanecemos callados mientras ella, también en silencio, decide sentarse frente a nosotros.
—¿Qué está pasando? —Rompo la tensión.
—Tu padre... —Murmura en un tono demasiado bajo. A duras penas la he entendido.
Frunzo el ceño, a la par que busco la mirada de mi madre.
—No está en Nueva York. —Termino su frase.
—¡¿Cómo sabes eso?!
Río con ironía. De verdad deben de creer que soy tonta.
—Porque está aquí, en Texas. Ha venido al campamento.
Mi madre parpadea más de tres veces seguidas.
—No puede ser, Evelyn. ¿Por qué iba a venir tu padre aquí? —Gesticula con sus brazos, incrédula. En su voz noto cierto desprecio hacia este sitio.
—No lo sé, deberías pregúntaselo a él. Debe andar por aquí con la señora Heron.
Ahora es cuando las cosas se empiezan a complicar. La piel de su cara palidece repentinamente y de forma descarada, como si se estuviera mareando. No estoy exagerando, y la prueba es que por poco se cae de la silla. Yo me quedo quieta, inmóvil, sin saber qué hacer; mientras es Caleb quien se levanta rápidamente para sostener a mi madre. ¿Por qué le afecta tanto que mi padre este aquí y, sobretodo, con Michelle Heron?
—¿Está bien? ¿Necesita algo? —Le habla Caleb mientras le da un poco de aire con la mano. Algo un poco inútil, cabe decir, más que nada porque mi madre no parece salir del trance y sus ojos se han perdido en el vacío.
—Necesito hablar con mi marido. —Responde, aún con la mirada distraída.
Caleb me mira y yo me encojo de hombros. No tengo ni idea de qué es lo que le sucede.
—Acompáñeme. Yo le ayudaré a encontrarlo.
Acto seguido, la ayuda a levantarse y no tardan en marcharse de aquí, aunque Caleb no se va sin antes guiñarme un ojo. Es increíble que entienda a la perfección lo que me pasa en cada momento. Y lo cierto es que lo que menos quiero en estos momentos es estar con mi padre, ya que intuyo que oculta algo muy oscuro.
~~
Jade, Chloe y yo acabamos de desayunar. De hecho, la primera ha salido del comedor con una sonrisa radiante después de comerse su plato de tortitas más la mitad del mío y del de Chloe. Tengo que decir que los ratos son mucho más amenos cuando estoy con ellas, porque por un momento olvido todo lo que hay a mi alrededor.
Estamos sentadas sobre el césped, al lado de las rejas que separan el campamento de la calle. Ni ayer ni hoy han tenido lugar los famosos juegos de Emily, algo lógico teniendo en cuenta que ella se encuentra en el hospital... Sin embargo, por alguna razón, echo de menos esos estúpidos pasatiempos.
A lo lejos, puedo ver a Lauren y a Candice apoyadas en la pared de la casita, así como también noto sus miradas constantes hacia aquí. Algo me dice que están hablando de mí, pero ya no me molesta. Añoraba un ambiente así de tranquilo. Y ojalá no se acabara de romper ahora mismo. Todos y cada uno de nosotros salimos de nuestro ensimismamiento cuando oímos unos golpes contra la puerta del campamento.
Cuando dirijo mi mirada hacia ahí, se me abre la boca de par en par instintivamente. ¿Cómo demonios ha salido del campamento? Lo reconozco por ese gorro gris tan horrible que ahora mismo le cubre la mitad de la cara. Está cabizbajo, y el hecho de que se tenga que aguantar con una mano en la pared no hace más que darme escalofríos.
Me pongo en pie y rápidamente voy en dirección a la entrada, donde ahora mismo se encuentra Mason. Tanta es mi impaciencia que de un momento a otro comienzo a correr. Sí, con lo mucho que odio correr.
A medida que avanzo, voy distinguiendo cosas que no me gustan nada... Como la sangre en sus nudillos y en la comisura de sus labios. Lo más extraño es que enseguida me doy cuenta de que Candice también se dirige hacia Mason, además de Lauren, que la sigue de cerca.
—Evelyn, eso debe de habérselo hecho Ben. —Me dice entre jadeos Candice cuando me alcanza.
Freno en seco, me paso las manos por el pelo y piso el suelo con fuerza, y con mucho mal humor. Candice está en lo cierto. Maldigo en voz alta, prácticamente gritando. ¿En qué momento se me ocurrió que era una buena idea contarle a Mason lo que Ben había hecho?
Candice y Lauren ya están frente a Mason, separadas de él por las rejas del campamento. Llego caminando hasta ellos, ya que no me quedan más fuerzas para correr.
—¿Cómo se te ocurre salir sin decirme nada? ¡¿Has perdido la cabeza?! —Exclamo, bastante alterada.
—Intenté ayudarte, Evelyn... —Musita él, y todavía no puede quitar su mano de la pared. Sospecho que lo que más le cuesta ahora mismo es mantenerse en pie.
—Estamos juntos en esto, ¿recuerdas?
—Pero tú tienes mucho más que perder que yo.
—Un momento —Interviene Candice, dirigiéndose especialmente a mí—. ¿Le has contado a éste...?
No puede terminar la pregunta, ya que ella sabe perfectamente cuál es la respuesta. No tarda en echarse las manos a la cabeza. Ya sé que es un error, no hace falta que ella lo recalque.
—¡Joder, Evelyn! Podría estar muerto ahora mismo. —Señala a Mason, hablando como si él no pudiera escucharnos.
—¡Se lo conté antes de que me amenazara!
—¿De qué estáis hablando? —Dice una vocecita que pronto sé que corresponde a Lauren. Creo que tanto Mason, como Candice y yo nos habíamos olvidado que estaba aquí.
—Lauren, será mejor que te vayas. Luego hablamos, ¿te parece?
—Candice, no soy una niña pequeña. —Replica, aunque ni siquiera diciendo algo así deja de parecer inocente. Yo sé que no lo es.
—¿Es que Lauren no sabe nada de esto? —Inquiero.
—Ni se me ocurriría contarle algo así.
—¿Quién os está haciendo daño? —Pregunta la aludida.
Mason, Candice y yo nos miramos entre nosotros. A ver quién es el valiente que se atreve a decirlo en voz alta.
—Mason, Mason, Mason... —Nos interrumpe Patrick Cooper, quien también nos acaba de librar de la pregunta de Lauren. Se acerca a nosotros y abre la puerta del campamento—. Me pregunto cómo has podido salir de aquí.
Acto seguido, lo mira de arriba abajo y sacude la cabeza.
—¿Sabes qué? Prefiero no saberlo. Pero si vuelves a marcharte sin permiso, no me quedará otra que llamar a tus padres.
—Señor Cooper, no soy ningún crío.
—Lo sé. —Reconoce Patrick mientras lo deja entrar. Después, agarra una de las manos de Mason para observar sus nudillos de cerca—. Pero también sé que no pareces saber cuidar de ti mismo. Deberías pasar por enfermería, chico.
Mason asiente sin rechistar. Candice, Lauren y yo decidimos acompañarlo. Aún así, parece ser que Patrick aún tiene algo que preguntarle. Le agarra de la muñeca y le dice:
—Por cierto, ¿no habrás visto a mi hijo? Llevo un buen rato buscándolo.
Lo cierto es que yo tampoco lo he visto en toda la mañana. Suponía que se había encerrado en su cabaña, aunque por la forma en la que Mason me mira fijamente y la cara de susto que se le ha quedado, creo que hay algo más. Y me temo lo peor.
—¿Qué pasa, Mason? —Ríe Patrick—. Te has puesto muy serio.
—He salido del campamento esta mañana con él. Andrew tiene una copia de sus llaves.
—¿Y ahora? ¿Dónde está? —Inquiero, ya algo angustiada y después de dar un paso hacia Mason.
—Pues... Me ha dado estas notas para vosotros. —Dice, mientras saca dos trozos de papel doblados de su bolsillo.
Puedo decir con claridad que a Patrick se le ha cambiado la cara rotundamente.
—¿Dónde está? —Insisto.
Mason levanta cabeza y hace una mueca extraña. A continuación, se destapa la mitad de sus ojos, que estaban cubiertos por ese horroroso gorro gris; y pronuncia las palabras que no esperaba y que me duelen mucho más de lo que me gustaría:
—Andrew ha decidido volver a Sacramento.
n/a
Holaaaa❤ Me alegro muchísimo de estar aquí otra vez. Como siempre, espero que os haya gustado el capítulo y os agradezco que me leáis. Os he dejado una foto de Mason al llegar al campamento herido :(
Me encantaría que me dijerais qué os está pareciendo la historia, qué personajes os gustan más y qué creéis que pasará. Os informo de que se acerca el final de esta novela y ya tengo escritos algunos de los últimos capítulos, así que... ¡Nos vemos pronto!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top