Capítulo 30
Mason no parece tener un buen día. Lo de Andrew es parecido. Se miran como si se fueran a matar aquí mismo. ¿De verdad tengo que ser yo, con el escaso humor que tengo hoy, la que medie entre ellos? Además, tenía entendido que estos dos se llevaban medianamente bien.
No pienso meterme, lo siento. De todas formas, aún no están discutiendo, así que me da lo mismo por ahora. Hoy pienso centrarme en una única cosa, y esa es buscar una forma de mandar a Ben lo más lejos posible de aquí. Nunca voy a perdonar todo el daño que está haciendo a las personas que aprecio.
—Mason, tienes que ayudarme. —Digo, notando como la voz me sale directamente del alma.
Por lo visto, debe de haber sido algo literal, ya que a él se le ha cambiado la cara por completo.
—¿Qué pasa? —Su tono se ha vuelto mucho más delicado.
—Eso digo yo. ¿Qué pasa? —Mierda. La ceja arqueada de Andrew me indica que ya está haciendo sus especulaciones.
—Tío, me parece que no es momento para montar una escenita de celos. Tu chica habla en serio.
—Yo también hablo en serio.
—Joder, deja de ser tan egoísta por un momento. —Dice finalmente Mason.
Esto último nos pilla desprevenidos, tanto a mí como a Andrew. Desde luego que Andrew es de todo menos egoísta cuando se trata de mí. No obstante, reconozco que lo estaba siendo un poco ahora mismo. Aunque sé que se debe únicamente a que no tiene ni idea del tema.
—Muy bien... —Musita Andrew sin levantar la mirada del suelo, y se marcha rápidamente.
Soy consciente de que Mason me está mirando, pero no puedo devolverle la mirada. Me he quedado medio congelada y me preocupa mucho Andrew. Demasiado.
—Luego lo arreglaréis, te lo aseguro. Os queréis demasiado. —Acto seguido, coloca una de sus manos sobre mi brazo como señal de apoyo. Algo nada propio de él, cabe decir—. Ahora dime qué necesitas.
Mis ojos se clavan pronto en los suyos, con una idea en mi mente que no puedo ignorar.
—Ben.
Entonces, Mason adapta una mueca de asco que no entiendo muy bien a qué se debe.
—No me digas que te has liado con semejante...
—¡No! —Le interrumpo, gritando a pleno pulmón—. Dios mío, qué asco. Quita esa imagen de tu mente.
Él medio sonríe, divertido. Yo aún lamento lo repugnante que ha sido para mí su suposición.
—Era una broma. ¿Qué quieres de él?
Me pongo muy seria de golpe y respondo:
—Lo cierto es que no quiero nada. Más bien, preferiría no verle nunca más. ¿Es eso posible?
—No sé. Que yo recuerde, nunca he tratado de eliminar a alguien del mapa. —Y sigue sonriendo, como si aún no hubiera notado que no estoy para bromas—. ¿Te ha hecho algo?
—Directamente no, pero ha jodido mucho a las personas de mi alrededor.
—A Andrew. —Afirma él—. Ahora lo entiendo todo.
Asiento con la cabeza. No pienso contarle que también ha intentado asesinar a Emily. Y su hermano, que resulta ser de mis amigos más especiales, va a sufrir las consecuencias.
—Evelyn, debes saber que Ben es un tío peligroso. No es fácil lidiar con él...
—Todo eso lo sé. Pero no quiero que siga haciéndole daño.
—Mira, sé que quieres a Andrew y todo eso. Aún así, tienes que aceptar que quien se está haciendo daño es él a sí mismo. Ese es el problema.
Clavo mi mirada en el suelo de nuevo. Parece que no, no me quiere ayudar. De hecho, ya se está marchando por patas de aquí.
—Espera. —Murmuro, con una última esperanza en pie—. Hay algo más.
Mason da media vuelta con una de sus cejas en alto. Me mira de arriba abajo, esperando que diga algo más.
—Ben ha hecho algo más, algo que solamente sé yo y he sido testigo. Bueno, también mi padre. —Mi tono de voz ha bajado su volumen considerablemente—. De verdad necesito ayuda, Mason.
Se vuelve a acercar a mí, en silencio, y yo intento mantener la compostura. Estoy tan nerviosa y tan preocupada.
—Voy a contártelo, ¿vale? Pero tendrás que venir conmigo a mi cabaña y no irte de la lengua, nadie más puede saber de esto.
Mason me sigue sin decir nada más. Es en estos momentos cuando me doy cuenta de que no solamente estoy preocupada por los míos. He visto tanto que hoy el miedo podría conmigo si yo no fuera yo, y si no estuviera dispuesta a lo que sea por mis personas favoritas.
~~
Mason, sentado sobre mi cama y sin mover ni un dedo, ha sido la persona que me ha escuchado con más atención en mucho tiempo, mientras yo caminaba de un lado a otro sin poder parar de hablar. Realmente, creo que necesitaba por fin sacar afuera todo esto. He tenido la suerte de tener delante a alguien que recibía cada palabra con tanto interés.
Ahora él también lo sabe absolutamente todo, incluso el maltrato de Ben hacia Emily durante su relación amorosa. Ya somos dos quien conocemos toda la historia. Solo espero que sea algo bueno, algo que juegue a nuestro favor.
—Joder. —Suelta Mason, después de varios segundos sin ser capaz de abrir la boca—. Pero ¿sabes algo de Emily?
—De momento, nada.
Mason respira hondo y mantiene la mirada fija en el vacío.
—Te seré sincero: me hacía una idea de que Ben era una tipo peligroso, pero no sabía que era capaz de llegar a algo así. Tienes que tener mucho cuidado ahora, Evelyn. Él sabe que estabas ahí.
—Eso también me preocupa. —«Y me aterroriza.», añado mentalmente.
—Yo te voy a ayudar.
De alguna forma, eso me alivia mucho más de lo que pensaba. Estar sola en algo así es algo que me removía mucho por dentro.
—Aunque... No podemos hacer esto solos, lo sabes, ¿no? Ese tío puede fácilmente con dos niñatos de diecisiete años.
—No me gustaría involucrar a nadie más en esto. —Confieso con mucha sinceridad.
—Lo sé. —Tuerce la boca hacia un lado—. De momento, tranquilízate. Demasiado tienes ya en la cabeza. Intentaré buscar más soluciones por mi parte.
—Gracias, Mason.
—Confía en mí.
Seguidamente, se levanta de la cama y vuelve a hacer ese gesto. El posar una mano sobre mi brazo debe de ser la muestra de afecto más intensa que Mason es capaz de hacer. Tras esto, le dedico una sonrisa y se marcha.
Es entonces cuando mi mente no lo puede evitar y se llena de preguntas sin respuesta. Empiezo a pensar y a pensar, tumbada en mi cama y mirando el techo. No cabe duda de que me he metido en un buen lío, aunque el hecho de que Mason esté conmigo en esto me tranquiliza un tanto.
Cuando me doy cuenta, ya es la hora de comer. Por mucho que el hambre que tengo brille por su ausencia, me decido a visitar el comedor. Más que nada para dejar un poco de lado todos estos asuntos que me atormentan.
Y efectivamente, cuando llego, parece que nada ha cambiado. Los adolescentes (con los que convivo desde hace cosa de un mes) siguen siendo los mismos. Si Emily estuviera aquí, al menos pondría un poco de orden, eso sí. No obstante, no se puede esperar más, teniendo en cuenta que es Patrick Cooper quien está al mando de todos nosotros.
Me dirijo a mi mesa favorita. Chloe, Jade, Caleb, Amy, Mason y Jason. No puedo negar que me llena de alegría que mis mejores amigos aquí se lleven tan bien entre ellos. Cada uno tiene sus peculiaridades, pero al fin y al cabo, todos ellos me han demostrado que merecen la pena. No se puede pedir más.
Me siento junto a ellos, en uno de los dos asientos libres. El otro asiento vacío se encuentra justo al otro lado de la mesa, enfrente mío. Sé perfectamente quién debería estar ahí, todos los sabemos. Andrew no se ha portado del todo bien con algunos de los que estamos aquí, aunque sí ha terminado enseñándonos su gran corazón... en al menos alguna ocasión. Por eso, me duele que no se encuentre aquí. Probablemente es mi culpa, por no haberle contado justo a él lo que me pasaba.
Espero que pronto entienda que todo lo que hago es por su bien, que no pretendo herirle ni dejar de serle sincera. Lo único que quiero es no meterle en problemas. Si hay algo que he descubierto durante este tiempo, es que Andrew es capaz de cualquier cosa por mí, al igual que yo. Por eso, si le confiaba todo lo que sé, sabía que le terminaría perjudicando. No puedo dejar que eso pase, me dolería en el alma.
Los pensamientos sobre Andrew me habían mantenido absorta por un rato, como de costumbre. He vuelto a la realidad cuando me he percatado de que a Caleb (sentado a mi derecha), le está sonando el móvil. No entiendo muy bien por qué se lo queda mirando.
—No conozco este número. —Se encoge de hombros.
—Déjalo. Debe de ser algún graciosillo. —Suelta Jade.
—Responde. —Le ordena Mason, con una seriedad más que evidente.
Intercambio miradas con este último, y enseguida entendemos a qué nos referimos.
Caleb frunce el ceño, algo desorientado, pero termina haciéndole caso a Mason. Creo que el corazón me va a mil y no sé qué esperar. Creo que en mi vida había estado tan expectante.
—¿Sí?... ¿Emily? Sí, es mi hermana.... ¿Dónde?... ¿En el hospital?... ¿Por qué?... ... ...
Jamás en la vida había visto tantas transformaciones en la cara de una persona. Jamás. El caso es que ha terminado de un color tan pálido que se acerca al aspecto de un vampiro. He podido incluso sentir cómo tragaba saliva.
Encuentro lo más rápido posible su mano y la agarro con mucha fuerza. Caleb me mira con una expresión más bien ausente. No sé qué decirle, lo cierto es que no sé cómo actuar ahora.
—Vamos al hospital, por favor, ahora.
—Claro.
Me levanto a toda prisa con la intención de llevarlo a la salida del campamento. Pero pronto recuerdo que ni Caleb ni yo no sabemos conducir, ni siquiera conocemos el camino hacia el hospital más cercano. Lo único que se me ocurre es buscar a mi padre.
—Amy.
Ésta pega un bote en su silla. Dios mío, está más asustada que Caleb y yo juntos.
Con la cabeza le pido que se acerque.
—Cuida de Caleb, necesito encontrar a mi padre. —Susurro en su oreja, aprovechando que Caleb se encuentra en las nubes en este instante.
Ella accede y yo salgo pitando con una única cosa en mente, por primera vez en mucho tiempo. Mi padre tiene que ayudarme ahora, más que nunca.
No me doy cuenta de nada. Mi cabeza está totalmente apartada del resto del mundo y solamente busca la cara de mi padre en este campamento. Por mucho que siga sin entender qué ha venido a hacer aquí.
Cabe decir, también, que estar tan ensimismada con algo tampoco es siempre lo más correcto. Y es que justamente en estos momentos tenía que chocarme con alguien, de espaldas.
—Quieta ahí. —Me susurra la voz que más me gusta escuchar en este mundo. Supongo que él también está escuchando mi respiración agitada—. ¿Me vas a decir de una vez que está pasando?
La sonrisa es inevitable. Realmente, es algo automático cuando se trata de Andrew. Cuando se me pasa la tontería es cuando decido dar media vuelta, aunque... ojalá no me hubiera movido. Otra mierda que se suma a mi caos mental. Sus ojos, más rojos que la sangre, captan toda mi atención. No soy tonta, sé perfectamente qué ha pasado y me rompe el corazón. No sabe cuánto.
—Estoy buscando a mi padre. —Espeto, con la voz ya lo suficientemente quebrada como para poder decir algo más.
—Tu padre está a punto de marcharse al hospital con mi padre.
Levanto la mirada. Tengo que frenarlos. Mi único deber ahora es ir a por Caleb y marcharme con ellos. Sin embargo, no puedo dejar así a Andrew, aquí. Si yo no le hubiera encontrado, seguiría solo y sin rumbo alguno. Y continuaría consumiendo esa mierda como sé que lo ha estado haciendo, a juzgar por su aspecto.
Así que me prohíbo parar mis impulsos. Tomo a Andrew de la mano y ambos salimos corriendo hacia el comedor. Enseguida nos reunimos con Caleb y le pido a éste que nos siga rápidamente. De esta manera, los tres nos encaminamos hacia la salida del campamento como si fuera nuestro único objetivo en la vida, cada uno con sus particulares preocupaciones.
Por suerte, nada más alcanzar la puerta principal, veo a mi padre al volante y a Patrick a punto de entrar en el coche.
—¡Papá! —Grito a todo pulmón, con la sangre hirviendo mientras corre por mis venas.
Mi padre se vuelve hacia mí, desde dentro del vehículo. Parece algo preocupado, aunque no tanto como nosotros. Tampoco comprendo con qué fin se dirige al hospital... Pero eso ahora no me importa lo más mínimo.
—¿Ha ocurrido algo? —Patrick Cooper es el que se acerca a nosotros.
—Vais a llevarnos con vosotros al hospital. —Ya ni siquiera pienso preguntarlo. Es una orden.
Patrick nos mira atentamente a los tres. Creo que damos tanto miedo que no se atreve a rechistar. Por lo tanto, accede a abrir la puerta y dejarnos salir. A continuación, se sienta en el asiento copiloto y nosotros ocupamos los tres asientos traseros.
Me coloco en el medio, por si las moscas, pero ni Andrew ni Caleb están para tonterías. Ni siquiera me miran, cosa que entiendo perfectamente. Estamos todos bastante jodidos y solo somos capaces de mirar por la ventana un paisaje que no nos interesa; y nos dedicamos a fingir una tranquilidad inexistente.
Aún así, yo, por mi parte, ya no lo puedo evitar. Mi mirada es guiada por mi corazón, al cual le encanta admirar su belleza. Andrew es lo más bonito que he tenido nunca al lado y solamente puedo dar las gracias por el hecho de que siga aquí. Él no se da cuenta de lo mucho que significa para mí, nunca ha sido del todo consciente.
Por este último motivo, poso mi mano sobre la suya. Acaricio cada uno de sus dedos hasta que los entrelazo con los míos, mientras observo la piel de su brazo al erizarse. Apoyo mi cabeza sobre su hombro y, en algunos momentos del viaje, puedo sentir cómo me mira de reojo. Lo disfruto como si fuera la primera vez que lo hace.
No obstante, se trata de una sensación agridulce. Caleb también nos mira de vez en cuando y no me quiero preguntar qué debe de pasar por su cabeza. No lo quiero hacer porque sé cuánto me va a doler.
Cuando llegamos, mi padre frena en seco frente a la entrada. Caleb, Andrew y yo nos bajamos del vehículo mientras que él y Patrick buscan aparcamiento. Lo cierto es que ya echo de menos la mano de Andrew entrelazada con la mía, pero ahora no importa. Debo estar también muy pendiente de Caleb porque se va a derrumbar en cualquier momento. Lo sé.
En silencio, nos encaminamos hacia la recepción del hospital y es Caleb quien toma la palabra. Ni siquiera sé aún qué es lo que le han dicho antes por teléfono, tampoco tengo ni la menor idea de cómo está su hermana. Además, recuerdo por momentos que él no sabe toda la historia que hay detrás.
La recepcionista, una chica joven, de pelo castaño, ojos azules y una cara muy bonita (cabe decir), le indica a Caleb a dónde tenemos que ir con una gran sonrisa. Éste le da las gracias pero no le devuelve el gesto, para después pedirnos con la cabeza que le sigamos.
Lo siguiente que hacemos es subirnos a un ascensor todo gris y sin gracia alguna. En el espejo solamente veo tres rostros abatidos, que no pueden más. Todo en su lugar... Y con respecto a Emily, solo espero que salga de esta. Con todo lo que ha sido capaz de aguantar, no se merece menos. Es una mujer fuerte y valiente, aunque ella no lo crea.
Por fin llegamos a la sexta planta. Debe de haber sido cosa de un minuto, pero se ha convertido en una especie de eternidad para mí. Ahora, Caleb va por delante y nosotros nos limitamos a seguir sus pasos. Qué situación tan difícil.
—Me han dicho que esperemos en la sala de espera, que está... por aquí. —Dice mientras camina, y a lo largo vemos una puerta con un letrero encima: Sala de espera. Ahí es donde vamos.
Al cruzar la puerta, la sorpresa es mayor de lo que creía. Cada vez que veo a este espécimen se me corta la respiración, y lo único que sé hacer es entrar en cólera en mi interior. Mucho más cuando sonríe de esa forma tan hipócrita, con tanta maldad. Me hierve la cara, y la sangre en general. Y para colmo, tiene las narices de saludar a Andrew justo delante mío, como si fuera su colega de toda la vida. Dios mío, no puedo con Ben. Hay que ser muy atrevido y muy valiente.
—El que faltaba... ¿Puedo preguntarte qué estás haciendo aquí? —Habla Caleb, en un tono no muy amable.
—¡Ex cuñado! Creía que te haría más ilusión verme aquí.
—No después de que dejaras a mi hermana hecha polvo.
—Fue ella quien me dejó, te lo recuerdo.
—Bien que hizo... ¿De verdad crees que me importa? ¿Qué mierda estás haciendo aquí? —Caleb cada vez eleva más el tono y temo que esto se le vaya de las manos, y termine desahogándose con Ben.
—Realmente me importa tu hermana, chico.
Menudo actor está hecho este imbécil. Desearía que lo contrataran en alguna película de Hollywood, pero no se merece eso ni mucho menos. Creo que Caleb está de acuerdo conmigo y no le cree nada, a juzgar por esa forma de mover la cabeza de un lado a otro, incrédulo.
Andrew se ha sentado al lado de Ben, así que no me queda otro remedio que quedarme junto a Caleb, enfrente de ellos. No hay nadie más aquí, por suerte o por desgracia. Al menos hasta que pasan unos minutos y llegan mi padre y el de Andrew.
—Caleb, acompáñame. —Suelta Patrick, muy serio, y el aludido no duda ni un segundo.
Ambos se marchan y es obvio que van a ver a Emily, o algo que tenga que ver con ella. Los nervios me suben por el cuerpo y pronto llegan a mi estómago, y lo revuelven más que nunca. Siento algo a punto de explotar y empiezo a sudar. De repente, me encuentro fatal.
Me levanto sin poder decir nada y el nudo que tengo en la garganta se hace cada vez más grande. Estoy muerta de miedo, ahora lo digo con más certeza... si cabe.
Busco el baño, entre tantas puertas blancas y tristes. Cuando doy con él, rápidamente me adentro y me remojo la cara con agua bien fría. He tenido esa sensación que tienes cuando experimentas, por ejemplo, una pesadilla. Es decir, cuando algo malo está sucediendo, a ti o a alguien de tu entorno, y no sabes cómo actuar para impedirlo o hacer que mejore. Así me encuentro yo.
Intento calmarme por unos segundos y, afortunadamente, creo conseguirlo. Es entonces cuando salgo del baño y el corazón se me vuelve a detener. Esto es un no parar y no debe de ser nada bueno para mi salud mental.
—Rubita... —Dice en un tono coqueto, que más bien me repugna y me da escalofríos. Joder, no tengo ganas de hablar con este tipo, y mucho menos a solas—. Mira, me gustaría hablar contigo.
Ni siquiera los dientes perfectamente blancos de Ben me despistan. Quiero librarme de él. Me da miedo, no lo puedo evitar ni controlar.
—No. —Consigo decir. Después, intento huír... pero es un chico rápido.
De alguna forma, ya me encuentro acorralada por sus dos brazos y con mi espalda pegada a la pared. ¿Por qué demonios no pasa nadie por este siniestro pasillo? Esto es alucinante.
—Ambos sabemos muchas cosas, ¿no es así, guapa? —Intento plasmar toda mi furia en mi mirada, mientras él sigue hablando—. ¿Qué tal si ninguno de los dos abrimos la boca y nadie sufrirá las consecuencias?
—Cállate. —Digo en un hilito de voz. Mierda, me siento tan ridícula.
—Mira, ten en cuenta que si tú no hablas, Emily estará tranquila y Andrew también.
—No me amenaces.
—¿Amenazarte? ¿Yo? —Y se ríe como el auténtico loco que es—. No, rubia. Lo único que estoy haciendo es advertirte. Si me haces caso, todo seguirá igual.
Me quedo quieta, ya sin nada que responderle. Nada: así es como me siento. Qué forma tan ruin de hundir a una persona, qué persona más desagradable y qué sentimiento tan horrible. Ahora sí que el nudo en la garganta no se deshará.
n/a
¡Buenas tardes! ♥ Como veis, estoy de nuevo motivada con la novela. Lo tengo que admitir. Me han surgido unas cuantas ideas y estoy bastante contenta con ello.
Bien, espero que hoy tengáis un gran día y que este capítulo lo complete, y si no es así, que al menos os alegre un poco. Muchísimas gracias por leer, como siempre, ojalá os haya gustado.
Nos vemos en la próxima actualización :3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top