Capítulo 22

Las cosas han cambiado de un momento a otro. Todos mis sentimientos se han congelado. Creí que nunca me sentiría así de nuevo, pero estaba muy equivocada. Tengo que dejar de pensar que hay personas que nunca me van a fallar, ya que claramente se ha demostrado que no es así. Puedo querer a alguien, puedo confiar en él o ella; aún así, nada de eso me libra de ser traicionada por esa persona.

—¿Pasa algo, chicas?

Cuando me doy cuenta, Andrew ha abierto la puerta y se ha encontrado con la siguiente estampa: yo siendo sujetada por mis amigas, ellas tratando de alejarme de aquí. Creen que voy a cometer un error y voy a soltar por mi boca cosas que no debería, pero ¿qué pasa si lo hago? ¿He de ser yo siempre la que cuida de sus actos? Llegados a este punto, he decidido que también tengo derecho a estallar, y no digo que no lo haya hecho… me refiero a explotar y no arrepentirme de ello. Supongo que a veces es necesario descargar todo lo que te hace daño por dentro para por fin empezar de cero.

—No. Métete dentro, Andrew, ¿vale? —Le ordena Jade.

—¡No! —Grito a todo pulmón, y me zafo como puedo de mis amigas.

Mi mirada debe de estar más que encendida porque podría decir que Andrew está asustado, al menos es lo que me dice la expresión de su cara. De pronto, como si se diera cuenta de lo que ha hecho, frunce el ceño y asiente.

—¿Cuánto hace que estáis aquí? —Les pregunta directamente a mis amigas. El muy cobarde no tiene el valor ni de mirarme a la cara.

—Andrew… —Suspira Chloe. Es como si también estuviera decepcionada con él—. La pregunta es cuánto hace que la ves a escondidas.

—¡¿Qué?! No malinterpretéis las cosas, por favor —se ha puesto muy nervioso. Se ha pasado una mano por el pelo y ha empezado a mirar a todos lados—. Lauren… Y yo… ¡No es lo que creéis, es mucho más complicado que eso!

—¿Perdona?

—Evelyn, no estoy preparado para explicarte esto aún. Lo siento.

¿Cómo mierda puede decirme algo así como si nada? Me parece que, después de todo lo que hemos pasado juntos, he llegado a ser lo suficientemente importante para él como para que sea totalmente sincero conmigo.

—No hace falta que te prepares para nada —espeto, notando como las comisuras de mis labios se curvan hacia abajo. Aunque no es momento de llorar. Como bien he dicho, es mi momento de estallar—. Sé que ocultas algo, no es difícil darse cuenta. Sigues con Lauren, sigues con ella sabiendo que ayer mismo quiso hacerme daño. ¿Qué pasa contigo? ¿Te has estado riendo de mí todo este tiempo?

—Evelyn, no estoy con ella —Dice enfatizando en cada una de sus palabras. Genial. ¿También va a tratarme de tonta?

—¿Y qué hacía ahí dentro? —Río irónicamente—. ¿Jugar al parchís?

—¡Que no estoy con ella, joder! —Grita como un loco.

Jade, Chloe y yo damos un paso hacia atrás. ¿Quién es este monstruo? Nunca jamás había visto a Andrew así, no con esos ojos tan abiertos y rojos ni apretando los puños de esta manera. Hace unos minutos no me hubiera imaginado nunca teniendo miedo de él; sin embargo, yo no conozco a este chico. Andrew es arrogante cuando quiere, tal vez también prepotente en algunas ocasiones… y egoísta. ¿Pero agresivo? Esta parte de él es la que nunca creí que descubriría y la que, al mismo tiempo, ha terminado de romperme.

—Besé a Caleb hace unos días —admito, con la mirada fija en el suelo. Noto sus tres miradas sorprendidas y clavadas en mí.

Chloe se aproxima a mí y me dice en voz baja:

—No es el momento, tía. Mira cómo está.

Ignoro esto último y prosigo:

—No estaba contigo aún y sabía que tú en ese momento estabas con Lauren. Había bebido y pensaba que eras tú en vez de él, pero ¿sabes qué? Me sentí culpable, era consciente de que tú nunca me perdonarías algo así —niego con la cabeza—. ¿Cómo se supone que tengo que reaccionar yo ahora? Dímelo.

Levanto la mirada. Andrew no abre la boca pero me mira con rabia y su cabreo es más que evidente.

—Entonces, ¿funciona así para ti? ¿Haces este tipo de cosas a las personas que te quieren y no tienes ningún remordimiento? Por favor, dime cómo lo haces porque me gustaría aprender de ti —ironizo.

Jade y Chloe vuelven a sujetarme cada una de un brazo cuando termino de hablar. Esta escena me entristece más que me enfada, no puedo creer que mis amigas me estén intentando proteger de Andrew, por cómo pueda responder a lo que acabo de confesar. Y es que incluso yo tengo miedo. Algo más le pasa, algo que va más allá de Lauren y de mí. No obstante, yo tiro la toalla. Ya no tengo fuerzas para seguir preocupándome por él, no después de averiguar que no se ha preocupado nunca por mí.

Tras unos instantes en los que nadie se ha movido y hemos permanecido todos quietos como si se hubiera detenido el tiempo, Andrew nos pilla desprevenidas y echa a correr. ¿A dónde? No lo sé y no me voy a esforzar en descubrirlo. Para mí se acaba de quemar todo lo que quedaba entre nosotros, y pienso deshacerme de las cenizas, que vienen siendo cualquier recuerdo que tenga junto a él.

~~

Medio abro los ojos, casi cegada por la luz que entra por los agujeros de mi ventana. Me siento descansada, como si hubiera dormido por días. Mi único campo visual es un techo blanco y se identifica con mi mente. Estoy en blanco. No sé si soy la única en el mundo a la que le ocurre esto, pero realmente creo que he dejado de sentir. Durante los primeros días en el campamento tuve sensaciones parecidas a esta. Quizás se debe al peso de cada sentimiento. Quiero decir… Tal vez cuando algo es tan significativo e importante para ti, cuando se rompe, termina siendo lo contrario y todo lo que sientes es indiferencia. Noto, hasta físicamente, que me han arrancado una pieza de mí y ya solo soy un cuerpo vacío.

Mi último recuerdo, antes de caer en los brazos de Morfeo, es a las nueve de la mañana. Jade y Chloe me trajeron a mi cabaña. Ni siquiera hablaron durante el camino hacia aquí y se limitaron a ver cómo me estiraba en mi cama. Reconozco que estaba rígida y seria, aunque sé que se quedaron hasta que me dormí. Tanto tiempo a mi lado supongo que les ha enseñado a cómo reaccionar cuando algo así sucede.

En cuanto a mí… no sé si seré capaz de moverme en todo el día.

Los minutos y las horas pasan mientras yo mantengo mi mirada en esos agujeros de luz. No tengo nada más importante que hacer. Tampoco voy a negar que más de una persona ha llamado a mi puerta durante el día de hoy, aunque no he dado señales de vida. A la última persona en venir a verme no le ha importado si yo respondía o no y directamente ha entrado con toda la libertad del mundo. Lo cierto es que no me he molestado en ver quién es, pero se acaba de meter en mi cama, a mi lado. Y por ese atrevimiento y esa melena color negro azabache, no me cabe ninguna duda.

—Caleb ha estado en enfermería esta mañana —anuncia Amy, captando toda mi atención.

Me recompongo y ella se coloca de lado, adaptando ambas una postura perfecta para mantener una conversación así. Todo se ha descontrolado.

—Andrew podría haberle hecho mucho daño.

Resoplo. Por esto sí que me siento culpable, porque Caleb haya sufrido las consecuencias. Sin embargo, no me arrepentiré de haber puesto a Andrew en mi lugar en ese momento. Lo necesitaba.

—Es un estúpido. —Mis tres primeras palabras desde hace muchas horas, y la última podría haber sido mucho peor.

—Sé lo que te ha hecho, las chicas me han contado lo de esta mañana. Y también lo que le has dicho tú...

—Prefiero no hablar de eso.

Amy asiente.

—¿No estás enfadada? —Pregunto.

Se encoge de hombros.

—Entiendo tu situación, sé que no eras consciente de lo que hacías cuando besaste a Caleb. Tampoco me debías nada y él tampoco. Aún así, no voy a negar que me duele.

—Créeme: te entiendo perfectamente.

—Lo sé.

Y el silencio vuelve a reinar mi cabaña. Sin embargo, no me siento incómoda y juraría que Amy tampoco. Me refería precisamente a ella cuando dije que decir lo del beso afectaría a alguien más que a Andrew. No creo poder considerarla mi amiga, al menos todavía, pero siento una conexión con ella y me ha demostrado que sí es lo que aparenta. No querría que esto también se arruinara.

—Lo siento —susurro, y su respuesta es un gesto que se asemeja a una sonrisa.

—Quiero que vengas a ver a Caleb. Conmigo.

—¿De verdad? —Reacciono incrédula.

Amy vuelve a asentir y yo no lo dudo ni un instante. Puede que no tenga ganas de salir de esta cama, pero nada me impide ver y apoyar a mi amigo ahora, así es que en nada y menos ya estamos fuera. No he de tener muy buen aspecto, pero si dijera que eso es lo que menos me importa ahora mismo me quedaría corta.

En cuanto alcanzamos la cabaña de Caleb es cuando por fin Amy me vuelve a mirar a la cara. Algo me dice que tiene miedo de entrar ahí dentro.

—No he hablado con él desde la fiesta de anoche, no sé siquiera si aún está enfadado ni si me va a echar a patadas.

Arqueo una ceja.

—Nunca lo sabrás si no lo intentas. —Y sin pensármelo una vez más, llamo a la puerta de la cabaña.

Detrás de ella aparecen esos ojos avellana que yo solía adorar y uno de ellos está hinchado y cubierto por un horroroso moratón, eso por no hablar de su labio ensangrentado y la herida de su frente. Dios mío, yo tengo mal aspecto pero Caleb se lleva la palma.

—Joder, Caleb, perdóname.

—No, perdónale tú a él por ser más animal que persona —medio sonríe y nos deja ver su hoyuelo. Su mirada se desvía rápidamente hacia la pelinegra de mi izquierda—. Hola.

Amy hace un gesto con la cabeza a modo de saludo. Qué tenso todo.

Caleb nos invita a pasar y cierra la puerta tras él. Nos sentamos al borde de su cama y me percato de su mueca de dolor al acomodarse.

—Jade me ha contado todo —dice él, tratando de evitar ser el centro de atención—. ¿Quieres hablar?

—No precisamente —respondo enseguida—. Vaya, cómo se ha corrido la voz.

—Los que nos preocupamos por ti tenemos derecho a saber lo que te pasa.

—No hay de preocuparse, Caleb —vuelvo a precipitarme a contestar—. Hay cosas peores. Mírate, un poco más y no te reconozco.

Se encoge de hombros. Realmente, parece que lo que Andrew le ha hecho me fastidia más a mí que a él. Aunque es Caleb. No es de extrañar que siga con ese positivismo que le describe como persona.

—Bueno, ¿qué? ¿Qué hay de vosotros? —Pregunto indiscretamente, y consciente de lo que hago.

Quizás acabo de ponerles en un aprieto, pero también sé que si yo no hablara ellos tampoco lo harían. He venido a ver a Caleb; aún así, reconozco que también me pica la curiosidad. Estos dos no pueden quedarse toda la vida esperando a que el otro dé el paso para solucionar las cosas.

—¿Sigues enfadado?

No me sorprende que sea Amy la que inicie esto. Si hay algo que me gusta de ella es su valentía para afrontar las cosas.

—¿Sinceramente? No lo sé. Rompiste algo más que una relación falsa, Amy, y lo sabes bien…

Amy asiente y no dice nada, por lo que Caleb retoma la palabra.

—...pero también sé que ya has pagado por ello.

—¿Entonces?

—No te puedo asegurar nada.

Oh, vamos. Ya veo que Jade no se equivocaba para nada cuando dijo que mi amigo era un tanto cabezota.

—¿No crees que es hora de perdonarla? —Intervengo. Tal vez me estoy metiendo donde no me llaman, pero la cosa es que me desespero si la charla sigue así—. Ha metido la pata, sí. Sin embargo, tú tienes la suerte de que lo haya reconocido ella misma y no hayas tenido que enterarte tú solo.

La indirecta que acabo de soltar no ha sido a propósito, lo juro.

—Sí, claro. Puedo perdonarla, eso no es lo complicado…

—Lo difícil es volver a confiar —completo su frase.

Amy y Caleb me miran a la vez, frunciendo las cejas. Se quedan unos segundos escrutándome. Luego, cruzan sus miradas y parece que se comunican a través de ellas. ¿Soy yo o me están examinando en silencio?

—¿Qué?

—No estás bien.

¿Es eso una sorpresa? Digo yo que no todos los días te encuentras a la chica que peor te cae saliendo de la cabaña del chico por el cuál más has sentido en tu vida, y que encima hayan tenido una “historia” en común no ayuda mucho. No sería muy normal sonreír en estos momentos. De hecho, sería lo más hipócrita del mundo. ¿Pero qué dije? Empezar de cero, y si lo que quieren es verme sonreír para yo poder dejar de pensar en ello lo haré.

—¿Qué haces? —Inquiere Amy, mirándome muy seriamente.

Me rindo y dejo de sonreír con tanta falsedad.

—Haceros creer que estoy bien, que no me ha afectado tanto y que voy a seguir adelante —suspiro. Es todo más dramático de lo que pensé—. Pero creo que no puedo.

—Porque eres tú, Evelyn, tú no sabes hacer eso. Podríamos adivinar lo que estás pensando con tan solo mirarte y eso es lo mejor de ti.

—No, no lo es —el nudo de mi garganta ya se ha preparado para torturarme y hacer que esto sea más difícil aún—. Tengo miedo de admitir que me ha hundido. Siento que si lo hago, jamás saldré de esto. No lo superaré nunca.

Me tapo la cara. Esta es la vergüenza de las vergüenzas. Yo, que pretendía pasarme el día tirada con tal de no hacer nada que me llevara a este momento, y he terminado haciendo lo que no quería. La lágrima que recorre mi mejilla pone punto y final a esta ridícula escena.

Lo siguiente que pasa es que me marcho y los dejo solos, que bastante les hace falta. Si voy a derrumbarme no habría nada peor que hacerlo delante de alguien. Salgo corriendo, no quiero encontrarme con absolutamente nadie, de verdad. No tendría que haber salido nunca de mi cabaña.

El primer lugar que me encuentro y en el que pararé es el baño. No me entretengo, me meto enseguida en un compartimento y no me fijo en nada. Mi mente se da por vencida cuando echo el pestillo. Arrastro mi espalda por la pared hasta que acabo sentada en el suelo y mis ojos auguran una tormenta. Estallo. Exploto. Lloriqueo. Sollozo. Gimoteo. He perdido el control.

—¿Evelyn?

No puede ser. NO. ¿Qué clase de imán soy para las personas que menos quiero ver en cada momento? Otra vez ella. Por Dios, espero que mi no respuesta la haya animado a no dirigirme la palabra jamás. Y ya no lo digo por mí, lo cierto es que es ella la que corre el peligro de despedirse de su melena para siempre si me vuelve a hablar.

—¿Te importaría…?

Se acabó. No puedo con ella. Abro la puerta en tiempo récord. No era mi intención descargar toda la rabia en Lauren pero ella se lo ha buscado... y se lo tiene bien merecido. Estoy a punto de alcanzarla y estirar de su pelo rubio cuando alguien me toma por detrás y mis pies dejan de tocar el suelo. Miro las manos de la persona en cuestión. ¿Las uñas perfectamente pintadas con esmalte rojo? Esta es Candice sin duda alguna, y junto a la mosquita muerta que tengo delante, ambas se han convertido en unas matonas profesionales.

—¿QUÉ MIERDA QUERÉIS? —Un grito así solo podía acabar en un sollozo. Si querían humillarme una vez más, creo que lo han conseguido.

—Escucha, esto… —¿Lauren tiene lágrimas en los ojos? ¿Me está vacilando?—. No hemos venido a hacerte daño.

—No, porque creo que ya te hemos herido lo suficiente —habla ahora Candice. Sabía que era ella.

Pues ahora me toca a mí. La de detrás mío se ha llevado una patada y la de delante un bofetón. Estoy tan harta que me dan igual las consecuencias. Intento salir de aquí; no obstante, Candice me vuelve a alcanzar y me vuelve a colocar delante de Lauren. Están realmente locas y no sé qué es lo que pretenden.

—Zorras… —Murmuro.

—Escúchala, por mucho que la odies. Esto es importante para ti —me ordena Candice.

—¿Otra de vuestras bromas estúpidas? ¡Dejadme en paz! —Vuelvo a darle una patada y de nuevo trato de escapar.

Sin embargo, ahora es Lauren la que saca fuerza de donde sea para agarrarme del brazo y frenarme. Joder, será pequeña pero el daño que me está haciendo en la muñeca no dice lo mismo.

Ahora la tengo frente a frente y nada me impide agarrarla de los pelos. Aún así, de pronto rompe a llorar. No me lo puedo creer. ¿Cómo se puede ser tan…? Mierda. Esto es increíble, me jode muchísimo que reaccione así cuando es ella la que ha salido ganando con todo esto.

—Andrew.... nos… necesita —dice con la respiración agitada.

—Tienes que estar riéndote de mí —y trato de librarme de ella, pero me retiene. No sé cómo lo hace.

—Te estoy advirtiendo.

—¡No, me estás cansando! ¡Suéltame!

Y por fin, consigo zafarme de Lauren. Ésta parece haber perdido toda la fuerza de golpe, ya que cae al suelo irremediablemente. Entierra la cara entre sus manos y oigo cómo otra vez lloriquea. Candice se agacha y la consuela. Si alguna vez me ha sucedido algo surrealista, esto lo supera con creces. Y yo estoy mal, pero estas dos parecen sacadas de la peor película dramática que exista.

Es momento de marcharme, demasiada ficción por hoy.

n/a
Hola chicos/as. Gracias por leer una vez más, y espero que os guste el capítulo de hoy :)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top