Capítulo 18
Y resulta que no era broma. De verdad habrá una fiesta cuyo tema principal será la verdad. Me pregunto si realmente hablaba en serio Candice cuando propuso ese tema, siendo ella probablemente la más mentirosa de este sitio. Que miente más que habla no es ninguna novedad, pero ¿será cierto que tiene algo que contar?
Aún ronda por mi cabeza lo que me dijo, aunque con tantos sucesos por medio no haya pensado tanto en ello. Si no recuerdo mal, Candice me dijo que debía contarme algo… pero no quería. ¿Querrá ahora? ¿Será eso tan importante? No puedo negar que siento cierta curiosidad.
—Deja de darle vueltas. Te enterarás de lo que te tengas que enterar, pero no te adelantes. Hazme caso.
Él sabe de primera mano que me como mucho la cabeza, me conoce lo suficiente. Hablo de Caleb. Me transmite tanta confianza que he decidido contarle lo que me pasa con Candice.
Hoy parece estar mucho más calmado que ayer. Incluso me ha sonreído. No tiene muy buen aspecto pero hace un esfuerzo por sentirse mejor, cosa que me alegra. Me sentiría culpable si Caleb dejara de ser tan positivo.
—Quiero preguntarte algo.
Trago saliva. Admito que me da un poco de miedo esa maldita frase.
—Adelante.
—¿Por qué no me dijiste que fue Amy? Si lo sabías antes que el resto del mundo, incluido yo.
Justo en medio de la diana. Por eso le tengo pánico a esa expresión, es como un “tenemos que hablar”.
—Porque nunca me creerías, y lo sabes. Todos queréis que os advierta de las cosas pero cuando lo hago no me tomáis en serio, Caleb.
—Te equivocas. Yo confío en ti… Y, desafortunadamente, siempre lo haré.
—¿Eso no es bueno? Eres mi mejor amigo, quiero que confíes en mí y me creas. ¿Lo haces?
—Ya te he dicho que sí… pero no sirve de mucho. Prefieres a alguien que te marea y te llama mentirosa. Reconoce que Andrew está por encima de mí.
Eso es algo obvio, aunque también sé que si respondo con sinceridad le dolerá. Frunzo el ceño pensando qué hacer y cómo librarme de esta situación. Estoy cansada de encontrarme siempre en la misma tesitura.
—Sois diferentes, y evidentemente, no puedo hablar igual de uno que de otro.
Caleb resopla, insatisfecho con mi respuesta. No puedo hacer más, de verdad. Podría intentar quererlo como él me quiere a mí, pero soy muy consciente de que eso no se fuerza.
—Creo que me voy a marchar —anuncio precipitadamente. Odio estar tan tensa e incómoda.
Él no dice nada así que sigo con lo que he dicho. Desaparezco de su cabaña cuanto antes y, al cerrar la puerta:
—¿Qué hacías ahí? —Me sobresalto.
Miro a mi izquierda y consigo relacionar la voz con la persona. Ya estoy echando humo por las orejas.
—¡Joder, Andrew! No me controles, ¿quieres?
«¿Cómo mierda sabía que estaba aquí?»
—Te estaba buscando, quería hablar sobre lo de antes… ¿Y te encuentro aquí?
—¿Siempre hay que hablar cuando tú quieres?
Andrew no aparta la mirada de mis ojos ni cuando se abre la puerta de la cabaña que tenemos al lado y aparece el tercero en discordia.
—El que faltaba —murmura Andrew—. Métete para adentro, anda.
—Déjame, imbécil.
Ahogo un grito y Andrew se echa a reír. Caleb no suele hablar así a menos que esté a punto de estallar.
—Esto es una discusión de pareja, chaval. No te metas si no quieres salir perjudicado.
—Perdona pero estáis discutiendo frente a mi puerta, y por si no fuera poco, estoy implicado. Me quedo aquí hasta que os vayáis.
—Esto es una broma, ¿no? —Ríe Andrew—. Lárgate, tío.
—Muy bien, pero deja de ser tan gilipollas, Andrew —le advierte, y con una seriedad sorprendente—. Evelyn no es una chica cualquiera y tú lo sabes muy bien, ella es especial. Tú la mareas y haces que se sienta culpable, tienes suerte de que no se haya cansado de ti. Deja de hacer el idiota con ella o la perderás para siempre.
Y acto seguido, pega el portazo de su vida al entrar de nuevo en la cabaña. Se ha quedado a gusto. Parece que se moría por soltar todo eso y al fin lo ha hecho, a pesar de estar algo molesto conmigo. No creo que estas palabras le hagan efecto a Andrew, pero a mí me han sorprendido un tanto.
—¿Qué puta mosca le ha picado a ese?
—La que nunca te picará a ti, desde luego —pongo los ojos en blanco y empiezo a andar en dirección contraria, aunque Andrew no tarda en alcanzarme.
Llega a mí y me toma de la muñeca, haciéndome girar y encontrarme con sus ojos. Las mejores vistas del mundo. Supongo que no sabe qué decir; sin embargo, hay algo que se le da mucho mejor que hablar. Me besa como mejor sabe hacerlo y me pierdo en sus labios, como siempre. Se siente tan bien que ya ni pienso ni entiendo de nada más. Entrelazo mis dedos justo detrás de su nuca, Andrew no aparta las manos de mis caderas. ¿Por qué nos pasa esto? ¿Por qué me olvido de lo que está bien o mal cuando me da un beso?
Cuando ya soy un poco más consciente de lo que está pasando, me aparto y mis dos manos se encuentran ahora sobre su pecho. Su mirada pide más, aunque me resisto.
—Ya has escuchado: no me marees —digo con una voz que se me hace rara hasta a mí.
Andrew no me hace ni caso. Entierra la boca en mi oreja y me susurra:
—Buenas noches, preciosa.
Se me eriza la piel, me estremezco. Lo que siento por Andrew es tan inexplicable como incontrolable.
Doy media vuelta y me alejo. Qué confusa estoy, pero ahora que no me está viendo, la sonrisa que se me forma en la cara es inevitable. Me hace feliz, no comprendo cómo logra.
~~
Debe de ser la madrugada y la luz en mi cabaña brilla por su ausencia. Me acabo de despertar a estas horas sin saber muy bien porqué, y es extraño porque sé que ha sido a causa de un mal sueño. Sé que he tenido una pesadilla pero no recuerdo nada de lo que he soñado. Es entonces cuando algún tipo de tristeza se forma en mi interior y me impide conciliar el sueño otra vez. Mierda, mierda, mierda.
Me revuelvo entre las sábanas, muy consciente de que eso no me ayudará a retomar el sueño. Joder, y mis ojos permanecen abiertos como los de un búho.
Se acabó. Estoy pasando un calor terrible intentando dormirme y todo para que no dé resultado. Solo hay una forma en la que consigo dormir como una princesa, y lo comprobé ayer mismo; sin embargo, no sería lo más adecuado presentarme allí ahora como si nada… ¿O sí?
Ya me da igual si mi dignidad está por los suelos. Me muero por dormir otra vez al lado de Andrew. Mierda. No sé ni lo que digo, y menos a estas horas en las que nada me funciona peor que el sentido común. Aunque quizás sea ahora cuando más sincera estoy siendo conmigo misma.
Sin pensármelo dos veces, ya estoy fuera. Me dirijo a su cabaña, sin ganas de luchar contra mi mente y sus ideas de cortar lo que tengo con Andrew de una vez por todas. Sería lo más masoquista que podría hacer. Tal vez amarlo ya es ser masoquista de por sí, a sabiendas de lo “difícil” que es este chico que me vuelve loca, pero siendo honesta, a estas alturas ya no me importa lo mucho que duela.
—¡No podéis hacer eso! ¡Joder! —Me sobresalto. Acabo de llegar a la cabaña de Andrew y el grito que acaba de soltar desde dentro me ha descolocado—. ¿Tenéis idea de lo mucho que odia ya a sus padres? ¿Qué más queréis?
«¿De qué habla? ¿De quién habla? ¿Con quién habla? ¡¿Qué está pasando?!»
Me pego a la puerta de su cabaña con la curiosidad y la intriga corriendo por mis venas. Tengo que escuchar cada detalle de la conversación que están manteniendo ahí dentro, y es que por alguna razón, tengo un mal presentimiento.
—Andrew, esto no es asunto tuyo. Es hora de que la verdad salga a la luz y si hemos venido a decírtelo es porque eres alguien importante para ella. No vas a decidir nada, que te quede claro.
Esa voz de pito me chirría, me hace temblar de rabia. Es Candice, no me cabe ni la menor duda. Pero… ¿Candice? ¿Qué mierda hace ahí? Y hablan de mí, por supuesto, eso ya es más que evidente. Esa “verdad” que Candice dice ocultar me tiene de lo más nerviosa.
—Lauren, por favor, tú tienes que parar esto. Tú que puedes —escucho decir a Andrew casi desesperadamente.
UN MOMENTO. ¿La mosquita muerta también está ahí? ¿Pero esto qué es? Deseo con todas mis fuerzas que sea alguna broma de mal gusto. Que me diga alguien qué pinta la mojigata en todo este asunto… Claro que si supiera de qué va este “asunto”, tendría la respuesta a eso y, probablemente, a muchas otras cosas. Cómo le gusta a la gente ser misteriosa conmigo.
—Lauren no va a parar nada, ¿entendido? —Sentencia Candice con mucha firmeza. Muy pocas veces la he escuchado hablar con tanta decisión—. Me costó muchísimo convencerla para que formara parte de esto. No compliques las cosas. Además, tu chica agradecerá poder saber la verdadera historia de su vida.
»Buenas noches, Andrew. Y no te molestes en frenarnos, mañana en la fiesta lo contaremos TODO.
Tengo la piel de gallina y no es broma. Las palabras de Candice se acaban de quedar grabadas permanentemente en mi cerebro. He intentado analizarlas para sacar algo en claro, pero no doy con algo que tenga sentido. “Tu chica”. Ya está, ya sé con certeza que todo esto va sobre mí. Aún así, no entiendo nada.
Me escondo rápidamente cuando deduzco que Candice y Lauren van a salir de la cabaña de Andrew. No me voy, pero parece que ellas tampoco se van a marchar todavía. Antes de eso, se dan un abrazo fuerte que dura unos cuantos segundos. Me estoy quedando a cuadros, de verdad.
—Te agradezco muchísimo que estés haciendo esto, sé que lo estás pasando mal —dice la bruja número uno, es decir, Candice.
—No hay de qué. A pesar del rencor, quiero que ella lo sepa ya —responde bruja número dos.
—Yo también.
Juntas se marchan dejándome con un enorme interrogante. Sé que entre perturbadas y malas se entienden, pero no parece ser mentira que tienen algo que contar. Y tengo miedo, mucho miedo.
Ya no puedo más. Llamo a la puerta de Andrew con el rastro de energía que me queda y él me abre con unos ojos más cansados que los míos, si cabe.
—¿Estás bien? —Pregunta levantando mi barbilla con sus dedos.
—¿Puedo quedarme aquí?
Andrew asiente un poco asustado. Poco más sucede esa madrugada. Ambos dormimos mucho más aliviados y protegidos envueltos el uno en el otro, ajenos (sobretodo yo) a todos los acontecimientos que mañana estaremos viviendo y que podrían marcar un antes y un después en mi vida.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top