Capítulo 14

No todo lo que crees que es fácil lo es finalmente. Eso es lo que he aprendido en el proceso de intentar olvidar. Me propuse huir de mis sentimientos, echarlos de mi corazón y también de mi alma; cayendo en la inocencia de pensar que eso era algo sencillo. Ahora soy mucho más consciente de lo que pasar página conlleva y de lo imposible que resulta en algunas ocasiones.

Tras tantísimo tiempo creyendo que el ser algo insensible y no romperme con facilidad me convertía en una persona fuerte, ahora he descubierto lo equivocada que estaba. Soy mucho más débil de lo que imaginaba, pero quizás eso es porque ahora conozco mis debilidades… Y hay una que resalta entre todas las demás. Es la que puede hacerme extremadamente feliz o destrozarme en cuestión de instantes. La verdad es que nunca pensé que alguien podría tener tanto poder sobre mi estado de ánimo.

Ciertas personas hablan de la felicidad como momentos efímeros, y quizás el de esta mañana ha sido uno de ellos. Sentir una vez más que los brazos de Andrew me rodeaban fue como volver a esos días en los que dejarme llevar era mi único objetivo, y ahora ya no me puedo sacar de la cabeza ese abrazo. Aunque tampoco puedo olvidar la voz de Lauren llamándole, ya que es justo el momento en que nos separamos. Me sentí demasiado ridícula.

Además de esta, tengo alguna otra debilidad que puede hacer caer mi alegría en picado. A Caleb, a pesar de que ya no sienta lo que creía que sentía por él, le tengo mucho cariño. Sé que no soy la más indicada para decir esto, pero no quiero que le hagan daño… Y hay una persona que le ha estado tomando el pelo durante todo este tiempo, ayer lo descubrí. Sigo preguntándome cómo Amy Lewis pudo hacer algo así, y los motivos que dio no eran demasiado convincentes. No obstante, no tengo ninguna duda. Era ella la que estaba celosa, no yo. Amy conocía mi historia con Caleb, sabe lo que él aún siente por mí. Eso es más que suficiente para hacer lo que hizo, ¿no? Si así es como piensa conquistarle, no creo que vaya por el buen camino.

Decepciones y más decepciones. ¿Alguna vez me sorprenderá alguien para bien?

Me froto los ojos bruscamente, no puedo tener más sueño y menos ganas de dormir. Me encuentro en la sala de la planta de arriba de la casita y no estoy sola, pero tampoco acompañada de gente que me interese. Son todos prácticamente desconocidos para mí, aunque yo para ellos sea su tema de conversación cuando se trata de criticar. Ya me da igual que ni siquiera se molesten en disimular.

La que no cuchichea pero sí me fulmina con la mirada es Candice, sentada a pocos metros de mí. Ella también está sola después de cómo se comportó el año pasado en este mismo sitio, la gente ya no quiere estar cerca de ella. Aquí no tiene tanta suerte como en el instituto.

Cuando me doy cuenta, ya llevo un rato manteniendo contacto visual con Candice. Sus ojos azules no me provocan nada, que es lo que a ella le gustaría. Deduzco que no se conforma con eso y decide levantar su cuerpo del suelo; segundos más tarde, me la encuentro cara a cara. Qué pesada es, pero me da curiosidad que se haya acercado, no pienso mentir.

—¿Y ahora qué quieres? —Pregunto muy seca.

—¿Qué quieres tú? ¿Por qué no dejas de mirarme?

Puede ser que haya dejado de hacerme jugarretas, pero sigue siendo una paranoica.

—Aunque te estuviera mirando, eres tú la que te has acercado. Algo quieres, ¿no es así?

Candice parece rendirse y baja la mirada. La noto algo así como agotada, pero no físicamente.

—No es que quiera algo precisamente… —Dice con una voz mucho menos borde—. Pero estoy hasta las narices de esta gente, la única que me queda eres tú.

No puedo evitar reírme después de su comentario.

—Por favor, no me digas que ahora quieres ser mi amiga.

—Más te gustaría… Si te estoy haciendo un favor, aquí nadie te soporta.

—No me afecta, Candice. Estoy acostumbrada. En cambio, a ti parece que te importa mucho lo que los demás piensen de ti.

—Te equivocas —responde muy tensa.

Tras un momento de silencio incómodo, Candice pone las cartas sobre la mesa:

—He estado pensando y creo que debo decirte la verdad.

Mi mente por fin conecta de verdad con la conversación que estoy manteniendo con Candice. ¿Qué verdad? ¿De qué me está hablando ahora?

—Debo, pero no quiero de momento —su rostro se relaja y se le forma una sonrisa de satisfacción—. Quizás lo descubras pronto, dentro de un tiempo o nunca… sólo sé que debería decírtelo.

Espero que se trate de una broma de las suyas para incordiar. No se me ocurre nada importante que Candice me tenga que decir, especialmente porque hasta hace poco llevábamos aproximadamente un año sin dirigirnos la palabra.

Cuando Candice se vuelve a levantar y se marcha como si nada, me deja totalmente descolocada y con la curiosidad presente en todo mi cuerpo. ¿Qué ha querido decir esta ahora? No debería darle importancia, ella está loca y seguro que lo hace por molestar… sin embargo, últimamente todo me influye más de lo normal. Creo que le doy muchas vueltas a todo.

La gente del campamento va llegando a la sala a medida que terminan de desayunar, y contemplando la variedad en los adolescentes me alejo un poco de mis pensamientos. Chloe y Jade por fin han llegado, se han sentado junto a mí y están alegres, más o menos como siempre.

—Bueno días, rubia —me saluda mi mejor amiga de toda la vida.

—¿Por qué llevas un pañuelo en la cabeza? —Reacciono cuando la miro directamente.

Chloe se ríe, y de mientras, se deshace el nudo que se ha hecho debajo de la barbilla para que el pañuelo no se le caiga. Cuando se destapa la cabeza, deja al descubierto su preciosa melena por encima de los hombros. Mi mejor amiga vuelve a ser rubia otra vez y yo acabo de soltar un gritito de emoción.

—Eres tú —murmuro.

—Siempre voy a ser yo. Con el pelo rosa o rubio; teniendo mal carácter o siendo una cursi. Sabes que detrás de todo eso nunca dejará de estar la Chloe que tú conoces.

Me hace sonreír, no lo puedo evitar. Nos damos un abrazo que termina de limar todas las asperezas, fui una idiota al pensar que una amistad como la nuestra podría terminar.

—Aquí falto yo.

La loca de Jade se abalanza sobre nosotras como si fuéramos peluches. Ella también es demasiado importante para mí y tal vez quien más sonrisas me ha sacado en este campamento. Quizá debería dejarme de tonterías y centrarme en lo que ya tengo, ya que es lo que más me enriquece. Mientras tenga amigas así, no debería necesitar nada más.

Pero aunque intente mentirme a mí misma, no puedo dejar de lado otras cosas. Sobre todo cuando las veo pasar delante de mis narices. Estoy harta de echar humo cuando veo a Lauren, y lo peor es que aún no he tenido ni una discusión con ella. La muy estúpida debe de seguir pensando que somos amigas, cuando lo cierto es que soy incapaz de soportarla. En ningún momento me planteé que invitarla al campamento supondría esta pesadilla.

Hoy no viene acompañada de Andrew como de costumbre, cosa que me alivia y me preocupa al mismo tiempo. Por un lado, me siento bien porque es evidente que odio verlos juntos; aunque por otro lado, que no esté aquí me inquieta y me empiezo a imaginar los motivos.

—Comencemos, chicos —Emily se frota las manos y se coloca delante de nosotros—. ¿Estamos todos aquí?

La mano temblorosa de Lauren se alza y por poco nadie la ve. Alguien se da cuenta de que quiere decir algo y avisa a los monitores.

—¿Qué pasa, Lauren? —Pregunta Patrick. Espero que se haya dado cuenta de que es su hijo el que no está aquí.

—Andrew me ha dicho que se encuentra mal —musita. A duras penas la he podido oír—. Por eso no ha venido.

No me extraña. Con lo que parecía haber bebido esta mañana, no me sorprendería que quisiera dormir por años… aunque tampoco es ese el motivo por el cual no se encuentra en esta sala, lo sé. Andrew ha estado de resaca más de una vez estando en el campamento y no por eso ha dejado de venir aquí cuando tocaba.

La expresión de Patrick Cooper es la de un hombre intentando estar calmado, pero con cierta preocupación en él. Y lo sé porque es justo la cara que debo de estar poniendo yo.

El juego de hoy es de equipos, es lo único a lo que le he prestado atención. Cuando los adolescentes se dispersan, me doy cuenta de que Patrick aprovecha. Le dice algo a Emily y yo hago todos mis esfuerzos por leerle los labios:

—Discúlpame un momento, tengo que irme.

Me empiezo a poner nerviosa porque yo también tengo que estar ahí con Andrew, sé que su padre lo va a ir a buscar y ahí puede pasar de todo.

—Si preguntan por mí, estoy en el baño —les digo a mis amigas, antes de marcharme rápidamente de aquí al ver que nadie está atento.

Al salir de la casita, me cuesta un poco pero consigo alcanzar a Patrick. Sus piernas son largas y, como consecuencia, sus pasos son zancadas. Él ni siquiera se molesta en aminorar el ritmo al ver que estoy a su lado.

Así es como juntos llegamos a la cabaña de Andrew. No parece tener las luces encendidas, y las ventanas están cerradas. No me cabe duda de que, una de dos: está dormido o no quiere saber nada de nadie.

Es su padre el que da el primer paso y llama a la puerta. Ni siquiera me atrevo a decirle nada, me encuentro inquieta y casi sudando de los nervios y el calor que tengo. No hay ninguna respuesta por parte de Andrew, ni en las próximas cinco veces que seguimos intentando llamar su atención golpeando su puerta.

Patrick y yo nos miramos durante un segundo largo, cosa que nos sirve para darnos cuenta de que estamos de acuerdo. El padre de Andrew abre la puerta y ambos entramos en la cabaña de su hijo. Efectivamente, está durmiendo. El señor Cooper enciende la luz con cuidado de no despertarlo.

Veo su cara, que a pesar de todo, descansa tranquila. Andrew está absorto en sus sueños y me resulta tan dulce que sonrío. Me acerco, ya ignorando el hecho de que su padre está delante, y me siento al borde de la cama. Andrew frunce el ceño y por un momento temo que despierte y enloquezca porque hemos invadido su intimidad. No obstante, no abre los ojos y empieza a moverse por la cama desesperadamente, mientras dice:

—Lauren…

En ese momento, puedo hasta escuchar cómo mi corazón se rompe ante él. Podía decir cualquier nombre pero ninguno me dolería tanto como el de ella. Me levanto a toda prisa y me dirijo a la salida de la cabaña, avergonzada y con los ojos húmedos… De pronto, él vuelve a hablar.

—¿Dónde está Evelyn? —Le escucho susurrar—. ¿Por qué no me quiere, Lauren?

Mis ojos casi se salen de sus órbitas. En aquél instante de esperanza, mi bipolar corazón se ha recuperado. Estoy buscando la forma de reaccionar pero ninguna tiene sentido. Nada tiene sentido y la vida me sorprende una vez más.

El rostro de Andrew se vuelve a tranquilizar. Parece que no va a hablar más en sueños aunque lo que ha dicho ya es más que suficiente.

—Estás enamorada, ¿verdad?

Mierda. Ahora me siento una estúpida. Había olvidado por un momento que Patrick seguía aquí, cuando estoy con Andrew me suele pasar eso: olvido todo lo que hay alrededor. Pero volvamos a lo importante.

—¿Enamorada? ¿Yo? —Esa risa me ha sonado falsa hasta a mí—. Señor Cooper, ¿cómo se atreve a decir eso?

Finjo estar molesta pero me imagino que el sonrojarme me delata.

—No tienes porqué avergonzarte de eso —dice entre risas—. Es muy bonito sentir algo así por alguien, ¿sabes?

Niego con la cabeza. Me arde toda la cara.

—Siempre he pensado que las personas enamoradas se dan cuenta cuándo otras también lo están… y vosotros os queréis tanto como Emily y yo. Aunque mi hijo eso no lo quiera entender.

—¿Qué confianzas son estas? —Desvío un poco el tema. Por alguna razón, se me está haciendo infinitamente incómodo hablar de esto con el padre de Andrew.

Patrick se encoge de hombros. Aunque me moleste está conversación, tengo que reconocer que por una vez este hombre está hablando con cierta seriedad.

—Sólo quiero ser amable con la futura chica de mi hijo —sonríe con autosuficiencia, ese gesto me recuerda demasiado a Andrew.

—¿Qué coño estáis haciendo aquí?

El señor Cooper y yo nos sobresaltamos al ver a Andrew despierto y mirándonos con fuego en sus ojos.

—¿Cómo te encuentras, hijo?

—De maravilla hasta que os he visto —responde de forma seca y arrogante.

Me da la impresión de que aún no han hablado del tema Emily entre ellos. Lo noto cuando la tensión se puede cortar con un cuchillo en esta cabaña.

El silencio dura hasta que la mirada de Andrew cae sobre mí.

—A ti tampoco te quiero ver, ¿sabes?

Sé que no siente lo que está diciendo y, a pesar de eso, es inevitable que la dureza con la que me habla me hiera. Si me quiere, ¿por qué me trata así?

—No seas así con ella, Andrew, estaba preocupada por ti.

—Ella nunca se ha preocupado por mí, papá —pone los ojos en blanco.

Me choca tanto que diga estas cosas después del abrazo de esta mañana... Soy consciente de que había bebido; aún así, lo he sentido muy real. Tanto que no puedo dejar que se engañe a sí mismo.

—Sí que me preocupo por ti, idiota, más que por nadie —murmuro—. Deja de decir tonterías.

—Primero deja tú de mentir.

—¡No estoy mintiendo! —Grito mientras la rabia contenida me sube hasta los ojos y lucho por no llorar delante de él.

Padre e hijo se me quedan mirando fijamente. El mayor debe de pensar que estoy loca, mientras que el pequeño me observa de arriba abajo aún sin creerme.

—Sé lo orgullosos e intensos que sois los adolescentes, he pasado por vuestra etapa —empieza a decir Patrick.

—Sigues estando en ella —replica Andrew.

—Lo que quiero decir es que no os sirve de nada discutir de esta forma, sabéis que no tiene sentido. No es lo que queréis, y solo os puedo decir que estáis perdiendo algo que nunca se recupera.

n/a
Holaaaaaaa. Antes de nada, os debo un gran y en mayúsculas: LO SIENTO. Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que actualicé y no puedo hacer otra cosa que pediros disculpas y explicaros que entre exámenes y deberes ni siquiera he tenido tiempo para mí misma. Y cuando lo tuve, estaba muy poco inspirada para escribir, no os puedo mentir.
Pero ya es casi verano :3 Ahora tendré tiempo y me siento con ganas de seguir con esta historia, así que se acabó eso.

Gracias una vez más por leer ❤ Votad si os ha gustado y dejad algún comentario sobre lo que os ha parecido. Muchísimos besos :)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top