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Entré al consultorio, todo decorado con esos mismos cuadros antiguos que la sala de espera pero solo se diferenciaban por el color de las paredes. En un extremo se encontraba un sillón con pinta de antiguo, tapizado de un color verdoso y su estructura hecha con madera café.

Brian se sentó en el otro extremo, reposando su libreta en sus largas piernas cubiertas con ese jean negro acampanado donde anotaba las desdichas de sus demás pacientes. Tomó su lapicero y la posó en el inicio de la hoja blanca.

— Buenas tardes Roger, soy Brian May, tu nuevo psicólogo —dijo con una sonrisa, mostrando sus dos colmillos blancos —

— Si...ya se quien eres.

— Pero yo no se quien eres tu, así que cuéntame sobre ti y el motivo por el que decidiste venir.

Respiré hondo, ahora me toca, suelta todo.

— Soy Roger Meddows Taylor, soy estudiante de odontología y tengo 19 años.

El ruloso comenzó a anotar todo lo que el rubio decía.

— Y dime, ¿tienes hobbies? ¿amigos? ¿familia?

— Pues... amo tocar la batería, jugar videojuegos y comer pizza. No tengo muchos amigos, prefiero estar solo y mirar el atardecer desde mi árbol favorito en el parque como hago todos los días... — volteé mi mirada hacia un ventanal que dejaba ver toda la ciudad y el cielo cubierto por nubes grises, tan sombrío se veía —

— ¿y por que acabas de ignorar mi pregunta sobre tu familia? 

Mierda, si que es bueno

— Mi familia...para empezar mi madre murió en un accidente automovilístico cuando yo era un niño de 8 años, me quedé con mi padre y mi hermana de apenas 4 años. Digamos que no era el mejor en su puesto, siempre venía borracho o con nuevas mujeres que buscaban su sucio dinero.

— Continua... — siguió escribiendo mientras le escuchaba con atención —

— Se la pasaba todo el tiempo en el casino, siempre apostando lo que no tenía. El que cuidaba a mi hermana Clare era yo, yo la eduqué y trataba de hacerla feliz. 

— ¿Alguna vez los golpeó?

— ¡Claro! la mayoría de veces nos golpeaba, nunca voy a olvidar su olor a alcohol barato y cigarros —reí irónico y con una sonrisa boba — Aunque todo cambió cuando estaba en la pubertad, yo con 16 y mi hermana con 12 años. Mi padre tenía demasiada deudas con la mafia del casino, así que...

Decidió meternos en un prostíbulo