8. Étienne
Después de correr por los jardines para despejar mi mente y liberar la tensión que había sentido desde la noche anterior, regresé a la mansión. A medida que me acercaba a la entrada, vi al guardia de seguridad que había conocido en mi carrera anterior. Mi corazón latió con fuerza al verlo, recordando el beso fugaz y el consuelo que me había brindado. Aunque sabía que lo que había sucedido era inapropiado, algo en mí anhelaba la sensación de alivio que me había proporcionado.
Decidido a aclarar mis pensamientos y emociones, me acerqué al guardia y le pedí que me acompañara a una garita de seguridad cercana donde pudiéramos hablar con privacidad. El guardia asintió con comprensión y me siguió hacia el refugio aislado.
Una vez dentro de la garita, nos encontramos a solas, y el silencio llenó el espacio. Mis emociones se agitaban en mi interior mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas. Finalmente, no pude evitarlo más, y me incliné hacia el guardia, mis labios buscando los suyos en un beso apasionado.
Nuestros labios se encontraron en medio de un torbellino de emociones, y la pasión que se desató en ese momento eclipsó cualquier preocupación o duda. Nuestras lenguas se entrelazaron en un beso apasionado y hambriento, como si estuviéramos huyendo de la realidad y buscando consuelo en el calor de nuestros labios.
El guardia respondió con la misma pasión, sus manos explorando mi cuerpo con un deseo desenfrenado. La garita se convirtió en un santuario de lujuria y deseo, donde nuestras emociones prohibidas encontraron liberación en medio de la locura que nos rodeaba.
El tiempo se detuvo mientras nos perdimos en el éxtasis del momento, y nuestros cuerpos ardientes se fusionaron en un abrazo apasionado. Era un acto de rebelión, un intento de encontrar alivio en medio del caos y las tensiones que habían dominado nuestras vidas.
Después de que el último gemido se desvaneció y nuestros labios se separaron, nos miramos con complicidad, conscientes de que habíamos cruzado una línea peligrosa una vez más. Las consecuencias de nuestros actos seguían siendo inciertas, pero en ese momento, en medio de la garita clandestina, éramos solo dos almas en busca de consuelo y liberación en un mundo lleno de secretos y sombras.
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