12. GUARDIA

El amanecer se filtraba por las ventanas de la mansión de Isabelle y Jacques, llenando la casa con una luz suave. A medida que los primeros rayos de sol iluminaban las habitaciones, podía escucharse el sonido de cristales rotos y objetos destrozados proveniente de una de las habitaciones. Jacques estaba encerrado en su propio tormento, desahogando su dolor de maneras destructivas.

Mientras me dirigía hacia la fuente del caos, me encontré con Isabelle, cuyos ojos reflejaban una mezcla de tristeza y alivio. Había una historia detrás de todo lo que había sucedido.

Nuestras miradas y nuestras sonrisas daban a conocer toda la verdad entre mi...mi gran amiga de toda la vida y yo.

Todo esto fue una trampa, un plan para separar a Étienne de Louis y hacer que Jacques lo olvide. Isabelle pensaba que si corrompíamos la ética de Étienne, él tendría motivos para aliviar su culpa, perdonar a Louis y acceder a marcharse por fin.

Mientras conversábamos, mi mente volvió a aquel encuentro íntimo que había compartido con Étienne. Recordé cada detalle de su cuerpo, su deseo, y cómo me había excitado su sumisión. Era un recuerdo que había dejado una huella imborrable en mi mente, y no pude evitar compartirlo con Isabelle.

"Isabelle, cuando estuve con Étienne, me excitó mucho, cuando quieras lo repetimos". Ambos nos echamos a reír.

A decir verdad, la pasión que compartimos fue intensa y fugaz, pero me marcó de una manera que no puedo ignorar.

Ella asintió con comprensión. "El amor y el deseo son complicados, ¿verdad? No siempre podemos controlar lo que sentimos, pero podemos elegir cómo actuamos".

Mientras hablábamos, Jacques seguía encerrado en su propia habitación, destrozando todo a su paso.

A final de cuentas, Isabelle siempre fue una mujer astuta, hija de magníficos criminales: Nadie mejor que ella para saber cómo engañarlos y salvarse el pellejo para mantenerse entre las sobras de la guerra de mafias que siempre vivió a su alrededor.

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