⭓ 004. ▎ capítulo cuatro.
Run, run, run.
Kitty y JK compartieron una mirada, ambos completamente sorprendidos y alarmados. En la parte superior, ahogada por el suelo, se escuchan muchos pares de zapatos correr.
─ ¡Policía de Seúl! ¡Salgan!
Al escuchar aquel grito, los dos sicarios tuvieron la misma reacción: mantener la calma y trazar un plan de escape.
Sin embargo, sus planes eran distintos.
─ Que te jodan. ─ Susurró JK, haciendo un ademán de despedida militar, girándose.
─ ¡Para! No te conviene que la policía me encuentre, créeme. ─ Dijo Kitty, en alto.
El rubio abrió sus ojos y rápidamente se acercó para cubrir su boca con las manos.
─ ¡Shh! Si te callas prometo dejarte con vida después de todo. ─ Se burló.
Kitty gruñó y mordió uno de sus dedos, al alcance, para ser liberado y poder hablar.
─ Créeme que podría ser un dolor de muelas para tí si la policía me llega a encontrar. ─ Bufó. ─ Sé cosas que nadie más, tanto de mi jefe como del tuyo.
JK tensó su mandíbula y puños, escuchando los pasos acercarse a las escaleras superiores.
─Joder, entonces tengo que matarte. ─ Concluyó, buscando en su sudadera hasta dar con el cuchillo rosa, ahora limpio de sangre.
─ No te serviría de nada, tengo un Seguro. ─ Masculló Kitty, sabiendo que se le acababa el tiempo.
JK no dudó de eso, él mismo tenía uno. Era normal en ese tipo de círculos contar con un Seguro: una persona que publicase o entregase información vital sobre sus posibles asesinos o sobre un tema en concreto que realmente fuese útil para vengar su muerte.
─ Mierda.
─ Ya puedes empezar a desatarme, bonito. ─ Bufó el pelirosa, señalando con un ademán las cuerdas que lo rodeaban.
JK sabía que no había tiempo para deshacer los nudos, él mismo los había asegurado al máximo, así que en vez de eso solamente rompió las cuerdas con el cuchillo, apenas tardando unos segundos.
Una vez liberado, Kitty se acarició las muñecas enrojecidas y le miró de forma amenazadora.
─ Enséñame la salida, vamos. ─ Espetó, lejos de sonar dulce o coqueto.
El rubio dejó a un lado la sorpresa que le causó aquello y se giró hacia la mesa para abrir uno de los maletines. Tomó dos armas y una se la lanzó a Kitty.
─ Me necesitas para salir con vida, así que nada de sorpresitas. ─ Le advirtió, seguidamente indicándole con un gesto que lo siguiera.
─ No soy imbécil, descuida. ─ Replicó el pelirosa.
Ambos siguieron por un estrecho pasillo, dejando atrás el pequeño cubículo donde habían encerrado a Kitty. Al fondo de este, una puerta de madera oscura les esperaba. JK abrió esta con una patada, pues desconocía el paradero de la llave. Sin embargo, no era la salida, solamente conducía a otro pasadizo y aquello hizo dudar a Kitty.
─ ¿Estás segu...?
─ Tú sólo sígueme. ─ Le cortó el rubio.
Este mismo siguió por el pasillo, que parecía estar en el interior de alguna casa o estructura a juzgar por la escasa luz y las múltiples telas de araña. Kitty juró haber visto una rata pasar por allí.
Después giraron a la izquierda. Allí encontraron otra puerta que, tras subir la escaleras, les llevó a un callejón de la calle. Tras ellos se podían ver las sirenas de policía y el ruido del caos.
Kitty se distrajo un segundo, observando los coches de policía pasar, preguntándose si en realidad sería buena idea ir con ellos y fingir ser la víctima.
En cambio JK sólo pensaba en vías de escape, lugares seguros a dónde acudir, y al ver al otro tan atrasado, tuvo que tomarlo de la mano para que siguiese el ritmo.
─ No dejes de correr. ─ Exclamó, atravesando la estrecha calle hacia la salida contraria.
Kitty sintió un tirón en el costado de aquel brazo y notó su camiseta empaparse de nuevo, pero no de agua. En apenas unos segundos se tiñó de escarlata y él sintió un agudo dolor que casi le hace gritar; los analgésicos perdían efecto.
─ ¡Para! No puedo correr así, terminaré desangrándome en mitad de la calle, necesito un médico. ─ Espetó entre dientes, aguantando el dolor.
JK agradeció que su herida en el muslo estuviese casi curada al completo y que tuviese solución para él.
─ Bien, un médico. ─ Murmuró para sí, soltando su mano con brusquedad. Guardó la pistola en el bolsillo trasero de su pantalón y se acercó a Kitty. ─ Iré a robar un coche, tú quédate aquí, si no puedes correr serías una carga, ¿Entendido? Si desapareces te buscaré personalmente para matarte.
El pelirosa ahogó una risa en una mueca de dolor, sujetándose el costado con ambas manos tras también guardar su arma.
─ Si no apareces en cinco minutos te juro que volveré a por tí en mi próxima vida. ─ Replicó.
JK asintió.
─ Bien.
Tras ello, lo empujó de los hombros hasta sentarlo en el suelo de la calle, apoyando su espalda en la pared. Estaban cerca de la escena y era peligroso, por eso debían actuar rápido. Para no levantar más sospechas, JK se quitó la sudadera negra y se quedó con apenas una camiseta del mismo color.
─ Ponte esto, cubre tu sangre y cabello, hazte pasar por un sin techo hasta que vuelva. ─ Explicó, suspirando.
Kitty tomó la prenda con algo de molestia, arañando su brazo sin querer. Debía cortarse las uñas pronto o se terminarían partiendo, por muy bonitas que fuesen.
─ Sé cómo funciona esto, ahora vete. ─ Murmuró, adolorido.
El rubio asintió sin muchas ganas y corrió calle abajo, dejando a Kitty solo con su sudadera, que le doblaba en tamaño.
Prácticamente cubierto hasta la nariz, escondió sus manos en las mangas y se colocó la capucha. Así se hizo una bolita en el suelo, esperando pasar desapercibido. Realmente no tenía fuerzas para mucho más, había perdido bastante sangre y su visión no era clara.
Hacía frío, y su ropa empapada no ayudaba. Se acordó de las navidades en aquella casa de acogida, la única que tuvo. De pronto ya no estaba allí, estaba en San Francisco, colocando la estrella en lo alto del árbol. Era bonita y brillante, a su hermano pequeño le gustaba...
─ ¡Kitty!. ─ Su hermana mayor sacudió su hombro, llamando su atención. ─ ¡Tenemos que irnos!
─ Pero aún no he comido nada... ─ Balbuceó, mirando la mesa de mantecados y turrones.
Lisa parecía de algún modo mayor de lo que recordaba, incluso sus facciones estaban más marcadas.
─ Estás delirando, tenemos que irnos antes de que nos encuentren. ─ Dijo ella.
─ Mmm... Oye, ¿Desde cuándo eres rubia...? ─ Preguntó, recordándola en su corto cabello negro. ─ ¿Lisa...?
Ella alzó su mano, que impactó en la mejilla de Kitty. Entonces su rostro fue un borrón, y lo siguiente que vio fue la calle y a JK.
─ Vamos, necesitas un médico y me niego a que te mueras con un Seguro apuntándome a la cabeza. ─ Gruñó el sicario, pasando un brazo por su espalda y el otro por detrás de sus rodillas.
Kitty sintió náuseas cuando fue alzado en sus brazos, pero no se podía quejar estando en unos brazos tan fuertes.
Estos mismos lo llevaron a un coche medianamente viejo, descuidado. Seguramente estaría abandonado en algún callejón. Lo dejó en el asiento del copiloto, provocándole un pinchazo en el costado, y después se sentó a su lado para salir de allí en cualquier dirección.
─ No puedo ir al hospital. ─ Tosió Kitty, encogiéndose en el asiento.
JK le lanzó una mirada de reojo. Estaba manchando su sudadera de sangre.
─ Lo sé, descuida. ─ Murmuró él, acelerando para pasar justo antes que un semáforo se pusiera en rojo. ─ Conozco a alguien que puede verte.
El pelirosa apoyó la sien en la ventana, notando la vibración de ese viejo trasto allí, mirando a su cómplice.
─ Eres capaz de mantener a tu rival con vida sólo porque tiene un Seguro. ─ Susurró para sí.
JK escupió una risa irónica, apretando el volante hasta que sus nudillos se tornaron casi blancos.
─ Tú harías lo mismo. ─ Contraatacó.
Kitty chasqueó la lengua, volviendo la vista a la ventanilla, que algo sucia dejaba ver tan sólo parte de la ciudad. Comenzaba a amanecer.
─ No creas, sólo te dejo con vida porque creo que eres útil. ─ Respondió con calma.
Fue el turno de JK para soltar una carcajada, sorprendiéndole.
─ ¿Útil para qué? ¿Para follar? ─ Se burló, con los ojos en la carretera.
Kitty sonrió en su dirección, divertido. Parecía seguirle el juego al fin.
─ En realidad no. ─ Pausó. ─ No me malinterpretes, aún no me he rendido contigo, pero creo que podríamos formar un buen equipo. ─ Murmuró, abrazándose el estómago.
JK volvió a mirarlo de reojo, frunciendo el ceño.
─ ¿Un equipo? Sólo te mantengo con vida por interés, te dejaré con un médico y me iré. ─ Bufó.
El pelirosa negó lentamente, haciendo una mueca de dolor.
─ Realmente pensé que eras más inteligente. ─ Susurró.
JK gruñó y golpeó el volante, sobresaltándolo.
─ ¡¿Y ahora qué mierda dices?!
Kitty rió sin ganas, adolorido.
─ Realmente eres estúpido si crees que el aviso a la policía no fue de Shadow. ─ Susurró, débil. ─ No confía en tí.
─ No sé de qué mierda hablas. ─ Bufó el otro.
─ ¡Abre los ojos! Si de verdad hubiese querido mantenerme allí contigo habría dejado a más hombres custodiándome. ─ Explicó, alzando la voz como podía. ─ Envío un aviso anónimo a la policía, te dejaré tiempo para asimilarlo.
JK golpeó el volante una vez más, pero Kitty no se asustó esa vez. Giraron hacia otro callejón, esa vez sin salida, y aparcaron allí.
─ Luego seguiremos con esta conversación, ahora sígueme. ─ Masculló el rubio, abriendo su puerta y cerrándola de un golpe.
Sin embargo, cuando dio la vuelta al coche, Kitty ni siquiera había hecho la mención de salir.
Abrió su puerta bruscamente y lo alcanzó del brazo, estirando mientras escuchaba su grito. Cansado, lo cargó en brazos de nuevo.
─ Es la última vez que te llevo así, no te acostumbres. ─ Murmuró entre dientes, cerrando la puerta del copiloto de una patada.
Kitty sonrió de forma traviesa.
─ Tarde, ya lo hice. ─ Bromeó, sujetándose a su cuello.
Justo antes de llegar a una portería, aparentemente abandonada, JK lo dejó en el suelo y lo inmovilizó con una llave ágil. Kitty gruñó de dolor mientras sentía el cuerpo contrario aprisionarlo contra la pared de ladrillos.
─ No puedes hablar de nada de lo que vas a ver y oír aquí dentro, ¿Entendido? Como largues algo de esto a alguien te mataré a tí y a los que lo sepan, ¿Está claro? ─ Susurró.
El pelirosa asintió, sin voz suficiente.
─ Bien. ─ Soltó el agarre, sujetando su espalda para evitar que cayese.
Tocó a un botón en una secuencia de tres intervalos, un primer piso de la escalera B. Tras unos segundos, alquilen con voz acaramelada atendió el llamado.
─ ¿Cuando la Luna se esconde...?
─ El tigre aparece. ─ Terminó JK.
La puerta se abrió y Kitty luchó por caminar, pero al ver las escaleras palideció.
─ Ven, hay un ascensor. ─ Murmuró el rubio.
El olor a humedad se quedó en las fosas nasales de ambos mientras cerraban la puerta y se adentraban en el portal, sujetos el uno al otro hasta llegar al ascensor. Casualmente funcionaba, y parecía ser lo único que lo hacía.
Kitty apoyó prácticamente todo su peso en él mientras entraban en el cubículo y le dejaba presionar un botón.
─ ¿Alguna vez lo has hecho en un ascensor? ─ Bromeó, tosiendo.
JK aprovechó que tenía asida su cintura para presionar su herida y callarlo. Kitty jadeó.
─ ¿Es que sólo piensas en sexo? ─ Preguntó el rubio, con real curiosidad.
─ Y en comida. ─ Rió él.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron con un pitido, salieron a una planta que también parecía abandonada, con algunas telas de araña y muebles viejos y rotos impidiendo el paso a la única puerta abierta.
─ Mierda no me acordaba de esto. ─ Murmuró JK, observando el sofá.
─ No importa, sólo tírame al otro lado. ─ Susurró Kitty, sabiendo que aquel lugar debía ser realmente secreto si lucía así.
─ Te harás daño. ─ Observó el otro sicario.
Kitty chasqueó la lengua y le miró.
─ Eso no te importó demasiado en el ascensor. ─ Le recordó.
Ambos arrugaron la nariz en una mueca burlesca y procedieron
JK lo tomó de la cintura y lo sentó en el respaldo del sofá. Kitty se quedó sentado allí, esperando a que el rubio saltase al otro lado para volver a sujetarlo en sus brazos.
─ Creo que el que se ha acostumbrado eres tú. ─ Bromeó débil, dejándose llevar hasta la puerta.
─ Podría tirarte por las escaleras ahora mismo. ─ Amenazó JK.
Kitty quiso reír, pero el dolor le calló y tosió en su lugar. Por suerte la puerta ya estaba abierta, así que no tardaron demasiado en entrar.
JK ni siquiera saludó o miró el interior, solamente caminó hasta una camilla, donde dejó al pelirosa. Se sabía de memoria el lugar.
Kitty observó el resto de cosas allí, casi todo utensilios de medicina, pero parecían más bien experimentales. ¿Tráfico de órganos? ¿Abortos ilegales?
─ ¿Qué te ha pasado ho...?
El hombre de bata blanca entró por una puerta a la sala, pero calló en cuanto vio que con JK había otra persona.
Kitty le devolvió la mirada, atento. Era hermoso, de unos treinta años o menos, cara redonda y labios gruesos.
─ Necesito este favor, Moon. ─ Murmuró JK.
El médico continuó su camino hasta Kitty y recorrió su ropa ensangrentada con la vista.
─ ¿Quién es? ─ Preguntó.
─ Alguien que necesito con vida. ─ Explicó el rubio, sosteniendo su mirada.
─ Más te vale que no revele nada cuando termine con él. ─ Masculló el mayor, colocándose unos guantes de látex.
Kitty se acomodó en la camilla, realmente agotado, y sonrió.
─ No diré nada, Moon. ─ Susurró con un hilo de voz.
Él asintió, palpando su cuello para una revisión y asintiendo a JK.
─ Bien, comencemos.
Se giró hacia un maletín de médico. Allí sacó una jeringuilla nueva, sin usar, y buscó un botecito pequeño. Lo llenó de aquel líquido transparente y se acercó a Kitty.
─ ¿Q-qué es eso?
─ Aw, ¿Te dan miedo las agujas? ─ Se burló JK, acercándose para quitarle la sudadera.
Kitty no dijo nada más, porque en parte era cierto. Sólo dejó que quitase sus prendas superiores y dejase a la vista la herida.
Moon se acercó con la jeringa y la clavó en su brazo, inyectando ese líquido en él.
─ Espero que sea suficiente. ─ Susurró para sí.
Kitty dejó su cuerpo relajado en la camilla, sabiendo que no podría hacer mucho a esas alturas. Si querían sacarle los órganos era un blanco perfecto.
JK movió una mano frente a él y le mostró tres dedos.
─ Cuéntalos. ─ Le dijo, pero su voz era difusa.
Kitty miró su mano con los ojos entrecerrados. La boca y los párpados le pesaban.
─ Uno... D-doooos...
Antes de que pudiese acabar, cayó inconsciente sobre la camilla, dejándose llevar por la profundidad de un sueño.
Historia de nyx_fanfic
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