Capítulo 9.
Día 3.
Aragorn está preocupado, condenadamente preocupado.
Legolas parece estar más inconsciente que consciente, y mientras mas se acercan más tiene la sensación de que van directo hacia una trampa.
¿Quién es el que los quiere allí? ¿por qué? ¿por qué hace esto? ¿es un nuevo enemigo que enfrentar? ¿se acerca una...nueva guerra?
Son muchas preguntas y ninguna respuesta. Aunque planea exigirlas cuando lleguen.
Entran a caballo en las ruinas de lo que fue una vez el esplendoroso palacio de Sauron. Está oscuro, hace frío y huele a moho. No pareciera realmente que una nueva fuerza oscura hubiera nacido allí. Tampoco hay movimiento, no más que el de ellos mismos.
—¿Legolas?— le susurra bajito al oído.
El elfo intenta girarse pero se limita a apretarle ligeramente la pierna para hacerle entender que lo ha escuchado.
Legolas ahora es el todo de Aragorn. Si va a pelear, será por él. No permitirá que se lo arrebaten, no así. No, de ninguna forma.
—Legolas— le roza el oído con los labios y el elfo se estremece ligeramente—. Creo que estamos llegando, ¿podrás caminar?
Legolas asiente lentamente con la cabeza, pero su aspecto dice otra cosa completamente distinta.
—Yo te protegere, lo prometo.
Casi le parece que Legolas sonríe, e incluso estira su mano para rozar la de Aragorn con dulzura como una respuesta agradecida. Se ve débil, eso no es buena señal.
Luego, ya no le habla más, pues llegan a un gran salón cuyos fuegos de las lamparillas se encienden en fila al llegar ellos. En el fondo, se puede ver un trono prácticamente fragmentado a la mitad y, en él, un hombre de túnicas grises los observa con los ojos como llamas iracundas.
Aragorn no lo reconoce, pero al parecer Gandalf si, porque al instante de verlo dice un nombre:
—Sairus...
....
—¿Quién eres?— pregunta Arwen con una suavidad elegante.
Pero Sairus no los mira, ensimismado. No responde.
—Evidentemente al que tenemos darle la paliza. Pido empezar— habla Gimli, pero nadie le hace caso.
Finalmente, Gandalf responde la pregunta que en realidad todos se hacen.
—Es un hechicero, tendría que ser el sucesor de la capa gris. Sairus White— explica—. El consejo lo envió a adquirir experiencia en un pueblo pequeño, allá por los límites del sur. No supimos noticias de él desde lo de Sauron.
Entonces, Sairus sorprende a todos soltando una carcajada de la nada. Está cargada de locura.
—No saben noticias mías porque nunca me buscaron, Gandalf el blanco— se pone de pie, apoyándose de su vara—. Nunca buscaron a nadie ¿verdad? ¿Saben cuantos pueblos fueron masacrados? Seguramente no. ¡Sólo se preocuparon de sus malditos reinos!
—¿Es eso?— pregunta Aragorn. Está sosteniendo a Legolas que cabecea, jadeando por un extraño agotamiento—. ¿Por eso haces esto? ¿venganza?
Sairus no lo mira al responderle.
—No es tan simple, querido rey. Esto no es venga, sino justicia— juguetea con su vaculo—. Pero bueno, a lo que nos convoca. ¿Dónde está tu querida dama elfica?
Alza la vista hacia ellos por primera vez y todo es silencio un instante.
—Legolas Hojaverde...— alza una ceja—. Debí esperarlo. Los elfos guerreros son demasiado nobles. Idiotas, si me lo preguntas.
—Nadie te lo ha preguntado— gruñe Gimli.
—De todas formas, servirá— Sairus curva una sonrisa en su rostro desgastado.
Legolas siente entonces un golpe en el pecho. Jadea y se muerde el labio para contener un quejido.
Aragorn está bajando del caballo cuando se percata de que algo esta realmente mal.
—¿Legolas?
Legolas siente otro golpe en el pecho y esta vez suelta una exhalación ahoga. Siente a sus entrañas hacer nudos y oprimirse. Dolor, eso es lo que siente.
En un instante, pierde sus fuerzas por completo.
Aragorn lo baja del caballo como puede alarmado. Legolas jadea como si se ahogara, y luego Aragorn se da cuenta de que, en efecto, así es. Se está ahogado con su propia sangre, que le ha empezado a salir a borbotones por la boca.
A de ser la fase final del veneno.
—Dios— exclama Arwen, acercándose a ellos casi corriendo.
Sairus suelta otra carcajada.
—Fase final— su sonrisa está podrida—. ¿No es interesante la mirada se una persona cuando está muriendo? La de un elfo a de serlo aún más.
Aragorn le acaricia la frente de forma fugaz a Legolas y luego se pone de pie. La ira lo invade.
—¡Prometiste la cura!
—Yo no hago promesas que no puedo cumplir, a diferencia de ustedes— Apunta el vaculo hacia Aragorn—. Parece que ese elfo te importa. Quiero que sientas como es ver morir a quién te importa.
Apunta esta vez el vaculo hacia Gandalf.
—Y tú, no interferirás.
Por medio de un hechizo, lo encierra en una especie de jaula.
—Es antimagia— sonríe satisfecho.
—¡No hagas esto!— suplica Arwen, con Legolas jadeante sobre sus rodillas.
—Dama, esto es...
—¿Lo justo?— una voz potente y femenina resuena desde la entrada—. Creo que esto no es para nada una batalla justa. ¿Lo emparejamos?
—¡Eowyn!
Es ella, y un ejército pequeño de al menos diez soldados.
—Lamento la tardanza— dice, radiante—. Vamos Aragorn, nosotros nos encargaremos de estos. Ve a por él— señala a los supuestos soldados oscuros, que ahora se ve que son simples humanos.
Aragorn asiente, firme, cuando recibe la espada enfundada que Eowyn le arroja.
Esto acaba de dar un giro interesante.
.....
La pelea la dominan los soldados de Eowyn, aunque los otros saben dar pelea.
Aragorn y Gimli van a por el mago.
—¡No!— grita Sairus y con un hechizo arroja lejos a Gimli, que choca contra la jaula de Gandalf.
Aragorn le esquiva con dificultad. No es para nada una pelea pareja.
Pero algo cambia. Gimli logra llevarle su vaculo a Gandalf, que cayó lejos cuando fue encerrado. El hechicero lanza un potente hechizo sobre Sairus y lo despoja de sus poderes, obligandolo a pelear como mortal, con una espada.
Sairus le enseña a Aragorn el collar que lleva puesto. Es un frasco. La cura.
Empieza el choque de espadas entre ambos. Sairus también parece dominar el arte de la espada.
Aragorn solo puede pensar en Legolas. La desesperación lo embarga. Sabe que Legolas está muriendo.
En el último momento, Sairus despoja a Aragorn de su espada y lo acorrala.
—Por su culpa, mi pueblo ardió. Muchos niños murieron ¿saben?
—Nosotros luchamos por nuestros pueblos. No podíamos salvarlos a todos Sairus— Aragorn se mantiene en guardia, sabe que está al filo.
Sairus le entierra la espada en el hombro y Aragorn suelta un grito de dolor.
—¡Mentiras!— luego ríe—. Pensaba que el gran rey Aragorn sería más habilidoso con la espada.
Entonces, Aragorn sonríe entre el dolor.
—Necesitaba tenerte lo suficientemente cerca como para hacer esto— en un movimiento rápido, le quita el collar con la cura del cuello. Acto seguido, le entierra las cuchillas gemelas de Legolas limpiamente.
Nunca se molestaron en revisar si Legolas llevaba armas, punto a su favor.
Sairus jadea y cae hacia atrás. Inerte. Ha gana...
—¡Aragorn!— lo llama Arwen con desesperación. Las lágrimas recorren las mejillas de la antigua dama elfica.
Aragorn corre hacia ellos, sintiendo un miedo que no ha sentido en mucho tiempo.
Legolas...
....
Vamos llegando al finaaal.
Faltan tres capítulos aproximadamente :ooooo
¿Se salvará Legolas?
¿Qué sucederá ahora?
¿Qué les pareció el capítulo?
Eso es todo. ¡Nos leemos pronto!👀💕
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