Capítulo 5.
Día 1-Noche.
Legolas estaba muy cansado, sin embargo, no lograba dormir.
Se encontraba con la espalda afirmada en un árbol, porque recostarse por completo podía dificultar su respiración. Tenía puesta sobre los hombros la manta que le había traído Aragorn, pero aún así el frío le calaba en los huesos.
Lo embargaban un montón de sensaciones nada positivas que nunca antes había experimentado, como elfo que era. Suspiró. Desvió la vista entonces hacia Aragorn, que se encontraba a su lado durmiendo profundamente.
Para distraerse del dolor, se entretuvo observando cada uno de sus rasgos. Su cabello negro que le caía en ondas, su labios curvos, su nariz perfilada, y también sus ojos, ahora ocultos tras los párpados cerrados. No tenía el derecho a pensar en esas cosas, pero Aragorn era realmente hermoso.
Legolas tosió entonces. No pudo evitarlo. Le escocía la garganta, como si le quemara. Sintió que le faltaba el aire.
Al instante, tenía a Aragorn junto a él sobandole la espalda.
—Lo siento— se disculpó Legolas apenas pudo volver a
hablar—. No quería despertarte.
Aragorn le acarició al elfo la mejilla con suavidad y este se sintió estremecer.
—Al contrario, debes despertarme, Legolas— y luego agregó:—Me preocupas.
¿Eso era todo?
Legolas asintió lentamente con la cabeza y desvió su vista hacia la luna que, aunque menguante, brillaba preciosa entre las estrellas.
—Lamento todo esto— murmuró al fin el elfo.
—No no, yo soy quien debería disculparse— repuso
Aragorn—. Primera vez que te invito a mi hogar y ya te he metido en un buen lío.
Legolas temblaba de frío, pero no pudo evitar sonreír a medias ante el humor del antiguo montaraz.
—¿Aún tienes frío?
—No es nada, Aragorn.
—Ven.
—¿Eh?
Aragorn abrió los brazos hacia él, invitándole a estrecharse en ellos. Legolas hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para negar con la cabeza, y aún así se sonrojó.
—No puedo...
—Ven— insistió Aragorn—. Puedo ver como tiemblas, entrarás más rápido en calor así.
—Pero...
—Sin peros, cabezota— Aragorn suavizó su mirada, observándole con dulzura—. Ven aquí conmigo, Legolas.
El elfo no tenía la suficiente energía para seguir negándose, así que se acercó a Aragorn como pudo y sin mirarle a los ojos.
El humano lo acomodó entre sus piernas, quedando la cabeza de Legolas afirmada en su pecho, y luego lo envolvió con sus fuertes brazos, apretandolo contra él.
Legolas sintió que perdía el aliento cuando Aragorn comenzó a acariciarle el cabello con suavidad, sin embargo, por una vez, decidió no protestar y guardó silencio.
Disfrutó cada una de las caricias, cerrando los ojos y agudizando el oído para sentir los latidos de Aragorn con claridad.
En un impulso, entrelazo la mano del humano con la suya y este respondió al contacto apretandola ligeramente.
Solo Valar sabría cuando había extrañado Legolas aquel contacto.
Puede que mañana todo se desvaneciera. Porque Legolas tenía prácticamente un pie en la tumba. Porque Aragorn tenía a Arwen.
Pero, por ahora, al elfo le bastaba con poder dormirse en el pecho de Aragorn al compás de sus latidos.
Y al fin, Legolas pudo dormir.
....
Aragorn notó que Legolas estaba profundamente dormido cuando su respiración se volvió estable (los más que se podía dada su condición actual).
Observó su rostro dormido y su expresión serena tan característica. Llevó un dedo a sus labios y los acarició sin poder contenerse.
Eres tú, siempre has sido tú.
Y aún así, sabe que es su culpa el que unir sus labios sea algo prohibido.
Pero, cuando salgan de esta- y esta seguro de que lo harán- no continuará con la farsa. No puede.
Si se hiciera daño solo a si mismo no importaría, pero le hace daño a Legolas y eso nunca va a poder perdonarselo.
El resto de la noche, Aragorn se limita a velar el sueño de Legolas.
....
Amanece, quizás demasiado pronto. Pero lo primero que siente Legolas al despertar es la ausencia de los brazos de Aragorn. Claro, no podía ser de otra forma.
Intenta levantarse, pero no lo consigue, suelta un quejido y se tambalea hacia un lado. Gandalf lo sostiene y evita que se de contra el suelo.
—¿Cómo te sientes?— le pregunta.
—¿En serio tengo que responderlo?— bufa Legolas, cansado.
—Supongo que no— Gandalf suspira—. Vamos, tienes que comer algo, partiremos pronto.
El elfo asiente a medias. Apenas puede mantenerse en pie. Esto está aumentando. Por si fuera poco, aún les queda un buen trecho hasta el antiguo palacio de Sauron.
Legolas va a sentarse cuando sus oídos captan un sonido extraño. Mira a Aragorn, que está preparando la comida. No lo ha oído. Ni Gandalf ni Gimli. Entonces Arwen intercambia miradas con él. El ruido se oye más fuerte. Pisadas.
—¡Aragorn!
Pero ya es tarde. Antes de que cualquiera pueda reaccionar, los rodean soldados oscuros apuntandoles con arcos y la flecha extendida. Legolas cuenta siete.
—¡Armas al suelo!— les ordena uno de ellos con voz
gutural—. ¡Ahora!
Mierda.
....
¡He vuelto y no he muerto!
Se que ya me había tardado, pero ya conocen el dicho: "Mejor tarde que nunca".
Espero les haya gustado el capítulo. El próximo se viene con más acción. A nuestros chicos solo les quedan dos días y parece que el lado oscuro no se los va a poner fácil.
Déjenme sus opiniones y sugerencias, ¡se les quiere!👀💞
P.D: Estoy planeando una novela de Legolas y tú. ¿Algún interesado en leerla?👀👀
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