Capítulo 2.
La batalla era muy dispareja, y la falta de armas no ayudaba mucho, sin embargo, los guerreros que antiguamente se habían conocido como la comunidad del anillo daban una pelea excepcional.
Legolas agradecía su manía de no dejar los cuchillos gemelos ni para dormir. Ahora mismo se encontraba peleando con tres orcos a la vez, y aunque no le fue difícil derribarlos, era un grupo numeroso. Miró de reojo a Aragorn, que se valía de la cuchilla que el mismo elfo le había dado. Podía ser que el montaraz ahora fuera un rey, mas seguía teniendo la excepcional habilidad de un guerrero.
Por otro lado, Gimli se valía de sus puños, Gandalf de su bastón, y los Hobbits se habían escondido tras los arboles mientras que Arwen se mantenía el cima de esa pequeña colina, sintiéndose inútil e inquieta. La dama elfica permanecía atenta, pero incapaz de pelear.
Se tardaron más de lo planeado, aunque pronto solo quedaron doce orcos ahí plantados. Era momento de acabar con la batalla de forma definitiva.
Todo abría marchado bien de no ser porqué uno de los orcos tuvo la oportunidad de apuntarle con arco y flecha a la dama Arwen. Y disparó sin dudar.
—¡Arwen!— Aragorn gritó, desesperado. Nadie era lo suficientemente rápido par desviar la flecha.
Pero sí para recibirla en su lugar...
Arwen vio, shockeada, como Legolas llegaba justo a tiempo para ponerse delante de la dama elfica y que la flecha se clavara en el vientre.
Al instante en que esta se incrustó en su estómago, el elfo supo que no era una flecha común. Se tambaleó y cayó de espaldas inevitablemente.
—¡Legolas!
Aragorn le cortó la cabeza al orco del arco con una furia que nunca nadie a visto. Ese era el último que quedaba en pie. Habían ganado pero ¿a qué precio? Cuando volvió a alzar la cabeza, se encontró con que todos los demás ya rodeaban el cuerpo de Legolas. Dejó caer el arma en el piso y corrió hacia él.
—¡Legolas! ¡Legolas!
El elfo respiraba entrecortado con los cerrados y la expresión contraída por el dolor, Arwen le sostenía la cabeza y le acariciaba el cabello con lágrimas en los ojos, mientras que Gandalf revisaba la gravedad del daño que la flecha había provocado.
—Dios mío— Aragorn se agachó y miró a Gandalf—. Se salvará ¿cierto?— le temblaba la voz.
Gandalf no respondió al humano, en su lugar, se dirigió a Legolas.
—Tengo que sacar la flecha ¿estás listo?
Legolas asintió lentamente con la cabeza y Aragorn le tomó de la mano, gesto que el elflo correspondió apretandola.
—Bien,a la cuenta de tres... 1 ...
¡2!— la sacó sorpresivamente y elfo ahogó un jadeo, apretando con mas fuerza la mano de Aragorn.
El humano rasgó una manga de su propia camisa y la uso para detener la hemorragia.
—¿Se...se pondrá bien?— se atrevió a preguntar Frodo, mientras que Aragorn levantaba a Legolas estilo princesa y lo llevaba hacia el caballo más próximo.
—Claro que si— Gimli fue el que respondió, con una seriedad en la que intentaba ocultar su preocupación—. Legolas es fuerte.
Aragorn subió a Legolas al caballo, luego se subió y, sin esperar nada ni a nadie, comenzó a cabalgar hacia el castillo.
—A-Aragorn...— el elfo balbuceo, a punto de caer inconsciente.
—Shshsh— el humano lo hizo callar—. Vas a estar bien, todo va a estar bien.
Pero... ¿se lo decía a Legolas o estaba intentando convencerse a si mismo?
....
—Resiste Legolas, por favor— Aragorn se veía desesperado cuando deposito suavemente al elfo en la cama—. Sólo un poco más, yo te curare.
El elfo abrió pesadamente los ojos intentando encontrarse con los de él.
—Aragorn, necesito decirte...— una tos seca lo interrumpió.
—Me lo dirás, Legolas— el humano hizo un esfuerzo por no romperse—. Cuando estés bien me lo dirás ¿si? Ahora concéntrate en mantenerte despierto.
—Te amo...— susurró Legolas y cerró inevitablemente los ojos.
—¡Legolas! — Aragorn lo llamó desesperado—. ¡Legolas!
Llegaron entonces los curanderos, justo a tiempo.
El presunto rey ahora entre lágrimas sólo pudo susurrar:
—Yo también te amo Legolas...
....
Con ayuda de Arwen, Gandalf y el sanador más fiel del reino, Merkiel, lograron cerrar la herida de Legolas y estabilizarlo.
—Tranquilo— el mago sobó la espalda de Aragorn, quien no se había apartado de Legolas ni un segundo—. Ve a descansar, el va a estar bien.
El humano negó con la cabeza, necio.
—Quiero estar aquí cuando despierte.
Y así fue.
Cuando Legolas Hojaverde abrió los ojos, lo primero que vio fueron los orbes marrón grisáceo del humano.
—Aragorn— el elfo medio
sonrió—. Te ves...fatal.
Aragorn quiso llorar de alegría y le acarició la frente en un gesto de sincero afecto.
—Déjame decirte que no te ves mucho mejor que yo.
El elfo soltó una risita que rápidamente cambió por una mueca de dolor.
—Ay— se quejó—. No deberías hacer reír a alguien que fue herido en el estómago.
Aragorn cambió su expresión a una preocupada al instante.
—¿Aún te duele?— todos sabían que eso era muy extraño en un elfo—. ¿No está sanando?
—Tranquilo, sanará— respondió Legolas, aunque no podía negar que también le preocupaba aquella irregularidad. Se enderezó como pudo—. Lo que pasa es que es la primera vez que me hieren de forma tan certera.
El antiguo montaraz quiso agregar algo, pero la llegada de Gimli, Gandalf y los Hobbits impidió que pudiera hacerlo.
—Maldito elfo— protestó el enano al entrar—. ¡Casi nos matas del susto!
—¡Legolas! ¡Legolas!— los Hobbits saltaron a la para a su cama, dándole abrazos con lágrimas en los ojos.
El elfo soltó una risita.
—Tranquilos, tranquilos.
Gandalf hizo sonar su bastón en el piso.
—Ya ya, pequeños Hobbits, dejen que Legolas descanse.
Entre sonrisas, parecía que todo había pasado. Sin embargo, pasaron por alto algo realmente crucial.
La herida no está sanando como debería.
¿Qué iba a ser de Legolas?
....
Próximamente viene el misterio de estos orcos y el verdadero drama de la herida de Legolas.
¿Cuánto estará dispuesto a hacer Aragorn para salvar a su elfo?
Eso. Nos leemooos💕
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