Capítulo 4
Las manos le sudaban y el pulso era el de un corredor de maratón, pero Baekhyun no había corrido ni una cuadra, era el simple hecho de caminar desde la puerta de su casa hasta la entrada de la casa Park lo que lo tenía taquicárdico. El miedo le recorría el cuerpo. Su cerebro le decía que había grandes probabilidades de ser echado a la calle de una patada. Añadiendo el sublime defecto de su inexperiencia en los negocios. Baekhyun era médico, no administrador ni empresario, pero quizás debería empezar a serlo, así sería más fácil llevar la propiedad y dejar de parecer un ignorante en temas económicos como seguramente en ese momento lucía.
-El amo los recibirá en el estudio -indicó el mayordomo-, síganme, por favor.
El camino por el pasillo fuera de la sala hasta el despacho del Señor Park era como caminar hacia la guillotina, cuando un maleante condenado sabe que su fin es inevitable y ve el filo de la mortal hoja de acero que le arrebataría el último respiro. Así se sentía.
Su abogado, el Señor Johnson, venía tras de él, trayendo en su maletín los documentos del contrato, la deuda, entre otros. Así mismo, lo acompañaba el administrador de la propiedad para negociar los pagos en cuotas más cómodas.
-Pasen.
Chanyeol lo recibió sentado en el sofá frente a su buró, llevaba un par de hojas en la mano que Baekhyun reconoció como el documento original de endeudamiento. Entraron y bajo pedido del Señor Park tomaron asiento frente a él en un mullido sofá de gamuza negra. Las sudorosas manos de Baekhyun estaban apretadas sobre su regazo, jugando con sus dedos por la intranquilidad. Chanyeol lucía serio, aunque eso no era de extrañar, mas eso solo le dijo a Baekhyun que su situación seguía como la temible Guerra Fría.
-Entiendo que están aquí para tratar el tema de su deuda y por ello me tomé la libertad de pedirle a mi abogada, la Señora Smith, que viniera. Ella fue la encargada del aspecto legal del trato entre Siwon y yo.
Janeth Smith era una mujer de un metro sesenta aproximadamente, cabello rubio miel hasta los hombros, y vistiendo un elegante traje azul marino de dos piezas; su rostro lucía una edad de cuarenta años, pero aun así muy atractiva con las cejas rectas, los ojos verdes escrutadores y los labios en un rictus angustiante.
Baekhyun soltó un suspiro.
-Es un gusto conocerlos y a usted señor Baekhyun, he escuchado cosas maravillosas sobre su labor médica.
-Es un placer conocerla, Señora Smith -respondió el nervioso chico con una débil sonrisa en el rostro.
-¿Puedo ofrecerles algo de beber? -preguntó Chanyeol, pero sus ojos estaban firmes en los de Baekhyun -. ¿Tal vez té, vino o...?
-No, gracias, yo no bebo -indicó Baekhyun -. Si fuera posible un té lo agradecería.
Chanyeol asintió, preguntándose internamente el porqué de su reticencia a beber licor, quizá por aquel evento que difusamente se repetía en su cabeza.
-Té, gracias -dijeron al unísono el administrador y el abogado de la propiedad Choi.
-Ahora, quisiera que me permitan explicarles el trato que mi cliente, el Señor Park, y el Señor Choi realizaron hace años. En 1962, dada la mala cosecha de ese año y los anteriores, el Señor Choi contrajo una deuda con el banco por treinta y cinco mil libras exactamente; sin embargo, los intereses la hicieron de, al tiempo que le tocó saldarla, cincuenta y cinco mil libras. Lamentablemente no tuvo el dinero para pagarle al banco, además de tener una nueva deuda.
-¿Una nueva deuda? -repitió Baekhyun desconcertado.
-Tu hermana Hyuna gustaba de los juegos de azar durante esa época, en una de esas ocasiones la deuda fue demasiado grande como para que ella pudiera cubrirla -explicó Chanyeol-. Su esposo se negó a pagar, según me dijo tu padre, y ella en medio de la desesperación acudió a Siwon para que le diera el dinero.
-¿Cuánto era lo que debía?
-Quince mil libras -dijo, exhalando un suspiro.
«Quince mil...», repitió Baekhyun en su cabeza y el número le dio vueltas hasta la locura. Se preguntó qué clase de juego o personas otorgaban una línea de crédito tan alta. Resolvió que debía tratarse de algún casino muy particular con una clientela muy selecta, personas que pudiesen perder mucho dinero sin que eso los afectase en demasía.
En su mente también se formaron imperiosos insultos en contra de su insensata hermana que puso en peligro todo su patrimonio familiar, además de la estabilidad emocional de su pobre padre por un ridículo juego en el que apostó lo que no tenía. Esa noche tendría que hacer una llamada a la causante de su dolor de cabeza; debía hablar con Hyuna y exigir una explicación de su inmadurez.
-Pero..., creí que mi padre pidió más dinero para poder pagar los costos de producción de esa temporada.
Una sirvienta vestida de uniforme negro con blanco entró llevando entre sus manos una charola que contenía una tetera humeante, tazas, bocadillos y cubos de azúcar.
-Tu padre me dijo que quería ocultar este problema incluso de su abogado, que sería quien se enteraría del trato en el momento justo para no preocupar a tu familia, y por ello lo encubrió como costos de producción. Me pidió setenta mil libras al cinco por ciento anual y en un plazo de cuatro años, por lo que actualmente es de ochenta y cuatro mil libras.
-Maldita sea -refunfuñó Baekhyun dejando se cabeza caer.
-Siwon iba a pagar la deuda hace un año, de hecho, sé que, tras realizar un exitoso negocio en el extranjero, él tenía el suficiente dinero para pagar al menos el sesenta por ciento de la deuda, lamentablemente cayó en cama y su salud necesitó de todo el dinero disponible para curarse, aunque poco después falleció.
-¿Por qué usted no me dijo sobre esto antes?
-Creí que te lo dijo dado que tu heredaste la propiedad y por ende sus deudas. De todas maneras, pasabas por un momento difícil aun digiriendo su pérdida, así como la culminación de tu instrucción universitaria, y me pareció injusto hacerte pasar por algo así cuando tenías ya otras cosas de las cuales preocuparte.
Y se lo agradecía, pero eso no quitaba el hecho de que Baekhyun se sentía engañado y utilizado. No podía juzgar a su padre pues murió antes de mencionárselo siquiera, aunque sí pudo incluirlo en su testamento. Entonces pensó que haber sabido antes o después no haría la diferencia, no ahora. Lo importante era lograr que Chanyeol accediera a renegociar la deuda y así librar tanto a su bolsillo como a su alma de semejante carga. Sin embargo, por algún motivo su corazón le decía que convencerlo sería en extremo difícil, por no decir imposible. Ese mal presagio le hacía temblar.
-Siendo así, ¿cómo podemos arreglar este embrollo?
-Lamento decir que en estos momentos necesito el dinero con la mayor rapidez posible.
No, eso no era lo que Baekhyun quería escuchar.
-Pero no dispongo de ochenta mil libras y ahora no puedo pedir un préstamo al banco; ya tengo uno para pagar mi educación por lo que no me darán otro y menos de semejante cantidad.
Un silencio tormentoso se apoderó del salón. Nadie decía nada. Ni su abogado ni el abogado de Chanyeol, mucho menos el administrador. Y ese depresivo ambiente solo aumentaba la miseria de Baekhyun, como si ese silencio significara que su peor pesadilla está por cumplirse.
-¿Consideraría, Señor Park, que le pague la deuda..., en un periodo..., un tanto más largo? -preguntó avergonzado, sabiendo que cada palabra salida de sus labios no lograría convencer al mayor. Era una batalla perdida, pero para que fuese una batalla se necesitaba que él también peleara, y lo haría.
-Baekhyun, yo no puedo permitir eso -dijo, y en su voz saltó un tono de culpa por negarse a la petición-. Actualmente necesito el dinero con suma urgencia.
«¿Y yo no necesito el dinero?», se preguntó Baekhyun irónico.
No tenía dinero para saldar la deuda, sus cuentas eran escazas de fondos debido a la universidad, y los ingresos de la producción de la propiedad bastaban para cubrir los gastos de los empleados y para que Baekhyun tuviese un respiro. No podía quitarles el sueldo a sus trabajadores, tampoco podía despedirlos porque les quitaría el sustento a muchas familias y no tendría quienes se ocupen de la tierra. Y solo le quedaba...
-No tengo dinero -repitió parcamente, elevando su entristecido rostro-, así que no sé cómo puedo pagarle tal suma.
-De hecho, joven Choi, sí tiene algo con lo cual pagar, su patrimonio -mencionó la abogada con calma sorprendente.
El aire se le cortó momentáneamente y su alma pareció abandonar su cuerpo. La desoladora idea de perder lo único que tenía le estremecía de pies a cabeza, como si la muerte le acariciara el cuerpo. Cada momento que pasó en su infancia, rodeado de la hierba verde, de las flores de su madre sembradas en el jardín lateral, su casa. Baekhyun vio a su padre desvivirse por ese pedazo de tierra, lo moldeó hasta convertirlo en su amado hogar. Era impensable perderlo.
-¿Habla de la propiedad de mis padres, mi hogar?
-Según sé, la propiedad de su padre está valorada en más poco más de ciento cincuenta mil libras -comentó la mujer.
-¿Y qué debo hacer entonces, vender más de la mitad de mi herencia? -masculló disgustado por la insinuación de la mujer.
-Si es que usted no puede pagar sus obligaciones y siendo que el plazo se ha vencido ya, no le quedaría más remedio que entregar su propiedad como pago.
Y se quedaría sin nada. Ese sería el temible final.
-N-no puedo.
-De no cumplir, bien podría ser enviado a la cárcel.
Lo que faltaba, la exquisita cereza del pastel.
-Señora Smith, es suficiente -bramó Chanyeo lal escuchar la amenaza de su abogada.
El rostro pálido de Baekhyun le dijo al Señor Park que estaba próximo a desmayarse, tan descompensado por las emociones negativas que la deuda le causaba.
Cuando su abogada y el administrador le recordaron que el plazo de la deuda había vencido ya, Chanyeol se negó a recuperar su dinero, pero la situación de su propiedad era compleja. Para lograr el crecimiento que esperaba ese año necesitaba el dinero de regreso para comprar una propiedad del otro lado del río, así expandiría su territorio para la crianza de caballos, así como empezaría la producción de cerveza de barril. Necesitaba espacio para sus caballos como para una construcción donde se haría y almacenaría el licor. Así lograría aumentar los ingresos de su negocio.
Ahora bien, cualquiera podía decir que Park Chanyeol no necesitaba ese dinero considerando el abundante patrimonio que poseía, pero mucho de ese patrimonio ya lo invirtió en ese nuevo negocio, y no recuperar el dinero prestado significaría botar no solo ese dinero a la basura sino el resto de su patrimonio. Él podría ir a la bancarrota.
-Señor Park, realmente quiero saldar la deuda; sin embargo, pagarla de contado como me lo pide es imposible. Yo podré no saber de finanzas o administración, pero tengo muy claro que esa cantidad no la tenemos líquida.
Lo comprendía a la perfección. Él mismo siendo más joven, al poco tiempo de separarse de su familia y empezar pequeños negocios, se vio envuelto en problemas similares, pero él encontró un gran hombre que le supo enseñar más cosas que su propio padre, alguien que le tendió la mano cuando las deudas estaban por ahogarlo dada su inexperiencia. Ese hombre era el padre de Baekhyun, Choi Siwon. Y en su nombre no pretendía hacer la vida de Baekhyun una miseria, no quería quitarle nada, solo recuperar el préstamo para poder continuar. Le debía mucho al hombre.
-... Entiendo que mi padre logró pagar una parte de la deuda.
-Alrededor de veinte y dos mil libras, así es, pero debo decirte que esa cantidad solo cubre los intereses y un par de miles de libras del capital inicial, quizás.
-¿Y entonces? -preguntó con la voz rota-. ¿Eso significa que he perdido mi hogar y todo por lo que mi padre luchó?
Chanyeol frunció los labios, incapaz de darle una respuesta directa. Los ojos acuosos de Baekhyun amenazaban con desbordar un caudal de gruesas lágrimas forjadas por la impotencia, más se dijo a sí mismo que debía tener algo de dignidad ante tal situación pues llorar frente a todas esas personas solo terminaría por dar su derrota a conocer.
Tomó una respiración antes de hablar.
-... Supongo que no me queda de otra sino darle la propiedad de mi familia en pago de la deuda -dijo seco, no demostrando la tormenta que el dolor de sus propias palabras le causaban-. Puede hablarlo ahora con mi abogado y el administrador de la propiedad; yo tengo que irme. Discúlpenme.
Sin esperar una respuesta y evitando las miradas de lástima que sus acompañantes le dirigían, salió del despacho y cruzó el pasillo casi corriendo ignorando cualquier pregunta que le hacían los empleados de la casa. Llegó a la puerta de salida y a carreras se dirigió a su casa, aquel lugar donde dio sus primeros pasos y que lo vio crecer como un hombre, ese lugar que acababa de entregarle a alguien más.
Estaba ahogándose en llanto y miseria de la cuarta pérdida más dolorosa en su vida. La primera fue la de su madre, seguido por perder la oportunidad con el hombre que fue su amor platónico por varios años y que se casó con una hermosa mujer, y la tercera era la trágica muerte de su padre. Ahora ya nada le quedaba, solo su pasión por la medicina que esperaba lograra sobreponerlo del dolor.
Así de simple, en pocos años la vida le quitó tanto de lo que amaba, y se preguntó qué más le depararía el desdichado destino.
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