Capítulo 3


84,000 libras esterlinas de deuda.

Eso decía el documento que le trajo en la mañana el administrador que hace más de un año contrató para que llevara la producción de la propiedad Choi, poco después de recibir su herencia. Ese tiempo en manos del contable y del administrador fue sumamente fructífero para la propiedad; sin embargo, ahora aparecían antiguas deudas cuyo plazo para pagar se había cumplido. Baekhyun estaba molesto pues nunca en ese año nadie le dijo que tenía una deuda de semejante magnitud. El abogado de su familia estaba ahí presente también para explicarle las consecuencias legales del impago de la deuda.

—¿Cómo, en todo el año que llevan ustedes trabajando aquí, no supieron sobre esto? —bramó él.

—Los documentos sobre esta deuda no constan dentro del balance de producción de la propiedad, ni sobre ningún informe financiero —expresó el administrador—. Al parecer era algo informal.

—Mi padre nunca ha tenido deudas de ese tipo.

—Al parecer sí, Señor Choi —indicó el abogado, el Señor Jonhson—. Su padre contrajo una deuda muy alta con un conocido, y, según figura dentro del documento, era para salvar la propiedad de ser vendida por el banco.

—No entiendo. ¿Estas tierras estaban en peligro de ser rematadas por el banco?

—Permítame explicarle —comenzó diciendo el abogado—. La propiedad Choi tuvo una mala producción hace siete años por lo cual su padre solicitó un crédito al banco con el fin de sobreponer las pérdidas, el crédito era aproximadamente de treinta mil libras; sin embargo, el esfuerzo fue en vano pues solo logró recuperar una parte de lo invertido y los intereses empezaron a incrementar la deuda.

—Yo no sabía que teníamos una deuda tan grande, ni mucho menos que la propiedad tuviese una mala racha.

—Entiendo que durante esa época usted pasaba más tiempo en la universidad que aquí en la propiedad, además, conociendo como conocí a su padre, puedo asegurar que no quería preocuparlo.

—Debió decirme. Yo pude empezar a trabajar y...

—Joven Baekhyun —le interrumpió el abogado—, su padre estaba muy orgulloso de su futuro y no echaría tantos años de arduo trabajo por una deuda. Él quería verlo feliz.

Su padre era demasiado bondadoso, e indudablemente siempre antepuso la felicidad de su familia a la suya propia. Pero no debió guardarse semejante carga, no cuando estaba matándolo de la preocupación. Ese, consideraba Baekhyun, era un error muy común de los padres, no hacer partícipes a sus hijos del estado real de sus vidas, como si lo bueno y lo malo no les afectara. No eran conscientes de que esas ocultas preocupaciones crecían y provocaban estragos más grandes que si las contaran. Baekhyun sufría esos estragos ahora.

—Usted dice que la deuda era con el banco, una deuda de treinta mil libras esterlinas, entonces, ¿cómo una deuda con un banco es informal?

—Porque la deuda con el banco fue pagada con otra deuda —explicó el hombre mayor—. Cuando esa deuda fue pagada, los intereses la hicieron de cincuenta y cinco mil libras esterlinas, tres años después de haberla contraído. El Señor Choi pidió dinero a un amigo para no solo salir del problema con el banco sino también para cubrir la producción de ese año.

—Ese nuevo endeudamiento funcionó, joven Baekhyun —señaló el administrador, un hombre de no más de treinta años, pero con una experticia increíble—. La propiedad tuvo una excelente producción de sidra de manzana y las ventas aumentaron; sin embargo, no alcanzó para cubrir por completo la deuda que se contrajo.

La mente de Baekhyun estaba en un carrusel sin fin que se alimentaba de las palabras de los hombres frente a él, como si esas malas noticias nutriesen el mecanismo y provocasen que su cerebro girase más rápido. Estaba seguro de tener una migraña muy pronto.

—¿Cuánto de la deuda hemos logrado pagar?

—Lamentablemente, en una deuda lo primero que se paga son los intereses, si bien su padre consiguió adelantar parte del pago del capital pedido, solo se canceló diecisiete mil libras además de los intereses de cinco mil libras esterlinas. Un total de veinte y dos mil libras saldadas.

—Maldición —masculló Baekhyun, sobándose el puente de la nariz con los dedos de su diestra—. Usted sabía sobre esto, ¿no es así? —le preguntó al abogado dándole una mirada ceñuda.

—No, joven Baekhyun, su padre no consultó conmigo sobre este nuevo contrato. Yo supongo que se hizo con el abogado de la otra parte.

—¿Y quién es el acreedor? —preguntó el muchacho Choi, bastante interesado en saber la misteriosa identidad del hombre que le causaba dolores de cabeza.

—Park Chanyeol.

Ese nombre...

Oh, eso parecía un torpe giro del destino.

—Maldita sea —farfulló el joven, reprimiendo el deseo de golpear su cabeza contra la mesa.

Una broma, eso debía ser, se dijo Baekhyun, aunque ni el administrador ni el abogado eran hombres que jugasen de esa forma con un tema tan delicado, ni el mismo lo haría. Pero era su única esperanza. No podía deberle tanto dinero a Park, eso solo significaría tener que hablar de nuevo, y no lo hicieron desde..., desde ese incidente. Pasaron meses, alrededor de cuatro, en los que ni una sola palabra se dirigieron, quizás porque la vergüenza era tan atroz que les impedía verse a la cara.

—Pero, si usted no sabía sobre esto, ¿cómo se ha enterado?

—Porque el plazo para pagar se ha vencido y el Señor Park exige el pago de la deuda.

¿Cómo podría pagar una deuda semejante?

No podía mentir y decir que la propiedad estuviese pasando un mal momento, todo lo contrario, la producción de esa temporada era excelente e incrementaría el capital Choi; sin embargo, obviamente, no alcanzaría para pagar ochenta y cuatro mil libras esterlinas al contado. Necesitaría ir con él y hablar sobre una renegociación.

—Sé que el Señor Park es un hombre sumamente ocupado, si pudieran concertar una cita con él para hablar sobre la deuda y una forma factible de pagar...

—Hablaré con él —aseguró el abogado antes de que se retirara luego de recoger los documentos que el abogado de Park Chanyeol le entregó esa mañana cuando exigió el dinero.

Baekhyun se quedó a solas con el administrador y el contador, ninguno sabía qué decir; los financieros lucían algo angustiados y eso no tranquilizaba a Baekhyun. Su corazón estaba agitado, bombeando tan rápido que casi dolía.

—¿Qué posibilidades hay de pagar la deuda?

—¿Sin una renegociación? Ninguna —respondió el administrador con tono seco.

¿Y si Chanyeol no quería renegociar?

Baekhyun empezó a hiperventilar por el miedo que esa pregunta le causó, mas se dijo que primero debía intentar convencer al hombre de ayudarlo. No obstante, eso sería difícil, especialmente luego de su encuentro hace meses. No eran amigos ahora, o eso creía Baekhyun. El uno evitaba al otro como si fuesen completos desconocidos.

—La propiedad cuenta con un buen capital, pero en bancos todo el dinero se dirige para pagos de salarios y el mismo mantenimiento de la propiedad. Lo único realmente valioso es esta tierra.

Baekhyun les pidió que se retiraran, necesitaba estar a solas, quizás llorar por la impotencia y el miedo que le causaba tan desconocida situación. Quiso maldecir a su difunto padre por no contarle sobre la deuda, pero recordó las palabras del abogado. No, su pobre padre solo se esforzó por educarlo y darle lo mejor, lo libró así de las preocupaciones, y eso se lo agradecería eternamente, pero ahora..., ahora se sentía perdido. Nunca en su vida estuvo más desorientado, tal vez excepto ese día.

El día del incidente.

Su mente trajo ese recuerdo tan doloroso.

Hace cuatro meses, al inicio de diciembre, se llevó a cabo una pequeña celebración por las próximas fiestas navideñas y de año nuevo en la finca del alcalde de Salisbury, James Reginald, un hombre de cuarenta y tantos, rubio y atractivo en apariencia, no así su temperamento. Toda la ciudad estaba invitada y Baekhyun, por presiones sociales, accedió a ir. La propiedad estaba decorada con guirnaldas de luces de muchos colores colgadas entre los árboles, luces en todo el territorio y decorativos aquí y allá. El público era incontable y agobiante en demasía.

Siendo el final del otoño, el viento era helado y se empezaba a sentir ese aire invernal característico de la época. Baekhyun estaba arrepentido por su torpe elección de ropa pues al parecer no era suficiente contra el frío. Una camisa rosa palo, un jean azul que envolvía con sensualidad sus piernas, un saco negro y zapatos converse negros.

Mirando a su alrededor se sintió brutalmente solo, ninguno de sus amigos de la universidad estaba en la fiesta a pesar de así haberlo prometido, seguramente estaban más interesados en terminar la tesis que en bailar cerca de una fogata. Tomó una cerveza de la mesa y se dirigió lejos del pandemónium, recorriendo el sendero olvidado que lo llevó hasta una arboleda profunda donde ya no había otra luz sino la de la luna. Su visión se entorpeció un poco, pero al poco tiempo consiguió acostumbrarse para seguir caminando. Llegó hasta el fin de la propiedad, y junto a la valla blanca que limitaba el terreno encontró una oscura figura, alta y robusta. Parecía la silueta de un hombre.

En medio de su ensoñación, tropezó con una raíz suelta, su falta de precaución lo llevó a caer de bruces al piso; la botella de cerveza se rompió, y al quebrarse el cristal su filo abrió la carne de la palma derecha de Baekhyun.

—Carajo —jadeó al sentir el típico ardor seguido por una curiosa picazón en su palma. Puesto de rodillas, llevó su mano cerca de su rostro para apreciar la herida. La sangre cubrió rápidamente su mano, incluso manchó su camisa y su saco.

Escuchó el crujir de ramas y hojas secas al romperse, y al levantar la vista divisó esa figura desconocida que se acercaba a él. Sintió miedo, claro, esa figura podía ser la de un delincuente que se aprovecharía de su situación, aunque no traía mucho consigo, de todas formas. Quizás era un asesino esperando a la víctima perfecta.

—¿Estás bien, Baekhyun? —le preguntó la figura.

¿Se conocían?

Baekhyun no podía decirlo dado que no veía del hombre sino sus botas militares y un pantalón negro. No obstante, la voz era..., quizás fantaseaba mucho, pero le parecía la voz de Park Chanyeol. Se dijo que no podía tratarse de su vecino. Todos en la ciudad sabían lo ermitaño que era el hombre, así que resultaba sumamente raro verlo involucrado en algún evento social.

—¿Quién eres? —preguntó Baekhyun haciendo resonar su voz contra los árboles desnudos.

El rostro del hombre se dejó ver, saliendo de entre las sobras generadas por las ramificaciones de los árboles. Ese rostro que tan bien conocía él. Sí era Chanyeol.

—Señor Park —jadeó el joven.

—Estás lastimado —mencionó Chanyeol reparando en la sangre que no dejaba de salir de su mano.

Chanyeol se arrodilló frente a Baekhyun entre tambaleos, y asentó a su lado una botella de licor casi vacía. Tan cerca, el muchacho Choi notó aquel particular aroma a alcohol proveniente de Chanyeol, debía estar algo ebrio.

—Estoy bien.

—Deja que sea yo el doctor esta vez, ¿sí? —pidió con una sonrisa socarrona.

Baekhyun no podría nunca negarse a esa sonrisa.

—Debes ser cuidadoso al caminar, especialmente cuando no sabes lo que hay al frente —dijo como un padre reprende a su hijo. Chanyeol tomó la botella de alcohol y vertió una generosa cantidad sobre la herida, el ardor provocó un feroz estremecimiento en el cuerpo de Baekhyun.

—¡Agh!

—Ahora sabes cómo sufren tus pacientes cuando limpias sus heridas —bromeó el mayor.

—¿Fui así de cruel?

—No, tú tienes completo tacto y cuidado; yo, por otro lado, carezco de cualquiera de esas cualidades.

Chanyeol sacó del bolsillo izquierdo de su chaqueta un pañuelo de seda blanca, con el envolvió la mano de Baekhyun cubriendo la herida, al menos así evitaría que se lastimara más de lo que ya estaba. El tacto de sus callosas manos sobre las de Baekhyun, que eran más suaves, resultaba ser..., como el encuentro el fuego con el hielo, un choque fortísimo, aunque por demás adictivo. Esa cálida sensación les generó, a ambos, emociones no muy distantes unas de otras.

—... No creí encontrarlo aquí —mencionó cauteloso, no queriendo ofender al hombre llamándolo antisocial.

—Me encontré forzado a venir. El alcalde no es una persona que acepte un no con facilidad.

—Ahora entiendo porqué está usted aquí, tan apartado de todos.

—¿Y tú? —le preguntó, uniendo su oscura mirada con los orbes celestes de Baekhyun —. ¿Cuál es tu excusa?

Una sonrisa débil apareció en los labios de Baekhyun, formándose temblorosa en las comisuras e irguiéndose ligeramente contra sus mejillas.

—No quería venir, pero me sentí obligado igual que usted. Pensé encontrar a algunos amigos de la universidad, mas ellos están más enfocados en el último tramo antes de graduarnos.

—A veces es necesario tomarse un respiro.

Los brazos de Chanyeol de envolvieron alrededor de la cintura de Baekhyun, y con impulso se irguió sobre sus pies, y con él a Baekhyun. Estaban muy cerca, demasiado para el juicio tambaleante de Baekhyun que se derretía como su propio cuerpo bajo el tacto tosco del mayor. Sus pechos se rozaban, dejando que el calor del otro se fundiera con el propio. Las mejillas del joven médico se tiñeron de un rojo furioso al reparar en la cercanía entre Chanyeol y él, cara cara, demasiado cerca y demasiado tentador. Era como una atracción magnética inexplicable.

—Quizá deberías ir con alguien que revise la herida —sugirió Park, alejándose de aquel cuerpo ardiente que derritió sus muros por un segundo.

—No es gran cosa, en realidad, la sangre es muy escandalosa.

Ante la poca visibilidad que la noche les dejaba, Chanyeol ayudó a Baekhyun a caminar sobre la revuelta tierra hasta la valla, en silencio y como si fuesen viejos amigos, así la incomodidad no existía. Era extraño puesto que, siempre que se encontraban, a pesar de hablar, aún existía esa vibra inexplicable que llenaba el ambiente hasta volverlo incómodo. Chanyeol siempre lo atribuyó a la diferencia de edades, siendo él mayor que Baekhyun era entendible que el jovencito se sintiese de alguna forma intimidado, además de la reputación que cargaba a cuestas el Señor Park. En cambio, Baekhyun sabía el porqué de ese aire incómodo. Chanyeol le gustaba, y le gustaba mucho. Ninguna persona enamorada podría actuar normal frente a su amado, a menos claro que tuviese un temple envidiable. Baekhyun no era así. A él le temblaban las piernas al ver a Chanyeol.

—Estás muy cerca de graduarte, ¿piensas irte de Salisbury? —le preguntó, y al hacerlo de su boca salió vaho que se disipó en el aire.

—Lo he pensado, pero aquí está la propiedad de mi familia, la herencia de mi padre y no sé si podría dejarlo todo.

—Quizás para un médico como tú, Salisbury no sea el mejor lugar.

—¿Un médico como yo?

Chanyeol elevó suavemente las comisuras de sus labios en la que se suponía era una sonrisa. Con Baekhyun tendía a sonreír más de lo que hacía con cualquier otra persona. Usualmente siempre era muy serio, con una actitud cual si fuera la parca, pero Baekhyun lograba hacerlo sonreír, aunque sea solo un poco.

Al morir su esposa, y a pesar de sus problemas y diferencias, sintió como si la alegría se fuera con ella. Antes de su muerte tuvieron serios problemas, su matrimonio andaba sobre una montaña rusa de situaciones que lograron descomponer a ambos, pero se seguían queriendo, quizás no como antes, pero aún había sentimientos de por medio. O eso se decía Chanyeol.

Y llegó Baekhyun, con una sonrisa tímida en el rostro cautivando su corazón.

—He escuchado muy buenos comentarios sobre ti como médico —le dijo—. Además, sé que muchos en la ciudad te tienen en gran estima por tu labor.

—Esa es otra de las razones por las que no quisiera irme, aquí..., siempre me siento en casa, es mi hogar, y las personas han comenzado a tener fe en mí como doctor. Sin embargo, si quiero especializarme será mejor irme a Londres o Berlín.

Chanyeol le dio un sorbo a la botella de licor, dejó que el líquido ardiente cubriera su garganta hasta su estómago. Sus sentidos adormecidos empezaron a atrofiarse con cada sorbo que daba, y mientras más hablaba con el joven rubio más quería seguir bebiendo. No porque le molestara la compañía del chico, de hecho, lo disfrutaba, pero ese disfrute se tornaba en ansiedad preocupante, un sentimiento que muy pocas veces experimentaba y que en esta ocasión le atormentaba.

Entre trago y trago llegaron a un tema que nunca creyó hablar con el joven, su situación sentimental, ese sorprendente hecho solo podía deberse a su soltura de lengua producto de la ebriedad.

—No he estado con nadie desde entonces.

—Han pasado muchos años, ¿no se siente solo?

El Señor Park se encogió de hombros con simpleza antes de responder.

—Me he acostumbrado a ello, eso creo.

—Pero..., quiero decir, ¿no extraña estar con alguien?

—Solo a veces, pero debo admitir que no me siento del todo solo

—¿No?

Chanyeol pensó brevemente lo que le diría, sopesó si debía o no ser sincero y, sintiendo el calor del alcohol tomar una decisión sobre su juicio, se dijo que nada malo podría pasar; si algo salía mal bien podría atribuirlo a la borrachera. Después de todo, solo quería una probada de eso que alteraba su corazón, quizás así su ser ya no se inquietaría con tanta facilidad por el muchacho.

Muchas veces maldijo en voz baja esa debilidad.

—Eres un vecino poco común y eso me gusta —comentó, con los ojos fijos en la oscuridad del bosque—. Cuando te veo salir a la universidad, cuando sales a pasear..., verte me hace sentir menos solo.

Baekhyun se sonrojó rápidamente, y se obligó a preguntar:

—¿Por qué me está diciendo esto?

—Porque estoy ebrio, posiblemente, y porque mañana quizás no recuerde esto.

«No quieres recordar lo dulce que has sido conmigo esta noche, tal vez porque tú te has dado cuenta ya lo mucho que significas para mí», pensó Baekhyun, afligido.

El hombre lo miraba ahora, fundiendo sus oscuros orbes con el hielo en los de Baekhyun, una mezcla inusual, pero que funcionaba sin lugar a duda para ellos. Estando hombro con hombro, sus rostros estaban igual de cerca, a unos escasos quince centímetros, y en ese espacio se forjaron los más intensos deseos en la mente de Baekhyun, ansiando profundamente poder cruzar ese océano que los separaba y..., pero no era posible, seguramente Chanyeol lo repudiaría por ello.

—¿Qué es lo que no quiere recordar mañana?

—Únicamente si prometes nunca recordarlo, si esto se quedara enterrado en esta noche, solo así...

Baekhyun ladeó la cabeza cual cachorro, extremadamente curioso sobre eso que causaba tanto alboroto en el interior del Señor Park. Asintió con la cabeza, sintiendo sus entrañas revolverse por el nerviosismo. Siempre fue muy curioso, demasiado para su propio bien y eso mismo tendía a meterlo en problemas. Mas ahora quería probar de esa curiosidad y saciar su ansiedad.

—Lo prometo.

El juramento sellaría una tragedia iniciada con palabras y terminada con un beso. Los labios de Chanyeol atraparon feroces los suaves belfos del joven médico, un roce suave que dejó estupefacto a Baekhyun. Con el alma en los labios, literalmente. Y cuando la primera impresión pasó, su cerebro y su corazón se unieron para decirle que, muy probablemente, nunca volvería a tener una oportunidad así; sus brazos se enredaron alrededor del cuello del mayor y sin cuidado abrió sus labios como una seductora invitación a un beso más profundo.

Chanyeol se sintió abrazado por las llamas del deseo y sin meditarlo decidió probar cada rincón de esa húmeda boca. Degustó jugar con sus lenguas, acariciándose en medio de una morbosa danza que generó satisfactorios jadeos en el jovencito. Le gustó. Disfrutó el beso como si fuera el primero, no obstante, todo llegó a su fin ante la desafortunada necesidad de aire, y al separarse, Chanyeol se dio cuenta del error cometido. Baekhyun era solo un niño. Se apartó abruptamente al ser golpeado por la culpa. Sus ojos se fruncieron, mientras molesto consigo mismo dio un paso hacia atrás dejando desolado a Baekhyun.

—Esto fue una equivocación —dijo y siguió—. Por tu bien y el mío, será mejor que lo olvides.

Park se alejó trastabillando en la tierra y en poco tiempo se perdió de la vista de Baekhyun. Solo se fue, dejándolo con el corazón alocado, temblándole las piernas y con los ojos acuosos. No. Él no quería ser el error de ningún hombre, mucho menos el de Park Chanyeol. Quería ser el acierto que llenase de alegría su corazón, aunque eso solo sucedería en sus más fantasiosos sueños.

Y desde entonces las cosas nunca volvieron a ser las mismas. Ahora veía la pequeña cicatriz en su mano y revivía aquel fogoso momento. Baekhyun aludía que, de hecho, Chanyeol debía recordar todo lo ocurrido esa primera noche de invierno, de no hacerlo no tendría razón para ignorarlo y evitarlo como si fuera la peste. No, ambos lo recordaban y ahora cuando Baekhyun necesitaba la ayuda del Señor Park, ese beso podría significar perder el único recuerdo que tenía de sus padres.

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