Capítulo 26
Rayó el alba de esa friolenta mañana a finales de noviembre. El sol batallaba con las nubes oscuras a su alrededor, pujando la luz para quebrantar el manto de oscuridad, aunque contra el gélido viento otoñal no arremetía contra los árboles.
La casa Choi ahora lucía desolada, aun cuando en el terreno siempre estuviesen los caballos de Chanyeol o los empleados, no muchas personas entraban a la casa, apenas un par de sirvientas a la semana para limpiarla. Baekhyun tampoco había regresado al lugar por lo ocupado que estaba en la clínica, pero esa mañana de domingo decidió pasar por ahí y echar un vistazo a su casa.
El techo de la casa fue cambiado hace tiempo dejando atrás todo rastro de goteras que las adversidades provocaron. Los muebles estaban aún ahí, pulcramente aseados y sin una mota de polvo. Subiendo por las escaleras, Baekhyun se encontró con su antigua recámara, ahí donde tuvo sus primeros sueños y desvelos, el lugar que lo vio crecer. Desde ese cuarto tenía además una maravillosa vista de la propiedad Park. Cuando era un adolescente y su enamoramiento por su vecino inició, solía pasar largas horas frente a la ventana, admirando la rigurosa amabilidad con la que Chanyeol educaba a sus caballos. Sus expresiones, cómo gesticulaba, ¡todo!, todo era un rasgo que el muchacho admiraba.
El lugar era como su guardia secreta y se convertiría en el primer lugar que vería a Baekhyun rendirse a sus hormonas pensando en Chanyeol. Todo ahí estaba aferrado a buenos, malos y amargos recuerdos que aún con el tiempo no se disiparon. Y sería testigo del más cruel momento. Cuando Baekhyun haya saldado su deuda, la casa Park le cerraría sus puertas definitivamente y tendría que regresar ahí para llorar sobre su cama como lo hizo cuando joven. Tendría que ver a Chanyeol cada día, pero ya nunca lo llamaría su esposo, no habría besos teatrales ni caricias amistosas; ya no dormirían en la misma cama ni disfrutarían del tiempo juntos.
Ese era el inevitable futuro.
Desde su lugar en la ventana, Baekhyun vio un auto lujoso entrar por el portón de la propiedad de su marido, recorriendo el camino de tierra hasta llegar frente a la casa, ahí su chofer lo estacionó. Una mujer alta y morena salió del vehículo, contoneando sus caderas a cada paso sobre unos tacones por los cuales Baekhyun sintió vértigo. El mayordomo de la casa la saludó, aparentemente la conocía, y la dejó pasar al salón. Baekhyun, por supuesto, sintió la curiosidad crecer como una gruesa enredadera a su alrededor hasta quebrarlo. Salió de casa de sus padres y se dirigió al que, durante un año y medio, se atrevió a llamar hogar. Admiró el coche en la entrada y, aunque no conocía de modelos de autos, sabía que ese era uno particularmente caro, además de ser indiscutiblemente precioso. Entró por la puerta principal, revisando su propio atuendo en su intento de lucir menos descuidado de lo que ese día estaba. No podían culparlo, antes de ir a casa de sus padres tuvo un accidente en uno de los charcos de lodo que dejó la llovizna del día anterior y su ropa lucía totalmente espantosa; él mismo lo admitía.
-Eres terrible, Chan, le prometiste a tu madre llamarme y nunca lo hiciste, y han pasado meses ya.
La voz de la mujer era delicada, sensual y sumamente elegante. Baekhyun sintió algo de envidia pues cuando el trató en su momento de hablar con aquel deje ronco y sensual, falló rotundamente y su novio en aquel entonces rio con ganas. Nunca más lo volvió a intentar y aceptó que esa admirable aptitud no le fue concedida.
-Tal vez mi madre te haya prometido esa llamada, pero yo nunca accedí a ello.
-Ouch. ¿Acaso no ansiabas verme, querido?
-He estado ocupado -se excusó.
-Pero siempre has tenido tiempo para mí.
«No ahora», quiso añadir Chanyeol.
Y Chanyeol sabía que estaba siendo cruelmente grosero con ella, pero en su cabeza solo tenía la imagen de su tétrica madre moviendo los hilos de una muñeca para controlar cada aspecto de su vida y lamentablemente esa preciosa muñeca no era otra sino Sophie. Siempre fue así desde que se conocieron y eso mismo fue lo que lo desquició a tal punto de irse de su casa a temprana edad. Ahora, sin importar cuantos años hayan pasado, su madre seguía empujando piezas sobre el tablero, intentando acertar al menos una jugada.
-Dime, ¿qué negocio tan importante te ha mantenido ocupado?
-Mi esposo -respondió con simpleza, sin inmutarse por la expresión de horror de la mujer.
Baekhyun hizo acto de presencia entonces, saludando a la mujer y ubicándose al costado de Chanyeol en un acto que él mismo catalogó como posesivo, tal cual quisiese demostrarle a la mujer que Park Chanyeol tenía ya un esposo y que ese lugar ella no podría ocuparlo. No sabía porqué, pero esa mujer le dio una muy mala vibra, como si una nube turbia se posara sobre ella.
-Sophie, él es mi esposo, Baekhyun. Baekhyun, ella es una vieja amiga de Birmingham, Sophie Fernsby.
-Un placer conocerla.
-Igualmente -musitó ella entre dientes y añadió en el mismo tono-. Entonces él es tu esposo.
-Sí.
-No me dijiste que te habías casado, mucho menos que se tratara de otro hombre...-señaló Sophie, mirando con soberbia el atuendo sucio de Baekhyun.
-¿Qué la trae a nuestra casa, Señorita Sophie?
-Ansiaba visitar a Chan , y vine a quedarme con él durante diciembre.
Baekhyun se sintió desorientado y tuvo que parpadear repetidas veces para quitar el estupor de su rostro y de su mente. ¿Ella iba a quedarse en la casa..., con ellos? Un visitante no deseado, al menos desde su perspectiva, aunque Chanyeol no parecía más complacido que él. El rostro de Park estaba tan impasible como siempre, pero Baekhyun aprendió a leerlo aun así y la tensión en su mandíbula le dijo que no tomó la noticia con mucha alegría.
-Mi madre no mencionó que te quedarías, si bien me advirtió de tu visita.
-Lo decidí de último momento, además, ansío pasar tiempo contigo y recuperar los años perdidos. -Las pestañas de la mujer se batieron con la sutileza de una mariposa y el encanto de un ave del paraíso, tan coqueta que Baekhyun quiso vomitar.
Chanyeol se vio en una encrucijada. ¿Cómo le decía a Sophie que no podía quedarse por el simple hecho de que no deseaba tenerla como invitada en la casa? Él la conocía bien y sabía las intenciones que la empujaron a la propiedad y por ello mismo no deseaba que se quedara. Un par de veces ella llegó cuando Emily estaba viva y siempre existieron roces entre ellas. Las peleas entre murmullos eran el pan de cada día y Chanyeol estuvo tan harto de ello que se prometió no volver a pasar por lo mismo porque su autocontrol no daría para tanto. Además, no quería ver a Baekhyun en una confrontación con Sophie que, sobre todo, era una competidora de temer y que siempre jugaba para ganar, y Chanyeol parecía ser el premio.
-André, lleva mi equipaje a la recámara que suelo ocupar -dijo con la cruda intención de hacerle entender a Baekhyun que ella era más que una visitante común.
El sirviente acató la orden de la mujer y desapareció por las escaleras al segundo piso. Chanyeol vio, entonces, alejarse su oportunidad para refutar la petición de la mujer y se hizo a la idea de convivir con ella, aunque le doliese el solo imaginarse los escenarios por los que debería atravesar mientras ella estuviese ahí.
-¿Por cuánto tiempo se quedará usted?
-El tiempo que mi Chan quiera.
El descaro de la mujer parecía ilimitado, tal cual el disgusto de Baekhyun. Sophie sonrió con inocencia fingida y se marchó a la estancia, excusándose en que estaba cansada del viaje. Baekhyun gruñó bajito, aunque Chanyeol lo escuchó y le recordó al gato de su madre cuando él era niño. El animal solía gruñirle todo el tiempo y hasta le aruñó la mano en una ocasión. La diferencia radicaba en que, para Chanyeol, Baekhyun 'el gatito' era sumamente adorable.
-Vaya que tienes amigos -comentó Baekhyun bajo el sabor del sarcasmo.
-Lo lamento, esto se me ha salido de las manos.
-Nunca me hablaste de ella.
-No la había visto desde hace muchos años, antes incluso de que Emily muriera.
-Me sorprende, la verdad, que cuando tu esposa falleció, ella no haya aparecido para consolarte.
Chanyeol enarcó la ceja de derecha, curioso por lo que Baekhyun decía y descifrando entre esas palabras el sarcasmo implícito. Sonrió amplio. Esos eran celos, o eso creía él.
-Iré a cambiarme -murmuró antes de caminar fuera del salón y entrar a su recámara para cambiar su desaliñada ropa, y mientras lo hacía murmuraba-: El tiempo que mi Chan quiera.
Su imitación de la fémina no era mala, haciendo la voz aguda y batiendo las pestañas cual cazafortunas, el resultado era sorprendente. Aunque remedarla no le ayudó a menguar la molestia que sentía. Al salir, Chanyeol le dijo que iría a ver a sus caballos, no era una invitación, aunque así lo hubiese querido Baekhyun. Quedándose solo, tomó una taza de té en compañía de Hermes y Darko, los canes jugaban entre sus piernas, incluso le mordieron el tobillo, aunque más que dolor le causó cosquillas. Desde ahí vio a la mujer bajar vistiendo un jean entallado a sus caderas, botas campestres y una camisa blanca peligrosamente transparente. Baekhyun se preguntó si esa mujer sabía que estaban en pleno otoño o no le importaba pasar frío. Sophie ignoró en cuerpo y alma a Baekhyun, pasando de lado hasta la salida trasera que era el acceso más rápido a las caballerizas. Iba por Chanyeol, claramente.
Los caballos relinchaban suavecito, entusiasmados con los juegos y charlas de Chanyeol. A cualquiera le sorprendería lo mucho que ese simple mortal podía conectar con los caballos, como si fueran uno solo, y Sophie siempre admiró aquella aura de poder que emanaba de Chanyeol. Sophie se quedó admirándolo por largo rato, parada en la entrada de la caballeriza hasta que decidió acercarse a ese viejo amigo que desde siempre fue además su amor platónico.
-No has cambiado en nada -comentó ella-. Desde joven siempre amaste los caballos y ellos también a ti.
-Son más tratables que la mayoría de personas que conozco.
-¡Qué cruel eres! Tu pobre esposo ha de sentirse molesto de que lo consideres intratable.
-¿Qué te hace pensar que estoy refiriéndome a él?
-Entonces, ¿a quién te refieres? -quiso saber ella, suponiendo que las palabras de Chanyeol podían ser una indirecta hacia ella.
-La mayoría de la sociedad es intolerante y temerosa de lo desconocido, y eso mismo los recluye en una burbuja.
-Creo que eres tú el que está en esa burbuja, siempre viviendo tan apartado de todos.
-Al menos no vivo en una burbuja que juzga y ejecuta personas con simplemente usar la lengua -replicó Chanyeol, y dejando la conversación de lado le preguntó-: ¿Cómo has estado, Sophie?
-Extrañándote. Han sido largos años en tu ausencia. Nunca volviste a Birmingham y no podíamos vernos con frecuencia aquí.
-Mi vida está aquí y la tuya, allá.
-Tu vida... -divagó ella-. Sí, esta propiedad y estos caballos lo son todo para ti.
-... No hablo de eso. Ahora mis caballos están en un segundo lugar dentro de mi corazón.
-¿Y quién ocupa el primero?, ¿Baekhyun? -casi bramó ella.
-Mi esposo se convirtió en mi vida.
Y lo decía con sinceridad, haciendo uso de esos momentos en los que podía liberar sus sentimientos que por mucho tiempo estuvieron guardados en un baúl cuya llave estaba sellando también los labios de Chanyeol. Era incapaz incluso de decirlo en voz alta cuando estaba solo. Sin embargo, en esta ocasión se permitió desligarse de aquellas palabras que le punzaban la lengua.
El rostro de Sophie se deformó en una amarga mueca de disgusto y apretó los puños con fuerza al intentar contener su ira. A pesar de ser amigos, Chanyeol siempre fue distante incluso con ella. Minho quizás era uno de los únicos amigos de Chanyeol con quien él era verdaderamente abierto. De hecho, Sophie recordaba que con Emily la situación era solo un poco diferente. Emily le supo exigir a su esposo ser cercanos, como una pareja de esposos debía ser. Pero para Sophie aquel matrimonio estaba lleno de inseguridades y de mentiras. Siempre supo que Chanyeol no amaba a Emily, así como siempre deseó saber la razón para haberse casado. Ahora, con este nuevo matrimonio, Sophie sentía que era igual de misterioso que el anterior y, aunque le costara admitir, repleto de sorpresas, como el amor que parecía profesarle Chanyeol a Baekhyun .
-Es un chico afortunado -bisbiseó Sophie, escondiendo la desilusión de su rostro tras una sonrisa fuertemente forzada.
«No lo es. El afortunado soy yo», quiso responder Chanyeol.
-Aunque algo inconveniente -continuó ella-. Siempre quisiste hijos, pero eso no será posible ahora.
Chanyeol asintió vagamente. Cuando era más joven siempre se vio con hijos y una familia estable, muy diferente de su propia experiencia familiar. Sin embargo, nunca logró tener hijos con Emily debido a las propias limitaciones de su esposa. Ella solía decir que era muy joven para tener hijos y que antes de eso debería disfrutar de su matrimonio. En realidad, no haber tenido hijos con ella fue finalmente un acierto porque un hijo nacido de una relación donde el amor no existía solo sería atormentado por la inestabilidad familiar, él mismo lo sabía porque fue su caso exacto.
-Baekhyun dice que ya los tenemos. Darko y Hermes, nuestros perros, son como hijos para nosotros, de una forma muy particular -mencionó vagamente, dando por terminada su charla.
Recordó aquel día cuando Minho llegó a la casa y se topó con la sorpresa de dos perros en casa. Encantadores, claro, pero no dejaban de ser una sorpresa. Baekhyun alegó que fue su regalo de cumpleaños y añadió con una sonrisa:
-Deja de burlarte de nuestros niños, Minho, ellos podrían morderte.
Y Chanyeol fue incapaz de refutar algo en contra de las palabras de Baekhyun. Así de perdido estaba por su joven esposo.
-Perros como hijos..., insólito, pero común -se burló ella, luciendo una sonrisa encantadora-. Es impresionante lo mucho que has cambiado por ese joven en el poco tiempo que llevan de casados. Me pregunto si en algún momento no llegarás a extrañar a tu viejo yo.
No lo haría, aseguraba Chanyeol, pues no podríaechar de menos a un ser tan frío como un iceberg cuando ahora tenía el solentre sus brazos. Pero volvería a serlo, lo sabía.
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