Capítulo 23




Al día siguiente, el 3 de junio, se cumplía el primer año del matrimonio Park y la casa estaba en pleno regocijo, con la alegría regándose como la miel del panal y las abejas pululando a su alrededor. Cada sirviente y trabajador de la casa parecía estar en el borde de la felicidad en ese día en particular y se esforzaban por hacer de ese un día excepcional.

Victoria llegó esa mañana después de que Baekhyun se marchara al consultorio, apenas pudo saludar a Chanyeol antes de que el hombre saliera al pueblo por negocios, así que tenía total autonomía para hacer lo que quisiese con la celebración nocturna de aniversario. En su recorrido por la casa, llegó a la recámara principal y por mera curiosidad entró. Encontró las cosas de ambos juntas y revueltas, la cama tendida y el aroma de sus perfumes combinados. Curiosamente, incluso ese lugar lucía mucho más vivo al igual que el resto de la casa. No había más retratos de Emily ahí ni en el resto de la casa y ello le alegraba. Chanyeol accedió a retirarlos luego de su charla con Victoria hace mucho tiempo y hacerlo fue como expulsar un fantasma que atormentaba esos muros.

Saliendo del lugar, en medio del ajetreo de los sirvientes, escuchó ladridos potentes que la dejaron desconcertada. Creyendo estar loca y así los ignoró, mas una nueva ronda de ladridos le dijo que estaba tan cuerda como cualquiera, y siguiendo los ladridos halló a las criaturas que le hicieron dudar sobre su estabilidad mental. Dos perros medianos de colores chocolate y blanco.

—¡Cristo! —jadeó ella asombrada.

Los canes jugueteaban entre ellos en el prado detrás de la casa, dando vueltas y haciendo carreras, mordiéndose y tirándose entre sí, pero detuvieron la diversión al sentir la presencia de la mujer. Dos pares de ojos se posaron sobre Victoria que no salía del asombro.

—Son el regalo para el joven Baekhyun —indicó el mayordomo aproximándose por la espalda de la mujer.

—¿Chanyeol los ha comprado?

—Así es, Señora. El amo los trajo ayer por la tarde y me pidió ocultarlos hasta que él se los entregue hoy.

—¿Cómo ha podido ocultar a estos animales si parecen ser tan escandalosos?

—El joven Baekhyun llega todas las noches muy cansado, apenas come, se ducha y va a la cama, por lo que no se ha dado cuenta de la presencia de los canes.

—Nunca creí que Chanyeol se atrevería a comprar perros, o cualquier mascota, en realidad, cuando no le gustan los animales de ese tipo.

—Entiendo que su esposo ansiaba tener una mascota y siendo su aniversario pues...

—Aun así, es totalmente increíble. En esta casa puede haber caballos, pero Chanyeol nunca daría cabida a otros animales a los que le costaba educar y los perros representan para él un reto más grande que domar a un pura sangre.

—Esa es la clase de milagros que ha logrado el joven Baekhyun.

Victoria sonrió ampliamente. Cuando supo del matrimonio de su hijo con otro hombre se sintió menos horrorizada que la población en general, pero igual de preocupada que otros muchos pues, si bien ella sabía que su hijo sentía una atracción por los hombres tanto como por las mujeres, nunca tuvo una relación semejante; además, ese hombre tan serio y tétrico sería capaz de espantar a cualquier buen pretendiente. Y entonces estaba Baekhyun que a pesar de todos los defectos de su esposo seguía con él. Ella no podía ser más feliz al saber que su hijo estaba en buenas manos.

Mientras tanto, Baekhyun, que trabajaba como pediatra en la clínica Choi, recibió la muy inusitada visita de Minho en el consultorio. El amigo de su esposo, y actualmente su amigo también, parecía esconder una intención maquiavélica tras de él.

—Debe ser tortuoso tener que trabajar el día de tu aniversario, ¿no es así? Quiero decir, pudieses estar disfrutando de un placentero atardecer a lado de tu esposo —comentó Minho, moviendo sugestivamente las cejas.

—No digas tonterías, Minho, sabes que Chanyeol y yo no tenemos de esos atardeceres.

—Oh, no, mi querido. Ustedes no tienen esos amaneceres porque son demasiado cobardes como para pedirlo en voz alta.

—¿Hablas en serio? —jadeó el muchacho con sarcasmo latente—. Tú mejor que nadie conoces de la falsedad de este matrimonio y que, por eso mismo, no somos esposos de verdad.

—Pero tú eres gay.

Baekhyun torció el gesto.

—Que sea gay no significa que me gusten todos los hombres.

Siempre pasaba. Cuando era un adolescente descubriendo su sexualidad, las personas se mofaban de él diciéndole que, como gay, era promiscuo pues alegaban que le gustarían todos los hombres del planeta. ¡Tonterías! Esos no eran sino bobos comentarios sin fundamento que causaban pena. Era risible pues si él siendo gay debía gustar de todos los hombres, según esa estúpida premisa, entonces a los hombres hetero les debían gustar todas las mujeres del planeta y los hacía igual de promiscuos. Lamentablemente, la lógica de la sociedad no funcionaba de esa forma.

—¿Y no has sentido atracción por Chanyeol?

La pregunta lo tomó desprevenido y por ello la obvia incomodidad se forjó alrededor de Baekhyun que, rígido como la madera, fue incapaz de pronunciar palabra.

—Quiero decir, no has salido con nadie y has pasado todo un año durmiendo en la misma cama que él, y Chanyeol no es desagradable a la vista, aunque me cueste decirlo.

No, no era desagradable a la vista. En realidad, para Baekhyun, Chanyeol era la más erótica y maravillosa visión, tan compleja como atractiva no solo en la burbujeante superficie, sino ese oscuro laberinto que conducía a su corazón, uno en el que él mismo se perdió apenas poner un pie dentro.

—Chanyeol no es gay —se excusó Baekhyun, carraspeando suavemente por la incomodidad.

¿Gay, Chanyeol? Sí, eso se lo creería un desconocido, pero no Minho que era íntimo amigo del acusado y sabía que él estaba perdidamente enamorado de su joven esposo.

—Te sorprendería como pueden cambiar de gustos las personas, son como el viento.

La curiosidad quedó plantada sobre Baekhyun que se preguntaba a qué se debió esa visita tan rara y esas palabras cuya intención desconocía por completo. Minho era una gran persona, en lo poco que lo conocía, pero era tan misterioso como las profundidades del mar. ¡Era un iceberg! Lucía sencillo en la superficie, pero bajo el manto azul ocultaba un enorme misterio que parecía no tener fin.

Minho se marchó poco después dejando a Baekhyun en completa zozobra por visita tan inesperada.

Siendo las seis y media regresó a la casa en medio del agotamiento. Muerto por todos los pacientes que recibió y lo que tuvo que correr en la clínica para conseguir documentos. Chanyeol fue a recogerlo, como hacía casi siempre, aunque Baekhyun poseía licencia de conducir se sentía incómodo al tomar el auto de su esposo por lo que prefería ir y venir en un taxi cuando Chanyeol se lo permitía y no insistía en ser su chofer él mismo. De hecho, sí tuvo coche, uno que era de su padre, pero debido al deterioro del automotor, Chanyeol le sugirió venderlo asegurándole que él sería su chofer personal.

Baekhyun sentía su cuerpo aporreado y rogaba por un baño de agua caliente antes de caer rendido en la cama; sin embargo, al llegar se encontró con el salón de la casa bellamente decorado, con candelabro de iluminados, la mesa decorada con un centro de pino y flores. Los sirvientes estaban ahí también para recibirlo con vibrantes sonrisas.

—¡Feliz aniversario!

El grito al unísono fue chirriante, pero derritió el corazón de Baekhyun ante el cálido sentimiento y sorpresivamente su cansancio pareció desaparecer. Chanyeol parecía igual de sorprendido.

—Hemos preparado una noche especial para ustedes —indicó Victoria con suma felicidad y acercándose a su hijo, le dijo al oído—: Tranquilo, los dejaremos en un momento para su intimidad.

Chanyeol quiso rodar los ojos, aunque eso sería muy grosero de su parte.

La servidumbre de la casa, junto con Victoria, entregaron un regalo a la pareja, una pintura de ellos donde Chanyeol sujetaba la cintura de su esposo mientras sus ojos estaban fijos sobre los de su esposo, admirando al menor; Baekhyun tenía sus manos sobre el pecho de su esposo, con un singular brillo en los ojos que dejaba al descubierto sus más profundos sentimientos. Sus cuerpos apegados parecían uno y el sentimiento que emanaban era fortísimo; el amor era casi palpable. El fondo era de los campos de la propiedad, con los manzanos floridos y el césped crecido. El marco que rodeaba a la pintura era de una preciosa madera cincelada con finas curvaturas y pliegues, pintada con un tono bronce que resaltaba su contenido.

—¡Dios mío, es precioso! —jadeó Baekhyun, enternecido por el regalo.

Los ojos de Baekhyun analizaron cada pequeño detalle, maravillado con aquel momento ficticio plasmado en la pintura, ¡y el sentimiento que mostraba! Aunque era sumamente hermoso, el joven se decía que ese regalo era un desperdicio pues con el paso del tiempo no solo ellos se separarían, sino también desaparecería el amor que nutría esa bella pintura y al final nada quedaría.

—En verdad se los agradecemos —concordó Chanyeol bajo una sonrisa.

Park mandó colgar el cuadro justo sobre la chimenea donde un espacio en blanco aguardaba ser cubierto con una nueva pintura; ahí donde hasta hace años estuvo el retrato de su boda con Emily, mas al poco tiempo de perderla, en un furioso arrebato guiado por la ebriedad, lo destruyó.

—Chanyeol, entrégale tu regalo a Baekhyun —pidió Victoria con gran emoción—. Ansío ver su reacción.

—¿Tienes un regalo para mí? —preguntó Baekhyun, asombrado.

Chanyeol mandó traer el famoso regalo con el mayordomo y en la espera, Baekhyun le dijo:

—Yo he dejado tu regalo en la recámara, ¿voy a traerlo?

Chanyeol se deleitó con la dulce pregunta de su esposo que parecía nervioso de enseñarle su regalo. Él asintió e inmediatamente vio a su esposo correr por el pasillo hasta la recámara.

«Es tan dulce», divagó Chanyeol, incapaz de apartar la mirada de aquel camino que su esposo tomó.

Al regresar, Baekhyun traía entre sus manos en un empaque de plástico el disco de Jenifer, . La música francesa era de gusto de Chanyeol, lo aprendió cuando empezaron sus lecciones de francés durante los fines de semana, y su esposo le comentó que esa cantante en particular le parecía muy talentosa. Así que le pidió a Minho conseguir el disco de la cantante, el que más le gustó a Chanyeol, y lo consiguió en un viaje hace un mes a París.

—Está autografiado —indicó Baekhyun cuando se lo entregó, y agregó—:
Joyeux anniversaire!5

Joyeux anniversaire mon petit ange6—respondió, sabiendo que esas últimas tres palabras Baekhyun no podría entenderlas.

El mayordomo llegó sujetando a los canes con correas enlazadas a sus collares. Los perros ladraron con ferviente entusiasmo y corrieron a las piernas de Chanyeol, jugando contra él y pidiendo atención. Baekhyun miró boquiabierto a los perros, con los ojos brillantes como un niño.

—Este es mi regalo para ti, Baekhyun.

—¿Perros? Oh, Dios, ¡gracias! —chilló el joven en tono agudo, saltando a los brazos de su esposo—. Es el mejor regalo.

Tan inconsciente fue su actuar que sus cuerpos quedaron pegados y sus rostros acariciados por el aliento del otro. Y Baekhyun no pudo evitar sucumbir a sus deseos. Impulsándose sobre las puntas de sus pies, besó los labios de Chanyeol, suave al inicio, pero su propio esposo fue quien quiso más de él y jugó con sus labios para abrirlos y acariciarse lengua con lengua. Pequeños sonidos húmedos se mezclaron con los obscenos jadeos que soltaba Baekhyun, disfrutando del profundo beso que su esposo le daba. Al finalmente separarse, el sonrojo de la vergüenza los embargó y los aplausos de su audiencia aumentó el bochorno. Baekhyun ocultó su apenado rostro contra el cuello de Chanyeol, calmó su respiración y le preguntó:

—¿Esto es también parte de la farsa?

—... Sí —contestó Chanyeol, sabiendo de primera mano a lo que su pequeño ángel se refría. No era simplemente el beso, era todo lo que venía agobiándolos con respecto a su matrimonio.

Pero esa farsa temblaba entre sus labios ante una inminente mentira, tan débil como nunca la creyeron, resquebrajándose por cada beso que se daban, por cada noche que compartían la cama y por cada 'buenos días' que se daban. La farsa se convirtió en una costumbre dolorosa que no querían soltar ninguno de los dos, mas tampoco deseaban admitir que ese matrimonio se volvió la razón para despertarse cada mañana.

5. Feliz aniversario.

6. Feliz aniversario, mi pequeño ángel.

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