Capítulo 15
Llegó diciembre, tan frío y tormentoso, y era ya el tercer mes de Baekhyun como asistente del Doctor Larson, un profesor de su universidad quien lo ayudó para empezar a trabajar en el hospital central de la ciudad. Aunque el hombre fue sumamente amable al ofrecerle su ayuda, Baekhyun bien sabía las razones tras ello. Adolf Larson no era conocido sino por ser un médico que gustaba de usar su jerarquía para aprovecharse de sus subalternos, y en la mayoría de casos los estudiantes eran el blanco perfecto. Sin importar si eran hombres o mujeres, Larson parecía tener una fijación por el dominio y ningún prejuicio sobre la sexualidad.
Era una verdad a susurros que corría por los pasillos de la facultad y sobre la cual nadie podía hacer nada. De hecho, incluso las autoridades lo sabían pues ya en el pasado se presentaron demandas contra el hombre por agresión sexual; sin embargo, por su notable carrera médica nadie podía hacer nada.
Así que para Baekhyun la única esperanza recaía en parecerle poco atractivo al pediatra. No se consideraba a sí mismo un adonis, pero tampoco un esperpento. Tenía su encanto, quería creer.
Y a pesar de ello, descubrió en la primera semana de trabajo que el hombre sí parecía tener un siniestro interés por él. Coqueteos vulgares, palabras subidas de tono e insinuaciones. Ese era el repertorio, el pan de cada día, mas Baekhyun se decía que debía ser profesional y evadir al hombre cuando la situación lo ameritara. Perder su trabajo no estaba dentro de sus planes, no al menos hasta conseguir saldar su deuda con el banco.
Al menos su deuda con Park parecía ir por buen camino pues, aunque aún no se obtenía efectivo, habían comprado ya varios caballos más para enlazar a las yeguas de la finca, así como se hizo un pedido de árboles de cidra para plantar cuando la nieve se derritiera al llegar la primavera. Chanyeol le enseñó el plan de retorno de la inversión para tres años, aproximadamente. Un plan que incluía varias negociaciones con nacionales y extranjeros, así como un plan de exportaciones de sidra de manzana a Francia. Fue entonces que Baekhyun admitió que poseía nulas aptitudes para los negocios y que si de él dependiese pagar la deuda por medio de esos métodos pues sería esclavo de los intereses toda su vida.
Ese domingo durante la cena, la casa Park tenían como invitada a Jennie. La mujer insistió en ver a Baekhyun; sin embargo, debido a que su amigo estaba trabajando en el hospital el tiempo libre se convirtió en un privilegio muy escaso.
—¿Tus padres siguen siendo los dueños de esa finca? —increpó Chanyeol.
—Sí, aún conservan esas tierras, aunque no van ahí muy seguido. Mamá prefiere las comodidades de la ciudad al igual que mi padre.
—Creí que la venderían.
—Se los he sugerido, Señor Park; sin embargo, mi padre cree que es un lugar donde podría pasar su vejez. Yo creo que es ridículo, si no les gusta ahora, no creo que en el futuro eso cambie.
Chanyeol sonrió de medio lado y dijo:
—No todas las personas están hechas para vivir en el campo. Yo en realidad soy lo opuesto, no puedo acostumbrarme al ruido de la ciudad.
—Es ruidosa y enloquecedora, pero aun así tiene su encanto.
—Quizás es demasiado caótica para mí —comentó Baekhyun —. Siempre me gustará aquí.
Aquí. Esa era una palabra cuyo ambiguo significado causó un sombrío temblor en Chanyeol. 'Aquí' podía significar en el campo. O 'aquí' podía significar que era ese lugar en particular, esa casa, esas tierras y esas personas. La duda sembrada con esa sencilla palabra empezó a germinar con rapidez dentro del corazón de Chanyeol generándole gran ansiedad por cosechar el fruto para saborear la verdad, dulce o amarga, no importaba.
—A posta, Baekhyun, nunca me dijiste con qué profesor de la universidad estás trabajando.
El muchacho dejó de comer instantáneamente y en su rostro se dibujó una severa incomodidad acompañada por la sombra del miedo. Jennie, cuando supiese quién era su empleador, pondría seguramente el grito en el cielo y esa no era una situación que Chanyeol debiese presenciar.
—¿Baekhyun? —ella insistió, y su actitud causó gran interés en Chanyeol pues él tampoco conocía con quién trabajaba su esposo, aunque en varias ocasiones sí preguntó, pero ante la renuencia del chico a soltar un nombre, supuso que se debía a que Baekhyun no deseaba compartir esos aspectos de su vida con él.
—El Doctor Larson —respondió quedito.
—¡Larson! —chilló Jennie sin poder contenerse—. ¿Baekhyun acaso estás loco?
Ella parecía muy sorprendida y también turbada por la molestia. Vociferando contra el hombre que lo contrató y contra Baekhyun por haber pedido todo deje de sensatez. Chanyeol estaba francamente asustado del vocabulario de marinero que soltó la mujer cuando en apariencia era encantadora. Las dos caras de la moneda.
—Él me ofreció su ayuda.
—¡Oh, claro que lo hizo! Y sabes porqué, ¿cierto?
—Sí, pero es la única forma que tengo de pagar el crédito. Eso tú bien lo sabes.
Chanyeol, lejos de sentirse incómodo por estar en medio de fuego cruzado, estaba intrigado por la reacción de la jovencita. Tan exaltada estaba que sus mejillas morenas estaban ahora teñidas de un fuerte tono rojo. Así de enojada daba mucho miedo, Chanyeol debía reconocer eso.
—Basta, Jennie. Es mi decisión y mi responsabilidad.
Y por mucho que Jennie intentó hacerle cambiar de parecer, Baekhyun se negó diciéndole que sabía cuidarse solo. Realmente era como la discusión de unos niños. No obstante, fue una discusión muy curiosa pues los argumentos de Jennie eran vagos, simples, pero Baekhyun parecía entender el trasfondo por completo. Como si se comunicaran en otro idioma. Totalmente desesperante. Cuando Jennie estaba por irse, Chanyeol la alcanzó en el porche de la casa.
—¿Puedo tener unas palabras contigo? Solo tardará un segundo.
Jennie asintió con la cabeza al detener su andar.
—Quisiera saber porqué te disgustaste tanto cuando Baekhyun te habló sobre el médico para el que trabaja.
La mujer pareció dudar, mordiéndose los labios y mirando entre Park y el suelo, hasta que finalmente tomó una resolución y habló.
—Adolf Larson puede ser un gran médico, pero su calidad como persona deja mucho que desear.
—Explícate.
—Ese hombre tiene una seria fijación por los jóvenes. En la universidad es conocido como uno de los maestros de más cuidado. Durante nuestros años en la universidad, Larson demostró interés por Baekhyun, aunque nunca logró nada con él ya que no tuvimos más que unas pocas cátedras suyas. Pero ahora que trabajan juntos..., en verdad creo que Baekhyun no está seguro con ese hombre.
***
Al día siguiente el clima estaba cual tempestad, con vientos fuertes rugiendo y el viento helado calando los huesos de los desprevenidos transeúntes. Aunque Baekhyun llevaba un grueso abrigo y un suéter de lana, todavía podía sentir el frío acariciarle la piel.
Era casi su hora de salida cuando Larson le pidió quedarse para charlar mientras esperaban que el clima menguara. Baekhyun tragó grueso y aceptó.
—Dime, ¿cómo está yendo tu matrimonio?
Vaya primera pregunta, tan directa y tan incómoda de responder.
—Ha sido..., fascinante —respondió con duda tallada en su voz, y ese detalle no pasó desapercibido por Larson que sonrió de medio lado bajo una sombría máscara.
—Hay duda en tu voz, pequeño. ¿Acaso Park Chanyeol es un hombre complicado?
Ugh, ese morboso tono de voz que era casi pestilente.
—En apariencia quizás, pero conmigo es muy dulce.
—¡Ja! Park no es conocido por su dulzura, además, siempre ha sido muy hosco y malhumorado.
Serio y formal, diría Baekhyun.
—¿Lo ha tratado usted alguna vez?
—Muy pocas veces para mi fortuna, aunque para nadie en la ciudad es un secreto que ese poderoso hombre solo siente cariño por los caballos —se burló Larson.
Los animales eran, en opinión de Baekhyun, criaturas mucho más especiales que los seres humanos y merecían más respeto que la bazofia que circulaba por las calles vistiendo de cashmere. La hipocresía latente.
—Hay quienes dicen que, por pasar tanto tiempo con animales, él mismo se ha vuelto uno de ellos.
Baekhyun torció el gesto al oírlo y sus ojos relampaguearon en respuesta. Irremediablemente su imprudente boca le hizo soltar algo que, nunca jamás, debió decir en voz alta, no cuando no era cierto, no cuando formaba parte de una fantasiosa intimidad que nadie más debía saber.
—En la intimidad lo es —dijo con una sonrisa amplia en los labios que se agrandó al ver el rostro de Larson ensombrecerse.
Eso no estuvo bien, ¿cierto?
Seguramente a Chanyeol no le gustaría saber lo que Baekhyun insinuaba a los extraños sobre su matrimonio, aun cuando fuese en pro de hacerlo ver más creíble. Pero, ¿era realmente así? Quizás la fachada de su matrimonio no necesitaba ser iluminada por ese reflector. No, la verdad era que Baekhyun quería creer que su matrimonio era uno de verdad, donde no sintiese recelo de mirar a los ojos de su esposo, donde no tuviese que esperar a estar frente a un público para actuar meloso esperando caricias. Diciéndolo así lo hacía lucir como si fuese un perrito faldero rogando un poco de amor. No obstante, ¿acaso no era muy parecido? No era la culpa de Chanyeol, claro, no se podía juzgar al hombre por no haber creado amor en un laboratorio matrimonial impuesto por la fórmula absurda de un contrato.
—¿Es así? —bisbiseó el pediatra, apretando la mandíbula y los puños en un intento de reprimir sus sentimientos—. ¿Es él realmente capaz de complacer a un hombre como tú?
—¿Cómo yo? —repitió, cautivado por esas palabras en particular.
—Joven, apuesto... —empezó a decir bajo un tinte lascivo mientras se acercaba al muchacho—, y con muchas necesidades.
Pasar saliva nunca fue tan difícil ni doloroso, y el estado nervioso de Baekhyun solo empeoraba al sentir el robusto cuerpo del médico acercársele como un león dándole caza a su presa, acorralándola contra la pared.
—Y seguro estoy que él no es lo suficientemente hombre como para satisfacer todas esas necesidades.
'Suficientemente hombre', vaya expresión tan corriente.
¿Y acaso él se creía lo suficientemente hombre?, ¿qué arrogancia le hacía decir eso? Pero claro, Baekhyun no podía esperar menos de un hombre que preciaba de sí mismo como el oro más resplandeciente y presumía de su masculinidad con descaro.
—No pudo complacer a Emily —le dijo en un hosco ronroneo—, ni siquiera ella quiso quedarse con el insípido Park Chanyeol. Tú tampoco debes conformarte con esa burda imitación de hombre.
—Quizás sea la burda imitación de lo que usted considera un hombre, pero para mí es un caballero —refutó luciendo una pose dura, aunque en su interior estuviese temblando bajo un terremoto.
—Puedo enseñarte lo que es un hombre de verdad.
El repugnante tacto del hombre le quemó la piel, esas manos callosas acariciando la cintura de Baekhyun a través del suéter. Así de cerca, Baekhyun sentía el aroma de su colonia, demasiado fuerte como para ser atractiva. Frunció la nariz por el disgusto generado.
—Aléjese de mi —demandó.
—Cuando acabe contigo, desearás que no me separe de tu cuerpo. Suplicarás que te destruya por completo.
—¡Basta! —gritó asustado.
Larson tapó la boca de Baekhyun para callar sus pedidos de auxilio, e inmediatamente lo empotró contra la pared diagonal a la puerta. Su mano libre, la zurda, torpemente comenzó a escarbar entre la ropa de su presa, levantando el suéter para propiciarle las más sucias caricias al cuerpo de Baekhyun. El viejo parecía disfrutarlo pues un brillo mortecino se instaló en sus ojos al saborear el momento, con gula se relamió los labios ante la exquisita sensación de la joven piel bajo su tacto calloso. Baekhyun se removía y pataleaba, pero nada parecía ser suficiente contra ese animal.
—Vas a saber lo que es ser tomado por un hombre, alguien que sí sepa complacerte —le dijo al oído, empujando sus labios contra la mejilla de Baekhyun en una repugnante sensación.
Sumido en la desesperación, Baekhyun mordió la mano de su captor para alejarlo, funcionó y así logró lanzar un grito de ayuda antes de ser golpeado en la mejilla por Larson.
—Nadie vendrá a ayudarte, niño, y por fin yo podré tener el cuerpo que he querido desde que te vi en los pasillos de la universidad.
El helado miedo lo congeló de golpe. ¿Acaso ese hombre estaba loco? Así debía ser como para actuar como un animal poseído por sus bajos deseos de forma tan aberrante. Sin respeto ni interés por el otro, únicamente buscando su placer.
Empero, la puerta se abrió de golpe y por esta pasó la robusta figura de su esposo, Park Chanyeol, completamente furioso. La puerta se golpeó contra la pared al ser abierta causando gran estruendo.
—Aléjate de mi esposo —farfulló golpeando al pediatra en el rostro—. ¡Maldita sea, no oses tocarlo!
Chanyeol aprovechó el desconcierto ajeno para volver a atacar, esta vez con un certero golpe en las costillas. Un golpe seco sonó en el consultorio cuando Larson cayó al suelo, con el labio roto y sangrante, un severo dolor en el torso y el enojo hirviendo en su interior.
—¿No vas a compartir a tu lindo esposo, Park? —gruñó Larson, insolente.
—Es mío —le gruñó como si fuera un perro, cegado totalmente por la rabia—. Voy a hacerte pagar por lo que has intentado hacerle.
La advertencia le hizo saber a Baekhyun que de no intervenir tendría que darle primeros auxilios al desagradable hombre que estupefacto permanecía en el piso. Puesto en pie, Baekhyun tomó a su esposo por el brazo deteniendo la brutalidad que pretendía. Agredir al hombre podría o no ser una buena forma de hacerle pagar por sus crímenes, pero él prefería que la lenta y ciega justicia se encargara de ello. Si Chanyeol agredía al hombre seguramente enfrentaría una demanda y verlo tras las rejas era lo que menos deseaba. El alto debía ponerse ahí.
—No, no lo hagas.
—Él intentó...
—Lo sé —le cortó—, pero me salvaste. No hagas algo tonto que pueda costarte.
Chanyeol resopló molesto, mas accedió a la petición del otro recordándose a sí mismo que no era un hombre irracional que perdiese los estribos con facilidad. Tomó a Baekhyun de la mano para sacarlo de ese lugar, mas la voz de Larson lo detuvo.
—¡Te enviaré a la cárcel por esto, Park! —amenazó en un vigoroso alarido.
—No lo intentes, porque seré yo quien vaya a visitarte ahí —le dijo en tono sombrío. Salió tirando de Baekhyun por el pasillo, pisando fuerte y apartando a cualquiera de su camino. Salieron del hospital cubriéndose de nieve al instante y el viento calándoles los huesos, aunque la marea de sentimientos que tenían no les dejó sentir nada de la tormenta invernal.
—... Debiste dejarme golpearlo —murmuró Chanyeol.
—¿Hubiese eso cambiado algo?
—Su rostro, y posiblemente necesitaría cirugía para un par de costillas rotas.
—Eso solo lo haría un animal —reprendió Baekhyun.
—Él te tocó, quiso tomarte como si fueses solo un muñeco —gruñó Park—. Merece más que unos pocos golpes.
—Tendrá lo que se merece, pero no poniéndote a ti en riesgo.
La agitada respiración de Chanyeol creaba humo en gran cantidad que se mezclaba con la de Baekhyun. Hundido en esa marea de sentimientos, se dejó llevar por uno de ellos, el miedo, y abrazó a Baekhyun con fuerza, besando su frente con dulzura. El ritmo de su corazón podía ser bien escuchado por Baekhyun y ese mismo palpitar le proporcionaba una paz reconfortante.
—Tuve miedo..., pero cuando llegaste supe que todo estaría bien, que tú me protegerías —reveló Baekhyun con un poco de vergüenza al sentir que de sus ojos se deslizaban calientes gotas de agua salada, formando una marea incontrolable de llanto empujado por el cúmulo de emociones dentro de él.
—Debí llegar antes.
—Sin importar cuando, llegaste y me salvaste.
«Hasta perder mi último aliento», juró Chanyeol solemnemente bajo un silencioso pensamiento.
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