Capítulo 21: Nunca volverás a casa


Hace mucho tiempo, tanto que nadie lo recuerda salvo los que estuvieron allí, el mundo colapsó. Unos meses antes de ese suceso, ocurrieron cosas que ahora son muy relevantes en el presente. Un bello príncipe omega azul llamado Nunsaib, estaba a punto de morir en manos de los hombres de El Perro, el peor esclavista de aquel tiempo y Wang Xuan apodado El Cazador, cruzaba el continente para recuperarlo. Lord Darik moría de una forma muy cruel intentando defender a Nunsaib de los esclavistas mientras que el príncipe Ether, ardía de odio en Eridan por no poder hacer nada. Wang Xi tejía su mortal tela de araña en el seno de Nenggou, la casa de los Wang y en esa tela de araña, quedaba atrapada una omega dorada, Shenuz, que sería su esposa por orden de XianDai.

Pero Shenuz no estaba destinada a Wang Xi, sino a un alfa puro que aún no había nacido llamado Xue Yang y lo sabía, porque había soñado con él varias veces, una de ellas viajando al futuro donde le vio en persona. Ella en ese momento no se daba cuenta de lo relevante de ese hecho, porque pensaba que era un sueño, pero no lo fue y eso ahora era lo que debía ver Xue Yang, que Shenuz, que en el futuro era XingChen, había viajado en el tiempo para estar a su lado cuando el colgante de Nildhis rompió el lazo que tenía con él y casi lo mata.

Shenuz no sabía que el omega que salía de aquella habitación aquel día era ella misma, pero con otro aspecto y otro sexo. Tampoco sabía que Nunsaib en el futuro volvería como Li Xian, El Cazador como Yu Hao, Ether como Yo Wei, Darik como Shu Yi y Wang Xi como Song Lan y que de nuevo, se repetía la historia donde por culpa de un Wang, el mundo volvía a transformarse en un lugar infernal. Pero ahora tenían una posibilidad de cambiar lo que ocurrió si conseguían adivinar cómo el XingChen de la antigüedad bajo la apariencia de Shenuz, consiguió viajar en el tiempo para estar con Xue Yang.

Y no era algo baladí, realmente debían averiguarlo cuanto antes porque las cosas en la realidad estaban teniendo un giro demasiado dramático de los acontecimientos. Seung estaba en un conflicto consigo mismo, presa del terror que le había infundado su padre desde su infancia para que aprendiera a mantener el imperio Wang a cualquier coste y ahora mismo, el coste era Shu Yi. Nunca Seung había tenido dudas, ni había dado un paso atrás en este desempeño hasta que conoció a Shu Yi. No quiso aceptar el hecho de que desde el principio, sentía algo por el beta y se había autoengañado con que solo quería jugar con él. Pero después de que le besara, después de anudarle en la montaña y volver a hacerlo cuando le rescató de la emboscada, todo había saltado por lo aires.

La voz de su padre muerto le martirizaba, bien porque fuera real, bien por su sentimiento de culpa, el caso es que le estaba trastornando demasiado y debía poner fin a eso. Debía acabar con Shu Yi si quería mantener su plan, si quería que Song Lan no sospechara de él durante el tiempo suficiente como para encontrar la manera de matarle y debía hacerlo ya.

Cuando volvió a la casa de la montaña entró en silencio, con el corazón roto y la mente completamente desquiciada. Llevaba en la mano una pistola, eso le ayudaría a que fuera rápido porque de lo contrario, no conseguiría hacerlo. Pero cuando buscó a Shu Yi en el cuarto, el beta ya no estaba allí. Se dejó caer en la cama donde horas antes había amado a Shu Yi con todo su corazón, aún lo hacía, pero no era lo correcto.

—Me pregunto si de no haber sido tú y yo, si no fuéramos Seung y Shu Yi, hubiéramos tenido una oportunidad para estar juntos—susurró al vacío de la habitación, al silencio pesado de su fracaso tanto por no poder matar a Shu Yi porque se había ido, como por no poder hacerlo por que lo amaba.

Pero no tuvo mucho tiempo de intentar entenderse a sí mismo porque el teléfono sonó en ese momento y no podía rechazar la llamada. Tomó aire e intentó mantener su frialdad todo lo que fuera posible.

—Hola Song Lan.

—¿Dónde estas?

—¿Qué quieres?

—Ven de inmediato, tengo que enseñarte una cosa.

Seung colgó el teléfono, lo último que necesitaba era tener que enfrentar a Song Lan en ese momento de descontrol. Pero no tenía alternativa, no podía hacerle esperar, que sospechara que su prioridad no eran las órdenes del maldito Song Lan, así que se alistó, ensayó su mejor cara y se presentó rápidamente en la casa que ocupaba Song Lan, la casa de sus ancestros, otra cosa por lo que odiaba al alfa más que por todo lo demás, que hubiera tenido que abandonar la mansión Wang para que él se asentara allí.

—¿Por qué tantas prisas? Tenía que visitar una de las factorías al sur de la ciudad.

—Oh, no te preocupes, tengo algo que hará que olvides todo eso. Sígueme.

Seung conocía su casa como la palma de la mano, al pasar por el gran retrato de su tío, el padre de Shu Yi, no pudo evitar soltar un suspiro. Shu Yi era exacto a su padre y ver aquel retrato gigantesco le hacía recordar al beta. Eso le impidió notar a dónde se dirigían y cuando entendió que bajaban a lo que ellos llamaban las habitaciones oscuras, un frío helador le recorrió el cuerpo.

Song Lan abrió la puerta de una de aquellas habitaciones del sótano, una especie de sala de torturas, de mazmorra de otro tiempo donde mucha gente había sufrido la ira de los Wang. Pero quien estaba allí no era cualquiera, allí estaba Shu Yi, atado, golpeado y medio inconsciente.

Seung mantuvo el tipo, no podía delatarse, así que optó por quedarse en silencio.

—Ya veo que intentas usar tus trucos para engañarme, pero ahórratelos. Sé que le conoces. ¿Pensabas que me ibas a engañar? Vamos, soy más viejo que tú, más listo. Lo que no sabía era que me iba a encontrar una sorpresa.

—Qué quieres, para que me has traído.

—Oh, eso. Bueno, quería compartir mi sorpresa contigo. No por tu traición, la verdad es que eres lo que eres, un puto traidor para todos, para tu familia, para mí, en fin, todo un Wang odiado por todos. Al final vas a quedar como mi querido hermano El Cazador, el traidor más grande de todos los tiempos. En fin, mi sorpresa ha sido ver primero que este es hijo de tu tío el gran Wang Shen Jiang, un beta, qué bajo cayó tu tocayo, ¿no crees? y segundo y más importante, que es Darik ¿No lo sabías? Darik y yo nos conocemos de los tiempos antiguos y tenemos muchas cuentas pendientes.

Shu Yi entreabrió los ojos cuando escuchó la voz de Song Lan, a duras penas distinguió las figuras y al momento, la de Seung se hizo clara e inequívoca.

—Podemos saldarlas cuando quieras..., no necesitamos a ese Wang aquí, suéltame y arreglemos esto de una vez por todas—dijo en un hilo de voz.

Song Lan rio con fuerza ante los intentos de Shu Yi por proteger a Seung.

—Vamos Darik, qué me quieres decir ¿Que te capturó para darte muerte y que no tiene nada que ver con esto? Ya sospechaba que tramaba algo contra mí desde que capturamos a tu topo. Alguién más tenía que estar implicado, alguien muy bien situado, alguien como Seung. Pero aunque no hubiera pensado en eso, es evidente que entre vosotros hay algo más que odio, llevas el olor de Seung sobre ti ¿Cómo lo conseguiste? ¿Cómo lo metiste en tu cama?Tampoco es que me sorprenda, los de Eridan no son más que unos pervertidos, unos pecadores inmundos que no merecen vivir. Pensaba que ya había erradicado tu estirpe de mierda, pero ya ves, las cucarachas siempre sobreviven.

Todo estaba perdido, Song Lan sabía que Seung le había traicionado y que además, entre él y Shu Yi había una relación por extraña que fuera. Seung iba a decir algo al respecto pero Song Lan volvía a interrumpir.

—Supongo, Seung, que no eres tan listo a pesar de todo ¿Sabías que esta escoria ofende a los cielos? Se acuestan entre ellos, entre hermanos, ¿puedes creerlo? Hacerlo contigo no le supone ningún problema aunque tengáis la misma sangre, los alfas azules no tienen moral alguna. Pero dejemos eso ahora, te decía, Seung, que tengo cuentas pendientes con Darik. El destino ya le ha castigado haciendo que reencarne como un Wang y no un Wang cualquiera, pero eso no es suficiente para mí, Darik merece un castigo mucho mayor. Nunca olvidaré aquel día en Tinusbel, cuando te llevaste a Nunsaib delante de mis narices, cuando pisaste mi casa sagrada de Nenggou buscando al maldito omega y sobre todo, que murieras a manos del Perro y no a mis manos. Pero no te preocupes, tu muerte entonces no fue digna de un guerrero como presumías ser, fue la de un perro sarnoso que es lo que siempre has merecido. Ahora tampoco será honrosa.

—¡No lo mates!—se apresuró a decir Seung—Puede ser de ayuda. Deja que yo me encargue, enmendaré mi error, yo le sacaré la información.

Ahora Song Lan rio aún con más fuerza.

—Eres más idiota de lo que imaginaba. Primero porque se ve a legua que intentas protegerle, pero lo peor de todo es que no entiendes la situación. Aunque lo hicieras con la intención de sacarle información, jamás lo conseguirás. Es un Lord de Eridan, pertenecía a la casa real, morirá antes de decir ni media palabra. Así que para que esperar, hay que darle lo que más daño le hará.

En ese momento, dos alfas fuertes del servicio de seguridad de Song Lan agarraron a Seung que por más que intentaba, no podía soltarse.

—¡Eres un maldito cabrón, eres tú quien no merece ser un Wang!—gritaba Seung con los ojos iluminados en rojo por la rabia que sentía.

—Vamos Seung, ser un Wang está sobrevalorado.

Shu Yi se dio cuenta de que entre la muerte y él solo había una pequeña porción de tiempo que se acortaba poco a poco. Se removía en la silla donde estaba atado, algo que le hizo tener un fugaz recuerdo del día que Seung le secuestró.

—¡Suéltame! Enfréntate a mí si tanto deseas ajustar cuentas.

—Darik, no soy leal, no soy justo y mucho menos soy decente. Vas a morir igual que la última vez para que sufras no poder tener una muerte digna de un guerrero. Lo que no sé es si ahora, también se perderá tu alma como en aquel tiempo, eso también te dolerá más que cualquier otra cosa. Absurdas leyendas de gente inmunda como los alfas y omegas azules. Ve al infierno de donde nunca debiste salir y no vuelvas jamás.

Song Lan tomó un cuchillo que había en una mesa lateral de la habitación, se acercó a Shu Yi de dos pasos y le asestó varias puñaladas rápidas en el abdomen. El beta no pudo ni siquiera reaccionar, sintió el filo cortar su carne, traspasarla y herir sus órganos internos. Seung gritaba a la espalda, intentando zafarse de sus captores sin éxito. Song Lan lo tenía todo bien calculado, era él quien no había previsto lo que estaba pasando y ese error estaba mostrándole la imagen más dolorosa de su vida, Shu Yi estaba muriendo ante sus ojos, desangrándose lentamente.

—¡Shu Yi!

Song Lan se giró despacio para ver la cara desencajada de Seung que no podía hacer nada por salvar a Shu Yi.

—No te distraigas, Seung, no quiero que te pierdas ni un detalle de esto. Y tú, maldita escoria azul, escúchame , nunca...volverás...a casa.

Shu Yi intentaba mirar a Seung, quería que esa fuera la última visión que tuviera en su vida. Una vez más, el destino le había traicionado, había acabado con su vida de una manera cruel para alguien que solo había hecho bien a los demás, que solo había amado sin reservas. Quizá como dijo Laela, Darik era eterno, pero no lo era en el mundo de los mortales. De nuevo su alma quedaba en el limbo, en un lugar que solo los dioses sabían, donde un ser superior quería protegerlo y no quería compartirlo con los demás. Un lugar que nunca nadie podría encontrar.

Seung sentía aquella mirada que poco a poco se apagaba. Él mismo había planeado matar a Shu Yi, pero en el fondo sabía que eso no iba a pasar. Ahora se daba cuenta de que el amor que sentía por él, era algo más grande de lo que pensaba y se llevaría ese dolor a su tumba. Seung no lo sabía, pero estaba sintiendo el mismo dolor que su antepasado, Wang Seung, el abuelo de El Cazador, sitió cuando Ryu, el antepasado de Shu Yi, se marchó y murió solo en la Cascada del Cielo.

Tenía el corazón completamente devastado y ese dolor, ese nivel de sensibilidad hizo que viera algo que jamás habría podido ver. El verdadero rostro de Shu Yi, el rostro de Darik. Seung no podía dejar de mirarle, su cabello blanco y trenzado al estilo de Eridan, sus ojos grises y sus labios perfectos. Su mirada limpia como las aguas de la cascada del cielo, brillante y pura como la luz de Kurjuta. Nunca había visto a alguien con ese aspecto tan hermoso y lo primero que pensó fue que estaba viendo a un ángel.

—No te vayas...no te alejes de mí—susurró Seung sin fuerzas.

Pero Shu Yi se alejaba, lenta e irremediablemente y pocos segundos después, quedaba inerte mientras que la más pesada soledad, el más inimaginable dolor, atravesaba a Seung y se fijaba a él para siempre junto, a un olor suave a flores de la montaña que solo él podía oler.

Lejos de allí, Yo Wei había seguido a Celine hasta el hospital. Entró sin problemas, sabía como moverse por allí y en cuanto pudo, la interceptó. Celine seguía el plan de mantener la idea de que estaba embarazada de Seung, algo que deseaba con todas sus fuerzas, pero que evidentemente no era cierto. Sin embargo, quizá esa mentira ayudaba de alguna manera a Seung, porque sospechaba que el alfa estaba metido en algún problema con Song Lan y este último le castigaría. No quería que eso sucediera, sabía que Seung no la amaba, pero eso no impedía que ella sí le amara a él.

—Pero...qué...¿Quién eres, qué quieres?—gritó sorprendida Celine cuando Yo Wei le agarró de un brazo y la encerró en una consulta vacía. Pronto reconoció al beta, era Ether.—Tú...

—Donde está Flecha Negra, sé que Seung lo tiene, dime ahora mismo dónde está.

—¿Qué? No sé de qué me hablas ¡Suéltame!

—Escúchame, Celine, no tengas ninguna duda de que si Seung no suelta a Flecha Negra, tú sufrirás las consecuencias.

Celine intentó no reírse, pero no podía evitarlo, no porque le hiciera gracia la situación, sino por la frustración que le provocaba.

—¿Crees que Seung movería un dedo por mí? Estás muy equivocado. Cualquiera de sus putas es más importante que yo, así que no pierdas tiempo ni me lo hagas perder a mí.

Yo Wei ardía por dentro, lo que había dicho Celine no era algo que le extrañara, pero truncaba su estrategia de encontrar a Shu Yi. Si no odiaba bastante a Seung ahora lo hacía más. Para Shu Yi no había nadie más en su corazón que aquel maldito Wang y sin embargo, Seung ni siquiera pensaba en él como alguien importante, uno más de sus amantes al que desechar y hacer sufrir.

—Si Seung tuviera que esconder a alguien dónde lo haría—preguntó con odio.

Celine se recolocó la ropa cuando Ether la soltó, se atusó el cabello y luego dejó salir un suspiro largo y frustrado.

—Tiene un refugio en la montaña, seguro que lo haría allí, no lo conoce nadie.

En ese mismo instante, una sensación de angustia le atravesó de lado a lado, la misma que sintió en el pasado cuando Darik caía muerto atestado de flechas inmundas que le robaban la vida. Justo en ese momento, en ese instante cruel, sintió que Shu Yi había muerto.

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Xue Yang se preparaba para salir mientras XingChen recogía algunas cosas que había por el apartamento. Al menos ya sabían qué buscar, no era algo convencional, debían encontrar la manera de viajar en el tiempo para salvar el mundo. Dicho así, era como escuchar las palabras de una persona desquiciada, pero era la verdad. No les había tocado vivir una vida fácil, no les había tocado estar en un mundo normal. Sus destinos atravesaban el tiempo para unirse en el pasado, en el presente y en el futuro, solo hacía falta descubrir cómo ocurría.

—¿Crees que en los libros habrá alguna pista?

—Tengo la esperanza de que así sea. Casi todos los que hay fueron escritos por ti, quizá supiste en algún momento cómo es que me viste aquel día en mi despacho y lo anotaras en ellos. No es seguro que lo hicieras, pero es que no sé dónde más buscar.

—Es una pena que no tenga esos recuerdos tampoco, pero he pensado una cosa. Ese día, tú sufriste mucho, el colgante de Nildhis hizo que nuestro lazo se destruyera y casi mueres. Quizá fue por eso que pude ir hacia ti, porque estabas en grave peligro. A lo mejor no podemos decidir el momento al que viajar, quizá solo pueda ser en circunstancias similares y eso me da mucho miedo.

—¿Miedo?—contestó Xue Yang acercándose a XingChen.

Sin duda XingChen estaba asustado de sus propios pensamientos así que Xue Yang le abrazó con ternura y besó su frente.

—Si eso es así, significa que debes estar de nuevo en peligro de muerte para que funcione.

Xue Yang apretó un poco más el abrazo, XingChen también se aferró a él con rapidez y suspiró con fuerza.

—Xue Yang, no quiero perderte, quiero despertar, quiero ver a nuestros cachorros y ser feliz contigo, con una vida normal.

—Eh, eh, no me pasará nada, te lo prometo. No dejaré que eso que dices se quiebre. También lo deseo con todas mis fuerzas, pero para conseguirlo hay que tomar riesgos. Pero antes de averiguar eso, hay que volver a la realidad, hay que despertar.

—¿Y cómo haremos eso?

—No lo sé. Creía que cuando te mordiera, que cuando te anudara todo volvería a la normalidad, pero aquí estamos, aún en tu sueño. Si Len al menos me diera información útil, sería otra cosa. Pero los dioses son de ayuda solo en parte y Len creo que es el menos útil de todos.

—¿Quién es Len?

—Es el dios que cuida a los viajeros, en Eridan lo veneraban mucho y es el que me metió en tu sueño.

—Entonces es el que te debe sacar.

Xue Yang se quedó en silencio, la verdad es que era una afirmación sencilla, clara y nada como la sencillez para estar más cerca de la verdad.

—Pero nunca me ha dicho que me devolvería a la realidad.

—Dices que te es poco útil, a lo mejor solo es que no se lo has preguntado ¿Cómo entras en contacto con él?

—Pierdo el conocimiento y aparezco en un lugar donde él está. La última vez me dijo que no podía volver a caer inconsciente en tu sueño o ya no podría despertar.

—Pero si yo estoy inconsciente en mi sueño ¿También pasaría? Es decir, si yo no tengo activo mi sueño porque no estoy consciente en él ¿Qué pasaría?

Xue Yang notó que una luz desconocida se abría paso entre sus pensamientos. Quizá esa era la puerta de vuelta. Si él caía inconsciente en el sueño de XingChen, estaría perdido, pero si también estaba inconsciente XingChen, los dos irían al lugar donde estaba Len y él podía guiarles por el camino de volver a la realidad. El alfa tomó el rostro de XingChen entre sus manos y le besó varias veces con rapidez.

—Eres increíble, XingChen, quizá llevas razón y podamos volver si los dos visitamos a Len. Cuando creo que no te puedo querer más, haces que vea que aún me queda mucho para colmarte de amor.

XingChen empezó a reírse cuando Xue Yang le levantó por los aires y giraba con él sin dejar de besarle. ojalá en realidad esa fuera la solución, tomar el mismo camino para volver a casa. Ahora quedaba averiguar cómo caer en la inconsciencia los dos a la vez.

—Estás loco, Xue Yang, completamente loco ¡Bájame!

Xue Yang se resistió un poco a soltar a su esposo, pero finalmente le dejó en paz. Había una luz al final del túnel y quizá en unos pocos minutos volverían a casa con sus cachorros.

—¿Cómo quedamos inconscientes los dos a la vez?

—Tomaremos algo que nos duerma, somníferos, algo así.

—No, eso puede hacernos efectos más tardíos en uno o en otro. Debe ser de otra manera. La mejor opción es respirarlo.

XingChen tenía razón, si sus metabolismos asimilaban de manera distinta lo que tomaran, podría haber problemas, era mejor inhalar alguna sustancia que tuviera un efecto somnífero y respirarlo a la vez, siempre con el cuidado de no morir envenenados. Si morían en el sueño de XingChen, nunca volverían, así que XingChen tuvo una idea.

En su universidad no solo había estudios de genética, también de medicina y otros más y uno que era el que le interesaba ahora mismo, anestesiología. Conocía a gente que estudiaba allí y que a sus fiestas llevaban algunas sustancias para drogarse que robaban de la facultad. XingChen había estado invitado a muchas de esas fiestas, pero después de la primera donde vio lo que se tramaba allí, no asistió más. es por eso que cuando XingChen les pidió ayuda, se rieron sonoramente y después de eso, le ayudaron. XingChen volvió a casa con una pequeña bombona con una sustancia de la cual no quiso ni saber el nombre y dos máscaras con las que conectarse a ellas. 

Tumbados en la cama, Xue Yang y XingChen respiraron aquello agarrados de la mano y esperando que todo saliera bien.


Len estaba sentado en una piedra mirando el horizonte cuando Xue Yang y XingChen despertaron. Se apoyó en el cayado y se levanto emitiendo un quejido que denotaba los muchos años que cargaban sus hombros. Xue Yang ayudaba a levantarse a XingChen cuando Len les habló.

—Has conseguido traerlo, reconozco que no tenía muchas esperanzas en que le convencieras, pero aquí estáis.

—¿Dudabas? XingChen y yo siempre estaremos juntos por más que los dioses se empeñen en ponerlo difícil.

XingChen se agarró a la mano de Xue Yang buscando protección. Su alfa ya había estado allí, pero para él que no había vivido en eses instante muchas de las cosas que viviría en el futuro, que no tenía una personalidad fuerte y decidida, todo aquello era un tanto aterrador.

—Te acompañé en tu camino al oeste en el pasado, Shenuz o XingChen o cualquiera de los demás nombres que has tenido y que tendrás. En el fondo eres la misma persona.

—Gracias por hacerlo—contestó XingChen sin saber muy bien qué le estaba diciendo Len.

—¿Nos devolverás a la realidad?

—Os pondré en el camino para que volváis.

—¿Sabes cómo puedo viajar en el tiempo? Creo que tiene que ver con que Xue Yang esté en peligro.

—Así es.

—¿Así es? ¿Porqué no me lo dijiste?—preguntó Xue Yang con rabia.

—Porque las cosas que sé son las que tú creas. No es mi cometido saber el futuro, solo acompañaros en los caminos que debéis recorrer. Si el camino es volver a la realidad o moverte por el tiempo, solo os dejaré en el camino correcto.

—¿Y cuál es el camino correcto para volver al momento en el que podemos cambiar las cosas que han ocurrido?

—Eso no lo decido yo. Creo que aún no entendéis mi función. Soy Len, el dios de los viajeros, acompaño a la gente a caminar sus senderos ya sea en la realidad o en sus sueños, incluso camino con ellos hasta llevarlos al camino final. Pero no mando en los sueños, no mando en vuestras decisiones, no intercedo en ellas para que las sigáis o no, solo os acompaño. No soy yo quien os ha traído hasta aquí, solo velo vuestro camino para que no lo perdáis. El camino correcto para volver al momento que queréis volver, incluso saber cual es ese momento no es algo que yo os pueda decir.

—Genial ¿Y qué nos puedes decir, si es que hay algo que nos puedas decir?—respondió Xue Yang visiblemente enfadado—No es que vayamos a hacer algo malo, podrías intentar no sé...algo para...

—Xue Yang, tranquilo, ya lo resolveremos—intercedió XingChen—Si tú no decides nada de lo que has dicho, al menos sabrás quien lo hace o a quien deberíamos recurrir.

—Los sueños y la muerte son el reino de mi hermano. Le dieron muchos nombres a lo largo del tiempo y sin duda, es más poderoso que yo. No es fácil contactar con él, pero si os puedo decir que varios de vosotros ya lo habéis hecho aunque no os hayáis dado cuenta. Él ha estado en momentos importantes a vuestro lado, lo habéis tocado incluso y no por haber muerto. Es hora de volver, vuestro tiempo en este camino ya terminó. El gato os ayudará, ahora

Despertad







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