Capítulo 14: El despertar.

Xue Yang tenía los ojos cerrados, pero notaba que era de día, había claridad que hacía que pudiera ver un todo rojizo sin abrir los ojos. Había un sonido de fondo que pugnaba por sobreponerse al pitido que aún tenía en los oídos, el viento, pájaros, algún curso de agua corriendo. Poco a poco abrió los ojos con cuidado, la luz le molestaba un bastante, pero era una sensación agradable, todo estaba en una calma que trasmitía seguridad y tranquilidad. El olor de alguna flor estaba por todas partes, debía ser inicio de primavera aunque hacía frío aún. 

Se incorporó y miró a su alrededor, estaba en medio de un campo que aún tenía algo de nieve en algunas zonas. Un escalofrío le recorrió la espalda y no pudo saber si era una sensación de alerta o si realmente se debía que no debía hacer más de cuatro o cinco grados de temperatura.

—¿Dónde estoy?—preguntó en voz alta algo somnoliento, aunque tenía la sensación de que no había nadie por allí que le respondiera.

Debía levantarse del suelo y moverse si no quería sufrir una hipotermia. Una vez se frotó los brazos y las manos con vigor, pudo pensar un poco con claridad. Lo último que recordaba era que Khet comenzaba a entrar en él y después de eso, nada, oscuridad y silencio hasta que un pitido muy fuerte resonó en su cabeza y después, lo que tenía a su alrededor ¿Había salido todo mal? ¿Khet había entrado en él y ahora él estaba en un lugar distinto mientras su cuerpo era usado sin su permiso?

—Joder qué frío hace.

Volvió a frotar su cuerpo y fue entonces cuando se dio cuenta de que la ropa que llevaba era extraña, como la que llevaba la gente de las películas históricas. Quizá había viajado a alguna parte en el tiempo debido a lo que pasó con Khet. Quizá DulJora había acabado con el malvado dios, pero también con Xue Yang o quizá nada de eso había pasado y ahora Khet era el rey del mundo conocido dominándolo y sometiéndolo a placer. Todo era confuso y debía dar respuestas a sus preguntas o se volvería loco.

No muy lejos se divisaba un camino y cuando comenzó a andar por él se dio cuenta de que algo más adelante, la silueta de alguien, también caminaba en el mismo sentido. Se apresuró a darle alcance para descubrir que era un anciano con un largo cayado sobre el que se apoyaba.

—Hola, disculpa ,anciano, no sé dónde estoy, creo que me he golpeado en la cabeza o algo así, quizá puedas ayudarme.

Xue Yang no podía decir la verdad, quién le creería, era mejor hacerse el despistado, decir que había sufrido un accidente y ver qué podía averiguar.

—Al fin despertaste, Xue Yang.

—¿Sabes quién soy?

—Sé quien es cada uno de los viajeros que existen, existieron y existirán.

Xue Yang arrugó un poco el ceño, la manera en la que hablaba aquel anciano, su mirada, toda su presencia en realidad era extraña.

—¿Quién eres?

—Un viajero o mejor dicho, el primer viajero.

El anciano se apoyó en su cayado y comenzó a caminar mientras Xue Yang intentaba ordenar lo que pasaba dentro de su cabeza. Unos segundo después, él también comenzó a caminar hasta quedar al lado del anciano que le miró unos instantes.

—¿Estoy muerto?—preguntó con cierto temor el alfa.

—¿Muerto? No lo sé, puede que así sea. En realidad no es algo que me concierna, los viajeros, vivos o muertos son mi responsabilidad. Si han muerto o no, no tiene importancia para mí, tampoco hacia dónde van o de dónde vienen.

Xue Yang se quedó pensativo unos instantes intentando recordar algo que Yu Hao y Ether le contaron sobre la ceremonia al viajero. Una idea se formó en su cabeza en ese instante.

—Anciano ¿Eres el dios Len, el dios viajero de los omegas azules? El que guía al los caminantes para que lleguen a su destino.

—Len...—susurró el anciano— Me han llamado así, es cierto, aunque también me llamaron de otros modos en alguna ocasión y en algún lugar. Hace tanto que fui creado que no recuerdo si tuve algún nombre al principio.

—¿Cuál es mi camino?

—Eso no lo sé, solo sé por donde debes ir si quieres llegar, pero quien sabe el lugar a donde te diriges, eres tú mismo. Si lo sabes puedo ver cuál senda es la que debes tomar.

—Quiero ir con mi omega y mis cachorros, con XingChen al que amo y del que no quiero desprenderme jamás. Temo haber muerto por culpa del dios Khet y no volver a verle.

—Muerto o vivo no importa para mí, si caminas conmigo pronto verás la senda que debes recorrer para encontrarle. Pero me temo que él también haya iniciado un camino y que no coincida con el tuyo. Quizá camines hacia su encuentro, pero él nunca permanezca en el lugar donde debes encontrarle.

—Pero tú también lo guiarás, dime hacia dónde va.

—Yo guío a todos, pero no a todos en el mismo tiempo, ni en el mismo mundo, ni en el mismo plano. A veces entre un camino y otro hay una barrera translúcida como la tela de una araña y sin embargo, imposible de cruzar. 

—Pero debo encontrarle, debo saber qué ha pasado, debo volver con los míos para salvarles.

El anciano paró y se apoyó fuertemente en el cayado. Parecía muy cansado. Su rostro estaba surcado de arrugas ancestrales, su cabello largo casi llegaba hasta las rodillas y su ropa humilde, estaba muy desgastada allí donde rozaba con el suelo.

—Eres alguien extraño, Xue Yang. No eres del mundo de los mortales, ni tampoco de los dioses. Eres una criatura única y contigo han hablado alguno de mis hermanos y hermanas. Cuando me topo con un viajero, solo miro en su interior y comienzo a andar en la dirección correcta. Ellos me siguen, pero no tienen la capacidad de hablarme como lo haces tú. Eres sin duda especial. Por eso creo que cerca de ti hay seres más ancestrales como DulJora o como el padre supremo. No entiendo por qué te ayuda, pero no es mi cometido dilucidar este dilema. Sin embargo, te ayudaré a que vuelvas al lugar de tu partida, allí puede que encuentres a tu omega, pero recuerda, no todos los seres que hay a tu alrededor están de tu lado. Has atacado a Khet y él se ha vengado antes de que DulJora lo encerrara en su interior para siempre. 

—Entonces Khet a muerto...

—¿Muerto? No, los dioses no mueren, Xue Yang, pero ahora está en un lugar del que jamás podrá escapar. Aún así, ha hecho que XingChen viaje por un momento de su vida que le alejará de ti para siempre.

Xue Yang sintió que no podía tragar saliva, alejar a XingChen de él no era algo que fuera a permitir.

—¿Y qué ha pasado con mi familia? Con Yu Hao,con Li Xian, con los cachorros.

—Debes preguntarles a ellos. Abre los ojos.

De nuevo todo desapareció después de un fogonazo de luz intenso. Xue Yang se había tapado los ojos con un brazo de forma instintiva y después de unos segundos en los que se aseguró de que la intensidad de la luz había bajado, comenzó a retirarlo y a abrir los ojos como había dicho el anciano.

Al principio apenas podía distinguir nada, solo oía un pitido continuo que le recordó a una máquina de hospital. Sí, pensó, debía estar en un hospital después de lo que había pasado en el templo. Además estaba ese olor característico a desinfectante clásico que había cuando visitaba a Li Xian en el trabajo.

—Se ha despertado, deprisa, llama al doctor.

Alguien había hablado, pero aún no podía distinguir bien lo que había a su alrededor con la vista, aunque sí se dio cuenta de que un revuelo comenzó a sonar en donde fuera que estuviera. 

—Apagad esa luz, le molesta la luz, rápido- Xue Yang ¿Me oyes? Soy Yo Wei.

—Yo Wei...—susurró Xue YAng mientras comprobaba  que le dolía mucho la boca al hacerlo.

—Tranquilo, no hace falta que hables, llevamos mucho tiempo esperando a que despiertes podemos esperar un poco más—rio visiblemente emocionado.

—Dónde...est..—comenzó a decir antes de que un ataque de tos le impidiera seguir hablando.

—Espera, te ayudaré a que te incorpores, despacio o te marearás. Respira profundo, en unos minutos te daré un poco de agua, debes tener la garganta seca.

Xue Yang no entendía cómo era que se encontraba tan torpe. Además tenía algo en la garganta, un tubo que tocó con la mano e intentó quitarse.

—No, no, no, no, no toques eso o te harás daño. Es una sonda nasogástrica, no podíamos dejar que te murieras de hambre. Te la quitaré pero será molesto.

Yo Wei comenzó el procedimiento para retirar la sonda que llevaba el alimento líquido desde el exterior hasta su estómago. Una vez Xue Yang se vio libre de ese tubo, se encontró mejor, pudo beber un poco de agua despacio no sin atorarse un poco.

—Qué me pasa, no controlo mi cuerpo.

—Es normal, llevas mucho tiempo en coma, tu cuerpo tiene que acostumbrarse a la actividad.

—¿Mucho tiempo?

Yo Wei guardó silencio unos instantes e intentó hacer una sonrisa despreocupada aunque no lo consiguió del todo.

—Xue Yang, cuando DulJora atacó, te quedaste en coma. Has estado así dos años.

Xue Yang no podía creer que había estado todo ese tiempo desconectado del mundo. A penas había estado hablando con el anciano por unos minutos, pero habían pasado dos años donde todo el mundo había seguido su vida sin él.

—¿Qué pasó?¿Dónde está XingChen?

Yo Wei indicó al personal de enfermería que se marchara y él cogió una silla para sentarse al lado de Xue Yang.

—Verás, no solo tú has estado ausente, Xue Yang, XingChen también quedó dormido, pero él no ha despertado aún.

—¿Dormido? Entonces qué ha pasado con mis cachorros.

—Los niños están bien. Todo este tiempo han estado con Yu Hao y Li Xian, se han criado junto a los gemelos como si los cuatro fueran hermanos. No han dejado de venir a visitaros cada día.

Xue Yang notaba que el corazón se le encogía dentro del pecho. Song Lan le había quitado dos años de vida a él y a su familia. Ahora su amado omega, seguía en coma y sus cachorros habían tenido que vivir con su aisha y Li Xian. Yo Wei notaba que Xue Yang se derrumbaría en cualquier momento, le puso una mano en el hombro para tranquilizarlo un poco.

—Escucha, voy a llamar a Yu Hao para que traiga a los cachorros y mientras, si te parece,  vamos a ver a XingChen, está en la habitación de al lado.

Yo Wei llevó a Xue Yang en una silla de ruedas, después de tanto tiempo, las piernas de Xue Yang no respondían como debían, era mejor tener cuidado. Cuando llegaron, Yo Wei dejó solo a Xue Yang junto a su omega al que tomó con rapidez de la mano y la besó mientras lloraba sin parar. XingChen estaba exactamente igual que siempre, solo que en un profundo sueño del que no podía despertar. Xue Yang se incorporó y le besó con suavidad en los labios, mojando con sus lágrimas las mejillas de su amor. Despacio las retiró con el pulgar, sonriendo con una tristeza infinita. 

—Te traeré de vuelta, XingChen, nadie nos va a separar así y te juro que acabaré con Song Lan o Wang Xi o como quiera llamarse. No le perdonaré que te haya hecho esto, ni a ti, ni a mí ni a nuestros pequeños.

En ese momento se dio cuenta de que la última vez que vio a Xi Wang ella tenía apenas unos meses, ahora tenía más de dos años. Ya sabría andar y hablar y se abrazó a XingChen al entender que no había estado en ese momento importante de su pequeña. ¿Cómo habría sido escucharla decir papá?¿Quien le tomaba de la mano para que comenzara a andar? Tenía el corazón destrozado, un nudo en la garganta que no le dejaba respirar, un peso en el pecho que parecía una losa. Aquello debía tener el mayor de los castigos, Song Lan lo pagaría con sangre.

Al cabo de un rato alguien tocó en la puerta, era Yu Hao que se acercó como si lo que veían sus ojos no fuera real.

—Aisha...—alcanzó a susurrar mientras se abrazaba a Xue Yang temblando como un flan—Gracias a los cielos que has vuelto con nosotros.

—Aisha, he vuelto pero mira lo que me encuentro, mi omega está así, aquí tumbado, mis hijos...

—Tranquilo, los niños están bien, están fuera. He entrado yo primero  para que te calmes antes de verlos o se asustarán, recuerda que hace dos años que no te ven como eres en realidad.

Xue Yang se limpió el rostro que aún estaba húmedo de las lágrimas y se colocó el cabello.

—Es cierto, la niña ni siquiera me recordará.

—Pero sabe quien eres, no hemos dejado de traerlos para que no os olvidaran. Ahora podrás abrazar a Xi Wang y a Sheker. Verás lo grande que están. Iré a por ellos.

Cuando Yu Hao volvió con los niños, Sheker estaba cogido de la mano de Xouna tremendamente nervioso, también el pequeño alfa lo estaba pero de la mano, se daban apoyo el uno al otro. Pero por otra parte Hiaki, tomaba la mano de Xi Wang  y parecían mucho más calmados que los otros dos. Hiaki siempre en su línea y Xi Wang parecía que le imitara.

—Mis nunsis...

El primero en ir a abrazar a su padre fue Sheker tirando de Xouna. Ambos se agarraron a él riendo y llorando al mismo tiempo. Un poco después y con cierta ayuda por parte de Yu Hao, Hiaki y Xi Wang hicieron lo mismo.

—¿Y mi aitï, cuando se despertará también?—preguntó Sheker.

—Pronto, nunsi, yo lo traeré de vuelta y volveremos a estar todos juntos, ya lo verás.

Xue Yang tenía en su regazo a la pequeña Xi Wang cuando los otros tres cachorros se cansaron de abrazarle. Sheker no soltaba la mano de su padre y Xouna se había sentado en el suelo pegado a la silla de ruedas. Solo Hiaki se mantenía un poco más distanciado pero sin perder detalle de todo lo que pasaba.

—¿Sabes quien soy, Xi Wang?

—Athair.

Xue Yang sonrió y le dejó un beso en su cabecita, olía tan parecido a XingChen que todos los recuerdos de su nacimiento le volvieron de golpe al pensamiento. XingChen acunando a la pequeña y Sheker sentado a sus pies curioso por su nueva hermanita. Debía alejar esos pensamientos o volvería a llorar desconsolado. Pronto notó que Hiaki tomaba de la mano a Xi Wang y esta hacía ademán de bajarse del regazo.

—Hiaki, ahora no es el momento.

—No importa, es mejor que se pongan a jugar un poco, tenemos mucho de lo que hablar.

Yu Hao sacó a los pequeños para que una enfermera los llevara a otro lugar y poder hablar así con tranquilidad con Xue Yang. Al poco llegó Yo Wei también.

—Tienes que disculpar a Hiaki, es muy posesivo con Xi Wang, siempre está con ella, no se separa salvo que  sea estrictamente necesario y ella tampoco le gusta estar lejos de él. Es muy responsable como hermano mayor, más aún que Sheker y Xouna juntos.

—No hay problema, Hiaki la cuidará siempre bien, igual que Xouna cuida de Sheker y Sheker de Xouna. Tienes que contarme cómo están las cosas, Yu Hao ¿Dónde está Li Xian?

—Está de camino, estaba con mi madre. Li Xian aún se recupera de las secuelas que le dejó Wang Xi, apenas hace unos meses que ha vuelto a caminar. Ha sido muy duro para todos, pero saldremos de esto. XingChen despertará.

—Lo rescataré de su sueño, no sé cómo pero lo haré.



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Shu Yi se estaba poniendo nervioso. Yuri nunca se retrasaba y ya llevaba veinte minutos esperando a que apareciera, aquello no era normal. El vello de la nuca se le estaba erizando, algo le decía que estaba en peligro, lo mejor era desaparecer cuanto antes, pero cuando se decidía a marcharse escuchó unos pasos que se acercaban. Despacio llevó su mano a la pistola que cargaba en el cinturón a la espera de lo que pudiera ocurrir. El corazón le latía a mil por hora y todos sus sentidos estaban completamente alerta. Como se temía, quien aparecía no era Yuri, en su lugar alguien con el rostro cubierto se paraba a unos 4 metros de distancia. Shu Yi desenfundó su arma y le apuntó con decisión.

—¿Quién eres? —preguntó con firmeza.

—Soy el enlace de Yuri.

—¿Dónde está él?

—Yuri está muerto.

Shu Yi se quedó en silencio unos segundos, no podía ser, Yuri no podía haber muerto, eso era una noticia catastrófica.

—¿No me crees? ¿Acaso vendría hasta aquí si no fuera verdad?

—¿Has sido tú?

—¿Cuál sería la razón para hacer tal cosa? Soy su enlace, yo informaba a Yuri. Le descubrieron y se quitó la vida antes de ser capturado.

—Cómo de grave es la situación—preguntó Shu Yi con frialdad para no dar muestra de lo mucho que le afectaba aquella noticia. Yuri era algo más joven que él, habían hecho buenas migas, cmo si fuera un hermano menor para él. Su muerte era muy dolorosa, aunque ambos siempre supieron de los riesgos que corrían.

—Sabían que había un topo, pero no cómo de informado estaba. Yuri murió para mantener eso en secreto. Pero las cosas se han puesto demasiado difíciles para mí, no podré hacer esto por más tiempo, no puedo arriesgarme a venir otra vez hasta aquí.

—Y nosotros no podemos infiltrar a alguien más sin levantar sospechas, además, hasta que se ganara su confianza pasarían meses, tienes que ayudarnos.

—¿No has escuchado lo que he dicho? Es muy peligroso para mí, tengo mis razones para ayudaros pero no a costa de arriesgarme a que me maten. Si me descubren estoy muerto.

—Está bien, hablaré con mi gente, veámonos en tres días a la misma hora. Te daré una solución para poder seguir colaborando de alguna manera. Si nos has ayudado hasta ahora, no creo que te de igual que todo se vaya a la mierda.

El enlace lo pensó unos segundos, seguía utilizando la mayor oscuridad del lugar para mantenerse fuera del alcance de la vista de Shu Yi, no confiaba en tener el rostro y el cuerpo bien cubierto para lograrlo. Todo aquello era demasiado peligroso para no tomar todas las medidas de precaución posibles.

—En tres días y si no me convence lo que me ofreces, el trato se acaba aquí.

Terminó de decir aquello y se dispuso a marcharse por donde había venido, pero Shu Yi tenía algo más que preguntar.

—Espera— se apresuró a decir. Después de tomar varias bocanadas de aire siguió hablando—¿Alguna vez piensas en mí? Solo quiero saberlo, no le diré a nadie quien eres.

El desconocido se quedó en silencio, un silencio que pesaba tanto como la oscuridad de la noche. Shu Yi esperaba la respuesta, sentía en su corazón que no se equivocaba al preguntarle aquello. El enlace giro levemente su cuerpo, como si quisiera mirar de reojo a Shu Yi, después volvió su mirada al frente, dando la espalda al beta que esperaba la respuesta.

—Nunca—respondió, acto seguido se marchó sin añadir nada más.

Shu Yi miraba como la silueta de Seung se alejaba dejándole solo en aquel lugar ¿Cómo no iba a reconocer su voz? Soñaba continuamente con ella, con la forma de su rostro, con sus labios besándole aquel día del terremoto que estaba tan lejano como los días en Eridan. Evitaba saber nada de Seung y de su famoso idilio con Celine, le destrozaba el corazón saber que era la dueña de esos besos que él tanto anhelaba, de las caricias, de las miradas. Se convencía a sí mismo de que aquel día en la montaña no fue Seung quien le hizo el amor de aquella manera tan extraordinaria, que era Jora que buscaba a Dul en su cuerpo. Aquel día, aquel encuentro no fue con Seung fue con Jora y no fue para él, fue para Dul. 

Pero aún así, aún cuando Dul desapareció, él seguía sintiendo lo mismo. El destino lo maldijo muchas veces y uno de sus castigo era enamorarse de Seung. Solo tenía que acostumbrarse a un daño más, perdió a Rile, perdió a Nunsaib y perdió la vida por defenderle. Su alma se perdió y la recogió un ser ancestral que buscaba su propio interés y para hacerlo, lo reencarnó en el seno de su peor enemigo. Una vida lamentable, oculto y huyendo de por vida para no morir, viendo el sufrimiento de su madre. Ese destino cruel y trágico le perseguiría vida tras vida, no tenía duda alguna. Seung le dijo que su nombre tenía una maldición, pero en esta ocasión, la maldición Wang era para Shu Yi.

Seung llegó hasta su casa desprendiéndose de aquel atuendo con el que había ido al encuentro con Shu Yi. No sabía quien era el enlace de Yuri en el otro lado y cuando vio que era Shu Yi, temió que le reconociera como finalmente pasó. Pero qué podía hacer, no podía darse la vuelta ¿Qué pasaría ahora? ¿Shu Yi le delataría?

Tomó una ducha para despejar la cabeza, los pensamientos iban a mil por hora y debía ordenarlos si no quería que todo su plan se fuera a la mierda de un plumazo. Si Shu Yi contaba a Simaxia que él era el enlace, eventualmente Song Lan le descubriría. No, nadie podía saber lo que estaba haciendo, sus planes que iban al margen de unos y de otros no podían irse al traste. Debía confiar en Shu Yi aunque lo que debía haber hecho era haberle matado allí mismo, pero no podía hacer eso, Shu Yi era su talón de Aquiles. Debía mantener ese puente entre los dos bandos de forma secreta, él debía seguir siendo neutral para conseguir sus objetivos aunque a la vista de unos era un traidor y a la vista del Song Lan era un aliado. Para Seung solo existía una cosa, el nombre Wang debía prevalecer sobre todo lo demás pasara lo que pasara.

Se tumbó desnudo en la cama, mirando al techo como si allí estuviera escrita la solución a todos los problemas, pero evidentemente no estaba. Yuri había sido descubierto y él debía averiguar cómo había pasado para eliminar ese cabo suelto, para borrar ese camino hasta él, debía saber cómo habían sabido que Yuri era el infiltrado. Por suerte el muchacho tenía coraje y se había cortado el cuello minutos antes de que le capturaran. Cogió una caja decorativa que había al lado de la cama y la abrió. Dentro había una hoja de papel arrugada y rota por algunos sitios, una hoja con un dibujo a lápiz de él durmiendo, el dibujo que Shu Yi le dejó en la casa de la montaña antes de huir de él.

Como siempre pasaba cuando miraba aquel dibujo, la respiración se le aceleraba y los latidos del corazón se hacían más pesados. El calor invadía su cuerpo, sus labios temblaban y la imagen de Shu Yi desnudo mientras él lo besaba en la casa de la montaña aparecía con fuerza en su mente.

Pumpum...pumpum...pumpum, martilleando en sus sienes ,en su pecho y en su vientre.

Se le hacía un vacío en la garganta, le costaba tragar saliva y los ojos se le humedecían. La erección que tenía pedía que la atendiera y comenzó a acariciarse sin poder evitarlo. Así comenzó a sentir algo de alivio en su excitación, dándose placer a sí mismo pensando en el beta al que debía haber eliminado desde el primer momento. Apretaba la mano mientras la movía arriba y abajo, cada vez más rápido, cada vez más fuerte, sintiendo que le faltaba la respiración. Recordaba ese mismo movimiento cuando entraba en Shu Yi, en su cálido interior de donde nunca hubiera querido salir. Se cubrió los ojos con la mano libre, estaba a punto de verterse como nadie lograba que lo hiciera, solo el recuerdo de Shu Yi conseguía que llegara al orgasmo de esa manera tan descontrolada. El beta ocupaba toda su mente siempre que se descuidaba, el recuerdo de todas las veces que lo llamó para hacerle daño, su olor extraño, el sabor de sus labios, la suavidad de su piel. No podía olvidar nada de aquello y eso le destrozaba.

Estaba completamente empapado en sudor y en su propio semen, en lágrimas de placer que le habían rodado hasta la mejilla, jadeante y tembloroso, pero también de una terrible soledad y tristeza. Cuando consiguió recuperarse tomó el teléfono y marcó un número recurrente.

—Celine, ven ahora, necesito que lo hagas.

—Seung...no, no puedo...

—He dicho ahora.

Seung había colgado sin que Celine pudiera añadir nada más. La omega separó lentamente el móvil de su oído y lo colgó. Creía que ya no tenía que hacer aquello más, no quería, no podía, pero tampoco podía decirle que no. Ya hacía bastante que Seung estaba tranquilo y que no se lo pedía, pero esa noche, de la nada, volvía con lo mismo. Media hora más tarde estaba frente a él, ya le había atado las muñecas y colgado de las mismas al gancho del techo pero no quería seguir adelante.

—Hazlo.

—Seung, no me gusta hacerte daño, no me pidas esto, te lo ruego.

—Hazlo.

Celine estaba temblando, no sabía si sería como la última vez en la que casi le para el corazón, esperaba que no ocurriera porque se moría de miedo con todo aquello que no entendía. No podía imaginar qué era lo que Seung se reprochaba a sí mismo, qué hacía mal para pedir ser castigado así, cómo alguien podía pensar que hacía algo tan malo que merecía un castigo tan doloroso y peligroso a la vez. Solo sabía qué tenía que hacer para castigarle y nunca debió aceptar hacerlo.

¿Pero qué podía hacer si también su vida y su posición dependía de que Seung estuviera siempre de su parte frente a Song Lan? Le costaba, le costaba mucho hacerlo porque además, también amaba a Seung.

Despacio tomó la defensa de descarga eléctrica, la puso contra el costado de Seung y apretó el gatillo deseando no hacerle tanto daño como Seung quería que le hiciera. Celine cerró los ojos, no quería verle sufrir así, cuando los abrió, Seung estaba inconsciente colgando del gancho. Constató que el corazón seguía latiendo y se sentó a esperar. No podía bajarlo de ahí hasta que recuperara la consciencia por orden del propio Seung.

—¡¿Estás bien?!—preguntó Celine casi una hora después cuando comprobó que Seung despertaba.

—Ya puedes bajarme de aquí—contestó con mucha dificultad y en un tono casi imperceptible.

Celine obedeció y ayudó a Seung a llegar hasta la cama donde lo tumbó. Rápido fue a por un cuenco con agua para limpiar su cuerpo sudoroso y atender a la quemadura que la descarga eléctrica le había provocado en el costado.

—Seung ¿Puedo quedarme contigo esta noche?

—Quédate—contestó Seung mientras le tomaba de una mano.

 Se le rompía el corazón de ver a un alfa tan poderoso como Seung castigarse a sí mismo de aquella manera tan terrible, se le rompía porque se había enamorado de él, siempre le había gustado, desde antes de conocer a Xue Yang incluso, cuando estaban en la universidad. Pero desde lo de Khet, se habían hecho más cercanos al trabajar codo con codo y el sentimiento fue más fuerte y profundo y además, se había dado cuenta de que algo había cambiado en Seung, algo que en el tiempo pasado en el que le conoció no pasaba y ahora sí. Deseaba con todas sus fuerzas averiguar qué hacía tan desdichado a Seung y poder acabar con ese problema para hacerle feliz por el resto de sus días.

Celie terminó de atenderle y se tumbó a su lado para abrazarle durante toda la noche.

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