Volver al hogar.

XingChen se levantó una mañana muy mareado, con nauseas y mucho sueño. Xue Yang estaba esperando que esos síntomas aparecieran para confirmar que su omega llevaba a su hijo en el vientre, así que tenía una prueba de embarazo guardada para poder usarla.

—Siéntate, vamos, no estés tan nervioso—XingChen le tomaba de la mano para que se sentara a su lado.

—No puedo, me corren los nervios por las piernas, necesito estar de pie.

XingChen tiró un poco más fuerte y su alfa se dejó arrastrar. Le tomó de las manos, le dejó un beso suave en los labios y miró el reactivo que estaba sobre la mesa. Xue Yang tenía las manos sudorosas y no podía dejar quietas las piernas. Resoplaba mientras los minutos se le hacían eternos. ¿Y si no estaba en estado? Podría ser que XingChen estuviera enfermo y significaría que no lo había atendido bien por estar pensando en su reciente necesidad de ser padre. Los pensamientos iban a toda velocidad en su cabeza, algunos tan absurdos que sacudió la cabeza para alejarlos. Por su parte XingChen aunque se mantenía firme para dar ánimos a Xue Yang, también era un flan por dentro.

Si hubiera sido omega desde siempre, o lo hubiera sabido, le hubieran preparado para esto como para otras muchas cosas. Pero todo ocurría muy rápido para él y tenía que adaptarse como podía cada día que pasaba. Al igual que en Xue Yang, había despertado un deseo enorme por ser padre, por criar a un pequeño bebé. Acunarlo junto a su alfa, alimentarlo, verle crecer sano y fuerte era todo lo que deseaba desde que tuvo la intuición de que ya estaba en camino. Al fin el reactivo dio su veredicto, positivo.

—Estoy en estado...voy a tener un bebé Xue Yang, voy a tener a nuestro hijo—susurraba sin terminar de creerlo aún.

—Mi hijo...

Xue Yang estaba como en una nube. Había pasado media vida negando a su padre tener un heredero, jamás tendría un cachorro con nadie y ahora era real. XingChen estaba en estado, su omega guardaba en su interior su semilla que estaba creciendo y de pronto sintió unas ganas terribles de tener a ese cachorro entre sus brazos. Tembloroso bajó la cabeza hasta el vientre de XingChen y lo besó despacio para después quedarse ahí, sollozando como un niño.

—Xue Yang...

—Estoy bien, no te preocupes es que...esto es...Siempre he presumido de ser superior a los demás pero hoy, realmente me has hecho un alfa valioso que es capaz de crear vida junto a ti. En este momento me he dado cuenta de lo mucho que me has salvado y que sin ti, no hubiera sido más que un mal recuerdo en la vida de alguien. Gracias por salvarme de mí mismo, te amo Xiao XingChen, te amo más que a mi propia vida y usaré esa vida para hacerte el omega más feliz de la tierra.

XingChen entendió, Xue Yang estaba completamente sobrepasado con la situación. Sentía cómo besaba su vientre una y otra vez entre lágrimas de ternura por su cachorro y él tampoco pudo reprimir las lágrimas de saberse más completo todavía. El corazón se le estaba haciendo muy pequeño para después agrandarse sin poder caberle el pecho. Pasaron mucho tiempo así, asimilando la noticia que ya sospechaban pero que ahora se hacía completamente real. Iban a ser padres, iban a tener un pequeño cachorro en sus vidas que los colmaría de amor. Había nacido una necesidad de ser padres en los dos sin apenas darse cuenta, pero ahora que esa necesidad se había cubierto, eran conscientes de lo fuerte que era su naturaleza alfa-omega y que seguiría su curso lo quisieran ellos o no.

—¿Qué te gustaría que fuera?—preguntó XingChen mientras Xue Yang preparaba la cena horas después.

—Pues no se, no lo he pensado. Creo que me da igual, ya me parece increíble que vaya a ser padre, si es un cachorrito o una cachorrita no tiene importancia.

—¿Y si es un omega?

—¿Por qué me preguntas eso?—Xue Yang dejó lo que estaba haciendo y fue hasta XingChen para abrazarlo. Su tono de voz había bajado mucho con esa pregunta.

—Temo que le ocurra algo por tener esa condición tal y como se están poniendo las cosas.

—XingChen, nuestro bebé tiene dos padres que van a luchar porque las cosas no sigan así y lo defenderán con uñas y dientes. Si lo que temes es que yo lo rechace, ni en sueños lo haría. Sé que cuando nos conocimos actué de una manera muy cruel contigo, que despreciaba a los omega pero no por ser omega, despreciaba a todo el mundo. Me da igual lo que sea, chico o chica, alfa, omega o beta. Es un trocito de nosotros, lo amaré con locura como te amo a ti.

XingChen se abrazó más fuerte a su alfa. Realmente la situación estaba muy tensa, su bebé podía estar en los planes de los Shuruuat y aunque no lo estuviera, si era un bebé omega no sería tratado igual por el mundo que se estaba creando a su pesar. Ahora más que nunca tenían que pelear contra aquellos supremacistas que querían un mundo tan cruel y retorcido. Estarían preparados para eso. Tomó aire para respirar el aroma de Xue Yang y lo dejó salir con pesadez.

—¿Tienes hambre?—dijo Xue Yang para cambiar la conversación.—Recuerda que ahora tienes que alimentarte mejor que nunca.

—Un poco, pero tal y como cocinas, al final como demasiado y no puedo dormir bien por la noche.

—Pero eso tiene remedio, si comes mucho yo te ayudo a quemar calorías antes de que te duermas ¿Qué te parece?

—Xue Yang, eres un descarado.

—Y el marido perfecto también. Te alimento y después te alivio las digestiones pesadas. Es más, quizá es mejor que hagamos hambre ahora.

Al segundo siguiente, XingChen ya estaba en brazos de Xue Yang que se lo llevaba al dormitorio riendo. El omega se abrazó a su cuello sin dejar de reír también, Xue Yang siempre tenía la palabra perfecta, el acto perfecto para que se sintiera bien. Seguía dejando flores en su escritorio y hacía que comiera con él en su despacho, pasaba de imprevisto por el laboratorio para decirle cualquier cosa al oído ante la mirada perpleja de sus compañeros y la de celos de Song Lan. Realmente si no fuera porque el mundo estaba cambiando tanto, XingChen no tendría ninguna preocupación en su vida, solo la de ser feliz con su alfa.

Yu Hao llegaba al hospital completamente fuera de sí. La llamada del supervisor de Li Xian diciendo que habían atacado a su omega casi hace que arda de rabia en ese mismo instante. Corría por los pasillos hasta la planta de cirugía donde Li Xian trabajaba, los  atravesaba  completamente encolerizado hasta el punto de que la gente que lo veía se apartaba de inmediato. Cualquiera a su paso podía oir el rugido que se formaba en su pecho y que hacía vibrar el aire a su alrededor. Yu Hao no era un alfa puro com Xue Yang, pero era un alfa inmensamente poderoso que cuando estaba encolerizado hacía temblar el suelo a su paso. Abrió la puerta del office donde descansaba el personal médico y se abalanzó para abrazar a Li Xian que apenas pudo girarse para verle.

—Estoy bien Yu Hao, tranquilízate.

—¿Que estás bien? Por supuesto que no estás bien Li Xian, ¿no te das cuenta? Han estado a punto de hacerte daño de verdad ¡Maldita sea!.

—Por favor, no grites así.

—Sí grito Li Xian, voy a gritar todo lo que quiera porque alguien ha atacado a mi omega y a mi hijo. Así que no me pidas que no grite o que me calme porque no lo voy a hacer.

—¿Y qué vas a conseguir con eso?—Li Xian lo abrazaba con fuerza intentando que respirara su aroma, retiraba el cuello de su uniforme para que viera la marca, para que la olfateara pero Yu Hao estaba fuera de sí.

—Mantenerte a salvo ya que tú no lo haces Li Xian. No voy a descuidar a mi omega ni a mi hijo. Si tengo que encerrarte en casa lo haré, no tengas duda de ello. ¡Te ataré con una cadena y cerraré la puerta con un candado si hace falta!

—¡Yu Hao! no me hables así, no hables como tu padre.

—¿Como mi padre? ¡Joder!,¡Haz lo que te digo de una vez!—Los ojos de Yu Hao ardían y se teñían de rojo.

Li Xian nunca había visto de esa manera a Yu Hao. Nunca le hablaba mal, no levantaba la voz en su presencia, no le obligaba a nada y hacia lo que le pedía sin dudar. Era un alfa entregado a cuidar de él y ahora estaba siendo un alfa completamente diferente, transformado por la sola idea de perderlo en un instante. Li Xian siempre veía el lado amable de Yu Hao, pero nunca el lado feroz que usaba en la calle, en su trabajo, cuando trataba con gente dispuesta a matarle o a matar a alguien más. Este Yu Hao era desconocido para el omega y era aterrador, terriblemente aterrador y no quería verle así nunca más.Tenía que calmarlo como fuera posible así que lo abrazó más fuerte y le habló bajo cerca de su oído, le habló con esa voz suave y melosa que solo Li Xian tenía y que Yu Hao amaba.

—Cálmate por favor, nuestro bebé puede sentirnos discutir y no queremos que eso ocurra. Por favor, respira hondo, muerde mi marca, tranquilízate tú y tranquiliza a nuestro cachorro.

Aquellas palabras fueron como una orden para Yu Hao. Pensar que por su culpa el bebé saliera herido no era algo que pudiera soportar, así que comenzó a hacer lo que decía Li Xian para retomar el control. Buscó la marca, la olfateó y mordisqueó, luego cogió en brazos a Li Xian para sentarlo en uno de los sillones y así poder tocar su vientre con más facilidad. Se arrodilló a su lado y puso su oído para sentir al bebé dentro de su omega y  las manos de este acariciando su cabello. Las caricias de Li Xian eran siempre su bálsamo, dejaba su aroma sobre su piel y era como sentir la lluvia de verano en un día de calor.

—Li Xian, haz lo que te pido por favor. No puedo perderos ni a ti ni a nuestro cachorro, deja que os proteja porque si os pasa algo me moriré. Vuelve a casa hasta que todo se calme un poco o me temo que alguien termine llegando hasta ti. Nunca te he pedido que dejes tu trabajo ni que te sometas a mí, pero ahora es muy peligroso que hagas tu vida normal. No puedo perderte conejito, no me prives de ti, Li Xian, porque eres lo único que tengo, tú y nuestro cachorro. No hay nada más en la vida para mí.

Li Xian sabía que su alfa tenía razón, las cosas estaban cambiando demasiado rápido y Yu  Hao no podía estar siempre en todas partes para salvarlo. Esta vez había sido un susto pero posiblemente más adelante,  las cosas fueran más lejos y no podía poner en riesgo a su amado bebé.

Hacía dos meses que sabían que venía un cachorro en camino, pero no había querido decírselo a nadie, ni siquiera a XingChen y Xue Yang. Aquél día en el sofá de su casa esperando que la prueba de embarazo diera positivo, se prometieron guardar para sí mismo la noticia hasta los tres meses, así disfrutarían de su pequeño secreto y podrían asegurarse de que el embarazo iba bien.

Desde entonces Yu Hao se había vuelto mucho más celoso y protector con Li Xian y en parte no le faltaba razón. Su padre había llevado a trámite una nueva ley muy restrictiva con los derechos de los omega, había manifestaciones a favor y en contra de la ley y altercados contra omegas independientes que habían acabado bastante mal. Yu Hao había tenido que intervenir en esos altercados y temía que Li Xian fuera el blanco de los ataques tarde o temprano. Así que aquella mañana en la que Li Xian encontró las ventanas de su coche rotas y una pintada indicándole que se fuera a su casa a atender a su alfa cuando salía del turno de noche, se convirtió en un terrible lobo, un tigre con piel de oso que defendía a su familia.

—Está bien, no quiero que discutamos, pero tampoco podemos dejar de hacer nuestras vidas Yu Hao porque unos cuantos fanáticos quieran hacernos insignificantes para el mundo.

—Lo entiendo, pero eres mi omega y tengo que protegerte a cualquier precio. Da igual a quién tenga delante, eres mío para siempre.

—Haremos una cosa, deja que lo prepare todo para que alguien me cubra en el trabajo y después me tomaré unas vacaciones hasta que las cosas se calmen ¿Te parece bien?

Yu Hao asintió con la cabeza en el regazo de Li Xian, en ese momento tenía ganas de cogerlo en brazos, llevarlo a casa y tumbarse con él por el resto del día. No soportaba la idea de separarse de él estando las cosas como estaban, ni de él ni de su cachorrito. En unos días invitarían a Xue Yang y a XingChen a su casa y les darían la noticia del embarazo, porque sería difícil explicar que Li Xian dejaba el trabajo por miedo a los ataques si no había otra razón más importante para hacerlo.

La gente de Simaxia les habían dicho que las cosas estaban poniéndose difíciles. Los ánimos entre la gente estaban enrarecidos, los omegas eran peor vistos que nunca, los que eran más independientes eran atacados y el beneplácito del resto de la sociedad sobre eso crecía más y más. Se les culpaba de problemas en las familias, en los trabajos y en todos los lugares donde destacaban sobre los alfas. Se les remitía a quedarse en sus casas y atender a sus esposos e hijos. Querían retroceder años en lo conseguido por parte de los omegas y lo estaban consiguiendo. Aunque estaba claro que Yu Xing Si, el padre de Yu Hao y la mano oculta de Xue Mu Ren estaban detrás de todo eso, aparecían conciliadores en los medios de comunicación como si no tuvieran nada que ver, pero era cuestión de tiempo que finalmente tomaran el control de la situación y consiguieran que las leyes fueran en contra de los omega.

La mansión Yu estaba en las afueras. Era una casa señorial, con jardines que la rodeaban y aislaban del resto del mundo. Era muy grande y había seguridad por todas partes. Desde que su padre empezó a ascender en la política era necesario cuidar de su seguridad y ahora era más un bunquer que un hogar.

Yu Hao entró por la puerta principal, se frenó un poco, entrar a la casa de su infancia, donde tantas discusiones había tenido con su padre por Li Xian era doloroso. Haber dejado a su madre y hermanos atrás era una herida abierta que nunca cerraba, así que volver allí no le traía buenas sensaciones. Buscó el despacho de su padre y evitó que su madre le viera y le ablandara el corazón. Tenía que enfrentarse a su padre y ella siempre había intercedido para que las cosas no se agitaran demasiado. Era una mujer amorosa de sus hijos y temerosa de su marido, así que cuando se avecinaba una discusión, intentaba hablar con Yu Hao para que no perdiera los nervios sin que Yu Xing Si se enterara o su ira caería sobre ella. 

—Hola hijo, me alegra mucho verte.—Yu Xing Si dejó los documentos que estaba revisando y centró su atención en Yu Hao que entraba por la puerta.

—Has sido tú ¿Verdad?

—No faltes el respeto a tu padre Yu Hao, no te he educado de esta manera.

—Solo he venido a decirte que dejes en paz a Li Xian, no vas a separarnos y si te acercas a él para dañarlo no me voy a estar de brazos cruzados.

Alguien vino detrás de Yu Hao al oír al policía levantar la voz. Yu Xing Si hizo un gesto al guardia de seguridad para que cerrara la puerta y los dejara solos. Se recolocó en su sillón e hizo un gesto para que Yu Hao se sentara pero su hijo no estaba para cortesías. Estaba iracundo, apretaba los puños y ahogaba un gruñido que de haberlo soltado hubiera empeorado mucho las cosas. Tenía que controlarse y dejarle claro a su padre que hablaba en serio sobre Li Xian, que era su omega y que lo protegería siempre. Fue su padre quien comenzó la conversación que duró unos quince minutos tras los cuales Yu Hao tomó su teléfono lentamente y marcó el número que más usaba.

—Hola mi amor ¿Dónde estás? He llegado a casa y pensaba que estarías aquí. ¿Qué quieres que prepare para cenar?

—No voy a cenar contigo Li Xian. Vuelvo a mi casa con mi familia de la que nunca debí separarme.

Li Xian se quedó en silencio unos instantes, no creía lo que acababa de escuchar. Yu Hao no bromearía con algo así pero no quería creer que había escuchado lo que había escuchado. Sin duda estaba pasando algo grave y no era por teléfono como lo tenía que tratar.

—Yu Hao, no entiendo lo que dices. Ven a casa y hablamos  mi amor.

—Te he dicho que no voy a volver. No me busques ni me llames nunca más, hemos terminado.

—¡YU HAO! por favor ven a...

Yu Hao cortó la comunicación, el omega intento devolver la llamada pero el teléfono ya estaba apagado. Li Xian notaba cómo el corazón se le salía por la boca. Yu Hao no podía hacer eso, era su marido, era el padre de su hijo, había luchado porque estuvieran juntos y no podía dejarle así. Se llevó la mano al vientre de forma instintiva como si con ello pudiera evitar ese golpe sobre su pequeño cachorro que crecía en su vientre. Tuvo que buscar el asiento más cercano porque las fuerzas se le escapaban por momentos, se iba a marear en cualquier momento y caer al suelo. Le tomó un buen rato reponerse y pensar qué podía hacer, no sabía dónde estaba su esposo así que empezó por llamar a la comisaría, pero allí no estaba y eso le hizo pensar que Yu Hao estaba en la mansión Yu. No lo pensó más, si tenía que ir hasta allí y enfrentarse a toda la familia de Yu Hao por su esposo lo haría. Aparcó el coche a cierta distancia de la puerta principal que daba acceso al complejo y como esperaba, se encontró con una fuerte vigilancia en la puerta que no le dejó pasar.

—Si no puedo entrar, díganle a mi esposo que estoy aquí, que necesito hablar con él.

—Nos han indicado expresamente no recoger ninguna petición suya, márchese.

—No pienso irme hasta que alguien me atienda.

En ese momento las puertas se abrieron, el coche que usaba el cabeza de familia estaba por salir y Li Xian quiso cruzarse en su camino para pararlo, pero fue interceptado de inmediato por los guardias de seguridad. Li Xian pudo ver cómo uno de los cristales tintados de la parte trasera bajaba y aparecía el rostro triunfal de Yu Xing Si, pero lo que más le dolió es ver a Yu Hao a su lado que ni siquiera giró el rostro para mirarle.

—¡YU HAO!—gritó intentando zafarse de los guardias pero no lo consiguió. 

El coche siguió su camino y Li Xian se quedó inmóvil, intentando respirar y mantenerse en pie, pero al poco tiempo las piernas ya no le sostuvieron y cayó al suelo sin dejar de mirar cómo el coche se marchaba, sin que Yu Hao hiciera nada por volver a él. La realidad del mundo se hizo oscura y los sonidos dejaron de llegar a sus oídos. Li Xian perdió la conciencia en territorio enemigo, solo, indefenso, abandonado.

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9. Let me down slowly (Yu Hao)

10. Lost (Li Xian)

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