Petricor y miel de azahar.
XingChen dio un grito completamente aterrorizado. Aquel alfa era impredecible, se mostraba cruel, despiadado, violento y luego le hablaba con ternura para volver a comportarse como un psicópata. No debió llevarlo a su casa, ahora estaba perdido, a su merced y temió que estuviera viviendo sus últimos momentos. Pero no pasó, el alfa no le atacó, al contrario, volvió a abrazarle como en el despacho horas antes, pero incluso algo diferente. Esta vez era mucho más tierno, más cálido, como si la otra vez hubiera sido un gesto tímido de acercamiento y ahora hubiera traspasado sus propias barreras. Aún así XingChen no se fiaba y seguía abrazando sus rodillas sin dejar un espacio por donde el alfa lo pudiera abrazar mejor que se empeñaba en olfatearle deseseperado, gimiendo de impotencia.
—Por favor, te lo suplico, aléjate de mi, no me hagas daño.
—Nunca.
La voz del alfa era diferente, mucho más ronca y profunda. Una voz especial que hizo que XingChen se estremeciera y lo mirara de reojo. Xue Yang le tomó con suavidad la barbilla como pudo para que levantara el rostro y poder mirarlo bien. Sonrió lentamente y limpió las lágrimas de XingChen con los pulgares, después le dejó un beso en la frente al tiempo que XingChen se encogía temiendo cualquier movimiento del alfa.
—No tengas miedo.
Otra vez aquella voz que estremecía el interior de XingChen, que le hacía relajar los músculos y soltarse poco a poco enderezando su grácil cuerpo que aún temblaba levemente. El alfa tomó su rostro con las manos y le besó en los labios suavemente, muy despacio, con todo el cuidado del mundo. XingChen sintió como su columna vertebral se electrizaba con el toque de Xue Yang, cómo sus labios correspondían poco a poco al beso del alfa de manera un poco torpe, pero que Xue Yang animaba a que siguiera haciéndolo. Era un beso hermoso, lento y suave, sin más pretensión que la de sentirse el uno al otro. Después el alfa se separó un poco, se tomaron de las manos y empezó a besar despacio los delicados dedos de su omega, los acariciaba, los mimaba como si fueran el bien más precioso sobre la faz de la tierra. XingChen se dejaba llevar, entre la voz de su alfa, sus besos, caricias y su aroma a tierra mojada después de una tormenta, no sentía ningún temor, al contrario. Si hacía unos instantes estaba aterrorizado, ahora se sentía en el lugar más seguro del mundo.
—¿Por qué haces todo esto, por qué no me dejas marchar?
—Mi omega.
El alfa seguía acariciando a XingChen, lentamente, de la manera más inocente que se pudiera imaginar. Todo lo hacía completamente extasiado por la visión de XingChen frente a él. Volvía a besarle con suavidad, besaba sus párpados, sus mejillas y acarició la mordida con la punta de los dedos que hizo que brillara fugazmente. El omega levantó una mano y tímidamente rozó el pelo de Xue Yang con la punta de los dedos. Su aroma dulce comenzaba a mezclarse con el petricor, ambos cada vez más intensos. El alfa dejó un último beso en los labios de su omega y despacio comenzó a desabrochar su camisa. XingChen se retiró levemente ante la invasión, Xue Yang paró y volvió a besarlo suavemente.
—No temas.
XingChen le miró a los ojos, tenían ese brillo rojo que vio al principio, el brillo del alfa. Pero sí temía, recordaba lo que el médico le había dicho sobre su cuerpo. Aún estaba en construcción, aún no estaba formado. Sin embargo, contra toda racionalidad, sonrió levemente y asintió con la cabeza. Sus ojos también brillaron en un tono amarillo provocando en Xue Yang que su pecho explotara de felicidad.
Desabrochó con cuidado, besando la piel que iba quedando a la vista u esta se erizaba al paso de los besos. ¿Cómo podía ser la misma persona aquella que lo acariciaba de esa manera y la que hacía unos minutos le gritaba y amenazaba? Era como si dentro de Xue Yang vivieran dos personas diferentes, más que eso, dos personas completamente contrarias la una a la otra. Cuando el alfa llegó hasta su vientre alternaba las caricias de los dedos con los besos suaves que iba dejando sobre la piel. Era como si supiera que ahí se estaba transformando algo para él, como si supiera lo que el médico le había dicho a XingChen en el hospital. El omega podría jurar que su alfa estaba admirando los cambios que se estaban produciendo en su interior y quisiera asegurarse de que todo estaba bien. Tomaba grandes inspiraciones de la piel de su vientre y ronroneaba mientras frotaba su nariz formando círculos sobre su ombligo. XingChen se sentía extrañamente bien, hasta ese momento tenía calambres muy fuertes de vez en cuando, esa mañana había sido especialmente dolorosa al despertar. Pero ahora era como si el contacto con su alfa calmara su dolor, como si le diera a su cuerpo lo que necesitaba para ser el omega en el que se estaba transformando día a día.
—Mi omega.
Xue Yang susurraba sobre la piel del vientre con esa voz profunda, la besaba, la acariciaba, reía quedamente sobre ella y cuando sintió que XingChen le acariciaba el pelo también, se separó un poco para acercarse de manera que su omega pudiera olerle en el hueco del cuello. XingChen lo hizo sin saber por qué, era como si estuviera programado para hacer eso. Respiraba aquel aroma a petricor profundamente y era como si hubiera bebido agua fresca cuando estaba a punto de morir de sed. Poco después el alfa dirigió su atención a la mordida, la terrible herida que estaba en el cuello de XingChen como si le hubiera atacado un demonio y la besó con suavidad. Lamió para curarla, la besaba y mordisqueaba lentamente y XingChen creía que moriría en aquel momento envuelto en una nube. Todo su cuerpo respondía con un hormigueo placentero que crecía más y más.
—Mío, tan bello.
Ahora era Xue Yang el que respiraba la piel del cuello de XingChen, llenándose de su aroma y ronroneando feliz al hacerlo. El omega se abrazó desesperado, como si con ello pudiera fundirse con él y permanecer así para siempre. No se reconocía, no sabía por qué hacía aquello, por qué olvidaba lo que ese mismo alfa le había hecho, cómo lo había tratado. Todo eso parecía una extraña pesadilla que ya había pasado y ahora se adentraba en un sueño profundo en los brazos del alfa. Xue Yang también se abrazaba a él con intensidad, acariciando la espalda de su omega que se dormía con el sonido de su ronroneo protector. Podía hacer aquello para lo que estaba programado, cuidar se su bello omega. Se deshacía en gestos para procurarle comodidad, seguridad, ternura y al hacerlo se sentía completamente válido, se demostraba que era el mejor alfa que su omega podía tener y eso le llenaba de orgullo. Para aquel ser primario, no había nada más en la vida que tener a su omega entre algodones. En un instante habían perdido la noción de la realidad y se habían quedado dormidos, abrazados en aquel sofá que hacía unos instantes XingChen pensó que sería el último lugar que le vería con vida.
Xue Yang no supo cuanto tiempo pasó, cuándo se había quedado dormido y por cuanto tiempo. Volvió a la realidad entre una niebla de somnolencia que poco a poco le dejaba recabar los datos que necesitaba para saber qué estaba pasando y lo entendió al instante. Soltó a XingChen con brusquedad y este despertó de golpe asustado. Se levantó rápido respirando con dificultad.
—No no no no, esto no puede pasar, esto...No puede ser...tú, qué me has hecho maldita sea. No vuelva a acercarte a mí, no me provoques, no me llames así.
XingChen ya tenía suficiente experiencia con Xue Yang para saber lo que venía a continuación. No entendía nada de lo que le estaba diciendo pero daba igual. Lo mejor era guardar silencio y rezar porque desapareciera. Se encogió sobre sí mismo esperando la tempestad y la tempestad llegó con una fuerza que no imaginaba.
—No vuelvas a intentar retenerme contigo porque no lo vas a lograr. Ni se te ocurra pensar que voy a estar junto a ti otra vez. ¡Búscate otro alfa ya, haz lo que te digo!
Profirió un grito de ira al techo del apartamento y se fue dando un portazo. Apenas podía respirar intentando controlar la ira. Estaba sudoroso y temblaba, pero sobre todo estaba desconcertado por cómo había perdido de nuevo el control sobre el alfa interior el cual siempre había estado sometido a su voluntad. Cuando la puerta del ascensor se cerró a su espalda, el espejo del interior le devolvió su reflejo con los ojos rojos en un brillo creciente y amenazador. Dio un puñetazo y el espejo se fraccionó en mil pedazos que arrojaban una imagen distorsionada de él mismo.
—Mío—rugió con fuerza el alfa.
—¡No vuelvas a hacer eso!, ni tú ni ese maldito omega vais a joderme. ¡Así que no vuelvas a buscarlo nunca más o te juro que pagaréis las consecuencias los dos! ¡¿Entendiste?!
XingChen corrió hasta la puerta cuando el alfa salió por ella y cerró con llave. Acto seguido volvió al sofá se acurrucó allí, muerto de miedo, e instintivamente oliendo el aroma de Xue Yang que había quedado prendido en la tela y en él mismo. La causa de su terror y lo que le estaba calmando provenía de la misma persona y eso era demasiado desconcertante para cualquier omega y para XingChen, lo era aún más que no conocía los mecanismos ocultos que unían a las dos estirpes de manera irremediable. Se agarraba el pecho con fuerza, creía que tendría un ataque al corazón en ese momento y el dolor del vientre lo castigaba duramente. Se preguntó una y otra vez por qué, por qué él. Si Xue Yang era un alfa tan poderoso, podría tener a cualquier omega con su posición y su dinero. Por qué tenía que ser él que ni siquiera estaba formado como un omega. Había pasado tantas noches en blanco sin poder dormir con ese vacío en su interior que asolaba su cuerpo y su mente. Con una tristeza perpetua que ocultaba a todos, pero que le decía cada mañana cuando se miraba al espejo lo solo que estaba, lo solo que se sentía.
Había deseado tanto llenar ese vacío y ahora, lo había conseguido a un precio muy alto. Porque no podía negar que cuando el alfa aparecía, todo cambiaba, su interior se colmaba de luz y sus atenciones eran como el aire que necesitaba para sobrevivir. Pero ese ser estaba oculto en una persona cruel y despiadada, alguien que lo dañaba con sus palabras y que no dudaba que tarde o temprano terminaría utilizando la fuerza hasta acabar con su vida. Un poco de felicidad a cambio de montañas de sufrimiento, aunque esa felicidad fuera tan luminosa, no podía aguantar el pago de tenerla. Ni su cuerpo ni su mente aguantarían mucho más de esa manera y pensó que quizá sería lo mejor para todos que finalmente se rindiera y desapareciera.
Xue Yang llegó a su apartamento y entró directo a la ducha. No quería que el aroma del omega siguiera sobre él, eso hacía que su alfa se rebelara una y otra vez y además, podía sentía el dolor y la ansiedad de XingChen sobre su pecho y eso le desquiciaba. Estaba agotado de luchar contra sí mismo pero no se rendiría porque estaba en juego todo lo que hasta ahora había construido. Tomó más supresores para adormecer al alfa del todo y se marchó a Génesis. Había estado en contacto con gente de la empresa principal de su padre, donde sabía que los estudios sobre el lazo se habían realizado pero era imposible hacerse con ellos. Tenía que comenzar a moverse por su cuenta, hablar con sus investigadores para ver quién estaría dispuesto a trabajar en ello con XingChen. También sabía que tenía que controlarse con el omega o nunca estaría en condiciones de ir a trabajar y eso ahora era primordial para los dos. Así que se mentalizaba una y otra vez que no se acercaría de nuevo a XingChen y si el alfa se saltaba la regla, intentaría no explotar de frustración a continuación.
Estaba revisando la trayectoria de sus investigadores y la posibilidad de utilizar un laboratorio concreto lejos de las miradas de todos, cuando la puerta se abrió sin que su asistente le avisara.
—¿Papá? ¿Qué haces aquí?
—¿Por qué no dices hola papá me alegro de verte?
—Mi frase me gusta más ¿Vas a contestarla?
—¿No puedo venir a ver a mi hijo?
—Papá por favor, ve al grano. No estoy en mi mejor momento y tengo mucho trabajo.
—Me alegra que te tomes al fin en serio lo de dirigir la compañía. En realidad venía para ver al investigador nuevo que seleccioné para Génesis. ¿Dónde está? Porque no lo encuentro.
—Está enfermo.
—¿Enfermo de qué?
—No lo sé, qué importa. Cuando mejore volverá.
—Claro que importa. Cómo no va a importar que mi mejor investigador que tanto me ha costado captar, esté enfermo porque mi hijo le ha mordido y tiene un vínculo con él. Y lo que más me interesa, para qué muerdes a un beta.
Xue Yang que hasta ahora había seguido mirando su ordenador sin prestar más atención, dejó lo que hacía y se quedó en silencio mirando a su padre.
—¿Por cuánto tiempo pensaste que me lo ocultarías?
—El suficiente para solucionarlo.
—¿Solucionarlo con espionaje industrial a tu propio padre?
—¿De qué te sorprendes? No es como si no me conocieras.
—Son las formas, Yang Yang, podías habérmelo pedido.
—¿Acaso me lo hubieras dado?
—Claro que no, pero las formas son las formas.
—No voy a quedarme con él. Ha sido un error entre los muchos que cometo.
—¿Un error? Parece que el que no me conoces eres tú, no me tomes por tonto. No es un error, le has mordido por algo. Verás, cuando naciste pensé qué pasaría cuando fueras un adulto ¿Cómo sería la persona a la que te emparejarías? Porque no estabas previsto en la naturaleza. Los omegas son inferiores ya de por sí, no podía ser cualquier estúpido omega, incluso creí que serías capaz de emparejarte con otro alfa. Así que cuando empezaste con este juego tuyo de la promiscuidad no te detuve. Tú pensabas que me hacías daño, que hacías daño a la imagen de la familia pero en realidad estabas haciendo lo que yo quería. Estabas saltando de cama en cama y tarde o temprano te toparías con tu pareja de vida.
—Cómo no. Tú siempre lo tienes todo pensado ¿Verdad papá?
—Por supuesto. Nuestra cruzada por mejorar nuestra estirpe no es algo que se deje al azar. Quien estuviera destinado o destinada a ti no puede ser cualquiera así que evidentemente, no dejaré que alejes a Xiao XingChen de ti o mejor dicho, de nosotros.
—Déjalo en paz, no es un omega, no es nadie. Seguirá su camino, se emparejará con otra persona y listo. Así que deja de mirar en él algo que no va a pasar.
—Eso no lo decides tú Yang Yang. Lo que ha pasado no es algo usual, al contrario, es extraordinario. Está claro que antes de llegar aquí, él era beta, investigamos bien a nuestra gente. Pero que necesites romper el lazo indica que lo has transformado y eso no es usual, más bien es imposible a no ser que la naturaleza en su sabiduría lo tuviera previsto. ¿Cómo vamos a ir en contra de la naturaleza?
—¿Ahora te preocupas de la naturaleza? No me hagas reír, papá. Yo soy la prueba más fehaciente de que a ti la naturaleza te importa una mierda.
—Digamos que mi respeto por ella es selectivo para algunas cosas. Hagamos algo, no te voy a dar el tratamiento para que deshagas el lazo que tenéis, se supone que lo he destruido ¿Recueras?. Pero puedo darte algo del inicio y sigues por ahí. De esta manera, me aseguro que Génesis es una empresa a la altura de mis expectativas que trabaja bien.
—¿Qué estas tramando papá?
—Vamos Yang Yang, solo quiero que progreses. Además, debe ser divertido ver cómo te tienen atado como a un cachorrito travieso.
—No me lo creo. Deja en paz a XingChen, no lo metas entre los dos, no lo metas en tu cruzada supremacista de mierda. No dejaré que le hagas daño de ninguna manera.
—Pero mírate, si ya hablas como todo un alfa enlazado.
—Te lo advierto, déjalo en paz, no es un consejo es una advertencia.
—Hay cosas que están más allá de tu alcance y el mío, hijo.
Desde tiempos inmemoriales, la familia de Oona Cearmaid había estado preparándose para lo que estaba ocurriendo. A lo largo del tiempo desde el Nuevo Comienzo, el Kitep, el libro de las estirpes, había permanecido en su familia por más de un milenio. En realidad ella nunca lo había visto, ni ella ni muchos de sus antepasados, no era necesario y todos deseaban que así siguiera ocurriendo. Pero finalmente la profecía parecía que se estaba cumpliendo y si no ocurría un milagro doloroso, todo volvería al principio. Desde que Lin Yo Wei la llamara por teléfono aquella noche, todo se había puesto en marcha. Los Cearmaid eran los custodios del Kitep, pero había otros clanes que custodiaban otras reliquias a lo largo y ancho del mundo. Todos ocultos para protegerse y proteger los objetos que custodiaban, porque aunque la historia antigua había sido conscientemente olvidada para la gran mayoría de habitantes, otros guardaban los secretos de un tiempo remoto al que no querían volver. Sin embargo aunque los Simaxia, la secta a la que los Cearmaid o Lin Yo Wei y sus antepasados pertenecían, quisieran mantener el equilibrio en el que se vivía en la actualidad, otros querían un cambio para su propio beneficio.
Buscó en un cajón algo que solo había llevado en dos ocasiones, el día que la hicieron portadora del mismo y esa noche. Un anillo con un grabado de dos niños agarrados de la mano que levantaban la mano más externa. El de la izquierda mostraba dos dedos, índice y corazón señalando al cielo, el de la derecha formaba un círculo con el pulgar y el dedo anular quedando a la misma altura que el la mano del niño de la izquierda. Era un anillo grande pero no ostentoso donde las figuras de los infantes tenían todo el protagonismo. El material era de color acerado con betas negras y parecía muy antiguo. Lo besó antes de ponérselo, apagó la luz del escritorio y salió por la puerta envuelta en un abrigo grueso. El clima en aquella zona siempre era muy frío.
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3. Disarm me (Xiao XingChen)
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