Luciérnagas
Xue Yang había besado a mucha gente en su vida, no podría llevar la cuenta de cuantos besos había dado o le habían dado en realidad. Los había tenido de todo tipo pero ni siquiera los más lujuriosos, habían provocado tanto revuelo dentro de él como aquel sencillo beso que le estaba dando XingChen en aquella terraza al amanecer. Y todo por una sencilla razón, era un beso de su omega y había sido su omega quien había decidido dárselo de forma voluntaria. No era un beso que hubiera robado él, era un obsequio de XingChen y era un hermoso obsequio.
—Vaya, ahora mi regalo me parece una simple tontería comparado con esto.
—No es verdad, me encanta la pulsera que me has dado, no me la voy a quitar nunca.
—¿En serio? Eso sería genial.
—Xue Yang, yo quería, yo quería disculparme. Siento haberme comportado tan raro contigo. Es solo que cuando estamos juntos, me pasan cosas que no sé explicar y no sé si estoy haciendo lo que debo o no.
—No tienes que disculparte por nada, con que estés aquí conmigo ya es suficiente.
—Pero tú eres tan atento y tan cariñoso conmigo que yo...
—XingChen, yo soy así contigo porque te amo, solo quiero hacer cosas para hacerte feliz. ¿Tú también me amas?
XingChen apretó los labios y asintió bajando la mirada. Notaba cómo se le habían encendido las mejillas y se le aceleraba el corazón.
—Entonces todo está bien—rozó con el nudillo del índice la mejilla rosada—Como este color tan lindo que se te pone cuando te sonrojas, o lo fuerte que te late el corazón ahora mismo.
Bajó la mano despacio hasta el torso del omega que notaba que el pecho le iba a explotar allí mismo. A pesar de que le había dado tantas muestras de cariño, Xue Yang volvía a sorprenderlo una vez más con aquellas palabras y gestos. Realmente provocaba en su cuerpo una locura de sensaciones difíciles de controlar.
—No quiero que pienses que soy alguien vulgar que no es capaz de controlarse.
—¿Cómo voy a pensar eso? Eres perfecto, eres irreal, no hay nadie más extraordinario que tú y yo debería haber hecho las cosas de otra manera. No merecías que te tratara mal, debería haberte cortejado como mereces, haberme ganado tu atención y no obligarte a estar conmigo a la fuerza. XingChen, si me amas déjate llevar por lo que sientes. Yo haré lo que tú quieras. Si te incomoda que te acaricie o te bese, solo dímelo y no lo haré hasta que tú me digas. Yo te voy a amar igualmente.
—¿Y si yo...bueno, si en realidad quiero que lo hagas? Si quiero que me acaricies y me abraces antes de dormir y que me des los buenos días por la mañana.
—Entonces lo haré a cada instante. Solo dime una cosa, ¿quieres compartir tu vida conmigo?
XingChen creyó que se quedaría sin respiración en ese mismo instante y no le saldrían las palabras de la boca porque sí, sí que quería hacer eso, sí que deseaba compartir el resto de su vida con Xue Yang. Lo deseaba tanto que temía intentar hablar y que las palabras no salieran o que salieran y dijera lo contrario. Porque si había algo que deseaba más que cualquier otra cosa era ser el omega de Xue Yang.
—No querría nada más que estar contigo siempre.
Cuando llegó al laboratorio ya había bastante gente allí y tenía que cambiar la cara de felicidad para que no se notara que tenía un alfa y que lo aceptaba aunque su lazo ya no estuviera presente. Pero eso era imposible, el aroma de Xue Yang estaba sobre él como un neón y Song Lan lo sabía como el resto del personal del laboratorio. Se acercó a su zona de trabajo y allí estaba, una rosa blanca esperándole como el día anterior.
—Qué tonto, me dijo que hoy no había rosas.—La cogió y olió ilusionado mientras formaba un pequeño puchero con sus labios.
—XingChen ¿Podemos hablar?—preguntó Song Lan a su espalda sorprendiéndolo.
—¡Ah! Hola Song Lan. Claro, dime.
—Es sobre lo que hablamos ayer de, ya sabes, de tu lazo.
—Oh eso, sí, tenías razón, será mejor que sigamos en ello.
—XingChen, no sabes mentir. Además el olor del CEO está sobre ti como una lapa. No me puedes decir que sigamos en ello cuando es evidente que te es más cercano de lo que quieres hacer ver.
—No, es que él, bueno. Me habló esta mañana y estábamos muy juntos. Será eso.
—XingChen, nada me haría más feliz que romper tu vinculo con el CEO y poder acercarme a ti definitivamente. Pero quiero estar seguro de lo que quieres hacer y de verdad que no entiendo nada de lo que pasa.
—Song Lan, yo no estoy seguro de que haya un tú y yo en el futuro. Bueno, sí lo sé, no lo habrá. No siento por ti lo mismo que tú y no creo que eso cambie.
—Si es lo que crees está bien, pero de verdad pienso que deberías romper definitivamente con el CEO porque no es bueno para ti.
—Xue Yang no es como crees, no me haría ningún daño pero no podemos estar juntos, eso es todo.
Song Lan asintió poco convencido, pero no podía hacer más si XingChen no quería admitir la verdad. Por otro lado, la verdad no era algo que a él le diera ninguna alegría. Saber que XingChen nunca le pertenecería por más que lo intentara no era un conocimiento que le gustaba tener.
A la hora del almuerzo el teléfono de XingChen vibró en su bolsillo, estaba deseando ver a Xue Yang o al menos leer sus palabras en un mensaje. Y sí, era un mensaje de su alfa que le decía que fuera a su despacho. Las ganas de almorzar de XingChen se disiparon en ese mismo instante que se apresuraba por las instalaciones, hasta la zona más alta del edificio donde estaba el despacho del CEO. Pero no esperaba que al llegar su asistente le detuviera.
—El Señor Xue no está, pero me dijo que pasara a su despacho.
—¿No está?
Quería interrogar a esa beta repeinada que sabía más de su alfa que él. Pero por otro lado, seguramente Xue Yang no le habría dicho nada y ella se habría puesto muy nerviosa por si el señor Xue Mu Ren llamaba y no podía decirle dónde estaba su hijo. Eso le reconfortó, sonrió con un infantil aire de suficiencia y se recolocó el flequillo antes de entrar al despacho sin esperar una respuesta. Sobre la mesa del escritorio había un paquete de forma rectangular que se apresuró a abrir. Dentro había una vestimenta un tanto diferente, era de seda blanca y tenía dos piezas. Una especie de sayo y un pantalón amplio, la tela era muy ligera y vaporosa y el diseño extremadamente sencillo y elegante. Dentro también había una nota
Esta noche te llevaré a ver luciérnagas, necesitas un atuendo adecuado.
Te recojo en tu casa al anochecer.
Nunca había visto luciérnagas, solo en algún libro de zoología. Aquella invitación era algo que nunca hubiera esperado tener, sonrió ilusionado deseando que llegara la noche para ver las luciérnagas por primera vez. Pero sobre todo, quería que anocheciera para volver a ver a Xue Yang. Le parecía mentira que dos meses atrás temiera encontrarse con él en cualquier parte, ahora rezaba porque ocurriera. El resto del día se le hizo demasiado largo, no sabía dónde estaba Xue Yang y no se atrevía a preguntarle, aún no se sentía tan seguro de hacer eso así que cuando casi era la hora de salir, él se anticipó para llegar a casa cuanto antes. Dedicó un buen tiempo en arreglarse, aquel traje le quedaba perfecto. Tenía un cuello amplio que mostraba parte de sus clavículas y la sombra de la antigua mordida. El color le favorecía mucho, así que cuando bajó a la calle donde le esperaba Xue Yang, el alfa se quedó sin habla.
—¿No me queda bien?
—¿Qué? Por supuesto, es que estás tan lindo que...me has dejado sin palabras.
—Tú estás increíble, nunca te he visto vestido de color blanco.
—Siempre hay una primera vez.
XingChen se tapó la boca con el dorso de la mano escondiendo una sonrisa mientras Xue Yang le abría la puerta del coche. Estaba muy nervioso y el alfa no se quedaba atrás. Era su primera cita de verdad y los dos querían que saliera a la perfección. Xue Yang le miraba furtivamente mientras conducía, no podía creer que fuera tan hermoso y que fuera suyo. Podría parar el coche y quedarse mirándolo por horas y no se aburriría. Cuando XingChen fue a preguntar algo sobre de quién era el coche en el que iban, él se apresuró a poner un dedo en sus labios para que guardara silencio, sonrió y puso música, era la canción de XingChen. Pero esta vez no les hacía llorar, al contrario, seguía hablando de ellos pero les decía que había un futuro, que permanecerían juntos porque seguían siendo los dos. XingChen no sabía muy bien por dónde iban, habían dejado atrás las luces de la ciudad y se adentraban en una zona boscosa. Poco después, Xue Yang paró el coche.
—Tengo que vendarte los ojos, quiero darte una sorpresa.
—¿Sí? Pero puedo tropezar por aquí, el camino es irregular.
—Entonces te llevaré en brazos.
Y así lo hizo, cuando XingChen quiso darse cuenta, ya estaba en volandas, su alfa lo llevaba a alguna parte de ese bosque. Apretó su rostro en el hueco del cuello de Xue Yang y respiró su aroma a petricor mientras se mecía en sus brazos en mitad de un bosque que no conocía y a pesar de todo eso, se sentía completamente seguro. Estar en aquellos brazos era un sueño cumplido y casi deseó que nunca lo bajara de ahí.
—Ya estamos, ahora te quitaré la venda ¿De acuerdo?
—Claro, estoy deseando volver a verte.
XingChen al principio veía un poco borroso pero había muchos puntos diminutos de luz de color amarillo y verde. Eran las luciérnagas que estaba revoloteando a su alrededor. Pero había algo más, Yu Hao y Li Xian estaban allí también y le miraban embobados.
—Pero ¿Qué hacéis vosotros aquí?
—Ellos han venido para unirnos como yo les uní en su día XingChen. Quiero que nuestra unión sea verdadera y formal, quiero que seas mi pareja de vida y quiero entregarme a ti como te mereces. ¿Querrías unirte a mí esta noche, aquí, en este bosque lleno de luciérnagas?—dijo con ojos suplicantes.
XingChen se tapó la boca con ambas manos y con los ojos llorosos asintió. Xue Yang le pedía que se casara con él allí mismo, en ese claro del bosque iluminado por miles de pequeñas lucecitas y que sus mejores amigos hicieran la ceremonia. Solo los cuatro y el silencio del bosque serían testigos de su amor. Nadie más podría ver algo tan hermoso como su unión para el resto de sus vidas que iba más allá de una mordida, de un simple aroma impuesto. Lo que iban a hacer era lo más hermoso que podía existir entre un alfa y un omega.
Se separaron, Li Xian se acercó a XingChen y le colocó un cordón amarillo por la cintura, al mismo tiempo que Yu Hao le ponía otro de color rojo a Xue Yang. Después les tomaron de la mano y los acercaron hasta un arbolito lleno de cintas doradas, que estaba delimitado por piedras blancas formando un circulo amplio donde cabían bien los cuatro. Entraron en esa circunferencia y entre Li Xian y Yu Hao ataron los extremos de los cordones amarillo y rojo entre sí, simbolizando la unión. El primero que habló fue Yu Hao, después Li Xian.
—Xue Yang, hoy portas el cordón alfa sobre tu cintura, el cordón rojo que simboliza la fuerza, la determinación y la lealtad. Tu cintura está ceñida ahora y atada a un cordón amarillo que será el dueño de todo tu cuerpo y tu alma. Has demostrado merecer a este omega que te acepta como compañero.
—XingChen, hoy portas el cordón omega sobre tu cintura, el color amarillo que simboliza la responsabilidad, el amor y la justicia. Tu cintura está ceñida ahora y atada a un cordón rojo que será el dueño de todo tu cuerpo y tu alma. Eres la luz, el crisol de la vida y tienes a este alfa que te protegerá con su la suya.
Li Xian y Yu Hao tomaron un cuchillo ceremonial y cortaron los cordones que llevaban XingChen y Xue Yang sustituyéndolos por un única cinta dorada que habían tomado del árbol y que los dejaba prácticamente pegados. Después colocaron un paño blanco de gasa bordada que cubría la cabeza de los contrayentes, dejándolos en una intimidad delicada construida a partir de la tela. Li Xian y Yu Hao hablaron entonces a la vez.
—El mundo se reduce ahora a un pequeño lienzo blanco que os cubre y protege. Bajo él construiréis vuestro hogar, cuidaréis el uno del otro y el cielo os bendecirá con la alegría de los hijos. Nacemos separados y buscamos unir el principio y el fin, el alfa y el omega. Hoy esos dos extremos se han unido, ahora sois un mismo ser.
—Ahora soy tú.
—Ahora soy tú.
Xue Yang y XingChen pronunciaron esas palabras por turno y sellaron su unión con un beso bajo la tela, escondidos de todo porque el primer beso cuando un alfa y un omega se unían más allá del lazo, solo podía ser visto por ellos mismos. Li Xian y Yu Hao retiraron el pañuelo que les cubría, cortaron la cinta dorada en dos, una para Xue Yang y otra para XingChen y se las ataron en la muñeca izquierda. Ya eran uno solo atados con el lazo de la tradición.
—Enhorabuena XingChen, estoy tan feliz de que esto haya pasado. Siento no haberte contado, pero Xue Yang quería darte una sorpresa. Espero que te haya gustado el traje, lo he elegido yo.
—Claro que me gusta Li Xian, es precioso y todo esto, es...no sé ni qué decir.
—Xue Yang nos unió también en secreto a Yu Hao y a mí en este mismo claro. Siempre deseé hacer esto por él, nunca imaginé que su omega sería mi querido XingChen. Estoy más que complacido.
Yu Hao abrazaba a Xue Yang mientras los omegas hablaban a unos metros de distancia. Finalmente todo había salido bien aunque hubo momentos en los que pensó que todo terminaría mal para su amigo.
—Al final te diste cuenta y no cogiste el camino tortuoso.
—Gracias a ti lo hice, de no haberte hecho caso ahora estaría completamente perdido Yu Hao.
—Olvida eso ahora, lo que importa es que estáis aquí y juntos.
Xue Yang miró a XingChen que seguía junto a Li Xian, extendió el brazo y su omega fue hacia el tomándolo de la mano. Yu Hao hizo lo mismo con Li Xian, ambos se inclinaron levemente y comenzaron a marcharse.
—Pero,¿a dónde vais? —dijo XingChen que no entendía mucho de ritos de alfas y omegas.
—Ya no hace falta que estemos aquí, ahora solo estáis tú y tu alfa.
Xue Yang agachó la cabeza un poco nervioso, sonaba tan bien esa frase que le parecía mentira. Esperó a que sus amigos se marcharan del todo y entonces rodeó la cintura de XingChen para acercarlo más a él. Se veía muy hermoso con esa luz tenue que ofrecían las luciérnagas y algunas velas cercanas al arbolito. Acunó una mejilla con el hueco de la mano mientras aprovechaba para acariciarla con el pulgar.
—¿Estás feliz? No sabía cómo reaccionarías con todo esto. Temía que salieras corriendo en cualquier momento. Si hubieras hecho eso, te juro que me hubiera muerto fulminado.
—No voy a huir de ti nunca más y todo esto ha sido tan...especial que aún no me creo que haya pasado y estemos juntos. ¿Qué se supone que viene ahora?
—Uvas, ven siéntate, tengo que darte tu primera comida como esposos.
A la izquierda del arbolito ceremonial, en una zona más oscura se distinguía algo blanco en el suelo. Una tela o tapiz, cojines y mantas de pelo corto que simbolizaban el primer nido y que sin duda había organizado Li Xian. Todo era de un color blanco delicado y suave, como debía ser el lugar donde algún día XingChen tendría sus cachorros. Al acercarse mostraba un pequeño cuenco con uvas en el centro de todo aquel conjunto mullido. Xue Yang sentó a XingChen y se colocó a su frente. Acarició la mejilla de su omega por enésima vez y tomó una de las uvas para ponerla en la boca de XingChen.
—Las uvas simbolizan el mundo por su redondez, también el vientre de los omega. Si ves una uva a contraluz, puedes ver sus semillas dentro. Por eso tras la ceremonia nupcial, el alfa tiene que dar uvas a su omega para garantizar una vida feliz llena de cachorros.
XingChen pensó en el final que tuvieron Xouna y Sheker, los bebés de XianDai y Nildhis. Temía tanto que si tenía cachorros de Xue Yang sufrieran la misma suerte, que realmente pensaba que no podría ser como aquellas uvas con sus semillas delicadas en su interior. Siempre había sido beta, tener un hijo no era algo posible, nunca había deseado ser omega para tenerlos, los bebés no entraban en su vida. Pero desde que mostró su verdadera naturaleza, desde que supo que quería a Xue Yang junto a él para siempre, sintió lo que cualquier omega sentiría. Quería completar su vida con el don de los hijos. Ese pensamiento le entristecía y no quería estropear aquella noche tan especial. Además quizá ocurriera como le había dicho Oona Cermaind, ellos tendrían su propio destino y no tenía que ser el mismo que el de XianDai y Nildhis.
—Mi regalo es este rincón lleno de luces, puedes admirarlo todo el tiempo que desees. Después las parejas se suelen ir a su hogar, pero nosotros no tenemos ninguno.
—Bueno, lo buscaremos entonces, así será más fácil que me dejes rosas blancas por todos los rincones.
—Creo que somos la pareja menos usual del mundo. Hemos hecho todos los pasos fuera de orden. Debería haber buscado un sitio para los dos antes de esto.
—Somos una pareja especial, no podemos ser como el resto del mundo. Podemos dormir si quieres esta noche en mi casa.
Xue Yang lo abrazó, acarició su espalda besó su cuello mientras miles de luciérnagas se arremolinaban sobre ellos. XingChen se removía suavemente entre sus brazos, recibiendo toda esa electricidad que le provocaba el toque de su alfa y por su parte, Xue Yang correspondía haciendo más intensos los besos, las caricias, buscando sus labios para atraparlos en besos suaves pero más y más profundos. En algún momento había tumbado a XingChen que ahora gemía bajo su cuerpo arqueándose dejándose acariciar y besar, correspondiendo a esos besos como lo hizo en el hospital. Pero ahora XingChen no huiría, no se marcharía por temor a hacer algo indecoroso, inadecuado, vergonzoso. Ahora entendía lo que buscaba su parte omega cuando Xue Yang se acercaba a él de esa manera tan intensa. Era cierto lo que le había dicho Li Xian, su cuerpo quería que su alfa lo anudara.
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8. Particles (Xue Yang y Xiao XingChen)
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