Llamadas.
—¿Puedes venir a mi casa? Necesito a mi amigo.
Yu Hao solo necesitó escuchar aquellas palabras para ir de inmediato hasta la casa de Xue Yang. Ni siquiera respondió, colgó el teléfono y llegó en menos de media hora. Llamó a la puerta y tampoco dijo nada cuando Xue Yang le abrió, se limitó a sentarse en el salón y recibir una cerveza. Ambos quedaron en silencio durante un tiempo, bebiendo y mirando al techo sin decir una sola palabra. A veces solo se necesita eso, la presencia de un amigo para sentirnos mejor. Pero Xue Yang necesitaba mucho más, aunque era un buen comienzo.
—Lo siento.
—Lo sé.
—Yo...no debí actuar así. He intentado controlar a mi alfa pero no puedo, no quiere separarse de XingChen y yo estoy muerto de miedo.
—¿Por qué?
—Porque nunca he perdido el control, porque tengo todo atado y con él todo salta por los aires. No quiero cambiar mi vida Yu Hao, quiero que todo siga como hasta ahora pero no sé cómo lograrlo. No tengo acceso a la investigación de mi padre para disolver el vínculo. Solo he conseguido algunos estudios, pero nunca me dará toda la investigación. Sé que está informado de todo y que me deje tener una parte obedece a un plan que tiene, él siempre va un paso por delante.
—Ya nada puede ser igual Xue Yang y lo sabes.
—Pero al menos que no sea tan diferente. Solo quiero tenerlo todo bajo control de nuevo. Quiero mi espacio cerrado sin que nadie pueda entrar.
—Quizá deberías pensar en hacer las paces con tu alfa. Enfrentarte a ti mismo no está dando resultado, quizá deberías pactar una tregua, pensar en las posibilidades de forma tranquila y ver cuál es la mejor opción.
—¿Y cómo hago eso?
—Tú no quieres a XingChen en tu vida y tu alfa sí. Está claro que el lazo os va a mantener juntos durante un tiempo, XingChen necesita toda la ayuda que pueda para terminar su proceso de transformación. Convence a tu alfa de que lo mejor para XingChen es alejarse de ti y todo lo que representas. Él nunca lo dañará, dará la vida por él. Si se tiene que sacrificar por mantener a salvo a su omega lo hará, estoy seguro. Dale una salida, mantén cerca a XingChen para que no lo extrañe demasiado y convéncele de hacer lo mejor para su omega. Hazle sentir que lo está cuidando con esta decisión.
—¿Y si no funciona?
—Tiene que funcionar porque no tengo un plan B.
—Yu Hao, yo no se cuidar de nadie, solo de mí mismo. Es algo que no va conmigo.
—Me da la impresión de que más que a mí, te lo estás diciendo a ti.
—¿Qué? Claro que no, por qué haría algo así.
—Porque de lo que tienes miedo es de saber que no solo es tu parte alfa la que quiere estar con XingChen.
—No es cierto.
—¿Quién no podía dormir y buscó a XingChen para calmarse, el alfa o tú?
—Eso no tiene nada que ver.
—Yo creo que sí, quieres convencerte de que estar con XingChen no es una opción porque no va contigo. Levantaste una muralla en torno a ti y no dejas que ninguno nos acerquemos. Pero XingChen amenaza con derrumbar tus defensas de un solo golpe. De lo que tienes miedo es de enamorarte de él.
—No voy a enamorarme de él. Te lo puedo demostrar, hablaré con él y me comprometeré a no acercarme más de lo necesario. Si empieza algo con alguien más no me interpondré, romperé nuestro vínculo como sea y haré un pacto con mi alfa, ninguno lo buscará.
—Está bien, como quieras. Pero de verdad espero que esto no te haga más daño en el futuro de lo que te está haciendo ahora. Espero que no te arrepientas.
Xue Yang sabía que Yu Hao tenía razón, que el miedo que sentía por perder el control era por temor a enamorarse de XingChen más de lo que sospechaba estaba empezando a estar. Temía perder su independencia, su libertad donde no tenía que sentirse culpable de hacer daño a alguien. Siempre llevaría con él la culpa de la muerte de su madre, el significado de su nacimiento, la relación con su familia. No quería arrastrar a nadie más a ese mundo desolado en el que vivía y que disfrazaba de frivolidad. En ese mundo se manejaba como alguien sin sentimientos, alguien que solo quería una vida de lujo, desvergüenza y excesos. Una vida que ocultaba una realidad que contrastaba con la imagen de poder que emanaba, la de alguien que se sentía terriblemente miserable y solo.
Li Xian le dio una taza de tila a XingChen que seguía tan confundido como él sentado en el sofá. Lo que había pasado en el parque no tenía ningún sentido, no tenía que estar relacionado con él pero quedaba otra cosa más extraña todavía ¿Quién era ese joven que le había hablado?
—Los niños lloran por muchas causas XingChen, son sensibles y se contagian el llanto. No le des más importancia.
—¿Quién era ese chico? ¿Por qué me dijo que estaba en peligro?
—No lo sé, quizá algún gracioso que quería reírse de nosotros asustándonos.
—¿Cómo sabía mi nombre?
—Me oiría nombrarte, realmente tampoco lo entiendo, pero no te preocupes. He llamado a Yu Hao a la comisaría para que revise las cámaras del parque. Igual y él puede darnos una explicación mañana cuando vuelva de su turno. Me dijo que Xue Yang le llamó, hablaron y de ahora en adelante no volverá a importunarte. Se mantendrá a distancia de ti, ahora deberías dormir un poco, todo se va a arreglar, ya lo verás.
—Está bien, necesito que me des algo para el dolor del vientre, tengo muchos pinchazos.
—Claro que sí, ve a tumbarte.
No le dio tiempo a llegar a la habitación, cayó al suelo agarrándose el vientre con un fuerte dolor.
—¡Aguanta XingChen, te pondrás bien!
—Me duele mucho Li Xian, muchísimo, no puedo aguatar el dolor...—contestó apenas en un susurro mientras en la cama de urgencias le ponían todo lo necesario para mejorar su estado.
—Van a estabilizarte, a aliviar el dolor y estarás mucho mejor, ya lo verás.
—No me dejes solo Li Xian.
—No me marcho a ninguna parte, voy a estar contigo todo el tiempo.
XingChen apretó con fuerza la mano de Li Xian al tiempo que emitía un grito desgarrador que alguien escuchó a mucha distancia. Alguien que sintió que se le abría el pecho en canal con aquella llamada.
—¡¡XingChen!!
Xue Yang salió de su casa sin saber dónde estaba XingChen pero con la firme guía del lazo que había entre los dos. Era su alfa el que tomaba el control y corría hasta donde estaba su omega sufriendo por un dolor intenso que él mismo podía sentir. Era tal la necesidad de llegar a él que iba llorando por la calle mientras la gente se apartaba con temor por el aroma de peligro que emanaba. En ese momento si alguien le hubiera intentado parar, hubiera muerto de un solo golpe. Corría como alma que lleva el demonio, gruñendo cuando veía algún obstáculo que apartaba de un manotazo, salivando como si estuviera enfermo de rabia. Cuando al fin entró al hospital emitió un rugido que estremeció a todos los presentes.
Nadie se hubiera atrevido a enfrentarlo, los colmillos le había crecido y los ojos estaban completamente rojos. Jadeaba y olfateaba para encontrar el aroma de su omega y lo encontró de inmediato. Estaba en una habitación completamente derrotado, acurrucado sobre sí mismo en una especie de inconsciencia en el que le había sumido el dolor y la fuerte medicación. Gruñía muy suave, casi sin fuerzas, con espasmos que sacudían su cuerpo y lo agotaban más y más. Li Xian estaba a su lado sosteniendo una de sus manos y cuando vio entrar a Xue Yang, se levantó y se hizo a un lado. Tras el alfa entró un vigilante al que Li Xian hizo gesto de que no interviniera. Si alguna certeza podía tener el cirujano en ese momento era que lo que podía ayudar a XingChen era su alfa. Salió de la habitación y cerró la puerta.
—Mi omega—susurró Xue Yang entre lágrimas de impotencia.
El alfa se abrió la camisa que llevaba y se tumbó al lado de XingChen, así su omega tendría más contacto con su piel. Lo abrazó y acurrucó, lo mecía con suavidad. Besaba su frente, sus párpados, acariciaba su rostro mientras le susurraba al oído palabras llenas de ternura. Le olfateaba buscando en su aroma indicios que le indicaran qué necesitaba su omega para mejorar. Colocó su mano en el vientre de XingChen que se arqueó al sentir el contacto, acarició la piel tensa del abdomen dolorido y el alivio fue apareciendo poco a poco. El alfa interno de Xue Yang se fue apaciguando cuando notó que XingChen dejaba atrás los espasmos de dolor, que sus gemidos iban siendo menos frecuentes. Sus colmillos volvieron a su origen y sus ojos fueron abandonando ese rojo intenso. Cuando sintió que su omega dormitaba tranquilo sonrió, pero a en ese instante, el alfa también estaba dormitando en algún lugar del interior de Xue Yang. En ese instante el alfa ya no tenía el control.
—Eso es XingChen, duerme ahora. Yo voy a cuidar de ti, estoy aquí contigo, voy a cuidar de ti.
Estaba soñando, era muy agradable. Se había tumbado en un campo que parecía no tener fin, lleno de flores amarillas como el sol que se mecían suavemente con el aire y ese aire, olía espectacular. Se había prendido de ráfagas de petricor, como si hubiera llovido sobre la tierra seca que añorase ese agua como parte de su salvación. Respiraba despacio y profundo, llenándose de ese aroma mágico que le hacía sentir tan bien, un aroma que le sanaba las heridas del cuerpo y del alma. Era un sueño realmente extraordinario. Las nubes pasaban por el cielo despacio, hermosas, cargadas de agua que terminarían por verter en algún otro lugar o quizá allí mismo. No importaría si eso pasase, si ocurriera, sabía que no se movería de su lugar, que dejaría que resbalaran por su cuerpo sin detenerlas porque sabía que no le harían ningún daño. Realmente sentía que flotaba a unos milímetros del suelo.
Algo le hizo inquietarse, un leve movimiento, un cambio de posición quizá. Algo sutil, delicado, pero que le atraía al reino de la realidad al que no quería volver. La conciencia volvía poco a poco, no quería despertar pero era inevitable, sin embargo, no dejaba de oler aquel aroma especial y tranquilizador. Abrió los ojos poco a poco y sintió algo que no debería sentir, lo tenían rodeado, lo tenían apretado contra algo, contra alguien y todas las alarmas se encendieron porque eso ya lo había vivido.
Intentó moverse, el agarre era fuerte sin llegar a dañarlo, pero lo suficientemente atenazado como para no dejarle moverse con libertad. El pánico le inundó y comenzó a intentar separarse sin éxito, temblando sin control y jadeando hasta que el amarre se soltó por si solo.
—Tranquilo, no pasa nada, no...yo no, no voy a hacerte daño, tranquilo.
—Qué pasa, qué está pasando.—Levantó la cabeza y se topó con unos ojos conocidos que le hicieron temblar de pies a cabeza.—¡¡Alejate de mí, aléjate!!
—Sí, por supuesto...yo, lo siento, mira, tengo las manos levantadas, no voy a tocarte ¿Sí? Solo tranquilízate, no voy a hacerte ningún daño.
XingChen se había encogido sobre sí mismo y se había arrastrado torpemente hasta toparse con el cabecero de la cama, mirando a Xue Yang medio escondido en su propio abrazo con el que de alguna manera pretendía protegerse. Era una bolita temblorosa, llorosa, completamente desvalida. Se dio cuenta de que tenía pinchado algo en en el brazo, un gotero, estaba en un hospital.
—Escucha, haré...haré esto ¿Sí? Voy a sentarme en esa silla, está lejos de ti, ¿has visto? Está lejos, sí, está lejos. Mira, voy despacio hasta allí.
—¡Aaaah!—XingChen dejó escapar un gemido mientras se llevaba la mano al pecho.
—Ya, sí...es...escucha, no te haré daño, pero necesitas que vuelva a tu lado ¿Sí? Necesitas...necesitas tocarme...es...es la vedad. Te duele por habernos separado tan brusco, pero si me dejas...si me dejas que me acerque un poco, solo un poco, verás que todo irá mejor.
XingChen estaba aterrorizado, el pecho y el vientre le dolían mucho y por alguna razón, creía en lo que aquel alfa le decía. Se le habían llenado los ojos de lágrimas y había fruncido el ceño por el dolor. Al alfa de Xue Yang se le estaba rompiendo el alma y pugnaba por saltar para proteger a su omega, pero no podía dejarle salir, debía controlar por sí mismo la situación.
—Me crees, ¿verdad? No te haré daño. Me acercaré despacio...mira, muy despacio. Llegaré hasta ti y me sentaré cerca, solo un poco. Dime si puedo hacer eso.
XingChen desde su defensa hecha de él mismo asintió nervioso y Xue Yang se acercó como había dicho. Al hacerlo se le enganchó un pie con la silla y casi tropieza, XingChen se encogió más a un y comenzó a sollozar completamente envuelto en un pánico descontrolado. El descontrol hormonal que tenía era un autentico suplicio para él que no podía tomar las riendas de su propia defensa.
—Lo siento, lo siento, ha sido una estupidez...culpa mía, lo siento. Voy...yo, me acercaré de nuevo y no haré más ruidos, lo prometo.
XingChen tardó un poco en volver a asentir y entonces Xue Yang se acercó. Por inercia intentó alejarse un poco más pero ya estaba muy apretado contra el cabecero, no había espacio. Xue Yang sentía el fuego quemando su garganta de pura impotencia, sabía que tenía que proteger a XingChen, su instinto se lo gritaba pero también le decía que él era el causante del dolor y el miedo y ese conocimiento, le estaba rasgando por dentro como si tuviera mil cuchillas afiladas.
—Puedes tocarme...solo toca mi mano o lo que quieras, el contacto te hará bien, solo...solo hazlo.
XingChen le miró pero no se atrevía, negó con fuerza y volvió a hundir el rostro entre sus brazos como un niño que cree que si no puede ver al monstruo, este tampoco lo verá a él.
— Vale vale, está bien, no pasa nada. Haremos otra cosa, si me dejas. Voy a tocarte yo...No, no...tranquilo...solo te tocaré la mano—argumentó cuando vio que XingChen se asustaba aún más si es que eso era posible.—Mírame, verás que solo haré eso, ¿sí? Puedes mirarme, ¿verdad? Puedes hacer eso por mí, yo espero a que lo hagas, ¿vale?
XingChen levantó la mirada lo justo para poder ver a Xue Yang y asintió lentamente. Xue Yang sonrió, su alfa interno casi botaba dentro de él hasta casi salirse de su pecho. Se sentó a los pies de la cama y acercó despacio la mano hasta rozar el dorso de una de las de XingChen con la punta de los dedos. Hubo una pequeña corriente de algo que XingChen no sabría explicar, se sobresaltó y se retiró un poco. Esperó y volvió a acercarse para volver a sentir aquella pequeña corriente. Se sentía como una brisa, como algo que al tacto era electrizante pero que por dentro se extendía suavemente en forma de calor. Necesitaba más, necesitaba sentir más aquella corriente, aquella calidez que le recorría el cuerpo y le aliviaba el dolor. Dejó libre su mano para que Xue Yang la recorriera sin obstáculos, dibujando estelas en el dorso, en la palma, a lo largo de los dedos. Suspiró muy quedo y el alfa de Xue Yang ronroneó en su pecho.
—Eso es, puedes sentirlo, ¿verdad?
XingChen asintió despacio con la cabeza, maravillado, sin dejar de mirar la mano de Xue Yang que entrelazaba los dedos, escuchando el suave ronroneo que provenía de su pecho. Llevó despacio su otra mano al origen del sonido para sentir el murmullo, pero se contuvo y volvió a su posición inicial.
—No, no...no pasa nada, puedes tocarme, está bien. Dime qué quieres que haga, solo pídemelo.
No contestó, se limitó a bajar la mirada. No se atrevía a pedir lo que realmente le pedía su interior que hiciera. Se lamentaba de sentirse tan indefenso cuando nunca había sido así y Xue Yang siempre le daba una de cal y otra de arena. No se fiaba, no podía hacerlo. Xue Yang siempre acababa lastimándolo, gritando fuera de sí, acusándole y despreciando su condición de omega. Esos recuerdos le hicieron llorar con intensidad.
—Vale, vale vale...ya está, no tienes que decir nada, solo no lo pienses, solo...solo haz lo que necesites, de verdad, no voy a lastimarte nunca más, te lo juro. Por favor, me llamaste porque me necesitabas contigo y he venido, estoy aquí contigo, me llamaste para que estuviera aquí.
—Yo no, no te llamé, yo no...
—Sí lo hiciste, bueno, tu omega lo hizo. Estabas en peligro y me llamaste, es lo normal, no pasa nada. Es el lazo, esto funciona así.
XingChen tomó aire, su respiración tembló al hacerlo, necesitaba de nuevo esa corriente para tranquilizarse pero no podía pedirlo. Aún tenía muchas dudas sobre Xue Yang.
—Yo no, yo no te llamaría nunca.
Xue Yang sintió un puñal rasgando en el centro de su pecho, su alfa sangraba por el rechazo y él mismo dudaba de que ese dolor solo fuera de su parte primaria.
—Sí bueno, es cierto, yo no tengo perdón. Es mejor que...si quieres puedo marcharme ahora si no me quieres aquí.
—¡No!—contestó sin saber por qué, solo que el hecho de imaginarlo salir por la puerta le era doloroso en ese instante.
—Vale, me quedaré hasta que tú quieras. Haré lo que quieras, solo quiero que estés bien.
—Quiero...yo quiero, si podrías...yo necesito que, que me abraces—susurró.
Ambos se quedaron en silencio, estáticos, sin saber reaccionar a primeras. XingChen porque no sabía por qué y cómo había dicho eso, Xue Yang porque no se lo esperaba y oírlo le llenó de luz. Tomó una buena bocanada de aire, se acercó un poco más a XingChen y lo rodeó lentamente sin que el omega dejara su posición encogida. XingChen sintió de inmediato el efecto de estar con su predestinado, con su alfa protector, cuidadoso y cariñoso. Pero también Xue Yang sintió paz dentro de sí mismo y no podía asegurar que solo fuera su alfa el que lo sentía. Estaba presente, estaba consciente, el alfa no había tomado el control, se había quedado relegado a un rincón. Era él mismo el que estaba abrazando a XingChen y se sentía muy bien. Disfrutaba del olor dulce que ahora brotaba del omega sin que el miedo estuviera del todo presente como hacía apenas unos minutos. Se permitió respirar profundo detrás de las orejas de XingChen, donde más se concentraba su aroma y se asustó por lo que sentía.
—Tenemos que deshacer este lazo, necesito que se rompa de una vez.
Xue Yang no contestó porque no sabía qué quería hacer con aquella petición en aquel momento. Prefirió dejar ese pensamiento para después y dejarse llevar. Luego volvería a la realidad y actuaría con cabeza, alejando a XingChen por su bien, buscando una salida para los dos que no contemplara permanecer juntos. Pero ahora solo quería sentir a XingChen entre sus brazos, oler su aroma dulce de miel de azahar y dejar que el páramo desolado que había en su interior se iluminara con la dulzura de su omega predestinado.
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5. No power (Xue Yang)
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