Las paredes escuchan
Habían pasado varios días, el celo de XingChen había terminado y Li Xian le había estado acompañando todo el tiempo para cuidarlo. Había sido un celo muy doloroso a pesar de los supresores que solo le daban alguna que otra tregua. No solo eran las sensaciones que otro omega podría reconocer, también sufría las trasformaciones que su cuerpo iba haciendo poco a poco. Si además sumabas que su celo no lo pasaba con el alfa con el que tenía el vínculo y además este lo odiaba y lo había tratado tan cruelmente, la vida para XingChen se había convertido en un infierno de la noche a la mañana. Todo esto le había dejado muy débil, pero no podía demorar más el incorporarse a su nuevo trabajo. Sobre todo porque quería algo de normalidad en la vida caótica que tenía ahora. Parecía que había pasado una eternidad cuando estaba en su casa anterior, tumbado en el sofá mirando al techo. Ese día se sentía tan deprimido que había bebido hasta quedarse dormido. No podía soportar la presión que tenía en el pecho, el nudo perpetuo que se había instalado hacía un tiempo en su garganta y esa sensación de frío intenso, de soledad y desolación.
Realmente no podría asegurar cuándo empezó aquella extraña melancolía, si lo pensaba bien solo podía pensar en que se había ido filtrando poco a poco. Al principio como una lluvia fina que cae sobre la piel y va resbalando, una lluvia de invierno que se confunde con el aguanieve. Después fue atravesando la piel y la carne hasta llegar a los mismos huesos, asentándose como el hielo tras una noche de luna, sin ningún calor que lo derritiera. Y la presión en el pecho, eso era aún peor que el frío. Era un peso que lo despertaba por las noches, que le robaba el aire y le hacía extinguirse poco a poco hasta que de pronto le brindaba una bocanada de aire que le devolvía a la rueda de la tristeza. Aquel día durmió mecido por los brazos del alcohol, al arrullo de sus propios sollozos. Todo eso parecía que había pasado hacía años y sin embargo no habían pasado más de unas semanas.
Llegó al edificio central donde estaba su nuevo laboratorio y recogió las credenciales para poder entrar en las salas restringidas. Después tendría que hablar con el CEO para presentarse, pero eso sería en un par de horas. Ahora tenía que conocer el lugar donde más tiempo pasaría de ahora en adelante. Se recolocó su mochila a la espalda y dejó salir el aire pesado de sus pulmones antes de entrar. La puerta del laboratorio 1 se abrió cuando XingChen pasó la tarjeta de acceso sorprendiendo a un investigador que se encontraba de espaldas, se giró y se quedó mirando a XingChen por varios segundos.
—Hola, soy Xiao XingChen, el nuevo investigador, empiezo hoy.
—Por eso no podía encontrarte.
—¿Cómo? —XingChen frenó en seco su intento de estrechar la mano. Aquel investigador le estaba mirando como maravillado y no sabía por qué.
—Oh, lo siento. Es que hace unos años, yo fui tu cita a ciegas.
XingChen tuvo un momento de "tierra trágame". Había huido de aquella cita sin dar explicaciones y ahora, años después, tenía delante a quien había dejado plantado. No podía tener más mala suerte en tan poco tiempo.
—Ah, vaya, esto es...un poco embarazoso.—Las orejas de XingChen estaban rojas y las mejillas no se quedaban atrás.
—Si...bueno, tranquilo, no importa. Es solo que yo te vi en la puerta del restaurante, vestido de blanco como acordamos y de pronto te diste la vuelta y te marchaste. Yo me levanté rápido para encontrarte pero cogiste un taxi y desapareciste. Intenté encontrarte durante mucho tiempo pero con el nombre que me dijo mi amigo era imposible. Yo, yo siempre deseé que hubieras cruzado aquella puerta.
Ahora el que se ponía rojo era el investigador que hablaba con XingChen. El peso del rubor le hizo bajar la mirada y soltar el aire en un soplido rápido y nervioso.
—Te pido disculpas, no estaba seguro de aquello, en realidad yo no quería tener ninguna cita. Di un nombre falso por si las cosas no funcionaban. Siento haberte dejado plantado, pero...
—No, no, no, no pasa nada, está bien, lo entiendo. Es solo que me impresionaste. Pero olvidemos eso ahora, dejemos el pasado en el pasado y empecemos con buen pie.
XingChen sonrió levemente y asintió. El investigador extendió su mano para saludar adecuadamente.
—Hola Xiao XingChen, bienvenido a Génesis, soy Song Lan.
En aquel justo momento, XingChen pensó en lo caprichoso que es el destino. Si aquella noche hubiera entrado al restaurante, quién sabe, a lo mejor hubieran quedado más veces, a lo mejor se hubieran hecho pareja y él nunca se hubiera convertido en un omega. Hubiera tenido una vida tranquila, con alguien que además trabajaría con él. Pero no entró, se topó con Xue Yang y ya nada sería igual. De ahora en adelante pensaría muy mucho sus acciones por las consecuencias que podrían tener en el futuro. Song Lan se retiró un poco justo cuando iba a darle la mano. El aroma de un alfa sobre XingChen le hizo retroceder instintivamente.
—Tienes un lazo .No sabía, pensaba que eras un beta...yo...vaya...esto es toda una revelación.
—¿Qué?—XingChen apenas se estaba haciendo con su nueva condición, no tenía en cuenta muchas cosas que un omega tiene en cuenta, más cuando ya está marcado. Pero su mente se activó de inmediato.—Oh, no es lo que piensas, esto...es solo un malentendido...es...es temporal, no significa nada.
—No importa, tranquilo, no tienes que darme explicaciones.
—Sí tengo, yo...yo necesito dar explicaciones—terminó bajando la voz, quizá porque esas últimas palabras le servían a él más que nadie en el mundo.
—Entiendo. Bueno, si es así, siempre podré pensar que si te invito a un restaurante, no saldrás de nuevo huyendo.—Sonrió.
—Es complicado, pero sí, claro. Te debo una cena.
—Genial.
—Sí, genial.
Song Lan emitió una risita nerviosa y se frotó la nuca con la mano. Se sentía como un adolescente, sin saber muy bien cómo comportarse o qué decir a continuación. XingChen también se rio nervioso y sintió que algo dentro de él respiraba después de haber luchado por un poco de aire. Durante unos segundos no se sintió tan desesperado.
A Xue Yang no le gustaban los medicamentos. Había vivido rodeado de ellos mientras jugaba en el laboratorio de su padre. Nunca estaba enfermo pero de haberlo estado, no le hubiera gustado tomar algo amargo. Si alguna vez le dolía la garganta, sus niñeras le daban miel y mejoraba de inmediato. Le encantaba el sabor de la miel, se había acostumbrado a que le hicieran dulces de miel y flor de azahar desde pequeño, así que era un aroma que le tranquilizaba y amaba a partes iguales. Cuando entró ese día al edificio de la compañía que se supone dirigía, ese olor estaba allí y ya lo había olido unos días atrás sin que fuera algo para comer. Era el olor de su omega y no entendía por qué estaba allí.
Era un aroma sutil, embriagador para él sin embargo, tanto que le hacía perder las fuerzas de los brazos. No era como la primera vez que lo olió que estaba descontrolado y salvaje, ahora se notaba que estaba encauzado. La medicación que le habían puesto había controlando su celo, sus impulsos, su aroma, pero seguía siendo un aroma intenso, embriagador, adictivo.
Imperceptiblemente iba olfateando para localizar dónde estaba su omega, cada vez más deprisa porque el aroma iba cambiando y ahora dejaba entrever que XingChen tenía miedo, miedo que poco a poco se estaba convirtiendo en verdadero terror. La urgencia del instinto le hacía desesperarse intentando llegar cuanto antes hasta él. Lo quisiera o no, le gustara o no, era su alfa y la naturaleza hacía que lo buscara para protegerlo de la amenaza que le estaba haciendo sentir aquel pánico. No podía ser, estaba en su despacho, el aroma venía de allí. Casi corría cuando atravesó la zona donde estaba su asistente a la que gritó que nadie entrara y abrió la puerta.
XingChen estaba en un rincón, de cuclillas abrazado a sus rodillas y temblando de miedo.
—No me hagas daño, no me hagas daño, por favor.
Xue Yang comprendió en ese instante que la causa del terror de su omega era él. De igual manera que había olido a XingChen desde que entró al edificio, XingChen le había olido a él y notaba que se acercaba. Se le cayó el alma a los pies. Despacio se fue acercando, XingChen comenzó a llorar de miedo hundiendo más el rostro entre sus rodillas, aquel alfa lo había encontrado, tenía tanto miedo que no podía moverse. Aunque una parte de él lo anhelaba, el control de su instinto que ahora tenía gracias a la medicación le hacía pensar con más claridad y saber que Xue Yang era violento con él.
Sin embargo ocurrió algo extraño.
Xue Yang se arrodilló frente a él y lo abrazó con algo parecido a la ternura.
—Lo siento, no voy a hacerte ningún daño, tranquilízate.
XingChen se sobrecogió cuando sintió el cuerpo de su alfa contra él, era su aroma y en él no notaba ese olor de peligro, violencia y crueldad que había percibido hacía unas noches atrás. Ahora el petricor que definían el aroma de Xue Yang, tenía rasgos especiales que indicaban preocupación, incredulidad e incertidumbre. No sabía por qué pero había empezado a distinguir las variaciones del aroma de la gente que le rodeaba. El temor, la alegría, el dolor, la tristeza, la preocupación y eso le hizo pensar que los demás también podrían oler todo eso en él. Poco a poco empezó a sentirse seguro y tranquilo y fue soltando su propio abrazo para hacer algo que ni siquiera pensó. Se abrazó ligeramente y muy despacio a Xue Yang, apenas lo rozaba, solo lo suficiente para tener un mínimo contacto y entonces lloró desconsolado.
—Yo...siento mucho todo esto, siento cómo te hablé, siento haberte insultado y haberte tratado con tanta crueldad. No te estoy pidiendo que me perdones, no necesito el perdón de nadie, solo quería disculparme. No te preocupes, buscaremos la manera de romper nuestro vínculo y serás libre de nuevo.
—¿Por qué estás aquí?—preguntó XingChen notablemente más relajado soltándose de Xue Yang al darse cuenta de lo que estaba haciendo. Se limpió las lágrimas con la la manga de la camisa intentando mirar hacia un punto lejos de la mirada del alfa.
—¿Y tú?
—Es mi primer día de trabajo. Por eso he venido a esta ciudad. Ojalá nunca lo hubiera hecho.
—¿Tú eres el científico nuevo? Yo soy el CEO, estoy aquí para conocer al investigador que empezaba hoy. Ahora resulta que eres tú.
Xue Yang resopló y se dejó caer hacia atrás para sentarse al lado de XingChen. Eso significaba que lo tendría cerca, demasiado cerca cada día y eso no le hacía mucha gracia, aunque por dentro su parte animal se hinchaba de felicidad. XingChen se separó aún más de Xue Yang.
—No importa, renuncio. No voy a quedarme aquí.
Xue Yang le agarró el brazo para que no se levantara y huyera de allí, intención que pudo oler en el aroma que desprendía su omega.
—No, si queremos investigar sobre lo que nos ha pasado este es el mejor laboratorio que vas a encontrar. No voy a molestarte, solo quédate y trabaja sobre esto. En realidad nunca vengo aquí, el cargo es más de adorno que otra cosa. Hoy no me quedaba otra que venir.
—Li Xian me dijo que tu familia era dueña de una farmacéutica pero no de Génesis.
—Oficialmente no, es un chanchullo empresarial, nos hacemos nuestra propia competencia.
Fue Xue Yang esta vez quien se separó de nuevo del omega para verle bien. Le tomó el rostro con ambas manos y observó los arañazos que tenía en las mejillas y que XingChen había disimulado como podía con maquillaje. Acarició los rasguños con los pulgares bajo la atenta mirada de XingChen.
—Cuando me mordiste...
—Sssssh—Xue Yang le puso un dedo en los labios para que guardara silencio.—Aquí nunca hables sobre eso, las paredes escuchan. ¿Has traído tu coche?
XingChen asintió de forma infantil.
—Sal primero, cuando estés en el coche espera 10 minutos, yo te espero a dos manzanas, en la misma acera de la puerta del parking. Hay un cine, es fácil de ver. Estaré esperando en la entrada.
Cuando XingChen salió, el alfa esperó unos minutos sin dejar de pensar en lo que acababa de hacer. Se recriminó a sí mismo por haberle abrazado, no quería tener ningún trato con ese omega, no quería verlo, ni siquiera saber que existía, pero estaba claro que su parte animal no compartía ese sentimiento. Tendría que cuidar mucho el no dejarla salir ni siquiera a mirar porque sabía que su lobo interior estaba loco por estar con XingChen.
—¿Ya se marcha señor Xue? Su padre espera encontrarlo aquí en una hora.
—Me voy, no me pases llamadas—dijo con indiferencia al pasar por la mesa de la asistente.
—Pero señor...
Xue Yang ya se había montado al ascensor y no le hacía caso alguno. Caminó por la acera hasta donde había quedado y poco después XingChen aparcó a su lado. Xue Yang entró y se sentó en el lado del acompañante.
—Vamos a un sitio que conozcas.
—¿Que conozca? Pero si acabo de llegar a la ciudad.
—Algún sitio habrá, el Roxie no puede ser, además de que está cerrado es un sitio donde suelo ir.
—Parece que estuviéramos en una película de espías.
—Ni te lo imaginas, conduce y llévame a donde sea de una vez. Allí hablaremos sobre lo que vamos a hacer.
Unos cinco minutos después, el teléfono de Xue Yang sonó, hizo una mueca de disgusto y contestó irónico.
—Hola papá ¿Qué tal tu día?
—Xue Yang ¿Dónde estás?
—¿Dónde estás tú?
—¿Por qué no estás en tu despacho? ¿Y el investigador nuevo?
—¿Y por qué debería de estar?
—¿Quieres dejar de contestar con preguntas?—El padre de Xue Yang comenzaba a enervarse.
—¿Y tú dejar de hacer preguntas que no voy a contestar? Si lo que quieres saber es si le he hecho algo al nuevo, tranquilo, no tengo pensado follármelo.
—¡¡Xue ChengMei!!
El alfa retiró divertido el auricular ante la voz iracunda de su padre.
—Lo siento papá, estoy entrando en un túnel, no tengo cobertura.—Colgó.
XingChen había estado mirando todo el tiempo la carretera y cuando oyó lo último se giró molesto y rojo de la vergüenza. Ahora volvía sus ojos al tráfico con la idea en la cabeza de que en el laboratorio le tomarían por un promiscuo o algo peor. El resto del trayecto lo pasaron en silencio, Xue Yang mirando su móvil sin prestar atención al entorno hasta que XingChen aparcó. Entonces el alfa comenzó a mirar a su alrededor cada vez más enfadado.
—¿Pero por qué me traes aquí?
—No conozco ningún otro sitio.—Se encogió sobre sí mismo al oír al alfa levantar la voz de esa manera.
—Es el barrio de Li Xian y Yu Hao, aquí me conocen.
—Sí lo es y el mío también, ellos me buscaron mi apartamento aquí y solo conozco ese restaurante donde comí con Li Xian mi primer día en esta ciudad. El resto del tiempo hasta hoy lo he pasado encerrado en mi casa.
—¡Para esto nos hubiéramos quedado en el laboratorio!
Ahí estaba el Xue Yang que conocía el omega, un alfa violento, maleducado y sin ápice de tacto. Alguien que conseguía que se encogiera hasta parecer una pequeña bola indefensa. Se maldecía por permitir eso, pero iba más allá de la voluntad ¿Eso era ser un omega entonces? ¿Cada vez que aquel alfa le gritara el simplemente se aterrorizaría de esa manera? Tenía que demostrar que no era un cobarde y que no se dejaría amedrentar por muy alfa puro que Xue Yang fuera y él simplemente fuera un omega principiante.
—Lo siento, no se a qué viene tanto secreto. Solo te he traído donde me has dicho, un lugar que conozca—terminó diciendo en un hilo de voz.
—¿No dices que vives por aquí? Pues vamos ya.—Xue Yang resoplaba las palabras entre las manos con las que se cubría el rostro visiblemente contrariado.
XingChen metió el coche en el parking subterráneo de su edificio y cuando estaban en el ascensor se dio cuenta del error que había cometido. No debería haberle dicho dónde vivía igual que no le había dado su verdadero nombre a Song Lan en aquella cita a ciegas. Pero ya no podía hacer nada. Abrió la puerta del apartamento y entraron.
—¿Quieres un té?
—No quiero nada. Siéntate de una vez y escucha. Nadie de mi entorno y mucho menos el de mi padre puede saber que tenemos un lazo. No puedes hablar de esto en ningún sitio menos aún en el que me conozcan, en ninguno. Mi padre tiene oídos en todos los lugares que te puedas imaginar, me vigila constantemente, sabe cada cosa que hago. ¿Entiendes?
—Lo entiendo—contestó sentado en el sofá mientras Xue Yang se movía por el salón nervioso. Se sentía extraño en su propia casa.
—Ni tú ni yo queremos el vínculo, si nos mantenemos a distancia, será más fácil que desaparezca. Sé que el laboratorio de mi padre investiga al respecto, pero no tienen el visto bueno del comité ético, por lo que a ojos del mundo, no investigan sobre deshacer un lazo. Pero mi padre es experto en investigar cosas que están prohibidas poner en práctica. En cualquier caso, aunque será de ayuda, el proceso me temo sea difícil y doloroso y siempre quedará la sospecha de que se vuelva a reavivar. Yo no pienso reavivar nada y ni se te ocurra intentarlo tú, es más, búscate a alguien que te guste, que te muerda y sustituya el lazo y después ya sabes, a tener cachorritos como conejos.
XingChen se sentía muy despreciado, como si hubiera sido su culpa todo lo que había pasado, como si solo Xue Yang hubiera sido el perjudicado y él el culpable de todo. Se sentía terriblemente desamparado.
—No te preocupes, nunca intentaría mantenerme unido con alguien como tú—dijo casi en un susurro.
—Eso mismo, alguien como yo, alguien que ni es para ti ni lo será nunca. Eres un simple omega, no tienes nada que ofrecerme que me interese.
—No quiero ofrecerte nada, yo solo quiero que termine esta pesadilla. Aunque no lo creas, en esto somos iguales.
—¿Iguales? Ja, tú y yo no somos ni parecidos, lo único que tenemos en común es que estamos hundidos en la misma puta mierda. No eres especial por mucho que todo esto de ser un omega te haya llegado ahora. Ni siquiera sabes lo que significa ser especial.
XingChen se encogía sobre sí mismo escuchando todas aquellas palabras de desprecio, su aroma estaba enrarecido, se tornaba desolado a cada segundo que pasaba, cargado de tristeza e impotencia. No le salía la valentía de defenderse, no quería enfrentarse a un alfa como aquel, ser un omega le había traído solo desgracias. En otro tiempo, cuando no lo era o al menos no lo había demostrado, se hubiera defendido sin duda. No se habría dejado intimidar de ninguna manera.
—Yo, yo sí soy especial. ¿Sabes? ni siquiera soy natural, me fabricaron. ¿Te lo puedes creer? Me fabricaron para darle poder a mi familia, mi madre y mi padre me hicieron en un puto laboratorio para que sus empresas fueran más poderosas. ¿Tú sabes lo que vales? Porque yo se exactamente lo que valgo, al menos la mitad de mi valor, ¿y sabes por qué? Porque es el valor de la fortuna de mi madre, eso es justo lo que valgo. Te preguntarás cómo es eso, pues porque mi madre está muerta, yo la maté al nacer así que cada vez que celebran mi cumpleaños, celebran su asesinato y lo valioso que es tener un puto alfa puro en la familia, un alfa que ya era letal con tan solo un segundo de vida.
Xue Yang estaba iracundo, pero la rabia no le dejaba mostrar ninguna otra emoción como la impotencia, el miedo o la soledad que también sentía. Estaba frustrado, estaba tan asustado con todo aquello como XingChen y su forma de protegerse era atacar sin piedad. Le dio una patada a la mesa y lo que había encima cayó por todos lados. XingChen se asustó más aún, no quería ser el blanco de su ira como lo fue aquella noche, se mantuvo en silencio instintivamente abrazándose a si mismo hecho una bola sobre el sofá en el que poco a poco había ido subiendo los pies.
—Así que no vuelvas a decirme que somos iguales, haz tu puto trabajo en el laboratorio, acelera el proceso para que se borre el lazo y no te acerques a mí nunca más.
Para ese momento, XingChen ya no podía soportarlo más y empezaba a llorar en silencio. Solo quería que aquel alfa cruel se marchara cuanto antes y se alejara de él. Parece que sus súplicas habían sido escuchadas porque después de dar un par de vueltas más para calmarse, Xue Yang se dirigió a la puerta para marcharse. XingChen agradeció que se fuera pero fue por poco tiempo. El alfa se quedó junto a la puerta con la mano en el pomo unos segundos y luego lo soltó. Cuando se giró y miró a XingChen sentado en el sofá, el omega pudo ver que había cierto brillo rojizo en aquellos ojos alfa y gruñía en un tono muy bajo pero constante. Dos segundos después, Xue Yang se abalanzaba sobre él y XingChen supo que ese era su final.
Muy lejos de allí, en un lugar profundamente oculto en una montaña, el suelo se resquebrajó con un temblor. En otro una antigua figura de piedra dejó caer una lágrima roja y un monje la recogió con la yema de un dedo. Alguien sonrió aviesamente en una habitación oscura en otro lugar lejano.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top