Corre
Cada vez se sentía peor, se tocó la frente y tenía fiebre así que no volvió a entrar al Roxie, le mandó un mensaje a Li Xian diciendo que se iba y que no se preocupara por él. Pero era para preocuparse. Le dolía mucho el estómago, tenía ganas de vomitar y su cuerpo cada vez estaba más caliente. Se dirigió al aparcamiento donde había dejado el coche a paso ligero, deseando sentarse para aliviar el dolor que ya le corría por las piernas y poder llegar a casa para acostarse enseguida. Nunca se había sentido así y por más que pensaba no entendía cómo estaba tan enfermo. Nada de lo que comió o bebió podía provocar aquellos síntomas, quizá había cogido una gripe tontamente y ahora estaban cursando con fuerza toda la sintomatología. De momento lo que haría sería acostarse, tomar algún analgésico y ya mañana iría al hospital para que le revisaran.
El Roxie no estaba en un mal barrio, al contrario. Era un barrio residencial de clase media, bien iluminado, sin solares abandonados que hicieran pensar que alguien te esperara en algún lugar oscuro, pero XingChen además del dolor y la fiebre, empezaba a tener una sensación de peligro inminente. Apretó el paso y juraría que la gente le estaba mirando de una manera muy extraña. Puso más atención y sí, lo hacían. Gente en las ventanas, gente saliendo de algún establecimiento, incluso miró dentro de un café y todos le miraron fijamente al pasar. Aquello no estaba bien, algo no estaba bien y no era cosa de la fiebre. Se sorprendió casi corriendo para llegar al aparcamiento con la idea en la cabeza de que aquellas personas irían detrás de él en cualquier momento. Por un momento se cruzó en su mente una de las escenas de la película de terror que más le gustaba, "Los chicos del maíz", algo así como lo que sentía él deberían haber sentido los protagonistas cuando eran perseguidos por una legión de niños asesinos sin poder escapar de su oscuro destino mortal.
Abrió la puerta de acceso peatonal al parking y ya su paso era de carrera ligera para llegar al coche mientras buscaba las llaves en todos los bolsillos. Se maldijo por perder de esa manera los nervios, quizá era fruto de la fiebre que le hacía pensar cosas extrañas. Escuchó que la puerta volvía a cerrarse detrás de él y ya era pánico lo que sentía más allá de todo miedo racional. Las llaves se le cayeron de las manos incapaz de mantener el pulso para abrir la puerta del coche y al agacharse vio por debajo del chasis los pies de alguien que llegaba a la carrera. El corazón le latía como el de un caballo de carreras, apenas era capaz de respirar de la angustia que estaba experimentando. Quien quisiera que hubiera entrado después, iba a por él sin duda y lo confirmó cuando sintió que tiraban del cuello de su chaqueta. Dio un grito tremendamente asustado, todo su ser le pedía que se mantuviera muy quieto pero como un resorte se giró para ver quién le había apresado de esa manera tan violenta.
—¿¿Tú??—la voz le salió en un grito desesperado haciéndola chillona y temblorosa.
Era Xue Yang que le miraba con los ojos desencajados, brillando en un rojo extraño. Estaba sudoroso y apretaba los dientes con fuerza mientras gruñía en un tono muy grave que le hacía aterrador, juraría que los colmillos no eran de tamaño normal. XingChen intentó zafarse dejando a su atacante solo con la chaqueta en las manos que le había quitado en el forcejeo, mientras él se arrastraba por el suelo como podía, escuchando la respiración descontrolada a su espalda.
—¡DÉJAME, NO ME HAGAS DAÑO!
—¡Estate quieto, joder!—La voz de Xue Yang salía demasiado ronca, entrecortada, como de ultratumba, completamente inhumana.
Xue Yang tiró la chaqueta de XingChen a un lado y se lanzó de nuevo a por él mientras este intentaba levantarse del suelo para correr. Apenas podía hacerlo, Xue Yang le agarraba del tobillo haciéndole caer de nuevo al suelo raspándose la mejilla y las manos. en poco eran un bolo de manos y piernas luchando uno por retenerlo y el otro por escapar.
—¡Déjame, por favor, suéltame!¡Que alguien me ayude!
—Cierra la boca de una puta vez y no lo empeores más.
Xue Yang se movía como un rayo a toda velocidad, agarrando a XingChen por donde podía para retenerlo mientras él le golpeaba con las piernas y los puños para zafarse. La piel de XingChen se rozaba contra el suelo haciéndola sangrar por los rasguños, el labio de Xue Yang se partió por un puñetazo de su adversario y escupió la sangre a un lado.
—¡Por qué haces esto, no te he hecho nada, te acabo de conocer, déjame, no me hagas daño!
Xue Yang estaba como loco, no atendía a las súplicas de XingChen, al contrario, se volvía más y más violento con él, agarrándolo con fuerza, zarandeándolo para controlar todos los movimientos. En un golpe de suerte, XingChen pudo levantarse y empezar a correr pero Xue Yang lo alcanzó por detrás, tiró de la tela de la camisa y la rasgó dejando uno de sus hombros extremadamente blanco al aire. Su dueño como pudo intentaba colocarse la ropa rasgada hasta que se vio inmovilizado por Xue Yang que lo agarraba desde atrás. Le rodeó la cintura con un brazo y le agarró del pelo con la mano libre, ladeando su cabeza con violencia para exponerlo y entonces ocurrió. Xue Yang clavó sus dientes en la piel delicada e inmaculada del cuello de XingChen que profirió un grito desgarrador por el dolor de sentir los dientes atravesando la piel. Las lágrimas corrían sin control por sus mejillas rasguñadas y sangrientas, temblaba mucho, estaba aterrorizado.
La fuerza pareció desaparecer de su cuerpo en un segundo pero Xue Yang lo sostenía con determinación contra él desde atrás. Todo su cuerpo se estremeció, el estómago se cerró de golpe, como si la succión que hacía Xue Yang con su muerdo le estuviera chupando el alma. La presión sobre su entrada le dio una descarga de placer extraño en todo aquel caos que no entendía y no pudo evitar que un gemido suave se le escapara y notar que su ropa se mojaba en esa parte inexplicablemente. Xue Yang apretó más fuerte al oírlo y XingChen se arqueó ante la sensación que aquellos dientes le provocaban. Había un dolor intenso en la herida, pero lo que provocaba dentro de su cuerpo era un sinfín de descargas eléctricas, de vacíos alternos que le secaban la garganta, la congelaban y la hacían arder. Aún intentaba moverse pero no podía, solo gemía de forma casi imperceptible mientras pugnaba por respirar.
Xue Yang apretaba el mordisco moviendo la cabeza hacia los lados como un lobo que mata a su presa a base de tirones para romperle cuello. Los dedos los estaba clavando literalmente en la cintura de XingChen alentado por los sinuosos gemidos que escuchaba. De pronto, notó que la fuerza de XingChen disminuía y se permitió soltarle un poco el mechón de cabello que había tomado para ladear su cabeza y mostrar grácilmente su hermoso cuello. Entonces jugueteó con su nariz en el pelo de XingChen mientras saboreaba el sabor de la sangre en su boca, no había probado nada tan exquisito nunca, un sabor metálico y dulce a la vez que le hacían saltar las lágrimas. Poco a poco notó que XingChen perdía la conciencia y dejó que resbalara sobre su cuerpo al suelo sin dejar de abrazarlo contra él. Se deleitó unos segundos en olerle concienzudamente por detrás de las orejas pero no debía pararse más. Ahora el tiempo era crucial y tenía muy poco, demasiado poco.
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Horas antes.
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Miraba por los ventanales su avión vacío y solitario que hasta hacía unos minutos estaba lleno de gente. Sacó sus auriculares y buscó la canción que últimamente escuchaba tantas veces, Close your eyes de Digital Daggers. Quizá porque hacía mucho que se sentía como ese avión, vacío y solo aunque estuviera rodeado de gente, quizá porque hacía suyas las palabras de la letra de la canción, esperando que alguien le dijera que podía mirar hacia el otro lado, que todo estaría bien, alguien que le dijera "mientras respire, tú estarás a salvo". Metió sus manos en los bolsillo después de recolocarse la mochila y se dirigió a la salida.
—Estaba deseando que llegaras, hace mucho que no te veo y saber que te quedaras cerca de mí me hace muy feliz.
Li Xian abrazaba a XingChen con suavidad. No le veía desde hacía más de un año y por fin se habían vuelto a reunir. No habían pasado tanto tiempo separados desde antes de la secundaria. Durante los años de universidad aunque él estudió cirugía y XingChen ciencias biomédicas, habían vivido juntos y salvo para estar en clase, no se separaban. Pero cuando eres adulto todo cambia. Comienzas a trabajar en algún lugar y tu mejor amigo en otro y no siempre cerca. Por suerte, el desempeño de XingChen era tan bueno que tenía grandes ofertas para entrar en un laboratorio farmacéutico en cualquier parte que quisiera y al fin podía hacerlo en la misma ciudad donde trabajaba Li Xian.
—¿Y dónde está tu príncipe azul?—preguntó XingChen con una sonrisa maliciosa que en él se veía adorable.
—Ay, trabaja demasiado pero esta tarde lo verás. Te invito a un partido de vóley y lo ves en acción. Tiene el cuerpo perfecto—instintivamente se llevó el brazo más cerca de su nariz para oler el aroma de su alfa que XingChen, sin embargo, no podía notar.
—¡Li Xian! No te recordaba tan desvergonzado. Creo que tu príncipe es un descarado.
—Ja ja ja, si que lo es, demasiado. Me vuelve loco con todo lo que hace.
—Basta ya, no hables de esas cosas.
—¿Ah? No no, no me refería a eso.— Li Xian se había ruborizado mostrando su tierna docilidad de omega.
—¿Me invitas a comer? Tengo muchísima hambre, el viaje en avión ha sido horroroso, la comida mejor ni probarla.
—Claro que sí, además estoy deseando que me cuentes cuándo tienes la super entrevista con la farmacéutica.
Li Xian le había buscado un apartamento no muy lejos de donde él mismo vivía para tenerlo cerca. Estaba tremendamente emocionado de volver a tener a XingChen en su vida de forma habitual, alguien a quien contarle todo lo que le pasaba en su día a día, con quién contactar cuando tenía esos días demasiado melancólicos cuando su alfa se separaba por trabajo. Li Xian era tremendamente tierno, de esas personas a las que es inevitable querer proteger y cuidar. XingChen entendía todos aquellos procesos como científico que era y se alegraba de no haber nacido omega para no pasar por esos trances. Li Xian se sentía tan bien con él que todo se le hacía poco para agradar a su buen amigo.
—Mira, es en ese edificio, en el piso catorce—decía señalando por la ventana del restaurante donde había invitado a XingChen a comer.
—No sé qué haría sin ti. Ya sabes que me da mucha pereza ir de un lado a otro para encontrar sitio, al final siempre me quedo con el primero que veo sin que sea el mejor.
—Este te gustará, tuve ayuda para elegirlo.
—¿Tu príncipe?
—Sí—Se sonrojó.
—Ay Li Xian, cada vez estás más enamorado de él.
—Es que es tan...especial, tan protector conmigo. He tenido mucha suerte de encontrarlo y que me correspondiera ¿Qué hay de ti?
—¿De mi? Uff, no no, yo no tengo tiempo ni para mí, como para andar buscando pareja. Recuerdo el día que me preparaste una cita a ciegas y ni siquiera entré al restaurante.
—Pues ya con veintiocho años es tiempo de que tengas al menos la intención de buscar a alguien.
—No tengo ningún interés, ahora lo que me importa es mi carrera y empezar a trabajar ya.
—¿Cuándo tienes la entrevista?
—Pasado mañana. Creo que he elegido la mejor de las que me ofrecían trabajo. Tiene varios proyectos genéticos muy interesantes y desarrollan medicamentos específicos para los avances que hacen.
—¿Cuál es?
—Génesis.
—Mmmm, ya se, ya se. Tenemos un amigo que su padre es dueño de una de esas empresas pero no es Génesis.
—Igual es alguna de las otras que no contemplo. Prefiero Génesis y su programa anticonceptivo. Crearé uno para que no me des sobrinos demasiado pronto y cuando lo hagas salgan bien guapos.
—¡Oye! Ni siquiera hemos pensado en casarnos aún.
—Pero ya tenéis vínculo, no tardarás. Te conozco demasiado bien para no saber que dentro de poco te casarás con tu príncipe jugador de vóley.
—Qué cosas me dices. Bueno, a lo que iba, te ayudo a instalarte y después nos vamos al partido. Seguro que te gustará ver un montón de tipos guapos y en forma y a lo mejor terminas poniendo tus ojos en alguno. Lo que es seguro que a alguno le gustará verte a ti.
—¿Ahora quién dice tonterías?
El pabellón estaba rugiendo como siempre, se sentaron cerca del banquillo y Li Xian saludó con la mano a su príncipe cuando hicieron contacto visual. Sin duda había amor ahí, XingChen no tenía duda alguna y se alegraba por Li Xian muchísimo. Conocía al alfa por fotos, pero en persona era mucho más guapo, no había duda. No entendía nada del juego y su amigo le iba diciendo lo que iban haciendo. Era verdad lo que le había dicho antes, los jugadores eran realmente impresionantes. Altos, con cuerpos musculosos sin llegar a ser excesivo y algunos bastante apuestos. Sobre todo el número catorce que además tenía pinta de canalla. Por alguna razón si se fijaba en alguien solía tener ese perfil, un chico malo.
—Vamos, vamos a verle y ya os presento. Solo os conocéis por foto y tiene muchas ganas de verte en persona.
Li Xian tiraba de XingChen que bajaba las gradas un poco desinteresado. Se estaba poniendo un poco rojo de la vergüenza e inconscientemente se pasaba los dedos por el cabello. También de la misma manera buscaba con la mirada al número catorce aunque no se diera cuenta.
—Vaya, el chico más guapo del pabellón viene a verme.
—Gracias—Li Xian bajó la mirada tiernamente y Yu Hao le besó en la mejilla sin perder la oportunidad de oler su cabello.
—Al fin, XingChen. Bienvenido, espero que te haya gustado el apartamento. Li Xian me habla constantemente de ti y en base a eso buscamos algo que te agradara.
—Hola—XingChen extendió la mano para saludar—Habéis hecho un gran trabajo. Y enhorabuena por la victoria en el partido, no me he enterado de nada aunque Li Xian se ha empeñado en explicarme.
—Hola Li Xian, ¿Estás libre esta noche?
Era el número catorce el que hablaba y que se había acercado a ellos, sin que se percataran en un primer momento bebiendo de una botella de agua. Li Xian sonrió tontamente y negó con la cabeza divertido.
—Quita tus asquerosos ojos de él, alma del averno.—Yu Hao le dio un codazo amigable en las costillas. —¿Vienes en el coche con nosotros al Roxie?
—Sí, vale.
—Xue Yang, este es mi amigo Xiao XingChen.
Cuando Xue Yang iba a ofrecer la mano para saludar, una chica llegó y se le colgó descaradamente del cuello dejando un beso en los labios del número catorce.
—Enhorabuena—dijo zalamera.
—Te vas a llenar de sudor.
—¿Me lo prometes?
Aquello era más que un ofrecimiento y Xue Yang no lo iba a dejar pasar. Guiñó un ojo a Yu Hao y se marchó con ella.
—No puedo con él. —Yu Hao se llevó la mano divertidamente a la frente.— Bueno, creo que no vendrá con nosotros. Ya llegará.
XingChen lo vio alejarse con la chica, rodeando su cintura con un brazo hasta bajar la mano lo suficiente para dar un cachete en las nalgas. Un chico malo, hetero, y con novia, vaya puntería la suya. Algo se le encogió en el pecho y la nariz le cosquilleó amenazando con...nada, no pasaba nada. Tomó aire que entró a empujones fruto de la tristeza.
—Bueno, ya te lo presentaré después. Vamos a tomar algo mientras Yu Hao se ducha.—Li Xian tomó de la mano a XingChen y se lo llevó a la cafetería del pabellón como un niño que lleva a su mejor amigo a un parque de juegos.
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El Roxie estaba lleno de jugadores y aficionados. Li Xian, XingChen y Yu Hao tomaban algo en un rincón mirando a los demás de forma divertida. Sonaban canciones que todos conocían y cantaban a coro con mejor o peor entonación, con mejor o peor representación y con bastante diversión en general. Lo estaban pasando demasiado bien, pero XingChen se agobiaba cuando había mucha gente en un sitio. Pudo ver llegar al número catorce, venía solo y enseguida se unió al grupo más escandaloso y descarado. Vestía de negro y también le quedaba bien, era de esas personas que derrochan carisma y hacen que los demás se giren a mirar cuando llegan. XingChen lo observó un momento más y salió a la pequeña terraza que tenía el bar en uno de sus laterales. Tardó un poco en llegar, intentando esquivar a la gente que tenía algún propósito extraño en que saltara y cantara con ellos. El aire fresco le recibió y tomó una buena bocanada, el aire le salió temblando de los pulmones.
—¿No te gusta la fiesta?
XingChen se giró, el número catorce había salido también para hablar por teléfono y su voz le sorprendió.
—Sí, pero... me agobio en lugares demasiado llenos. Iba a darte la enhorabuena antes, pero llegó tu novia y no pude. Lo hago ahora.
—¿Mi novia?—rio con ganas a lo que XingChen había dicho, tomó un largo trago de su cerveza y se guardó el móvil en el bolsillo trasero del pantalón.
—Bueno, es lo que me pareció. Llegó y te besó muy decidida, por eso lo digo.
—Me besó...entiendo...cómo ¿Así?
Cuando XingChen se dio cuenta, Xue Yang le había plantado un beso lascivo, húmedo y de imprevisto en los labios. Abrió tanto los ojos que creía que se le saldrían de las cuencas. ¿Pero qué se creía ese tipo, que podía ir por ahí besando a la gente porque le hacía gracia? Sin embargo no hizo nada para separarlo aunque no le correspondió. Se quedó quieto, mirándole incrédulo mientras él volvía a reírse y entraba de nuevo al bar.
—Pero...qué...será posible...JA, ese tipo. Pero qué se ha creído.
Tenía la cara roja como un tomate, se sentía como un tonto sin dejar de mirar la puerta por donde se había marchado el número catorce. Encima se iba riendo. Se frotó los labios con la manga de la chaqueta para así eliminar aquel beso traicionero aún resoplando y maldiciendo al tal Xue Yang. Sería amigo de Li Xian, pero bien seguro que suyo no iba a serlo. No quería entrar, notaba la cara demasiado caliente de la vergüenza y si encima aquel bastardo le veía así, se reiría aún más. Esperaría a que se le pasara, pero poco a poco se dio cuenta de que se sentía mal, que le dolía el estómago. No había comido en el avión y en el restaurante con Li Xian aunque comió una ensalada, lo hizo demasiado rápido y le habría sentado mal. Lo mejor era irse a su nuevo apartamento y descansar. Escribió el mensaje a Li Xian para que no se preocupara y se marchó a recoger su coche.
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1. Close your eyes (Xiao XingChen)
2. My doorbell (Xue Yang)
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