Capítulo 40

Miles Davis tocaba su aclamada canción "So What" a través de los altavoces del salón a un volumen moderado, lo suficiente como para ser un buen sonido de fondo que permitiera a las personas que se habían congregado en ese piso a hablar con los demás sin tener que alzar la voz.

El sonido del champagne vertiéndose en el interior de las copas, y el de las mismas al chocar unas con otras se mezclaban con el constante murmullo de las casi sesenta personas que charlaban animadamente.

Eran las cuatro y media de la tarde, hora adecuada para la comida, el sol se colaba entre el cielo encapotado de vez en vez y atravesaba el cristal de los enormes ventanales sin problemas, para reflejarse contra el reluciente piso de azulejos blancos e inundar de luz natural aquel edificio.

Una larga mesa, con un mantel de color marfil, sostenía el banquete que Jeon Somi había organizado. Pequeños bocadillos con frutas, con carnes y con verduras estaban estéticamente colocados. Una exótica fuente de licor de manzana caía dejando destellos del color de la miel a su paso.

La mayoría de los alfas, tanto hombres como mujeres, habían decidido asistir con elegantes trajes de tres piezas, en tonos oscuros, hechos a la medida. También abundaban cortos vestidos de colores vibrantes y estampados alegres. Risas diplomáticas y felicitaciones que, en su mayoría, eran hipócritas.

Jungkook se forzaba a sonreír, a parecer amable, agradable y propio. Y la verdad sea dicha, él no tenía deseos de estar ahí, a pesar de que el evento había sido organizado a su nombre.

Varios rostros se pasearon frente a él, collares finos y sacos zurcidos por manos experimentadas se acercaban a saludarlo y desearle un buen comienzo en la empresa, siempre acompañadas de sonrisas forzadas.

—... descolocados, ¿Usted tiene ya una pareja? — Preguntó una beta de edad mediana, la amiga del secretario de la ejecutiva... No recordaba su nombre. Pero no parecía haber formulado aquella pregunta con buenas intenciones.

— Sí. — Respondió con sequedad, desviando el enfoque de sus orbes hacia los colosales cristales que gobernaban la pared a su derecha. — Permiso. — Se retiró sin ganas de continuar con la vacía conversación. La mujer, descolocada, pronto se vio envuelta en una nueva conversación.

La mayoría de las personas que se habían acercado a él hacían las mismas preguntas y casi los mismos comentarios, como si hubieran ensayado el mismo guion justo antes de llegar a ahí.

Comenzaba a sentirse sofocado. Con las manos en el interior de los bolsillo de sus pantalones, se paró a un par de pasos del cristal y observó, desde las alturas, la inmensidad de Seúl. El cielo estaba levemente nuboso, los rayos de sol se colaban como doradas columnas que habían sido edificadas desde el suelo hasta el cielo.

El río Han podía observare a la lejanía, y el puente que lo atravesaba de lado a lado se veía lleno de partículas que se trasladaban a cada extremo.

Uno de los principales problemas con los que había lidiado desde que llegó a aquella reunión, fue la abrumadora mezcla de olores y fragancias, naturales y artificiales que se impregnaban con más y más fuerza en la habitación. Se sentía profundamente asqueado.

La ventilación hacia un buen trabajo, a pesar de todo, pero no parecía ser suficiente como para evitar que de pronto comenzara a percibir las náuseas que comenzaban en su estómago.

En los últimos días no se había atrevido a hablar con Taehyung, su cabeza no estaba en un buen estado después de la conversación que tuvo con su hermano, dos días atrás, y aunque se sentía culpable por dejarlo solo en un momento tan crucial de su vida, en el que luchaba contra su propia villana, era innegable que él no estaba bien, y que no era un buen apoyo en ese preciso instante, ni siquiera para sí mismo.

Baekhyun debería de estar riendo alegremente desde la comodidad de su departamento. Había logrado joderle la mente, al fin.

— Hola, Jungkook. — Somi se acercó a su lado, vestía un sobrio vestido esmeralda que se ajustaba hasta debajo de sus rodillas, unos zapatos de tacón negros que terminaban en punta y un elegante y discreto collar de oro que decoraba su cuello. — ¿Estás listo para dar tu discurso?

«No»

— Por supuesto. — Soyeon los observaba a la distancia, la rubia apenas y se había acercado desde que había llegado. No se extrañó. Ella solía ser así en las reuniones sociales: reservada y apartada.

Caminó detrás de su tía hacia la plataforma de madera pulida donde se hallaba un podio negro en el que un discreto micrófono había sido instalado.

Somi subió a la plataforma y se colocó justo detrás del estrado. Carraspeó.

— Pido su atención un momento, por favor. — Habló frente al micrófono. De inmediato, el constante murmullo se detuvo y decenas de cabezas giraron hacia la mujer.

Jungkook se había quedado de pie debajo de la plataforma, de frente a Somi. Soyeon fue la primera que llegó a su lado, haciendo una breve reverencia como forma de saludo.

En una ocasión normal, Soyeon jamás reverenciaría a nadie, pero en aquella reunión, todos jugaban a actuar ser personas totalmente distintas.

Yoongi se acercó por su flanco derecho dándole una cordial palmada en la espalda, con la mirada fija en la "Legendaria Jeon Somi", como había escuchado que la llamaban en algún momento de su estadía en la empresa, debido a su inmejorable racha de proyectos con resultados sin precedentes.

Hoseok no se había presentado en aquella conmemoración, a pesar de haber sido invitado con antelación. Resultaba que aquel día ya había organizado sus planes, y tendría que salir de la ciudad desde la mañana, no obstante, no olvidó felicitar a Jungkook aquella mañana, mientras compartían un brevísimo desayuno juntos.

— Durante la década de los cincuentas, dos hombres habían unido sus destinos para acompañarse durante toda la vida. — Comenzó a relatar la mujer frente al micrófono. — Un alfa y un omega que tomaron la decisión de mudarse a una urbe mucho más grande que su lugar natal, una pareja que compartía la pasión y el imponente talento por el arte culinario. — Jungkook comenzó a respirar por la boca, ¿Es que a nadie más le molestaba la nefasta mezcla de olores? — Juntos, decidieron abrir un modesto restaurante familiar en un pequeño local cercano a su nuevo hogar. Pronto, su impresionante talento terminaría por encantar a los más exigentes críticos del área, escalando niveles y comenzando a abrir más y más sucursales que pasarían a su hijo, su primogénito, quien convertiría a aquella cadena de restaurantes en una empresa formidable y de gran privilegio alrededor del mundo. Mi hermano, BonHwa, hizo lo mejor que pudo para mantener a nuestros restaurantes en pie, y yo misma puedo dar fe de que dejó lo mejor de sí mismo en este lugar. — Tomó una breve pausa, barriendo con la mirada de extremo a extremo de la habitación. — Estoy segura de que a él le habría encantado estar el día de hoy aquí, justo en el mismo lugar en el que estoy justo ahora, y pronunciando las mismas palabras que estoy diciendo, mientras con orgullo, pasamos la batuta al siguiente Jeon, aquel en el que encomendamos el futuro de la empresa en la que todos nosotros hemos invertido una gran parte de nuestras vidas, y de nosotros mismos. — Fijó sus ojos en el joven alfa que la observaba con atención, el chico que había regresado del destierro para defender su honor. — Hoy, Jeon Jungkook, comienza un nuevo capítulo en nuestra cadena. Y estamos seguros de que en veinte años, podremos estar orgullosos por elegirlo a él, y solo a él.

El aplauso del público estalló al finalizar, entonces Somi, con una agradecida sonrisa, dio un paso atrás y con un ligero movimiento de su mano, invitó a Jungkook a pasar al frente.

Jungkook subió el escalón que hacía falta y se detuvo detrás del estrado. No había preparado ningún discurso para ese momento, e incluso en ese entonces, unas palabras más frente a las personas vacías que habían asistido le parecía estúpidamente trivial.

Levantó el rostro y detalló los rostros de las personas frente a él. Reconoció a una antigua conquista de la universidad en el fondo, vestida en un elegante vestido caqui y el cabello rubio peinado en una coleta alta. El chico que siempre le ayudaba a imprimir sus documentos y darle una cuartada cada vez que se escapaba de su padre estaba en una de las esquinas, vestido con el habitual traje de mesero, y con un trapo blanco bien colocado sobre uno de sus brazos. Los amigos de sus padre, los amigos de su tía, viejos socios, personajes importantes, políticos famosos... y al frente, Yoongi y Soyeon observándolo con atención, con ojos brillantes y orgullosas sonrisas apenas disimuladas.

— Llegar aquí no fue sencillo. Tuve que reinventarme a mí mismo antes de llegar a ser la persona adecuada para tomar el puesto. — Su voz resonó a través de las bocinas. Y su mente, distraída, aburrida, se alejó del plano terrenal.

«¡No digas estupideces! Eres un mentiroso Baek, perdiste mi confianza hace años. No caigas tan bajo como para blasfemar a diestra y siniestra Bramó enfurecido.»

— La reinvención de las personas no es sencilla, mi propia reinvención fue complicada, a pesar de que llegó sin previo aviso. — Somi lo había reemplazado en el lugar entre Soyeon y Yoongi y ahora le prestaba su atención mientras cruzaba sus brazos como un hábito inconsciente.

«Baekhyun se dirigió hacia su escritorio, y tecleó un par de cosas en su computadora. El despacho de la antigua casa familiar se encontraba tal cual como lo recordaba, con los enormes libreros que acaparaban paredes completas y la anticuada alfombra que cubría gran parte del suelo de madera.

Imaginé que reaccionarías de esta forma. Por ello, me tomé la enorme molestia de facilitarte el trabajo de investigación Molesto, pero curioso, Jungkook se acercó a la espalda del alfa, detrás del robusto escritorio, solo lo suficiente como para poder observar lo que la pantalla le mostraba.»

— Es un proceso donde nos cuestionamos las ideas que damos por hechas desde que tenemos sentido y uso de razón. Y es en este momento, cuando comenzamos a reflexionar acerca de nuestras propias acciones y nuestras actitudes, ¿Estamos haciendo lo correcto? — Preguntó al público, y esperó un momento para continuar. — Es mucho más común responder "no", de forma completamente honesta. Porque para saber si hacemos lo correcto o no, primero debemos saber qué es lo correcto. — Enfatizó.

«El despacho estaba en silencio. Después de la muerte de su padre, su madrastra había decidido abandonar aquella residencia llena de recuerdos e irse a un presunto viaje de reflexión a América, por lo que despidió a todo el personal que alguna vez llegó a trabajar para la familia. Ahora las motas de polvo pululaban a sus anchas por cada habitación. Los hermanos estaban completamente solos»

— Nosotros somos los únicos que podemos decidir sobre nuestra vida, pero también, somos los únicos responsables de nuestras acciones. Yo no he sido una persona ideal, lo acepto. Quizá nunca logre llegar a la perfección. Pero he tomado la determinación de convertirme en una persona mejor de la que fui ayer. — Declaró. Sus manos, que descansaban a cada extremo del podio, comenzaban a sudar. Se sentía ansioso. — Todos merecemos segundas oportunidades.

«La pantalla marcaba la fecha del 24 de mayo de ese mismo año. Se lograba observar una grabación de una cámara de seguridad de un restaurante elegante, aunque poco ostentoso, que se ubicaba a las afueras de la ciudad. Jungkook recordaba haber visitado aquel establecimiento en algún momento pasado.

En la grabación, Baekhyun estaba sentado en una de las mesas con vista a la ventana, observando desinteresadamente la autos que circulaban por la zona. Vestía uno de sus acostumbrados trajes hechos a la medida. Sobre la mesa, descansaba una discreta carpeta negra.»

— Nadie avanza sin haberse equivocado antes. Eso es parte de nuestra esencia. — Los músculos de sus hombros y de su cuello comenzaban a sentirse anormalmente tensos ¿Cuándo fue que comenzó el dolor de cabeza? — Eso es lo que nos hace humanos.

«Jungkook estuvo por perder el interés, tomar sus cosas y largarse de aquella casa, creyendo que Baekhyun lo había traído ahí solo para perder el tiempo. Pero un instante después, hubo un cambio significativo en la grabación. Un hombre se había sentado frente a su hermano, quedando de espaldas hacia la cámara. Jungkook le prestó atención, observando cómo Baek movía sus labios entre los pixeles, pareciendo comenzar una conversación con el desconocido.»

— Esta cadena tiene un fuerte significado en la historia familiar. Es parte de nosotros, se encuentra mezclada con nuestra propia esencia. Por ello, planeo cuidar de ella y llevarla a su mejor época, convertirla en aquella empresa que mis abuelos soñaron alguna vez. Esta empresa, está formada por todos ustedes, por todos nosotros. Porque no es solo un negocio. — Un nudo se formó en su garganta. Las palabras flotaban en su cabeza, cada una encontrando su lugar delante de otra. Eran el producto de la honestidad, de la improvisación, y de los más importantes recuerdos. — Esta empresa, es nuestra vida.

«Jungkook agudizó la vista, sintiendo que aquella persona no era tan desconocida. Cada latido de su corazón le susurraba a su cabeza la familiaridad de la imagen. Era un hombre de complexión delgada, vestido con una americana azul marino sobre una camisa de botones blanca. Sencillo. No parecía encajar con el tipo de personas que su hermano solía frecuentar.

Su cabello castaño se balanceaba cada vez que movía su cabeza, sus manos se movían inquietas mientras hablaba. Un camarero se acercó a ellos, seguramente solicitando su orden. El hombre volteó, y entonces su rostro quedó al descubierto.»

Los aplausos resonaron en las paredes con fuerza, vítores y halagos fueron dirigidos hacia él mientras bajaba del escenario. Somi y Soyeon se acercaron a felicitarlo, pero Jungkook se inclinó brevemente y caminó con rapidez hacia los baños. Apenas entró al cubículo cuando comenzó a vomitar.

Sus rodillas golpearon el suelo mientras intentaba sostenerse de las baldosas. Las arcadas lo asaltaron a cada segundo, mientras Jungkook expulsaba todo el contenido de su estómago. Se sentía fatal. En todos los sentidos.

Su respiración se encontró alterada cuando la última arcada se marchó. Y luchó durante algunos minutos para tranquilizarse. Jaló la cadena y tomó un pedazo de papel. Recargó su espalda contra una de las paredes del claustrofóbico cubículo.

Se limpió lo mejor que pudo, percibiendo el desagradable sabor del vómito en su boca. El fuerte dolor de cabeza había aumentado exponencialmente, y para ese momento, este apenas podía dejarlo pensar.

Se sentía ansioso, deshecho, derrotado. Y para Jungkook, lo peor era saber que esas emociones no eran suyas.

Estas correspondían a la persona en el otro extremo del lazo.

Jungkook no había marcado al omega, teniendo en consideración que su futuro no parecía ser lo suficientemente estable como para dar un paso tan importante como ese. Sin embargo, su lazo se había fortalecido en gran medida, y su condición de predestinación, lo convertía en un lazo tan fuerte como aquel que tenía una marca de por medio.

Por otro lado, se sentía angustiado, e inmensamente culpable. Y esas emociones eran suyas. Pero necesitaba que todo el mundo se detuviera, y le permitieran pensar un solo minuto. Necesitaba con desesperación organizar las ideas que levitaban en su cabeza, reestructurar todo aquello que conociera. Necesitaba solo un minuto. Un maldito minuto y ya.

Cerró los ojos, respiró profundo.

«El dolor que sintió su corazón fue perturbador, al observar a través de la pantalla a aquellos ojos cafés que tanto había aprendido a conocer. Los labios en forma de corazón que se movían lentamente mientras pedía su orden fueron como una flecha envenenada que había sido clavada en su corazón.

El aire se volvió demasiado denso de un segundo a otro, y tuvo serias dificultades para transportar el oxígeno a sus pulmones.

La grabación fue pausada, y él no podía apartar los ojos de aquel hombre. No podía apartar los ojos de Kim Taehyung.

Su cabeza se hizo un lío, ¿Qué hacía ahí? ¿Qué significaba aquella grabación? ¿Cómo tenía la certeza de que la grabación era legítima, y no solo un montaje?, y en caso de que fuera falsa ¿Por qué Baek involucraría específicamente a Tae en todo esto?»

Se dio cuenta de que no estaba respirando cuando sus pulmones comenzaron a doler. En la lejanía, aun podía percibir los ligeros toques de jazz que ambientaba la insulsa reunión en la que estaba irremediablemente involucrado.

Dobló sus rodillas hasta que tocaron su pecho, apoyó sus muñecas sobre estas e inclinó su cabeza sobre sus manos. Sus dedos se enredaron entre las hebras de sus cabellos. Comenzó a hiperventilar.

Todo daba vueltas, y el maldito dolor de cabeza se aferraba con garras y dientes a su persona. Comenzaba a sudar. No se sentía bien

El Jungkook de antes no quería esforzarse, porque no tenía una motivación. No tenía ni idea de lo que era tener ese deseo por obtener algo. Sin pasiones ni presiones. Vivía su vida sin vivirla. Blanco y negro, nunca con color.

No era una persona asombrosa, perfecta, ejemplar o digna de ser un modelo a seguir. Jungkook estaba consciente de que había cometido muchos errores, y por ello, había afectado a personas que no se lo merecían. Esta era su oportunidad para redimirse. Quería ser alguien mejor, y dar lo mejor de sí.

Y había edificado toda aquella valentía, toda aquella fuerza sobre columnas que acababan de desmoronarse ¡¿Por qué?! ¿Por qué todo aquello por lo que se esfuerza sale mal?

«—¿Qué mierda es esto? —Replicó crudamente. Baek estaba aún sentado en la silla a su lado, rebuscado entre los cajones del escritorio, hasta que sacó una carpeta negra, igual a la que había aparecido en la grabación.

— Míralo tú mismo. — Le entregó la carpeta, y Jungkook la tomó con manos temblorosas. Le lanzó una dura mirada antes de alejarse un par de pasos y sentarse en uno de los sillones que se hallaban esparcidos por la habitación.

Abrió la carpeta, y sus ojos y su corazón se detuvieron en el título de la primera página.

"Contrato de Alianza comercial entre Restaurantes Jeon y Dalbich"

¿Qué?

Sus ojos recorrieron desesperados los renglones que llenaban aquel cúmulo de palabras.

"...Dalbich se compromete a mantener bajo su resguardo el paquete inicial durante 65 días naturales..."

"...El paquete debe de mantenerse dentro de los terrenos del viñedo Dalbich en todo momento..."

"...Una suma de siete millones de dólares que serán transferidos de la cuenta correspondiente de Restaurantes Jeon a Dalbich en cuanto se cumplan las cláusulas 1.3 y 3.6..."

"...Cualquier incumplimiento a este contrato se verá sancionada con una demanda judicial por incumplimiento..."»

Su cabeza filtró por completo los pasos que resonaban contra las impolutas baldosas. Las náuseas regresaron, respiró profundamente tratando de disuadirlas.

— Hey, Kook ¿Estás bien? —La voz de Yoongi llegó a sus oídos, Jungkook abrió los ojos sobresaltado ¿Cuándo los cerró? — ¿Kook? — Preguntó cuando no recibió respuesta.

«No, no estoy bien» Dijo la voz de su cabeza.

Jungkook respiró profundamente, luchando por encontrar su voz en la garganta. Tardó un par de minutos en lograrlo.

— E-Estoy bien. — Farfulló. Los lustrados zapatos del otro alfa aparecieron en el campo visual de Jungkook, podía observarlos por la parte inferior de la puerta. Seguramente su olor fue lo que delató su posición.

Inhaló, y sin sorpresa, corroboró que su fragancia natural era agria, incluso ácida. Mierda.

«No lo creyó. Por supuesto que no. Su hermano no era de fiar y él mejor que nadie lo sabía.

Pero es que todo encajaba de una forma tan perfecta que daba miedo. Sus ojos se detuvieron varias veces por la firma que había visto durante el tiempo que pasaba en el despacho del omega, él mismo lo había observado trazarla con destreza.

— Soy piadoso, ¿sabes? Dejaré pasar el que te haya dejado escapar un par de semanas antes de lo acordado. — Comentó su hermano, observándolo con regocijo. — Al final, el resultado es incluso mejor del que tenía planeado.

Su cabeza comenzó a llenarse de todos aquellos detalles insignificantes que solía pasar por alto. Aquellos a los que no les prestaba atención. Aquellos que se habían escondido justo frente a sus narices.

Taehyung solía sacarlo de su despacho, cuando tenía que responder una llamada de teléfono que lo ponía tenso.

Taehyung y su necesidad por mantenerlo dentro de sus terrenos en sus primeras semanas de estadía.

Taehyung y su permanente inseguridad en su relación.

Taehyung confesándole, entre lágrimas, que había hecho algo malo.

Taehyung...

Y es que no era posible. Pero todo encajaba. Encajaba a la perfección.»

Yoongi apoyó su espalda en la puerta metálica, y se quedó en silencio durante algunos minutos. Afortunadamente, nadie parecía tener la necesidad de utilizar el sanitario.

— ¿Quieres hablar? — Preguntó, sin esperar gran respuesta.

Jungkook levantó el rostro y abrazó con más fuerza sus rodillas. No quería hablar, sentía que su universo había colapsado por completo, ¿Cómo podría encontrar las palabras adecuadas para hacerle entender a su amigo la magnitud de su dolor?

— Y-Yo... — Titubeó. — Ahora no quiero hablar.

— Está bien. — Aceptó sin mayor problema. — Pero creo que puedo ayudarte a salir de aquí sin que nadie se dé cuenta ¿Puedes abrir la puerta?

Jungkook respiró profundamente y mantuvo el oxígeno en sus pulmones, para después expulsarlo de golpe. Como pudo, logró incorporarse para soltar el pestillo que mantenía a la puerta cerrada.

— ¡Oh, mierda! Estás mucho peor de lo que creí. — Exclamó sorprendido. Ante sus ojos, observaba a un chico destruido, despeinado, pálido, enfermo.

Lo sostuvo de los hombros cuando presintió el cuerpo del alfa desvanecerse sobre el suelo, y utilizó la fuerza suficiente para mantenerlo de pie.

— ¿Puedes caminar? — Jungkook asintió vagamente. Afianzó los pies sobre el suelo, y tratando de no prestarle atención a su migraña, puso un pie delante del otro, una y otra vez.

Salieron del sanitario hacia el pasillo que lo conectaba al salón donde se juntaba la algarabía. Pero Yoongi lo guio hacia el extremo contrario. Donde se encontraban las escaleras de emergencia.

— Amigo, estamos como en el décimo piso. No creo poder bajar tantos escalones. — Comentó cuando llegaron a las escaleras. Parecía un túnel vertical de escaleras metálicas, iluminado con apliques de luz blanca.

— Yo creo que si te lanzo por el medio de las escaleras, llegas a la planta baja en un santiamén. — Bromeó, sacándole una pequeñísima sonrisa a su amigo.

— Apuesto a que has soñado con ello desde hace tiempo.

— Todas las noches.

Con esfuerzo, llegaron al piso inferior, y Yoongi lo ayudó a ingresar en él. Alcanzaron el elevador, que por suerte no estaba demasiado lejos, y fue entonces cuando tomaron rumbo hacia los pisos inferiores.

Yoongi lo introdujo en los asientos traseros de su auto, donde Jungkook se desvaneció casi por completo, quedando en una especie de inconsciencia con los párpados entreabiertos. Mientras tanto, su amigo marcó el número de Soyeon, quien se había quedado arriba, y le pidió que se ingeniera una buena excusa por si preguntaban por Jungkook.

Lo llevó a su propio departamento, y lo ayudó a recostarse sobre la cama de su habitación de invitados. Hizo una nota mental de mandarle un mensaje a Hoseok para avisarle que Jungkook pasaría la noche ahí.

Jungkook gimió de frustración cuando sintió las náuseas volver, con una fuerza arrolladora. Por lo que se levantó y en menos de un minuto ya había entrado en el baño personal de la habitación. El alfa ya no tenía nada en su estómago, pero aun así las arcadas no se detenían.

Yoongi, que había observado todo aquello desde el marco de la puerta, se dirigió hacia la cocina, donde se hallaba el botiquín que nunca había tenido la necesidad de usar, y buscó algún medicamento que pudiera utilizar mientras esperaba a que su médico de confianza, a quien había llamado mientras conducía, arribara a su edificio.

Tomó una de la cajas con pastillas para las náuseas y regresó sus pasos hacia la habitación. Encontró a Jungkook aún en el baño, respirando aceleradamente mientras sus brazos temblaban. Al menos ya no estaba vomitando.

— ¿Desde cuándo te sientes así? — Preguntó suavemente, presintiendo su estado vulnerable.

— Desde hace dos noches. — Respondió entre jadeos. Levantó el rostro y sus ojos se fijaron en la luz empotrada en el techo.

— ¿Sabes qué es lo que tienes? — Indagó, arrodillándose a su lado. Jungkook asintió sin prestarle atención.

Yoongi enmarcó una ceja. Y es que, le parecía demasiado inusual que una persona que se sentía mal, y conocía la causa de sus males, no buscará alguna forma de aliviarse.

— Llamé a un doctor, llegará dentro de poco para revisarte. — Informó. Jungkook se encontraba aturdido, tardaba en responder ante los estímulos. Comenzó a negar minutos después al comentario de su amigo.

— E-Esto no se va a solucionar con un par de medicamentos, Yoongi. — Musitó, girando su cabeza a su dirección. Yoongi le miró curioso.

— ¿A qué te refieres? — Inquirió curioso. Jungkook respiró profundamente, pero negó con la cabeza. Se incorporó, o al menos trato de hacerlo. Yoongi lo sostuvo por debajo de las axilas cuando notó que su cuerpo que sus piernas estaban por traicionarle. Le pasó un cepillo de dientes desechable que solía tener de repuesto entre los cajones del armario del baño.

Jungkook se lavó la boca con esmero, detestaba percibir el sabor de su vómito en su boca. Se sentía sucio. Necesitaba un baño, y también un cambio de ropa. Cuando hubo terminado, caminó lentamente con la ayuda de su amigo hasta el colchón de la cama.

— Kook, por favor, dime qué es lo que te sucede. — Solicitó, preocupado. Ver a su mejor amigo estar en un estado como aquel de un día a otro era sumamente alarmante. Y era mucho peor no tener idea de qué era lo que sucedía.

Sentía que una enorme brecha se abría entre los dos y los distanciaba a cada segundo ¿Cuándo dejó de confiar en él como para no contarle sobre este tipo de cosas?

Jungkook se relamió los labios, nervioso. No se sentía listo para hablar, aun no. Pero tampoco soportaba la presión de mantenerlo todo dentro de sí mismo. Necesitaba sacarlo de su organismo lo más pronto posible, pero no se creía capaz de hacerlo todavía.

Su corazón latía con fuerza dentro de su pecho, como si desde hace un par de días se hubiera cansado de latir y estuviera dando todo su esfuerzo por continuar, en un último choque de energía.

— Y-Yo... — Balbuceó, buscando las palabras. Inhaló profundamente, fijando su vista en el clásico bodegón enmarcado que colgaba en la pared contraria a él. Exhaló. — Me di cuenta de que alguien a quien quería mucho, en realidad estuvo jugando conmigo.

Yoongi abrió los ojos, ligeramente impactado. Hizo el amago de hablar, pero Jungkook le interrumpió antes de siquiera poder comenzar.

— Mi lobo había creado un fuerte lazo con él, y ahora que supo de aquella traición, se encuentra realmente herido. — Suspiró. Bajó la mirada a su regazo. — Yo me siento herido.

— Kook...

— Y siento que todo está ocurriendo tan rápido que apenas puedo entender lo que me está sucediendo. No tengo idea de quién soy justo ahora, y tampoco sé quiénes son las personas que de verdad están de mi lado. — Sus ojos comenzaron a cristalizarse, pero parpadeó rápidamente tratando de evaporar las lágrimas. — Todo está avanzando y siento que no tengo tiempo para asimilarlo todo, siento que necesito reconstruir mi vida en un fin de semana que tan solo dura tres horas, y me duele, porque yo realmente lo quería y creí que era mutuo. Y quizá lo fue, pero ahora no estoy seguro de qué de todo lo que vivimos juntos fue real y qué no. Y tampoco he querido hablar con él porque yo no estoy bien, todo está muy disperso en mi cabeza, mis ideas no están claras, y aun no estoy listo para hablar con él, porque sería un hijo de puta poco empático con él y conmigo mismo que comenzaría a hablar y decir puras mierdas que realmente no siento ni pienso en realidad. Pero me duele saber que mi silencio lo está dañando, porque él también puede sentir que yo no estoy bien, y yo no contesto sus llamadas ¡Mi teléfono está apagado desde ayer! Sé que el silencio es mucho peor, pero necesito solo un minuto para asimilarlo todo, reorganizar mi existencia para poder dar la cara ¡Pero aún lo quiero! y detesto la idea de saber que él está mal por mi culpa, porque soy un imbécil que no puede actuar rápido y que tampoco logra dejar de amarlo en un par de horas.

En algún momento de su monólogo, Jungkook comenzó a hiperventilar y sus lágrimas se escaparon de sus párpados. Había encogido sus piernas, y sus dedos se enredaron entre su cabello de forma ansiosa. Su corazón estaba lastimado, se sentía herido, se sentía culpable, desolado y traicionado.

Yoongi lo observó, con los labios separados. Mudo. Y con un sentimiento de culpabilidad dentro de él ¿Jungkook estaba pasando por todo eso, sin decirle a nadie? Yoongi no era tan bueno con las palabras como lo era Hoseok, y tampoco era tan asertivo como Yongsun. No sabía cuáles eran las palabras más adecuadas para un momento cómo este. No había tenido tiempo para preparar sus diálogos. Así que hizo lo único que sabía que podía hacer bien.

Estrechó a Jungkook entre sus brazos.

Y Jungkook comenzó a sollozar en su hombro.

No era bueno con las palabras, pero sus acciones solían ser mucho más valiosas.

«— Taehyung firmó para mantenerte a ti dentro de sus terrenos durante dos meses, a cambio de la financiación de varios proyectos de su viñedo y una fuerte suma de dinero. Por cada hora que pasaste en Dalbich, Taehyung ganaba cientos de dólares para financiar sus terrenos. Tú solo fuiste la moneda de cambio entre nuestros planes. Tú eras el "paquete inicial", Jungkook.»



MiaGarrettA

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