Capítulo 35

Al día siguiente, Taehyung pasó toda la mañana enclaustrado en su despacho; debido a que su celo había sido irregular, pues se había adelantado, había bastante trabajo que había terminado por acumularse, por lo que había tomado la determinación de ponerse al corriente.

Jungkook se había pasado por ahí alrededor del mediodía, y le tendió una bandeja con comida, asegurándose él mismo de que el omega engullera todo su contenido. Este lo había notado un poco tenso, incluso incómodo, pero se lo achacó a que aquel día era especialmente caluroso, por lo que el nivel de la sudoración aumentaba.

— ¿Te encuentras bien? — Preguntó, decidiendo indagar directamente. Jungkook, quien se hallaba en una de las dos sillas frente al escritorio observando vagamente el librero a su izquierda, posó entonces su atención en él, entornando los ojos.

— Sí. — Respondió con simpleza, sin entender el porqué de la pregunta.

— Estás inquieto. — Observó. — ¿Qué sucede en tu cabeza, Kookie? — Dejó de lado el trozo de pan tostado con mermelada de zarzamoras que estaba masticando hace unos minutos, y fijó su mirada definitivamente en el alfa.

— Solo pienso... — Boqueó, buscando las palabras adecuadas para comenzar aquella conversación. — ¿Hay información nueva respecto a lo ocurrido en la Vendimia?

— No realmente. — Mencionó, relajando su espalda. — Mandé a revisar todos los contenedores y las cavas de pies a cabeza, pero no logramos encontrar nada; dudo mucho que la autoridades nos sean de ayuda, pues no podemos poner una denuncia sin pruebas, y mucho menos sin que este altercado nos provoque problemas con nuestros inversionistas. Ellos lo llamarán negligencia y dejarán de comprar nuestro vino.

Taehyung suspiró, un tanto agobiado, mientras recargaba su espalda contra la mullida silla acolchada. Jungkook mordió el interior de su labio, antes de comenzar a hablar.

— Hace un tiempo, yo me encontré con un vino que había sido alterado químicamente. El olor y el sabor eran bastante similares al de esta vez, por lo que me pareció muy curioso que algo así ocurriese aquí. — Comenzó. — En aquella ocasión, uno de los amigos de mi hermano habían vertido un líquido incoloro en la botella, no recuerdo cuál era su nombre. Lo que ellos planeaban era tirar al suelo uno de los proyectos que yo estaba dirigiendo para los restaurantes de la empresa.

Taehyung prestó atención al relato, analizando sus palabras detalladamente. Frunció el ceño instintivamente, adquiriendo una imagen pensativa.

— ¿Qué es lo que estas queriendo decir, exactamente?

Jungkook respiró profundamente, esperando que el filtro que había utilizado funcionara.

— Formé una hipótesis acerca de este incidente: alguien debió de haber alterado intencionalmente el vino en algún punto de su elaboración. — Taehyung levantó una ceja, debatiéndose entre reaccionar de forma incrédula o tomarlo enserio. — Lo mencioné aquella noche, pero recibí varias reacciones similares a la tuya en este momento. — Jungkook recargó sus codos sobre sus muslos, cercano a sus rodillas, apoyando su cabeza sobre sus manos y manteniendo el contacto visual con el omega. — Eunha estuvo de acuerdo conmigo y comenzamos a investigar por nuestra cuenta.

— Espera un momento. — Detuvo sus palabras. — ¿Has llevado a cabo toda una investigación a mis espaldas?

Jungkook pudo reconocer un tinte de molestia en la expresión del omega. Respiró profundamente, de nuevo, al mismo tiempo en el que erguía su espada nuevamente. Debía ser aún más cuidadoso. No quería lidiar con un Taehyung molesto.

— No. — Declaró con seguridad. — Porque si fuera así, no te lo estaría comunicando justo ahora. — Taehyung profundizó las arrugas en su frente, observando a Jungkook con intensidad. — ¿Desconfías de mí?

— No. — Respondió rápidamente, casi de forma automática. Destensó su rostro, solo un poco. — Pero me molesta que no me hubieras dicho nada de esto antes.

— No tenía pruebas de nada, así que realmente no había algo con lo que yo pudiera aportar. — Argumentó.

— ¿Y ahora las tienes?

— Ahora sé qué fue exactamente lo que le sucedió al vino. — Un brillo resplandeció en la mirada del omega. Fue sutil y efímero en demasía. Sin embargo, fue uno de esos detalles que Jungkook jamás pasaría por alto. Era sorpresa. Era esperanza. Era alivio. — Eunha fue quien hizo la mayor parte del trabajo, en realidad. Mandamos una muestra al laboratorio del pueblo, y ayer obtuvimos los resultados: el vino poseía rastros de Delirium, una sustancia intoxicante. Eunha cree que trataba de afectar a los omegas, específicamente.

Delirium... — Musitó, observando el pan tostado frente a él como si de pronto fuese el objeto más impresionante que nunca antes había visto. Tamborileó sus dedos sobre la madera de su escritorio. — Creo haberlo escuchado antes. — Musitó con expresión pensativa y un semblante serio.

Un largo instante de silencio se cernió sobre ellos. Cada uno perdido en sus pensamientos, afianzando la información sobre sus cabezas e interpretándola a su manera.

— Como era de esperar, todo esto fue premeditado. — Taehyung fue quien rompió el silencio. Cerró los ojos y masajeó su frente suavemente con las yemas de sus dedos. — Gracias por compartirme esto, Kookie. Ahora yo me haré cargo de ello.

— Eso es otro punto del que me gustaría que charláramos. — El omega frunció el ceño, observándole. — Eunha y yo llegamos a la conclusión de que existe una gran posibilidad de que quien haya provocado todo esto sigue en estas tierras, hasta donde sé, los trabajadores no han cambiado en los últimos años, ¿No es así?

— Cierto, eso no lo había tenido en consideración. — Concordó. Un escalofrío recorrió su espalda, al ser consiente de que alguien cercano al viñedo había sido quien había contaminado su vino.

Su primer impulso fue sospechar de la insufrible alfa que había sido pareja de su padre durante sus últimos días: Irina. Pero dudaba que eso fuera posible.

Hace tres años, Dalbich apenas comenzaba a levantarse de entre las cenizas, todavía no se le podía llamar un viñedo en el estricto sentido de la palabra. Al menos el cincuenta por ciento de las labores de los obreros consistía en la reparación de los edificios abandonados y la compra de suministros nuevos.

En aquel entonces, Irina no era una amenaza, pues el viñedo no parecía poder alzarse, y mucho menos volver a ser un negocio rentable.

La alfa apenas y se pasaba de milagro por aquello terrenos, pues estaba demasiado ocupada disfrutando el dinero que su padre le había dejado tras su muerte. Viajaba por el mundo para después llegar y presumir como si no hubiera mañana, sin mover ni un solo dedo para aportar.

Jungkook y Taehyung estuvieron de acuerdo en el punto de que debían ser discretos; información de tal calibre no debía filtrarse de ninguna forma. El omega hizo una nota mental para reunirse con Eunha al día siguiente, debido a que ella era quien tenía en su posesión los resultados del análisis.

Después, ambos decidieron cambiar de tema, sintiendo que el ambiente era demasiado serio y tenso. Salieron de la oficina y recorrieron brevemente la casa en medio de una conversación sobre temas triviales. Se sentaron frente al portón principal del hogar, en un pequeño escalón que separaba la madera del suelo.

— Tae. — Llamó, después de un rato. El cielo se encontraba parcialmente nublado, y había una brisa fresca en el ambiente, se resguardaban del sol de mediodía bajo el techo voladizo de la entrada. Taehyung había recargado su cabeza sobre el hombro del alfa, mientras observaba desinteresadamente el paisaje que ofrecían las hectáreas de campos de cultivo y el inicio del bosque frente a ellos. Hizo un pequeño ruido para comunicarle a su compañero que le había escuchado. — Estoy preparando un proyecto productivo, para reactivar el negocio de restaurantes de mi padre.

— Vaya, ¿De verdad? — Exclamó, no del todo sorprendido. — ¿De qué trata?

— Uno de los principales puntos débiles que sufría la cadena de restaurantes era la escasa variedad de bebidas alcohólicas que se ofrecían en la carta. Los comensales acostumbraban demostrar su disgusto ante ello con malas críticas, debido a que consideraban que había comidas específicas que se degustaban mejor con algún licor en específico. — Explicó. — Mi padre invirtió parte del capital de la empresa para mejorar este aspecto, pero siendo sinceros, tenía un pésimo gusto.

Taehyung rio ante su comentario, acompañando la sonrisa nostálgica, que no podía ver, pintada en el rostro del alfa.

— Él me relegó esto a mi a inicios del año, esperando que yo pudiera tener más suerte a la hora de escoger. Así que me puse manos a la obra y abastecí a los restaurantes de Seúl con algunos licores de los que había recibido muy buenas críticas. — Suspiró, recordando. Sintiendo como si aquel episodio hubiese ocurrido hace demasiado tiempo. — Pero fue un completo fracaso: los pedidos del ron y del whisky se perdieron, el vino fue contaminado, y el vodka no le gustó a nadie. Después de eso, Baekhyun se encargó de restregarme mi fracaso todos los días.

» Hace algunas semanas, después de la visita de Yoongi y Soyeon, me replanteé los errores que tuve al momento de maquetar el proyecto, y comencé a reestructurarlo desde cero, pero con el objetivo de resolver el mismo problema.

— ¿Y cómo vas con ello? — Preguntó, genuinamente curioso.

— Creo que finalmente lo he terminado, tan solo me falta pulir los últimos detalles. —Sonrió, sintiéndose orgulloso de sí mismo. Pero a los pocos segundos, ensombreció la mirada. — El próximo lunes habrá una reunión con los socios de la empresa, donde se decidirá el futuro de la misma. Todo lo que pase con los restaurantes de mi familia se decidirá ahí.

— ¿El próximo lunes? — Se tensó notoriamente, despegó su rostro del hombro del alfa para poder observarlo frente a frente. — ¿Te irás?

— Necesito estar ahí.

Y fue entonces cuando un corrientazo helado recorrió la existencia del mayor. Su cuerpo se quedó paralizado al ser consciente de que el momento del que tanto había temido, el momento por el que había rezado que jamás llegara, estaba justo frente a él.

Bajó la mirada, observando su regazo sin emitir ni un solo sonido. Su omega, en su interior, lloriqueaba desconsolado. Pues una corazonada le indicaba que el alfa no regresaría, que no cumpliría la promesa que le había hecho tiempo atrás.

Inhaló profundamente, sintiendo la intensa mirada del pelinegro sobre él. Soltó el aire de sus pulmones lentamente, recopilando todo el valor presente en su cuerpo para no comenzar a temblar y sollozar. A pesar de que le pareciese un hecho inminente, no podía tirarse al suelo por un acontecimiento que aún no había ocurrido.

— Estoy seguro de que harás un trabajo magistral, Kookie. — Dijo un instante después, sin mirarlo, pero no logró que la aparente tranquilidad que había intentado mostrar fuese digerida por el alfa, quien había conocido todos sus gestos, que reflejaban la gran mayoría de sus emociones. Sus manos formaban puños sobre su regazo y su belfo inferior era apresado por sus dientes en un gesto nervioso. Su pecho bajaba y subía constantemente, pero su respiración era calculadora, midiendo la cantidad de oxígeno que su cuerpo necesitaría para mantenerse calmado.

— Quiero que vayas conmigo. — Pronunció, con voz suave, notando la inquietud del omega.

Jungkook no había tenido tiempo suficiente como para pensar en qué sucedería después de la reunión en Seúl dentro de unos pocos días, pero alejarse de su omega no estaba a discusión. No planeaba salir de su vida, ni mucho menos abandonarlo ¿Cómo podría? Él mismo no podría soportar tener que lidiar con su lejanía.

Pero el omega parecía temer de la idea de saberle lejos de él, aunque fuera un par de días. Después de todo, miles de situaciones podrían darse en tan solo cuarenta y ocho horas, ¿No es así?

Notando que los ojos de Tae comenzaban a cristalizarse en contra de su voluntad, Jungkook se acercó un poco más a él, hasta que sus rodillas se tocaron sin ningún tipo de impedimento. Jungkook acarició el dorso de su mano, antes de entrelazarla con la propia. Su muñeca estaba siendo decorada por la rudimentaria pulsera tejida que él mismo había hecho, y que le había regalado esa misma mañana. Era apenas unos lazos de cuero entrelazados de los que colgaba una pequeña piedrita blanca que había encontrado y que le había parecido bastante linda. Aquel presente le había sacado una bellísima sonrisa al omega horas atrás.

Hizo un poco de presión con sus dedos, queriendo mostrarle que él estaba ahí, con él, que no se había ido, y de que no tenía planes de marcharse.

— N-No sé qué tan prudente sea que yo esté ahí. — Inhaló de nuevo, llevando la cuenta de las respiraciones que había hecho hasta ese punto. La cercanía del alfa le había reconfortado y aminorado su inquietud, pero no la había desaparecido. Al menos ahora casi podía pensar con la cabeza fría.

— Yo quiero que estés ahí. — Apoyó su mejilla en el hombro del omega, imitando la posición en la que se encontraban antes de que esa charla tuviera lugar de forma inversa. — Tu cercanía me ayudará. Estar contigo me hace sentir más fuerte, más capaz. Incluso más valiente. Contigo cerca, siento que nada me puede derrotar.

Una lágrima se escapó de los párpados del castaño, la cual fue limpiada con premura por las yemas de los dedos de su mano libre. Al menos, ya no era una lágrima desolada, ni una lágrima que representaba la tristeza por una despedida próxima, la cual comenzaba a creer que no necesariamente debía de ocurrir. Sino que era una lágrima conmovida, era una lágrima que representaba la emoción cálida que las palabras del alfa provocaron en él. Una pequeña sonrisa se escapó de sus labios, sintiendo que ya no era tan difícil respirar.

No obstante, prefirió mantenerse en silencio, sin darle una respuesta. Ambos se mantuvieron con la mirada fija en el paisaje que la naturaleza había preparado justo frente a ellos, mientras disfrutaban de la suave brisa que recorría la zona.

— ¿Y-Yoongi vendrá por ti? — Indagó, sin muchas energías. La pregunta sonó casi casual.

— Sí. — Afirmó. — Llegará este domingo en la tarde, y nos iremos de aquí durante la noche.

— Entonces, ¿No estarás aquí para tu cumpleaños?

— Si todo sale bien, espero estar regresando justo ese día. — Levantó su rostro, y besó la sien de su pareja, percibiendo en su ser unas ganas imperantes de mimarlo y contenerlo entre sus brazos.

— Es el próximo miércoles... — Susurró, dejándose hacer.

— Y quiero pasarlo contigo. — Acarició sus cabellos castaños, los cuales ya estaban un poco más largos de la cuenta, llegando casi al nivel de sus pestañas. Besó su mejilla, mientras permitía que el omega se apoyara en su torso y descansara sobre él.

Se mantuvieron en su pequeña y confortable burbuja durante unos minutos más, sumergidos en su cercanía y en su toque. Cómodos, pero indecisos.

— Sígueme platicando sobre tu proyecto. — Pidió el omega, al cabo de unos minutos. Jungkook no se hizo de rogar.

— Tengo planeado crear un proyecto en colaboración con Dalbich. — Comentó tranquilamente, llamando la atención del omega con solo la mención de su viñedo. — Promocionarlo y distribuirlo en los restaurantes de Corea durante un año, y si todo sale como ha sido planearlo, comenzar a comercializar el vino en los restaurantes fuera del país de forma paulatina.

— ¿Quieres ser nuestro patrocinador? — Frunció el ceño, sintiendo que sus ojos comenzaban a ponerse vidriosos de nuevo.

— Es una forma de decirlo. — Sonrió, enterrando su nariz en el cabello del mayor y aspirando la fragancia a durazno que este desprendía. — El punto es beneficiar a ambos lados. Quiero emplear una campaña de marketing para evocar un nuevo auge a mis restaurantes, incrementar su fama y su demanda a partir de la promoción de nuevas bebidas, e incluso de nuevos platillos. Quiero darles un nuevo aire y remodelar el ambiente que sus instalaciones desprenden, para que dejen de ser sobrios y elegantes, y se conviertan en espacios hogareños y acogedores. No quiero vender comidas. Quiero vender momentos.

Taehyung había levantado la cabeza en medio de su explicación, observando los ojos refulgentes en determinación y anhelo que se mantenía fijos en el bosque frente a ellos. Se sintió contagiado por la esperanza del alfa, por el deseo de crear algo nuevo, y a la vez regresar a la vida aquellas costumbres que se mantenían en el olvido.

Sonrió. Sonrió orgulloso. Sonrió conmovido. Sonrió emocionado. Sonrió inspirado.

Sonrió enamorado.

Era del tipo de sensación que se podía percibir cuando observabas a alguien madurar, crecer y superarse, habiendo sido parte de todo su proceso. Sabiendo todo lo que había tenido que suceder para poder llegar hasta ese punto.

Joder, esta enamoradísimo de Jungkook. No había forma de negarlo, ni mucho menos de esconderlo. Lo amaba. Y era tanto el amor que había sido contenido en su interior que no pudo reprimir a sus labios ni un solo segundo más.

Necesitaba decírselo, necesitaba que él también lo supiera. No podía esperar a gritarlo a los ocho vientos con total libertad.

Abrió sus labios, mientras un tenue sonrojo comenzaba a apoderarse de sus mejillas, mientras sentía a su corazón palpitar con fuerza en su pecho.

Jungkook dirigió su mirada a él, cuando notó que se había mantenido en silencio después de su pequeño monólogo. Lo admiró, como solo un hombre enamorado podría hacerlo. Sus manos seguían unidas, sus dedos entrelazados, sus rodillas chocando ligeramente.

Taehyung fijo sus orbes en el alfa; su piel era acariciada por los rayos del sol que había logrado colarse, creando un espectáculo de luces y sombras que le hacían quedarse embobado.

Frente a él, se encontraba Jeon Jungkook, su alfa destinado por La Diosa Luna. Su Kookie. El hombre que le mirada embelesado, y levemente intrigado. Y más allá, en la lejanía, se hallaba la escenografía constituida por los pinos y las coníferas que conformaban el inicio del bosque, moviéndose al ritmo del viento, y escondiendo en su interior el camino empedrado que conectaba la carretera principal con la entrada al viñedo. Un sendero pintoresco que llevaba al portón de hierro que marcaba el inicio de las tierras de la uva, justo por donde un auto negro estaba ingresando a su propiedad.

Las ventanas polarizadas, y el modelo desconocido del reluciente coche negro lograron romper la burbuja romántica en la que la pareja se había encontrado inmersa hasta ese momento, siendo el omega el primero en percatarse de la presencia de los desconocidos en el interior de su propiedad.

Jungkook frunció el ceño, cuando Tae pareció desviar su atención a algo más allá de sus espaldas, por lo que siguió la línea de su mirada, observando al auto detenerse a varios metros de ellos, y después, ver salir a dos hombres vestidos con trajes negros y discretos.

Taehyung se levantó, sintiendo con fuerza un muy mal presentimiento. Jungkook se incorporó a su lado, apretando su agarre en su delicada mano.

Ambos se mantenían con una expresión de confusión y desconcierto en su rostro, mientras esperaban con aparente paciencia a que aquel desconocido par se acercara a ellos. Lo cual no tardó en suceder.

— Buen día. — Saludó uno de ellos, quien había salido del asiento del piloto. — ¿Podría decirme dónde puedo encontrar a Kim Taehyung?

— Soy yo. — Exclamó el omega, después de haber pasado saliva por su garganta. Se aseguró de mantener su cabeza en alto, no dejándose amedrentar por el intenso aroma a alfa que expedía aquel hombre. Su voz fue segura y sosegada, pero había intensificado su agarre en la mano de Jungkook, sintiéndose inquieto. Muy inquieto.

— Un placer conocerlo finalmente. — «¿Finalmente?» Se preguntó. El segundo hombre, el que había salido del asiento del copiloto se acercó a ellos con movimientos formales. En sus manos cargaba un sobre con, aparentemente, varios documentos en su interior, además de una carpeta color crema sobre él. — Le hago entrega de la notificación de la demanda en su contra por la posesión y explotación no autorizada de terrenos pertenecientes a la señorita Irina Gardener.

Y fue en ese preciso instante en el que Taehyung se sintió desfallecer, siendo aplastado por un mundo de estrés, terror y agonía. La maldita lo había hecho, finalmente había metido sus manos en la zona en la que habían jurado una tregua.

Y tan solo el fuerte agarre del alfa sobre su mano impidió que no se desplomara sobre el suelo.



MiaGarrettA.

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