Capítulo 32

Jungkook estaba hipnotizado. Sus ojos no podían despegarse de los de Tae, de los de su omega. Sus ojos refulgían enamorados mientras observaban atentamente cada uno de sus movimientos, y había tenido que detener sus movimientos cuando se sintió observado.

Taehyung solía tener momentos así, donde sus ojos se quedaban conectados a los suyos, mientras aparecían en ellos imperceptibles brillos azules. Del color de las profundidades del océano. Recientemente su lobo omega estaba más presente, más activo y parecía tener bastante fuerza al lado de Taehyung. Sohye había mencionado que aquel regreso ocurriría de forma progresiva, pero rápida. Y tal cual una profecía, se había cumplido al pie de la letra.

Solo fue necesario una semana y media con baños de hierbas y brebajes de sabores exóticos para que el lobo se hiciera presente. Como justo ocurría en esos momentos.

Taehyung, tan poco acostumbrado a tener a su omega activo en su interior, se rendía a ratos y le cedía parte del control de su cuerpo humano, procurando siempre tener un margen que le permitiera regresar junto a su cordura y raciocinio humano si es que su hormonal lobo hacía de las suyas.

Al final, siempre cerraba sus ojos y respiraba tranquilamente por varios minutos, para después abrirlos y continuar con lo que sea que estuviese haciendo previamente. Le pedía ayuda a Jungkook varias veces, confiando en él, para que supiera controlar y guiar a su omega cuando le daba todo el control, lo cual no había sucedido más allá de solo un par de ocasiones, generalmente cuando pasaba demasiadas horas del día sin ver a su alfa y clamaba incansable por su cercanía.

Y poco a poco, había comenzado a controlarlo. Pero, por supuesto, aun le faltaba mucho camino por recorrer para poder controlarse como un adulto experimentado.

Por lo mientras, había tomado la precaución de no transformarse en su forma lobuna, temiendo que no pudiera retomar el control a tiempo. Estaba convencido de que primero debía aprender a gestionarse en su forma humana. Después vería qué hacer con lo otro.

Jungkook se acercó al omega y se sentó al pie del futón, donde se encontraba recostado sobre su costado izquierdo.

Acarició sus cabellos iluminados por la cálida luz que entraba por la ventana, quedándose embelesado cuando el omega cerró sus ojos y se acurrucó hacia el sutil tacto. Se acercó lo suficiente para besar su mejilla, su sien, y su frente con suprema dulzura.

— Hola, amor. — Saludó, con una pequeña sonrisa. — ¿Qué tal estuvo tu siesta?

— Mal. — Refunfuño con voz somnolienta, viéndose extremadamente tierno ante los ojos de su alfa.

— ¿Por qué?

— Porque no dormiste junto a mí.

Jungkook soltó una suave sonrisa, alegre, cálida y genuina.

— No me necesitas para poder dormir. — Argumentó.

— Sí lo hago.

— No, no lo haces.

— Eso no lo decides tú. — Contradijo.

— Creo que te he estado malcriando demasiado ¿No te parece? — Comentó. — Además, te dormiste casi dos horas, así que realmente no me necesitas para ello.

— Pero contigo cerca, descanso mucho mejor.

Jungkook besó su ceño fruncido, aquel pliegue entre sus cejas del que no se había dado cuenta, y lo destensó casi al mismo tiempo en el que sus suaves belfos tocaron su piel.

Suspiró ante aquel suave y delicado roce, sintiendo a su lobo ronronear de gusto en su interior. Cuando Jungkook se separó, compartieron sus sonrisas por algunos eternos instantes. Pero el alfa le mencionó que tenía que encargarse de algunas cosas en su laptop, por lo que Taehyung estiró su cuerpo, y se incorporó lentamente.

Podría acostumbrarse a ese tipo de despertar.

Observó a Jungkook un poco más, poniendo atención a sus movimientos mientras se sentaba en una mullida silla en una de las esquinas de su habitación y colocaba aquel dispositivo sobre sus piernas, comenzando a teclear fluidamente poco después.

No se cansaba de verlo. Era como si lo estuviese viendo por primera vez y aún no pudiera ser capaz de salir de su ensoñación al ver a alguien tan apuesto. Sabía que quizá su omega realmente se sentía así, y Taehyung se negaba a culparle.

Se levantó con lentitud y se dirigió a la ducha de la habitación de Jungkook, quitándose las prendas que cubrían su cuerpo y después colocándose justo debajo de la lluvia artificial, una vez que ya había regulado la temperatura a su gusto.

Se había quedado dormido sin darse cuenta, y debido al calor del verano, su cuerpo había transpirado hasta dejar húmedas sus prendas. Por ello, sintió aquel baño casi rejuvenecedor.

Por su parte, Jungkook se comunicaba con Yoongi, quien le actualizaba la información que tenía sobre lo que estaba sucediendo en Seúl.

Baekhyun había regresado después de un viaje con destino conocido, y desde ese momento había estado poniendo en su contra a los últimos inversionistas que le apoyaban. No obstante, aún había unos pocos que se negaban apoyar la controversial propuesta de vender la compañía en la que habían trabajado durante tantos años.

Se esperaba que esos pocos pudieran seguir firmes hasta que él retornara a la ciudad. Su proyecto estaba casi terminado, tan solo le hacía falta pulir algunos detalles para que su calidad mejorara.

Solo le quedaba una semana.

Además, Yoongi le dijo que Soyeon había logrado tener buenos avances en la investigación policiaca. El estado de "desaparecido" había sido una buena tapadera para tenerlo fuera de las luces, para que así ella pudiese indagar a mayor profundidad sin que la prensa entorpeciera sus operativos.

Sospechaba que aquello no era precisamente legal, ya que técnicamente él no había sido "desaparecido" ni "secuestrado", pero suponía que en una situación como esa, donde su integridad física podía ser vulnerada, se había logrado una excepción a la regla.

Taehyung salió poco después, vistiendo un cómodo pantalón de chándal y una camisa blanca sencilla. Se secaba el cabello con una toalla beige mientras arrastraba sus pies hasta volver a sentarse sobre el futón del alfa.

Taehyung tomó el libro que se había encontrado misteriosamente en su habitación un par de días atrás, al día siguiente de su encuentro con sus amigos. Hojeó hasta encontrar el marcapáginas, que se hallaba antes de llegar a la mitad del libro y retomó su lectura.

Durante la mañana del viernes, después de haberse aseado y desayunado apropiadamente, había entrado en su habitación para tomar una muda de ropa para poder iniciar con su día laboral. Grande fue su sorpresa cuando se encontró un bellísimo libro de pasta azul y bordes dorados.

En aquel entonces, había curioseado entre aquellas páginas, sospechando quien le había dado aquel detalle, solo para confirmar sus sospechas al leer una brevísima nota en una de las hojas en blanco antes de que comenzara formalmente aquella recopilación de cuentos.

«El vino es poesía embotellada

J. JK.»

Alguna vez, alguien le había dicho que el vino nos trasladaba a mundos especiales y diferentes, nos alejaba de lo mundano y nos convertía en seres especiales. Y pensó que aquello debería ser la poesía. La poesía melódica, rítmica y emotiva. Y en este caso, la poesía podía estar en el interior de botellas en forma de líquido o entre las páginas, en forma de letras. La interpretación que cada persona podía proporcionar a cada verso era impresionante, y las maneras en la que se podían amoldar a las cotidianidades de un buen lector eran tan finitas como la imaginación misma.

Aquel verso era una pequeña introducción al primer cuento del libro: "El líquido rojo", que relataba una historia corta acerca de un amor fuerte y duradero, en medio de la controversia y la catástrofe, poseyendo una perspectiva donde la poesía se relacionaba íntimamente con el hilo rojo del destino, la sangre y el vino.

Recordaba haber corrido hasta interceptar a Jungkook y haberlo abrazado con todas las fuerzas de su cuerpo, mientras le agradecía con entusiasmo el regalo de aquel día.

Se había vuelto un coleccionador de cada uno de ellos y estaba completamente dispuesto a atesorar hasta el último pétalo que su alfa le regalara.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por un sutil calambre en su vientre. No había sido doloroso, pero sí lo suficientemente notorio para que el omega lo detectara.

Tomó su celular desde la mesita de noche y revisó su calendario. Aún faltaba una semana para que su celo llegara ¿Por qué estaban comenzando los síntomas desde ese día?

De inmediato, y casi por inercia, vio por el rabillo del ojo a Jungkook, quien se encontraba ensimismado frente a su laptop ¿Acaso su presencia podría afectar su ciclo? Era posible, lo sabía, lo había leído antes en alguna parte.

Respiró profundamente y se levantó.

— Voy a mi habitación. — Avisó. — En un momento vuelvo. — Jungkook solo asintió para dejarle claro que lo había escuchado.

Taehyung, aún con el libro en su mano, llegó hasta la habitación de Jimin y se adentró en ella rápidamente.

— ¿Tienes supresores? — Preguntó abruptamente.

El rubio le miró sobresaltado desde su armario, debido a que su llegada lo había sobresaltado.

— Hola Jimin, ¿Cómo estás? ¿Bien? ¡Qué bueno! — Ironizó, terminando de doblar algunas prendas y dirigiéndose al recién llegado.

Taehyung puso los ojos en blanco.

— Sí, como sea ¿Tienes?

Jimin bufó decepcionado, pero se apresuró a abrir un cajón de una cómoda donde guardaba sus pertenencias.

— ¿Ya es época de tu celo? — Rebuscó en el interior del cajón, sacando una caja de pastillas. — Creí que faltaba más tiempo.

— Aún no lo es, pero siento que se adelantará un poco. —Murmuró aceptando la cajita. Revisó cuántas cápsulas supresoras había en el interior, sonrió satisfecho cuando notó que había suficientes para tratar con un ciclo.

— Entonces, si me estás pidiendo supresores, ¿Significa que Jungkook no quiso ayudarte con él? — Preguntó curioso, sentándose en su futón con las piernas cruzadas.

El rostro de Taehyung se ruborizó hasta las puntas de sus orejas.

¿Pasar su celo con Jungkook? Ni siquiera se le había pasado esa idea por la cabeza.

— ¿Eso no sería peligroso? — Interpeló, con la mirada fija en los dedos de sus pies.

— ¿Por qué lo sería? Siempre y cuando uses métodos anticonceptivos, no debería haber ningún riesgo. — Mencionó. — Es más, sino te sientes listo, incluso podría conseguirte un collar protector.

El collar protector solía tener el objetivo de evitar mordidas indeseadas. Su omega gruñó molesto ante la sola idea de usarlo. Había escuchado que podía llegar a ser muy incómodo.

Interiormente, y por primera vez, se planteó un futuro con Jungkook. Uno serio. Uno donde ellos dos fueran una pareja formalmente, donde pudieran formar una familia juntos.

Parecía un sueño fantástico. Pero sus miedos, aquellos que había llegado junto a Jungkook, regresaron con fuerza. Taehyung había hecho un trabajo magistral al estar ignorándolos por esas últimas semanas. Pero siempre habían estado ahí. Nunca se habían ido.

A pesar de todo, la vida de Jungkook estaba en la ciudad. Y aunque se había adaptado muy bien al viñedo, estaba convencido de que el alfa no se sentiría feliz al quedarse trabajando en él por el resto de sus días.

Le parecía demasiado cruel arrebatarle una de sus pasiones de tal forma.

Y era lo mismo para él.

Jimin pareció leer sus pensamientos, seguramente recordando la conversación que ellos ya había tenido anteriormente. Por lo que, sin pronunciar ni una sola palabra, extendió sus brazos, brazos en los que Taehyung se refugió como si fueran imanes.

¿Viajar de Seúl a Dalbich periódicamente? Ni pensarlo. Ambos tenían muchas responsabilidades en sus respectivos lugares, por no hablar de lo apegados que eran sus lobos. Estar lejos el uno del otro era demasiado doloroso.

— No te angusties, Tae. — Habló por primera vez en un buen rato. — Seguro que encontrarán una solución.

— Pero... — Mordió sus labios, considerando más razones por las que un feliz futuro juntos se veía tan abismalmente lejano. Razones que no se atrevería a decir en voz alta.

De pronto, tuvo demasiadas ganas de llorar. Suspiró temblorosamente.

Estuvo refugiado entre los brazos de Jimin por un rato más, tratando de sosegar su mente y sosegarse a sí mismo. No tenía caso preocuparse por cosas que aún no habían sucedido.

Cuando ya estuvo listo, se incorporó lentamente, alejándose sutilmente de sus brazos. Su pasiva mirada se fijó en la cajita de cápsulas y el libro que había dejado abandonado en el suelo, a tan solo unos centímetros del futón.

— Por lo mientras, preocúpate por lo que sucederá más pronto. — Recomendó en voz baja, sin ánimos de alterarlo. — ¿Qué vas a hacer con tu celo?

Y Taehyung se preguntó eso muy seriamente al día siguiente, mientras cabalgaba por los alrededores del bosque sobre su querido Shasta.

Un celo no era algo para tomárselo a la ligera. Era un época donde tu animal interior tomaba el control de tu cuerpo humano mientras tenía el único objetivo de satisfacer su primitivo instinto de reproducción.

Y al no encontrarse en el poder la natural cordura humana, era común que se cometieran barbaries por las que un humano se avergonzaría una vez que terminara esta breve temporada.

Y Taehyung era un omega, por lo tanto, tendría que lidiar con tres días de celo.

Cuando había terminado de dar una vuelta completa alrededor de los campos de cultivo, regresó a las cabellerizas, mientras llegaba a la conclusión de que debía de dejar de darle vueltas en la cabeza y preguntarle directamente.

Aunque sentía que moriría de vergüenza debido a que no era un tema al que estuviera acostumbrado a hablar en voz alta. Por supuesto, Jimin era la excepción debido a que habían crecido juntos y tenían una enorme confianza el uno con el otro.

Pero no era la primera cosa íntima que hiciera con el alfa...

Yugyeom lo recibió en la entrada con su habitual sonrisa, el cual fue respondida, de forma privada, con un movimiento boyante de la cola de su omega. Taehyung bajó del equino con destreza y le pasó las riendas al alfa para que se lo llevara.

Después de esto, se dirigió a su despacho. Tenía que terminar con varios pendientes justo ese día, y ya había tomado demasiado del mismo en sus divagaciones. Tenía que ponerse al corriente si quería tener un conversación lúcida con Jungkook.

Entró en la casa del viñedo y mientras se movía a través de los pasillos sintió su visión nublarse levemente mientras un furtivo dolor de cabeza le asaltaba. Apoyó una mano en la pared después de detenerse, mientras esperaba que aquel inusitado episodio pasara.

Cuando volvió a ser consciente de sí mismo, se encontró con la menuda figura de la Señora Song observándole con inquietud.

— ¿Estás bien, Tae? — Escuchó en la lejanía. Tardó un par de minutos para poder advertir que se encontraba desplomado en el suelo y que la Señora Song estaba arrodillada justo a su lado, al mismo tiempo que sostenía su cabeza con supremo cuidado.

Despabiló con lentitud. Se sentó, completamente desorientado y aturdido ¿Cómo había llegado hasta ahí?

— ¿Puedes levantarte? Te puedo ayudar a llegar hasta tu habitación, pero no soy capaz de soportar tu peso yo sola. — Analizó la situación. Sufrió un furtivo mareo y justo después se encontraba en el suelo ¿Se había desmayado?

— P-Pero, debo trabajar. — Recordó de pronto, intentando reincorporarse por su propia cuenta. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que aún se encontraba afectado por su previa inconsciencia.

— Ni hablar. Necesitas descansar, ¿Quieres que Sohye venga a revisarte? — Refutó, decidida.

— No, no quiero molestarla por algo insignificante. — Resignado, aceptó la ayuda de la mujer, quien le ayudó a mantenerse sobre sus dos pies colocando uno de sus brazos sobre sus hombros y sosteniendo firmemente su cintura.

— Pero no puedes quedarte sin una revisión profesional. — Alegó. Con pasos trémulos, comenzaron una caminata hacia la habitación del omega, aunque él hubiese intentado, tercamente, cambiar la dirección a su despacho, en vano. No pudo evitar sorprenderse por la increíble fuerza que podía llegar a poseer aquella mujer ¿O acaso él estaba demasiado débil?

Comenzó a sentirse mejor con el paso de los minutos. Sus músculos fueron recuperando su habitual fuerza y su cabeza se encontró lo suficiente despejada una vez que ya había llegado a la puerta de su habitación. Entonces una brillante idea le arribó.

— ¿Podemos ir a la habitación de Kookie, por favor? — Pidió, con ojos suplicantes.

— ¿Te sientes más cómodo ahí? — Asintió. La Señora Song le mantuvo la mirada por unos instantes más, hasta que simplemente se dio por vencida y comenzó a encaminar sus pasos hasta el lugar seleccionado.

— ¿Podrías pedirle a Jin que venga un momento, por favor? — Pidió cuando ya hubieron llegado. El omega se postró en el futón impregnado de una familiar esencia. Respiró profundo, llenando sus pulmones de la uva y el petricor.

La Señora Song levantó una ceja inquisitiva, acomodando unas almohadas contra la pared, para tratar de hacer el lugar lo más cómodo posible. Pero no tardó mucho en decidir que podría hacer eso por el omega. Se levantó y salió de la habitación, anunciando que tardaría muy poco en regresar.

Taehyung se acomodó en ese lugar poco después, dejando que su espalda descansara sobre las almohadas. Percibió que sus músculos se relajaban lenta, pero satisfactoriamente, y soltó un jadeo aliviado mientras tanto.

Seokjin llegó a los pocos minutos, vistiendo un delantal negro con bordes rosas y aun limpiando sus manos con un pedazo de tela de una sustancia oscura y viscosa.

— Hola TaeTae, ¿Estás bien? — Preguntó justo al ingresar.

— Perfectamente, pero la Señora Song no piensa lo mismo. — Informó como si estuviera quejándose como un pequeño cachorro. — ¿Qué es lo había en tus manos? — Indagó con curiosidad.

— Es mermelada de zarzamora. Estaba intentando probar una nueva receta de pastelitos, pero terminé hecho un reverendo desastre. — Rio avergonzado. — Pero creo que los pastelitos quedarán bien ¿Quieres probarlos una vez que los saque del horno?

— ¡Por favor! Estoy deseando probarlos desde ahora. — Su sonrisa cuadrada apareció en su rostro. — Ahora, ¿podrías hacerme un pequeñísimo favor?

— Depende de qué sea lo que mi pidas. — Advirtió dirigiéndole una mirada significativa.

— No es nada del otro mundo. Tan solo quiero que traigas algunos documentos desde mi despacho. — Mencionó. — Necesito terminar algunos pendientes hoy mismo, y no puedo darme el lujo de darme otro día libre.

— ¿Estás seguro de estar realmente bien? No es normal que te desmayes, Tae. — Señaló. Taehyung rascó su nuca, con un poco de incomodidad, pero encontrándose casi tan intrigado como Seokjin.

— Me siento bien, solo fue un desliz. Mi lobo y yo tardaremos en acostumbrarnos el uno al otro, así que supongo que este podría ser solo algo ocasional. — Dijo, deseando que los demás que se hayan enterado le quitaran importancia, tal y como él lo hacía. — Pero ese no es el tema, ¿Me harás este favor, Jin?

El mencionado escrutó detalladamente al chico en cama, observando su tez y sus movimientos. Finalmente, y soltando un suspiro, se dio por vencido. Taehyung se veía bien, y había decidido que creería en sus palabras.

— Vale, ¿Cuáles papeles son?



MiaGarrettA

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