Capítulo 21
Seokjin había llegado a su lado hace un par de minutos, para poder observar juntos la Pisada de Uva. Taehyung siempre creyó que aquella tradición merecía un nombre más original y simbólico, un nombre que se grabara a fuego en la cabeza de los espectadores y fuese único, pero simplemente se llamaba así, tal cual lo que era.
El ambiente era cálido y agradable, las conversaciones fluían y los inversionistas se mostraban abiertos a la idea de apoyar su viñedo. No podía encontrarse más orgulloso.
Por el rabillo del ojo, había visto a Jimin caminar fuera de la carpa con la compañía de algunos meseros. Frunció el ceño con intriga, pero una beta había reclamado su atención casi de inmediato, impidiéndole a su cabeza darle vueltas al asunto.
Justo ahora observaba de pie el inicio de la tradición, con varias personas vestidas de traje y costosos vestidos largos detrás de él.
Este punto de la Vendimia era moldeado según los gustos y costumbres de cada región, pero los puntos principales seguían siendo los mismos. La mayor parte de la producción se destinaba para que este proceso fuera mecanizado, porque así era mucho más rápido. Mientras tanto, la pequeña parte que se utilizaba en la Vendimia se recogía en un par de barricas para así comenzar con el proceso.
La música cambió a una más lenta y tranquila cuando la pareja que había escogido ese año fue entrando poco a poco en el lagar del centro. El proceso era sencillo: pisar la uva desde el centro hasta las orillas siguiendo el ritmo de la música.
Habían tenido cuidado con asegurarse de que los pies de quienes aplastarían las uvas se encontraran pulcros al máximo, pues lo último que deseaban era obtener un vino de mala calidad.
Ambas se sostuvieron de un largo tubo de madera que estaba en la mitad del lagar y comenzaron su labor. En unos minutos encontraron el ritmo que seguir, por lo que daban varias vueltas en pequeños brinquitos, sosteniendo con su mano libre sus largas faldas blancas que poco a poco se tornaban rojo oscuro en la zona inferior.
A lo lejos, el Sol desaparecía detrás de las montañas, pintando el cielo de hermosos colores cálidos como el rosa, naranja y rojo.
Jihyo, quien se encontraba justo a su lado, le sonrió con orgullo, a lo que devolvió el gesto con entusiasmo.
— Esto está siendo un éxito, Tae. Te felicito. —Halagó Jihyo. Taehyung le mostró una suave sonrisa tímida agradeciendo en silencio.
Jin se acercó discretamente a su oreja poco después.
— ¿Dónde está Irina? —Preguntó.
— Creo que había dicho que se iría a retocar el maquillaje.
— ¿Y hace cuanto fue eso?
Taehyung frunció el ceño, apartando su mirada del espectáculo y llevándola al reloj de su muñeca, era poco más de las ocho de la noche por lo que la molesta alfa llevaba casi media hora sin dar señales de vida.
— Hace treinta minutos. —Contestó dirigiéndole la mirada. Jin la respondió con un ceño fruncido.
Jin se apartó del omega después de eso, buscando a la insufrible mujer, siendo conscientes de que su silencio era una mala señal.
Todos estaban enfrascados en el espectáculo o admirando las botellas qué se exhibían a su alrededor.
Debido a que estaba viendo a sus alrededores, no pudo evitar toparse con alguien enfrente. Se disculpó brevemente con el que parecía ser un alfa con olor a menta y café antes de disponerse a seguir con su búsqueda.
Pero la chica rubia que acompañaba al alfa llamó su atención.
— Disculpa, ¿Sabes qué es lo que está sucediendo aquí? —Preguntó, Jin la observó de arriba a abajo rápidamente con una ceja alzada.
Vestía una traje blanco: zapatillas de aguja, pantalón de vestir, una blusa básica de tirantes debajo de un saco a medida. El conjunto parecía bastante formal, por lo que prefirió tomar la pregunta como una broma.
Se rio para confusión de la pareja frente a él, pero Seokjin pronto notó que ellos no acompañaban sus risas.
— Espera un momento, ¿Lo dices en serio? —Su voz tenía un tinte de burla ¿Y cómo no?, ¿Quién iría hasta ahí sin saber qué era lo que se encontraría?
El alfa aclaró su garganta y le dirigió una mirada severa.
— Soy Min Yoongi, ¿Es aquí Dalbich? —La seriedad tanto en el rostro como en la voz del alfa acabó por convencer a Jin de qué ellos realmente no tenían idea de dónde estaban parados.
— Así es. —Afirmó.
— ¿Y qué se supone que es toda esta fiesta? —El tono despectivo de la chica no le agradó en lo absoluto. Recordó brevemente a Jungkook los primeros días que pasó ahí.
— Es la fiesta de la Vendimia. —Informó, y por las caras confundidas de ambos pudo notar qué necesitaban más información. Suspiró fastidiado. — Dalbich es un viñedo, la Vendimia es la fiesta de cosecha.
Su mente pareció despejarse un poco, antes de que formularan nuevas preguntas.
Jin finalmente vio por el rabillo del ojo a Irina volver a entrar en la carpa con una enorme sonrisa en la cara. Algo definitivamente andaba mal.
— ¿Trabajas aquí o eres un invitado más? —Vale, la chica era la de las preguntas.
— Trabajo aquí.
Min Yoongi, el alfa, y la chica rubia compartieron una mirada significativa.
— ¿Conoces a Jeon Jungkook? —Y entonces todas las piezas del rompecabezas parecieron encajar.
Ellos no venían por la Vendimia, venían por Jungkook.
Si él estaba en lo correcto y si Jungkook y Taehyung eran lo que él creía que eran, podría ser fatídico si Jungkook se marchaba justo ahora.
¿Qué debía hacer entonces?
Escaneó con más detalle a ambos: el chico tenía una postura mucho más relajada, por lo que él estaba abierto a las posibilidades. Pero la chica tenía una postura tensa, y sus facciones nada amables mostraban firmeza, no podía asegurarlo, pero apostaba a que también era una alfa. Ella sería difícil.
A pesar de que ella era mucho más baja de estatura que ellos dos, parecía ser la que, a primera vista, poseía un carácter más firme.
— ¿No vinieron a disfrutar de la Vendimia? —Evadió. —Podrían disfrutar de nuestra variedad de vinos, el día de hoy la casa invita.
La chica barrió con su mirada el interior de la carpa con una mirada desdeñosa.
¿Acaso ella era la versión femenina de Jungkook?
— Disculpe, no recuerdo que me haya dicho su nombre señorita...
— Jeon Soyeon.
Ahí lo entendió. Jin sabía que Jungkook tenía una pésima relación con su hermano, y que sus padres ya no pisaban la tierra de los vivos, así que debía ser su prima o algo por el estilo.
— Señorita Soyeon, debería disfrutar del espectáculo, justo ahora el evento está llegando a su punto cúspide. —Comentó con una sonrisa que pretendía ser amable; pero la chica no pareció ceder.
— No estamos aquí por la Vendimia, por más tentador que parezca, queremos encontrarnos con Jungkook. —Cortó fríamente Yoongi. —Y dado que evadió nuestra pregunta, puedo deducir que sabe bien de quién estamos hablando.
Maldita sea, ellos eran demasiado astutos.
El omega limpió su garganta, irguiéndose orgulloso y sin el menor temor que debía inspirarle el concentrado olor de los alfas.
— Y si es así ¿Qué? — Retó.
— Llévanos a él. —Ordenó Soyeon.
— ¿Por qué debería hacerlo?
— Entonces sí lo conoces. — Señaló el alfa Min.
— ¿Usted qué cree? —La actitud de ambos no le agradaba en lo absoluto, demasiado altaneros para él.
El chico pálido apretó su mandíbula fuertemente, al mismo tiempo que le dirigía una mirada furibunda. Pero a Jin no le importaba, él también podía competir en una pelea de miradas.
No obstante, su cuerpo se relajó de pronto cuando sintió un conocido brazo rodear su cintura. Namjoon llegó justo en el momento exacto, y tanto Soyeon como Yoongi posaron su atención en él.
— ¿Tienen algún problema con mi omega? —Preguntó rudamente.
Ambos se quedaron en silencio mientras observaban a Namjoon, por lo que Jin sonrió ladino. Namjoon tenía cierto aire que imponía e intimidaba, y que a pesar de que no acostumbraba aprovecharse de ello, siempre lo hacía en el momento y el lugar indicados.
Finalmente, Yoongi carraspeó y recuperó su compostura primero que la chica rubia.
— No, con su omega no. —Respondió. — Pero lo cierto es que se negaba a darnos la información que pedíamos.
Namjoon frunció el ceño: — ¿Y qué información pedían?
— Buscábamos a Jeon Jungkook. —Se adelantó Soyeon.
— ¿Para qué?
— ¿Disculpa?, ¿Cómo que para qué? —Alegó ofendida. — ¡Claramente para sacarlo de aquí!
Min la sostuvo del brazo cuando dio un paso adelante, advirtiéndole sin decirlo de que no era conveniente que provocara un escándalo.
— Suficiente, solo estamos perdiendo tiempo aquí. —Finalizó el alfa pálido, antes de marcharse junto a su compañera sin decir ni una sola palabra más.
— Esto no es bueno. — Dijo Jin cuando se alejaron lo suficiente de ellos.
— Lo sé. — Concordó. — Avísale a Tae antes de que se encuentre con ellos y quédate aquí con un ojo sobre Irina, han surgido más problemas y no necesitamos otro.
— ¿Qué harás tú?
— Iré con Jungkook, está en las cavas con Jimin.
— ¿Qué fue lo que pasó? — Preguntó el omega notando la alteración en el alfa.
— Luego te cuento, ¿Vale?
Seokjin asintió resignado antes de separarse de él y dirigirse a Taehyung. Irina estaba hablando animadamente con uno de los dos inversionistas japoneses que habían asistido ese día.
Todavía podía recordar todo lo que le costó tanto a Jimin como a Tae convencerlos para venir.
Taehyung se encontraba justo en el mismo lugar donde lo había dejado, observando ahora a los diez omegas sobre los lagares.
Carraspeó a su lado para llamar su atención y cuando lo logró, le hizo una seña para indicarle que quería hablar en privado con él.
— ¿Qué paso? — Comenzó el menor. Habían llegado a una de las esquinas de la carpa, junto a una de las mesas de exhibición.
— Me acabo de encontrar con dos personas que... —Respiró profundamente, llenándose de valor para decirlo. — Que vienen por Jungkook.
— ¿Qué? — Los ojos del omega menor se llenaron de terror con la información, y si no hubiese sido porque Jin tomó entre sus manos la copa que él tenía entre las suyas, estaba seguro de que se hubiese caído.
— Min Yoongi y Jeon Soyeon, ¿Alguna vez Jungkook te habló de ellos? — Pero Taehyung no parecía prestarle atención demasiado absorto en sus pensamientos, sin preocuparse por disimular la angustia que emergía de su ser.
— Él no puede irse... No ahora... —Balbuceó con la mirada perdida.
Seokjin lo tomó de la mano y lo alejó de la carpa con premura, estaba seguro de que se echaría a llorar en cualquier momento y estaba consciente de que los invitados jamás deberían ver al dueño de Dalbich en tal vulnerable estado.
— Tranquilo, Tae. Si Jungkook no desea irse, no lo hará. —Analizó. Lo tomó de las mejillas y se aseguró de que lo viera a los ojos; también limpió sus lágrimas antes de que terminaran de salir de sus lagrimales y con voz firme y cálida volvió a hablar. — Ni ellos ni nosotros podemos decidir por él, la decisión es completamente suya y nadie le puede quitar el poder de tomarla.
— P-Pero... — Su voz era apenas un suave murmullo desesperado.
— Él te ama, Tae. Estoy seguro de ello. —Afirmó decidido. Y no mentía, tan solo era necesario observarlos por un poco de tiempo para darse cuenta de ellos debían de estar juntos. Pero tampoco podía negar que el amor que se tenía era muy joven y aún no terminaba de echar raíces firmes que les asegurara un futuro juntos. — Ahora no es momento para derrumbarse, ahora no.
Un suave silencio que acompañaba a la brisa de verano apareció entre los dos, mientras la información se afianzaba en la mente del menor.
Después, Taehyung se limpió sus propias lágrimas e inhaló profundamente, dando un par de pasos lejos de Seokjin para poder recomponerse adecuadamente.
Tenía razón, no era momento para ponerse a llorar.
— Vale, ¿Dónde está él? Hace un rato que no lo veo.
— Namjoon me dijo que estaba en las cavas junto a Jimin.
Taehyung le miró confundido.
— ¿Qué fue lo que pasó?
— No tengo idea, Nam me dijo que después me diría, ¿Tú crees que sea algo malo?
El omega menor tomó sus sienes entre sus dedos y las masajeó un poco. Si Jimin se estaba haciendo cargo, significaba que el asunto no era algo trivial.
— Regresemos, Jin. Tenemos que terminar con la noche.
Por otro lado, Namjoon había regresado a las cavas.
Se había marchado cuando notó que Seokjin, su omega, estaba alterándose por medio de su vínculo.
Era cierto que el omega no poseía una marca y que por lo tanto no era completamente adecuado utilizar el pronombre posesivo mío, pero su relación romántica llevaba formándose desde que se conocieron siendo unos pequeños cachorros.
Claro que Seokjin aún no había aceptado completamente su cortejo, pero al menos podía decir que estaban juntos.
Jimin y Yugyeom lo recibieron con rostros cansados, pero parecía que ya habían terminado definitivamente.
Barrió rápidamente el lugar con la mirada, notando de inmediato la ausencia de cierto alfa.
— ¿Dónde está Jungkook? —Preguntó sintiendo un mal presentimiento en su pecho.
— Acompañó a Eunha a la casa —Respondió Jimin. — Fueron a llevar el registro del vino desperdiciado.
— Carajo. — Maldijo, para después media vuelta y seguir los pasos del alfa.
Lo vio después de unos minutos, apunto de cruzar la entrada, así que aceleró sus pasos y lo alcanzó poco después.
Jungkook se giró descolocado en cuanto reconoció su aroma, mientras Namjoon entraba con premura y cerraba la puerta.
— ¡Namjoon hyung, me asustaste! — Exclamó Eunha.
— Lo lamento. —Se disculpo brevemente. — Eun ¿Podrías seguir tú? Necesito hablar un momento con Jungkook.
Ella asintió extrañada, antes de tomar el pasillo que llevaba al despacho de Taehyung.
— Sígueme. —Ordenó después, y comenzó a adentrarse en la casa, llegando a uno de los jardines interiores. — Jungkook, allá afuera hay dos personas buscándote. —Informó, sin ganas de alargar aún más el asunto.
— ¿Qué? —Inquirió genuinamente sorprendido. — ¿Quiénes?
— Son dos alfas, una chica rubia y otro de piel pálida y cabello negro, ¿Los conoces? —Informó.
Jungkook no tuvo que pensárselo demasiado para saber sobre quiénes se trataba.
— ¿Estás seguro que están aquí por mí? — Preguntó después de un breve silencio.
— Totalmente. — Aseguró.
Jungkook suspiró mientras recargaba su espalda en la pared. No quería irse, pero sabía que tenía cosas que arreglar en Seúl, ¿Qué pasó con el mes que debía mantenerse ahí? Ni siquiera había pasado la mitad.
— Creo que lo mejor será que hable con ellos. —Dijo resignado.
— ¿Te irás?
— No lo sé.
Namjoon solo asintió en silencio, guardando sus manos en los bolsillos.
— ¿Irás a hablar con ellos ahora?
— Creo que es lo mejor. — Mencionó. Justo después regresaron sobre sus pasos y se encontraron a Eunha cerca de la puerta de entrada.
Jungkook se separó de ellos y se dirigió a la enorme carpa. Se detuvo justo antes de entrar, revisando que su atuendo se encontrara lo más presentable posible.
Su saco tenía algunas arrugas pero nada serio, acomodó bien su corbata y entonces entró. No fue difícil encontrarlos, principalmente por que eran de las pocas personas que conocía bien ahí.
Tomando aire en sus pulmones llevó sus pies lo suficientemente cerca como para que lo notaran. Estaba nervioso, como si hubiese pasado una década entera desde la última vez que vio a Yoongi y a Soyeon y se encontrara entonces con unos muy viejos conocidos.
Y hasta cierto punto era así, pero con mucho menos tiempo de por medio.
Soyeon fue la primera en notar su presencia, pues estaban conversando juntos mientras observaban los campos de cultivo a lo lejos.
Ese había sido parte del diseño estratégico que había tenido la carpa: ofrecer una vista magnífica hacia la zona de trabajo, donde hace poco se había tenido la espectacular vista del atardecer.
La alfa sonrió enormemente antes de casi lanzarse sobre él y estrujarlo con sus brazos.
— ¡Jungkook! — Exclamó en su pecho.
Correspondió su abrazo con una suave sonrisa entre sus labios. No iba a mentir, no había pensado en ella ni un poco desde que estaba ahí, pero se sentía agradecido de que su prima se hubiese preocupado por él.
Sus ojos buscaron los de Yoongi, quien lo veía con cierta incredulidad en sus ojos.
Presentía que se habían hecho ideas equivocadas acerca de su estadía en Dalbich.
— Hola. — Saludó finalmente, cuando Soyeon se separó de él y Yoongi se acercó también, sin compartir del todo el entusiasmo con el que había sido recibido.
— ¿Cómo estás? — Yoongi inició la conversación.
— Bien.
— ¿Seguro? — indagó la rubia.
— Completamente. —Aseguró. — Aunque acepto que estoy un poco cansado.
Eso pareció ser suficiente para los dos recién llegados, por el momento, así que, cansados de esa posición, buscaron algunas sillas disponibles donde poder sentarse y relajarse un poco.
Mientras Jungkook se sentaba, logró percibir una curiosa quemazón detrás de su nuca, por lo que se volteó sabiéndose observado, solo para encontrarse con la mirada de Taehyung sobre él. Esta intentaba ser indiferente, pero el omega era demasiado transparente para él, así que de inmediato notó la alerta que ellos reflejaban.
Sonrió levemente, como diciéndole con eso «Todo está bien».
Esperaba que hubiese recibido bien el mensaje.
— Fue realmente difícil dar con este lugar ¿Sabes? La señal del GPS se perdía por completo durante horas. — Comentó Yoongi. — Fue un martirio.
— Imagino que ese era el punto. — Consideró Jungkook.
— Eso estuve pensando todo el caminó. — Continuó Soyeon. — ¿Cómo habrá sido que Baekhyun dio con este lugar?
— ¿Estás completamente segura de que fue él?
— ¡Sí!, ¿Tú no? — Exclamó clavando su mirada en él.
— Es lo más lógico. —Respondió. — Él me odia.
— Realmente jamás creí que llegaría a estos extremos. —Reconoció el alfa mayor. — Pero también estoy sorprendido de que parezcas tan... ¿Tranquilo?, ¿Relajado? No se con qué palabra describirlo.
Jungkook esbozó una suave sonrisa.
— Bueno... Eso es lo que transmite este lugar ¿No? — Señaló.
Era tan sencillo acostumbrarse a ello. Pero no siempre era así, suponía que mantenerse trabajando ahí, con una tarea en mente a la vez, le había ayudado para dejar de encontrar molesta esa sensación.
Pero debía aclarar: se sentía cómodo con el aura del bosque, pero no enamorado de ella, todavía.
— No puedo creerlo, ¿Te estás tomando esto como un retiro espiritual? ¡Estabas desaparecido Jeon Jungkook!, ¡Hay quienes te creen muerto! — Vociferó Soyeon.
Esa era la razón por la no solía verla muy a menudo. Era escandalosa como el demonio. Algunas veces.
— ¡Soyeon! — Reprendió Yoongi en voz baja. Habían llamado un poco la atención de los demás, afortunadamente, esta se disipó varios minutos después.
— Lo siento. — Se disculpó avergonzada.
— No me lo estoy tomando como un retiro espiritual, lo prometo. — Aclaró. — Solo estoy tratando de que todo esto sea más llevadero para mí, ¿Entiendes?
Ella asintió comprendiéndolo.
— Ven con nosotros, Kookie. — Ofreció.
Y ahí estaba, la razón de su presencia ahí. Pero Jungkook no sintió el alivio llegar a él. El alivio de por fin marcharse de ahí, de no volver a tener que sufrir por un sol implacable sobre su piel, de no volver a limpiar la mierda de los animales o verse obligado a quedarse horas y horas alrededor de botellas que expelían un olor agrio y acre.
Marcharse significa no volver a disfrutar de la comodidad que le otorgaba el frondoso bosque, poder cambiar a su forma lobuna y correr como nunca antes: libre y feliz.
También era no volver a ver a Taehyung, no ser él quien lo sostenga cuando hay tormentas eléctricas en el cielo, no volver a compartir esos cálidos momentos juntos. No volver a besarlo. No volver a tocarlo. No volver a olerlo.
Y es que en realidad...
— No quiero irme.
No es mucho, pero es trabajo honesto. Espero que les guste.
¡Nos leemos luego!
MiaGarrettA.
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