Capítulo 16
—¿Seguro de que estará bien si trabajas hoy? —preguntó con el ceño fruncido.
—Creo que no debería abusar de los privilegios que me concedes, Tae. —Salió del cuarto de baño con el albornoz puesto, mientras sacudía su cabello para secarlo. —Aunque no me resulta muy tranquilizador saber que tendré que estar cinco horas bajo el Sol.
—Puedes estar más, si lo deseas. —Comentó con una sonrisa a la que Jungkook respondió con una mirada de malas pulgas. —En un inicio tenía planeado ponerte al cuidado de los animales, pero por respeto a ellos, decidí que estarías mejor entre las vides.
—¿Insinúas que no podría hacerme cargo de tus animales? —Exclamó abotonándose una ligera camisa azul cielo. —Si me lo propongo, puedo lograrlo.
Jungkook se dirigió al pequeño armario para buscar las botas que usaría ese día bajo la atenta mirada del omega, quien le observaba sentado sobre el futón.
—No es por subestimarte, pero no creo que logren congeniar. —Jungkook le observó durante un par de segundos, antes de pronunciar la que sería, posiblemente, la más grande estupidez de su vida.
—Trabajaré en las caballerizas.
—¿Q-Qué? —pronunció descolocado, justo antes de estallar en risas. —Definitivamente no tienes idea de lo que dices.
Y realmente debió de haberlo escuchado en ese momento, y quizá, no se encontraría limpiando las heces que desechaban los caballos.
Definitivamente eso no era lo que tenía en mente.
El olor era horroroso, a duras penas soportaba las ganas de vomitar, y lo peor era saber que estaría apestando a eso por el resto del día. Algo tuvo que hacer mal en su vida pasada como para tener tan cruel castigo.
—Después de esto tendremos un par de horas libres antes de la hora de comer. —Baekho, un peón que había conocido ese mismo día, le tendió una botella de plástico con agua fría que aceptó con gusto.
Bebió de ella alejándose de su área de trabajo por tan solo un par de metros, hacia una de las grandes puertas de madera que daban vista a la base de la colina.
El verano estaba presente en cada metro de tierra, el color verde creaba un océano tranquilo que se mecía con las olas del viento. En el cielo apenas podía observarse una nube, mientras que el Sol se encontraba tomando poder sobre el firmamento.
Ni siquiera parecía que hace menos de cinco horas había caído una tormenta de grandes magnitudes.
Lamentablemente, el calor que hacía se había vuelto húmedo, por lo que estaban sudando más de lo normal.
Jungkook recargó su hombro sobre el marco de la puerta y observó el paisaje sosegado. Los enormes campos verdes que se extendían hasta la línea del horizonte, el color de la vida que bañaba la tierra, los enormes campos de cultivo y amplios espacios repletos de árboles generaban un placer visual incalculable.
Debía aceptar que el lugar tenía su magia.
Sus iris se toparon con un cuerpo oscuro que se movía tranquilo por el pasto a varios metros de distancia, llevando su hocico a la hierba mientras otros seres similares se movían tranquilos por el área.
—Luna—susurró reconociéndola. Su mente viajo a la apuesta que había creado hace varios días y que parecía encontrarse en el olvido después de tantos sucesos.
Apenas tenía tiempo para retomar el reto, si es que se proponía cumplirlo.
—Jungkook. —Baekho le llamo desde el otro lado de la enorme habitación. El alfa se giró hacia él y le prestó su atención. —Hace unos días estabas intentando aprender a montar, ¿Cierto?
Jungkook asintió—Parecía ser fácil, pero terminé en el suelo cada vez que lo intenté.
—¿Y por qué no lo intentas de nuevo? Es normal caer varias veces la primera vez. —Razonó. Se sentó sobre una paca de paja mientras se quitaba el sudor del rostro y el cuello con un pedazo de tela.
—No lo sé. —se masajeó su dolorido cuello mientras acortaba unos pasos hacia su compañero.
—Si vas a estar aquí, lo mejor será que aprendas pronto. Te ayudará como no tienes idea. Es algo básico. —Jungkook se sentó a su lado mientras dejaba caer otro trago de agua por su garganta.
—Es fácil decirlo.
Baekho esbozó una sonrisa, estando de acuerdo.
—Podría ayudarte ¿Sabes? —Sugirió. —En los tiempos libres que tengamos aquí podríamos practicar un poco.
El alfa sopesó la propuesta por un par de minutos de silencio.
—Había hecho una apuesta con Tae. —comentó—Se suponía que tendría un plazo máximo de una semana para aprender. Pero estos días han sido algo difíciles ¿Sabes? Apenas he tenido tiempo para hacer algo.
—Excusas. Cuando realmente estás comprometido con hacer algo, el tiempo no se vuelve un obstáculo. —Se levantó y flexionó su espalda haciendo que sus huesos tronaran placenteramente. —Yo podría ayudarte.
—¿De verdad? —preguntó impresionado.
—¡Claro! Incluso podríamos pedirle a Eunha que nos ayude. Ella solo trabaja medio tiempo aquí, por lo que suele tener más tiempo libre. —Animó. Jungkook sonrió encantado y asintió de acuerdo. —Vale, ¿Cuántos días dijiste que te hacían falta para llegar al plazo máximo?
—Cuatro días.
—¡¿Qué?!—vociferó—¿Entonces qué estamos haciendo aquí? Hay que aprovechar todo el tiempo que tengamos.
Baekho llevó a Jungkook a la zona donde se encontraban los cubículos con los equinos del viñedo. Una vez allí, Baekho se adentró para tomar las riendas de un macho pinto de raza purasangre, según lo que le había dicho cuando caminaban hacia un campo abierto.
Se detuvieron cuando llegaron a una zona donde tendrían la privacidad suficiente como para no sufrir por exceso de distractores.
—Taehyung fue un poco cruel contigo. —dijo mientras ponía la silla de montar sobre el lomo del caballo. —Básicamente te aventó al agua sin que supieras la teoría del cómo nadar.
El alfa resopló.
—Sabía que había algo mal. —masculló.
—Creo que te subestimó. —Jungkook enarcó una ceja. —No creyó que lograrás hacer mucho. Pero no lo culpes, la primera impresión sobre ti quizá no fue muy buena. —Explicó.
Jungkook cruzó los brazos mientras fruncía el ceño, sintiéndose indignado. ¿Realmente lo creyó tan incapaz?
—¿Y cuál es la primera impresión sobre mí?
Baekho tomó una bolsa de tela del suelo y pensó durante unos momentos cómo interpretarlo.
—No te ofendas, pero al menos a mí me pareciste como un chico que aparece de la nada, poco humilde, sin saber hacer nada y que despreciaba nuestros esfuerzos. —Manifestó sin tapujos.
—¡Yo no soy así! —Se defendió.
—¿Estás completamente seguro?
Y Jungkook no pudo rebatir nada.
Baekho le tendió la bolsa de tela y el pelinegro la tomó con curiosidad. Rebuscó en el interior de ella y se encontró con algunos artefactos extraños.
Sacó un casco negro y un par de botas de caña alta de cuero oscuro y las miró confundido.
—¿Qué se supone que debo hacer con esto?
—Ponértelo, por supuesto. —Indicó.
—No he visto que ustedes se lo pongan cuando montan un caballo. —Devolvió el casco al interior de la bolsa y observó con desconfianza las botas en sus manos.
—No necesitas de un par de tenis para correr. ¿No es así?
El pelinegro asintió sonriendo, dándole la razón.
—En realidad, no tenemos suficientes para todos, en estos meses se ha estado invirtiendo parte del dinero que se gana para renovar las herramientas que utilizamos. —Tomó la bolsa y sacó un chaleco negro desde el interior de ella y comenzó a colocárselo a Jungkook ágilmente. —No es obligatorio utilizarlos, pero definitivamente aumentan la seguridad del jinete. Te ayudará bastante a no terminar con demasiadas heridas en el cuerpo.
Jungkook asintió comprendiendo y se quitó las botas que tenía puestas para cambiarlas por las que Baekho le dio.
—Lo único nuevo son las botas, el resto ya han sido usados. —Comentó. —Pero siguen cumpliendo perfectamente su función.
—¿Qué tienen de malo las botas que tenía? —Replicó poniéndose la primera en el pie izquierdo.
—No son lo suficientemente altas. Si te dejara usarlas, podrían engancharse a la montura y provocar un accidente. —Dijo con porte docente. —También deberías evitar los pantalones con costuras. Y ponte esto—Le tendió un par de guantes de equitación.
Cuando finalmente había terminado de ponerse tanto los guantes como el casco, Baekho le indicó que se acercara al caballo.
—Debes considerar varios puntos antes de subir sobre un caballo. —Instruyó. —Primero: Nada de agresividad. Necesitas ser firme con el caballo, y en algunas ocasiones también será necesario que te impongas, pero nada de esto exige violencia, hacia nadie. Segundo: No tengas miedo. El nerviosismo puede convertirse en el peor enemigo; podrías hacer movimientos inadecuados o demasiado rígidos. No tengas miedo a caer. Te recomiendo respirar hondo y confiar en mí y en el equino.
Jungkook asintió de acuerdo, y acarició el crin del corcel, apenas rozando sus dedos con su cuerpo, tanteando el terreno. Era extraño. No estaba acostumbrado a tocar algo vivo. Ni siquiera se atrevía a acariciar las mascotas de sus amigos, no estaba familiarizado con la sensación que el tacto le ofrecía.
Pero también era curioso. Despertaba cierta empatía. Cuando el animal no se movió renuente a su mano, tomó un poco más de confianza y el delicado roce se volvió en un contacto firme. Sonrió alegre, acercándose a su hocico y posando sus ojos en los del otro.
No pudo evitar recordar a Luna. Su fuerte carácter era apasionante, era difícil y compleja, y en eso residía su belleza. Le encantaba eso. Estaba seguro de que él sería quien se convertiría en su jinete, aunque primero debía aprender lo básico.
—¿Cómo te llamas? —Le preguntó, aun siendo consciente de que sus palabras no eran comprendidas.
—Arthur. —Su mentor le dio la respuesta.
—Hola, Arthur. —saludó dulcemente.
—¿Puedes subir a la montura sin morir en el intento? —interrumpió Baekho, recordándole que su descanso de labores no era eterno.
Jungkook soltó una suave risa mientras asentía.
Baekho sostuvo la cabeza del equino firmemente para evitar que se moviera mientras Jungkook subía sobre él.
El alfa se colocó en el costado de Arthur, colocó el pie izquierdo en el estribo a la vez que sujetaba las riendas con firmeza. Tomó impulso y con un poco de esfuerzo, logró subir sobre la silla de montar.
Su rostro se iluminó con una sonrisa, y se permitió acariciar al caballo sin sentir ñáñaras.
—Nada mal, Jungkook. —Felicitó. —Pero te ayudaría no estar tan rígido.
—Vale.
—Procura siempre tener una pose correcta, no te encorves, pero no te tenses, puedes permitirte relajarte. —Baekho se acercó para acomodar correctamente las piernas del pelinegro, al mismo tiempo en el que le explicaba los pormenores de la equitación, la pose correcta, cómo tener equilibro, qué hacer si el caballo hacía algún movimiento brusco, como tranquilizarlo.
Dio una vuelta sobre el caballo a paso lento, el cual apenas podría considerarse como un trote. Por fortuna, Arthur era bastante tranquilo y dócil, se adecuaba a las lamentables órdenes que Jungkook le daba.
El pelinegro, en más de una ocasión, sintió que estaba a punto de caer al suelo, pero de alguna forma, se las ingeniaba para continuar sobre la silla de montar, hasta terminar el recorrido sin ni un solo rasguño.
—Eres bueno enseñando. —Observó.
Baekho esbozó una sonrisa que no llegó a sus ojos.
—Estudié para ser maestro. —Mencionó. —Pero no es nada fácil conseguir empleo.
—¿Cuántas veces aplicaste para un trabajo? —inquirió afectado.
—Demasiadas.
Ambos se quedaron en silencio por varios minutos, no estando seguros de qué era lo correcto agregar.
Arthur caminó un par de pasos adelante, provocando que el alfa espabilara y tomara control de las riendas de nueva cuenta.
—Aún nos queda algo de tiempo. Puedes aprovechar para dar una vuelta más. —Animó, dejando atrás el ambiente incómodo que se había formado.
Jungkook decidió tomarle la palabra y comenzó a cabalgar en un trote un poco más veloz, a la velocidad promedio de los pasos de una persona.
¿Realmente podría aprender tan rápido algo en lo que podía tardarseaños?
La cocina era un desastre eterno de utensilios y manchas de dudosa procedencia sobre las superficies.
Eran tan solo cuatro personas las que trabajaban en ese lugar: La señora Song, la Señora Park, Seokjin y Jimin.
Aunque este último solía ir a los campos de cultivo cada que tenía tiempo para ver en qué podía ayudar.
Jimin recién había llegado del pueblo hace diez minutos, pues tenía que traer varios ingredientes qué hacían falta para la preparación de la comida de ese día y el siguiente.
Estaba cortando en rodajas un par de cebollas cuando su teléfono sonó.
Seokjin le lanzó una mirada interrogatorio, que fue respondida con una desorientada.
Era sumamente inusual recibir llamadas, dado que la mayoría de sus conocidos trabajaban en el mismo viñedo o se encontraban demasiado ocupados en sus labores en el trabajo del pueblo.
Jimin dejó su actividad y tomó su teléfono, visualizando un número desconocido en la pantalla.
Intrigado, pulsó el botón verde y lo llevó a su oreja.
—Hola, ¿Jungkook? —escuchó al otro lado de la línea.
Su omega espabiló de pronto en su interior y comenzó a mover su cola con alegría. Jimin frunció el ceño aún más confundido.
Salió de la cocina y se alejó varios pasos, hasta llegar rápidamente a un pequeño jardín interior que poseía un modesto estanque.
—¿Hola?
—E-Eh Jungkook no está cerca ahora. —informó sin saber que decir.
—¿Este número es tuyo? —El entusiasmo de su omega lo ponía nervioso, y parecía que cada vez que escuchaba aquella voz grave desde el otro lado de la línea, aumentaba más y más.
—S-Sí.
¿Estaba tartamudeando? ¿Park Jimin estaba tartamudeando? Imposible.
—Vale. ¿Podrías decirle a Jungkook que Min Yoongi lo llamó? Es urgente. —La masculina voz del otro lado no parecía ser consciente de la revolución que ocurría en el interior del omega. ¿Acaso se trataba de un extraño e inusual poder?
Jimin necesitó apoyar su espalda en la pared y despejar su garganta para poder responder.
—Temo que deberá esperar algunas horas antes de comunicarse con él. —Logró oír lo que parecía ser un resoplido de... ¿Frustración?
—¿No podría ser antes?
Jimin tomó aire tratando de controlarse y dejar de lado su penosa actitud.
—Veré que puedo hacer.
Se mantuvo en silencio por apenas unos segundos, esperando alguna respuesta. Cuando creyó que había sido suficiente y era momento de terminar la llamada, volvió a escuchar la voz de Min Yoongi.
—¿Podría saber tu nombre? —El tono de voz, a diferencia de hace unos minutos, era mucho más gentil y suave, casi tímida.
Jimin sonrió sin saber la razón.
—Jimin. Park Jimin.
—Bueno Jimin, algo me dice que esta no será la última vez que platiquemos. —Comentó ladino, para después despedirse brevemente y colgar.
Yoongi estaba en su departamento, preparando algo de ramen en la estufa. Hoseok le miraba sentado en uno de los taburetes de la isla, esperando por una respuesta.
—¿Qué se supone que ha sido eso? —Cuestionó perdido.
—Una conversación, creo. —Despreocupado, tomo un par de palillos y mezclo el ramen dentro de la olla.
Hoseok negó cansado. Había tenido un día demasiado estresante como para pensar en cuestionar los modos de su amigo.
—¿Y Jungkook? ¿Qué con él?
—Parecía que no estaba cerca. Me dijo que estaba ocupado. —Respondió. —Si no me devuelve la llamada al anochecer, le estaré llamando cada diez minutos hasta que conteste.
—¿Y si Jungkook esta amordazado en medio de una habitación oscura? —Una tercera voz apareció. Yongsun se acercó a ambos alfas y se sentó a un lado de Hoseok al mismo tiempo que observaba los tranquilos movimientos de Yoongi. —¿Cómo es que tenemos la certeza de que no le están haciendo daño, donde sea que se encuentre?
—No tengo idea. Sólo lo sé. —La seguridad con la que se mostró el alfa aplastó las creciente dudas del par detrás de él. —Cuando logré hablar con él parecía ¿Feliz?
—¿Entonces qué haremos ahora? —Hoseok observó a Yoongi pensar. Por un lado, era mejor que Jungkook no apareciera ahora que todos se habían puesto en su contra, pero por el otro, podría callar los falsos rumores que circulaban sobre él si venía y aclaraba su inocencia.
—Podríamos ir al lugar donde está, asegurarnos de que no esté en peligro y llevarle algunas cosas que llegue a necesitar. —ideó la omega. Ambos alfas consideraron la idea seriamente.
—¿Por qué no mejor vamos y lo traemos con nosotros, solo con la regla de que no haga ningún escándalo? —opinó Hoseok. —Le hará bien estar con nosotros de nuevo, en el lugar donde pertenece.
—Me parece mejor, quizá....
—Que sea lo que él decida. —Interrumpió Yoongi. —No podemos tomar ninguna decisión sobre él sin consultárselo. Suficiente fue con indicarle que se quedara.
Tanto la omega como el otro alfa asintieron de acuerdo, disculpándose por su comentarios.
—Hablaré con Soyeon para que hagamos una maleta con todo lo necesario por si decide quedarse. —Continuó. —Partiremos en un par de días y trataremos de agilizar el proceso.
«Claro que todo sería más sencillo si supiéramos donde se encontraba.»
—Carga los costales y llévalos a los abrevaderos, una vez ahí, vacíalos en los contenedores. —Le indicó Yugyeom quien, para su desagrado, se había ofrecido a trabajar lo que quedaba de la tarde con él.
No estaba de humor para crear problemas, por lo que aceptó, pero no podía evitar sentirse molesto y frustrado con él.
Aceptó la orden a regañadientes, y tomó un costal entre sus manos. Pero cuando intentó levantarlo, se topó con que ni siquiera podía despegarlo del suelo.
Observó a Yugyeom levantar el suyo con extrema facilidad y colocarlo sobre su hombro rápidamente, marchándose justo después a los abrevaderos.
Apretó la mandíbula y frunció aún más su ceño, mientras lo observaba alejarse, y negándose a dejar que su orgullo fuera pisoteado, tomó con todas sus fuerzas el costal e intentó llevarlo a su hombro, pero la cosa parecía pesar una tonelada.
Casi se cae cuando, con esfuerzo, logró posicionarla en donde debía, además tuvo que esmerarse por no perder el equilibrio mientras daba sus pasos trémulos y lentos.
En su interior, agradeció que Yugyeom estuviese de espaldas y no haya sido testigos de su mediocre trabajo. Casi podía sentir como la bolsa fracturaba sus huesos.
Pero se esforzó en disimular sus muecas hasta llegar a uno de los recipientes donde debía vaciar el contenido.
Cuando logró hacerlo y pudo erguirse sin peso extra, sintió cada uno de sus huesos tronar dolorosamente. Regresó de nuevo a tomar otro costal, y casi desfallece al encontrase con más de diez enormes bolsas más.
Yugyeom llegó a su lado y repitió el proceso. Y Jungkook también.
Su alfa sentía la necesidad de demostrar ser mejor que el otro alfa, que también podía hacer esas actividades y hacerlas parecer tan fáciles. No podía permitirse ser menos.
Así que, tragándose todos sus reproches y quejidos, continuó con la labor.
Terminó jadeante y totalmente empapado en sudor. Percibía claramente las gotas recorrer su cuerpo lentamente hasta perderse en la tela.
—Con esto es suficiente por hoy. Mañana nos encargaremos de limpiar a los potros y sacar el estiércol, nuevamente. —Jungkook asintió serio, no queriendo mostrar su desagrado.
Se despidió brevemente y salió de las caballerizas. Seguro apestaba en esos momentos, así que necesitaba un baño ahora.
Entró en la casa cuando el Sol comenzaba a tocar la línea del horizonte y caminó por los pasillos hacia su habitación.
No obstante, poco antes de llegar fue interceptado por Jimin.
—Apestas.
—También es un gusto volver a verte—Ironizó.
—Yoongi marcó hace un rato, pero estabas demasiado ocupado con tu trabajo, así que le dije que le regresaría la llamada cuando estuvieras libre. —Comentó tan solo detenerse frente a él.
Jungkook alzó una ceja y tomó el celular que el omega le estaba ofreciendo. Maniobró la pantalla del dispositivo hasta comenzar la llamada, por su parte, Jimin recargó su espalda contra la pared mientras miraba expectante al alfa.
Jungkook puso los ojos en blanco y recargó su hombro en la pared contraria.
—¿Hola? —Pronunció cuando pudo identificar el comienzo de la llamada.
—Hey, Jungkook ¿Cómo estás? —saludó el pálido alfa.
—Estoy bien. —respondió. —Jimin me dijo que habías llamado hace un rato.
—Si. Quería cerciorarme de que aún continuabas vivo. —Comentó.
—Bueno, pues lo estoy.
—Tengo información para actualizarte en la situación que hay acá, pero ahora no tengo demasiado tiempo, ¿Mañana podré comunicarme contigo?
—Claro.
—Es un poco extraño preguntar esto, pero ¿A qué hora estás disponible? —Jungkook rio con diversión.
—Estoy libre a las tres de la tarde.
—¿Y qué se supone que haces el resto del tiempo? —Preguntó genuinamente interesado.
—Aprovecharlo.
—¿Podrías darme tu ubicación? Nos tranquilizará a todos saber dónde estás. —inquirió.
Su alfa gruñó desacuerdo. Pero se esforzó por tranquilizarlo, comprendía que, si él estuviera en la posición de sus amigos, también se encontraría bastante angustiado, lo menos que podía hacer era darles aquello información.
Soltó el aire entre sus pulmones y afianzó el agarre del dispositivo entre sus manos.
—Estoy en un pueblo a un par de horas de Daegu, en Dalbich. —indicó, sin dar más detalles.
—Vale, te llamaré luego. ¿Está bien?
—Adiós. —Se despidió.
Pulsó el botón rojo en la pantalla y terminó con llamada, para después entregárselo a Jimin.
—Sabes que van a venir por ti ¿Verdad? —Comentó con disimulado desinterés.
—¿De qué hablas?
—Es lo que yo haría si estuviera en su lugar. —Pronunció.
—Pero no lo estás—Jimin se encogió de hombros y sin darle demasiadas vueltas, se marchó.
Jungkook continuó el recorrido a su habitación hasta adentrase en él y darse el tan merecido baño que necesitaba, sin saber un tercero había escuchado su breve conversación con Jimin.
¿Hay teorías en esta historia?
¡Nos leemos pronto! Los amo bbs.
MiaGarrettA
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