🌺 CAPITULO 5 🌺
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Zoe estaba en el supermercado, su mente estaba perdida en un torbellino de pensamientos sobre cómo enfrentaría su embarazo y sobre todo, cómo encontraría a Jungkook. No sabía nada de él. Aquella noche no pensó en las consecuencias; lo único que quería era olvidar a Kang y divertirse.
Estiró la mano para alcanzar una caja de cereal en la estantería superior cuando sintió cómo otra mano, más grande que la suya, cubría la suya por completo.
Al levantar la mirada, su corazón dio un vuelco. Allí estaba él, el causante de todos sus problemas.
—Jungkook... —murmuró, anonadada.
El pelinegro la miró desde su altura y esbozó una ligera sonrisa. Tomó la caja de cereal, la bajó y se la entregó.
—Hola.
El silencio que siguió entre ellos fue abrumador. Ninguno sabía cómo empezar la conversación. Zoe observó la caja en sus manos y finalmente respondió.
—Hola... tanto tiempo.
—Algo así —respondió él, observándola detenidamente.
Zoe tomó aire y levantó la mirada, encontrándose con la intensidad de sus ojos oscuros.
—Esa noche... nosotros... —empezó, su voz titubeante mientras el rubor cubría sus mejillas.
—Nos acostamos —la interrumpió Jungkook, directo.
—Sí, y bueno... —desvió la mirada, todavía más sonrojada—. Estoy embarazada y... vas a ser papá. —Las palabras salieron de golpe mientras apretaba la caja de cereal contra su pecho y lo observaba con nerviosismo.
Jungkook permaneció inexpresivo, algo que desconcertó a Zoe. Había imaginado tantas reacciones posibles, pero jamás esta calma que parecía casi indiferente.
—Jungkook...
—Hablemos en otro lugar —dijo con tranquilidad mientras recogía la canasta de compras del suelo.
Confundida, Zoe lo siguió. Caminó junto a él, sin dejar de mirarlo. Jungkook comenzó a poner las cosas en la cinta transportadora y le quitó el cereal de las manos para pasarlo también.
—Espera, yo pago.
Él la ignoró, sacó su billetera y pagó. Luego tomó las bolsas, sujetó su mano y la guió fuera del supermercado.
—Oye, espera. ¡Te estoy hablando!
—Cállate.
Zoe frunció el ceño, molesta por la actitud de Jungkook. Ambos llegaron al estacionamiento, donde él subió las bolsas a la cajuela de su auto y luego abrió la puerta del copiloto.
—Sube —ordenó, señalando la puerta.
—No me subiré —respondió ella, cruzándose de brazos en un claro desafío.
Jungkook rodó los ojos, visiblemente irritado.
—Vamos hablar si. Así que, sube.
—¿Y dónde se supone que hablaremos? Porque a tu casa no pienso ir —exclamó, firme.
Jungkook esbozó una sonrisa ladeada, divertida por su terquedad.
—No te preocupes. Vamos a ir a tu casa.
Zoe cerró la puerta detrás de ella mientras Jungkook dejaba las bolsas sobre la mesa. Él echó un vistazo alrededor del pequeño departamento, su expresión se endureció al inspeccionar cada rincón.
—¿Vives en este cuchitril? —soltó con desdén, cruzándose de brazos.
—No es un cuchitril —replicó Zoe, claramente ofendida, mientras fruncía el ceño.
—Es pequeño, descuidado... —añadió Jungkook, ignorando el enojo de la chica mientras recorría el lugar con la mirada—. ¿Cómo puedes vivir aquí?
Zoe apretó los puños, tratando de mantener la calma.
—No todo el mundo tiene una vida de lujos, Jungkook. Algunos hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos.
Él se giró hacia ella, arqueando una ceja, pero no respondió. En lugar de continuar discutiendo, tomó asiento en una de las sillas del comedor y la miró fijamente.
—Está bien, dejemos eso. Hablemos de lo que realmente importa —dijo él su tono se volvio más serio.
Zoe respiró hondo, preparándose para lo que venía.
—Pues eso es todo —dijo Zoe, jugando nerviosamente con sus manos—. Estoy embarazada, pero no te estoy diciendo que te hagas responsable. Solo quería que lo supieras.
Jungkook la miró en silencio por un momento antes de soltar con frialdad.
—También podrías abortar, ¿sabes?
Zoe lo miró, sorprendida por su respuesta directa. Tragó saliva y asintió levemente.
—Lo pensé, pero... —empezó, su voz temblorosa.
Jungkook apretó la mandíbula, su disgusto era evidente, aunque no la interrumpió.
—No es correcto —continuó Zoe, levantando la mirada con determinación—. Este bebé no tiene la culpa de nada.
El silencio se instaló entre ellos, pesado y cargado de tensión. Jungkook la observó con una mezcla de emociones que Zoe no logró descifrar. Finalmente, se recargó en el respaldo de la silla, soltando un largo suspiro.
—Bien. —Jungkook se levantó de la silla y se acercó a ella, su mirada fija en la de Zoe—. Me haré responsable de los dos.
Aquella respuesta la dejó impactada, sus ojos se abrieron con incredulidad.
—Jungkook, tú...
Él la interrumpió con un gesto firme.
—Dame tu teléfono.
Sin decir nada, Zoe obedeció y le entregó su aparato. Jungkook comenzó a teclear rápidamente antes de devolvérselo. Luego sacó su propio teléfono e hizo lo mismo.
—Anoté mi número —dijo, con tono autoritario—. Llámame si necesitas algo. También te enviaré la ubicación de mi doctor de confianza para que lleve el seguimiento del bebé.
Zoe lo miró, aún tratando de asimilar lo que acababa de escuchar.
—Pero... Jungkook, yo no esperaba que...
—No importa lo que esperabas —la interrumpió una vez más, su voz firme pero sin agresividad—. Ahora es mi responsabilidad, y me aseguraré de que ambos estén bien.
El silencio volvió a instalarse entre ellos. Zoe apretó el teléfono contra su pecho, sin saber cómo responder.
—Gracias —murmuró al final, su voz apenas audible.
Jungkook simplemente asintió antes de dar media vuelta y caminar hacia la puerta.
—También te envié algo de dinero. —La voz de Jungkook resonó desde el marco de la puerta.
Zoe, confundida, sacó su teléfono y revisó su cuenta bancaria. Sus ojos se abrieron de par en par al ver la cantidad depositada. Se acercó rápidamente a él y le sujetó del brazo.
—Es demasiado, Jungkook.
Él se detuvo y se giró para mirarla, arqueando una ceja.
—¿De qué hablas?
—El dinero que depositaste... es mucho —repitió ella, su voz estaba cargada de asombro.
Jungkook inclinó la cabeza con una leve sonrisa, dando un paso más cerca. Su mano volvió a posarse en la cintura de Zoe, un gesto que la hizo sonrojar de inmediato.
—Ese dinero no significa nada para mí —dijo, su tono bajo pero firme—. Si necesitas más, solo dímelo. Pero quiero que priorices la seguridad de mi hijo.
Su rostro estaba tan cerca que Zoe pudo sentir el calor de su respiración, y su corazón comenzó a latir con una fuerza descontrolada.
—No quiero más dinero —respondió ella con determinación, aunque su voz temblaba ligeramente—. Solo digo que es demasiado. Pero puedes estar seguro de que el bebé estará bien.
Jungkook la observó por un momento, sus ojos oscuros llenos de intensidad, antes de soltarla y dar un paso atrás.
—Eso espero. —Abrió la puerta y antes de salir añadió—. Cualquier cosa, me hablas.
Y con esas palabras, cerró la puerta detrás de él, dejando a Zoe con un torbellino de emociones que aún no lograba descifrar.
En cuanto salió del edificio, Jungkook sacó su teléfono y marcó rápidamente. La llamada fue respondida al primer timbre.
—¿Qué necesitas? —se oyó una voz grave y tranquila al otro lado de la línea.
—Suga, ya te envié su ubicación —dijo Jungkook con tono autoritario mientras se encaminaba hacia su auto—. Quiero un equipo de vigilancia las 24 horas del día.
—¿Algo más? —preguntó Suga con calma, aunque conocía bien la intensidad de Jungkook en asuntos importantes.
—Sí, también un escuadrón que la cuide. Nadie debe acercarse a ella ni al bebé. Entiendes, ¿verdad? —Su voz se volvió más fría, amenazante.
Suga permaneció en silencio por un segundo, acostumbrado a las demandas extremas de Jungkook, pero sabía que cuando se ponía así no había margen de error.
—Lo entiendo. ¿Algo más?
Jungkook se detuvo frente a su auto, mirando hacia el edificio donde Zoe vivía. Sus ojos se entrecerraron.
—Si algo le llega a pasar, tu cabeza rodará.
El tono helado de su amenaza no dejó espacio para dudas. Sin esperar respuesta, Jungkook cortó la llamada y subió a su auto, encendiendo el motor con un movimiento brusco. Mientras conducía, sus pensamientos giraban en torno a Zoe y al bebé. No estaba dispuesto a correr riesgos.
Su plan había salido a la perfección. Encontrarse con Zoe de forma casual y ganarse su confianza hasta llevarla a su casa había resultado más fácil de lo que había anticipado. Aunque no esperaba que viviera en un lugar tan pequeño, eso no era un inconveniente, sino todo lo contrario. La ubicación era ideal: discreta y perfecta para sus necesidades.
Cuando Zoe tomó su brazo, un cosquilleo recorrió su pecho. La sensación lo tomó por sorpresa, pero también lo complació. No estaba acostumbrado a ese tipo de conexión, pero era innegable que algo en él reaccionaba a la presencia de ella.
Sin embargo, su paciencia fue puesta a prueba cuando Zoe mencionó o mejor dicho confirmo la posibilidad de un aborto. Por un instante, sintió la tentación de raptarla y encerrarla para impedir que tomara esa decisión. Pero logró controlarse. Mientras ella continuaba hablando, sus palabras lo tranquilizaron. Una sonrisa apareció en sus labios casi de forma involuntaria al escucharla.
Había algo en Zoe que lo desconcertaba. Estaba acostumbrado a tener el control absoluto sobre todo a su alrededor, pero ella lograba desestabilizarlo de una manera que no podía explicar. Y contra todo pronóstico, eso le gustaba.
Suga recargó su cabeza sobre el respaldo del sillón, dejando escapar un largo suspiro. A su lado, Hoseok lo miraba con una sonrisa burlona.
—Creo que esto me dará un dolor de cabeza —murmuró Suga, masajeándose las sienes.
—Nos dará, querrás decir. —Hoseok soltó una risa sarcástica—. Te recuerdo que estamos embarrados hasta el cuello en esto.
Antes de que Suga pudiera responder, la puerta se abrió y Jimin entró acompañado de Jin y Namjoon. Jin llevaba un par de carpetas en la mano.
—Ya tengo todo lo que encargó Jungkook —anunció Jin con seriedad mientras dejaba las carpetas sobre la mesa—. Conociéndolo, será mejor que nosotros nos encarguemos de esto personalmente.
Suga asintió con un suspiro resignado.
—No hay margen para errores.
Jimin, que había permanecido en silencio hasta entonces, tomó asiento con calma y habló desde su lugar.
—Yo me encargaré de llevar el control del embarazo de la chica.
—Perfecto. —Hoseok cruzó los brazos y se giró hacia Jin—. Entonces, tú estarás al mando de la vigilancia. Eso nos deja a Suga, Namjoon y a mí como los guardaespaldas de tiempo completo.
—Genial. —Suga bufó, claramente irritado—. Le voy a pedir un aumento a Jungkook por todo esto.
—Buena suerte con eso —respondió Namjoon con una leve sonrisa, revisando los detalles en las carpetas—. Sabes cómo es cuando se pone serio.
—Lo sé. Y eso es justo lo que me molesta.
Todos rieron suavemente ante el comentario de Suga, pero la tensión en la habitación era palpable. Sabían que Jungkook no aceptaría fallas, y la protección de Zoe y el bebé era ahora una prioridad absoluta.
Jin repartió las carpetas entre todos mientras Namjoon tomaba asiento junto a Jimin, quien revisaba con cuidado los registros médicos que había preparado.
—Necesitamos organizar esto con precisión —dijo Jin, su tono era firme pero tranquilo—. La vigilancia se dividirá en turnos. Habrá dos equipos para rotar cada 12 horas.
—Eso significa que habrá ojos sobre ella todo el tiempo —intervino Namjoon, ajustando su postura mientras revisaba los papeles—. ¿Qué pasa si alguien sospecha?
—Nadie debe sospechar —respondió Jin tajante—. Ya hablé con los equipos de seguridad. Son profesionales, no habrá margen de error.
—Y sobre los guardaespaldas... —Hoseok miró a Suga y Namjoon—. ¿Cómo vamos a manejarnos estando tan cerca?
—Eso es lo que me preocupa —Suga negó con la cabeza, claramente irritado—. La chica no tiene idea de lo que estamos haciendo.
—Te preocupas mucho, bastara con ser precavidos —Jimin se encogió de hombros, hablando con calma—. Somos profesionales, llevamos mucho tiempo en este trabajo como para regarla a estas alturas, ademas si nos descubre no debemos preocuparnos por ella, si no por Jungkook, el si que nos matara y yo claramente no quiero morir, siendo tan joven. Por eso tenemos que ser sumamente discretos.
—Discretos —repitió Suga con una risa amarga—. Estamos hablando de Jungkook, el tipo más obsesivo y controlador que conozco. Esto no es tan simple.
—Por eso estamos nosotros aquí. —Jin cruzó los brazos, mirando a todos con seriedad—. Él confía en que no cometeremos errores y no podemos defraudarlo.
Hoseok apoyó los pies sobre la mesa con una sonrisa irónica.
—¿Y si la chica resulta ser problemática?
Namjoon lo fulminó con la mirada.
—No es una opción. Ella no pidió esto. Es más nisquiera lo sabe, si está metida en este lío, es porque Jungkook decidió que así fuera. Lo único que debemos hacer es asegurarnos de que esté segura.
Suga suspiró profundamente, dejando caer los papeles sobre la mesa.
—Todo esto por un bebé.
—¿Un bebé que es hijo del mayor narcotraficante de toda Asia? —Jin tambien dejó caer los papeles sobre la mesa, su expresión era de puro desconcierto—. Sin mencionar que es un sádico y un maldito estratega del mal.
—No necesitas recordarnos lo habil que es el desgraciado, que nos puede hacer desaparecer con solo chasquear los dedos —añadió Hoseok, cruzando los brazos con nerviosismo—. Ese bastardo nos matara de mil formas si algo sale mal. Jungkook no perdona errores y menos con algo así de personal.
Suga bufó, recostándose en el sillón con una mueca de fastidio.
—Esto se volverá peor, lo saben, ¿verdad? En cuanto las otras bandas se enteren, harán todo lo posible por matar a ese niño.
—Para eso estamos aquí —intervino Namjoon con firmeza, mirando a los demás con determinación—. No vamos a dejar que nada le pase al bebé, ni a Zoe.
El ambiente se tensó aún más, pero Jimin, en lugar de preocuparse, dejó escapar una sonrisa maliciosa mientras jugueteaba con una pluma entre los dedos.
—Se preocupan demasiado —dijo, encogiéndose de hombros como si fuera un tema trivial—. Yo sé que este esfuerzo valdrá la pena.
—¿De qué hablas? —preguntó Jin, levantando una ceja.
Jimin sonrió aún más amplio, dejando la pluma sobre la mesa.
—Por ver a Jungkook todo sumiso por su hijo y quién sabe, tal vez también por su esposa.
—¿Esposa? —Hoseok soltó una risa sarcástica, como si la idea fuera absurda—. ¿Crees que Jungkook se casaría con ella?
—Claro que lo hará —afirmó Jimin con seguridad, sus ojos brillando con picardía—. Si algo aprendí de trabajar con él por tantos años, es que siempre protege lo que considera suyo. Y ahora, Zoe y ese bebé son suyos.
Los demás intercambiaron miradas, algunos dudosos, otros reflexivos. Hoseok chasqueó la lengua.
—Bueno, si eso llega a pasar, exijo estar en la primera fila de la boda.
—Y que nos pague con creces por soportar todo este caos —agregó Suga, aún molesto, pero no pudo evitar esbozar una leve sonrisa ante la idea.
Jin soltó un suspiro pesado y se levantó.
—Dejemos las bromas. Tenemos un trabajo que hacer, y más nos vale hacerlo bien. Porque si no... —miró a todos con severidad—. Ya sabemos cómo termina esto si fallamos.
El ambiente volvió a llenarse de tensión, pero también de una determinación silenciosa. Cada uno sabía que no podían permitirse fallar, no cuando Jungkook había confiado en ellos para proteger lo que más valoraba.
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