Revelaciones
En esas horas, muchas cosas pasaron. El mundo de Akari colapsaba desde su centro y afectaba a cada uno de los aspectos de su vida: su hermana, la chica de la que había caído irremediablemente enamorado, su aliado, el objetivo de su venganza.... Cada punto de su vida colapsaba delante de sus ojos. Su conciencia comenzaba a ceder.
Pero, bueno, retrocedamos un poco. A poco después de que Tsuna tomó la decisión de asumir como jefe. Que, después de ser llamado como tal por sus guardianes, se levantó y dio órdenes.
De Hibari a Reborn, pasando por los más creíbles de seguir órdenes, recibieron indicaciones, y se dedicaron a cumplirlas.
Por supuesto, Hibari estaba feliz. Tsuna era un omnívoro fuerte. Si hubiese reclamado a Haru, o el rescate, no sabía si podría ganarle. Pero en lugar de eso, le había ordenado hacerse cargo. Y si bien había ordenado refuerzos, no eran apoyo.
Así que fue hasta la casa de los ex- Arcra con una sola cosa en mente: recuperar a su primavera, y morder hasta la muerta a quien se lo quisiera impedir.
No sabía por qué Tsuna se levantaba e iba para el lado contrario, pero su mirada decía que no iba a tontear. Tenía la postura de un carnívoro.
Kusakabe lo esperaba ya en el lugar.
-Señor. La casa está rodeada y los solicitados dentro. El equipo está listo también. Y las bombas detectadas desactivadas.
-Entiendo. Kusakabe....
-¿Señor?
-A partir de ahora, si el hervíboro pide algo, dáselo.
-¿....habla de Sawada Tsunayoshi?
-Si, de ese.
El morocho se inclinó, con respeto y porque su peinado ocultaría su cara, y por eso, su sonrisa. Él era de los primeros en haber seguido a Kyou-san. Había estado detrás de él en tantas peleas y situaciones que creía haber visto visto todas las facetas de ese gran hombre. Todas.
Pero, desde que había hecho esas impresionantes apariciones, Sawada Tsunayoshi le había enseñado que no era cierto. Lo envidiaba. Profundamente. Porque era la primera vez que veía las facetas de Kyo-san decidiendo un superior. Porque entendía que, si bien su jefe lo defendería en caso de necesitarlo,él nunca estaría a la misma altura; o pisaría su mismo nivel. Aunque él estaba bien con ser subordinado, claro.
Hibari, por su parte, entraba con su presencia impresionante a la casa a medio destruir, justo frente a la vista de Akari.
Oh, pero eso resume la parte de Hibari nomás. Bueno, habrá que volver un poco antes, entonces.
Como recordarán, Akari engañado por Mukuro, vivió su vida pensando que el hombre que se inmoló en su casa, comenzando con una detonación lo que sería la peor tragedia de su vida, precedía a un pequeño Hibari Kyoya, que tenía un pequeño tridente en brazos.
Había asegurado su supervivencia y la de su hermana, gracias a una especie de amigo de la familia, de Italia; que los había mantenido económicamente y los había ayudado en lo posible.
Y, lentamente, había incubado el deseo de venganza. Un deseo que había crecido durante los años, al ver el estado de Milia y su deterioro.
Un deseo de venganza que, en el último año, había encontrado un aliado, Lancia-san, que le había mostrado quién era el enemigo de su familia. Que le había mostrado que ese monstruo en ese momento, no sólo tenía amigos, y gente que lo respetaba. Que podía sentir amor. Y ser correspondido.
...y había sentido que eso era una tomada de pelo para él y su sufrimiento. Así que había decidido arrebatárselo. Había usado una antigua forma de hipnotismo de su familia. No requería llamas de voluntad, era muy anterior a ellas. Pero aún así era sorprendentemente eficaz. Había secuestrado a Haru, u objeto de amor; y pensó que el momento ideal para quitarle el respeto de sus hombres y familia, era hipnotizar a aquella familia, ahora aliada, antaño enemiga; y generar una guerra interna.
Pero había fallado por aquellas llamas extrañas. Y porque había comenzado a enamorarse, y había cometido muchos errores seguidos. Todo su año de preparación, arruinado en un sólo fin de semana.
Como si eso fuera poco, no podía quitarse de la cabeza, la frase de Haru "Yo conozco a Kyoya-san. Y si realmente atacó a tu familia, fue porque hacían algo malo". Tras eso, la chica se había encerrado en su pieza, tras un valiente portazo.
A pesar de que Milia y Lancia estaban ahí, no le dijeron nada. Milia no defendió a su familia. Lancia bajó la mirada.
-¿Qué les pasa? ¿Por qué no dicen nada?
-....
-....nii.....
-¿¡POR QUÉ SE QUEDAN CALLADOS?! - Quería preguntarlo tranquilo, pero su silencio incómodo lo alteraba. El recuerdo de su familia era lo único que le quedaba. Lo único a lo que sentía que podía aferrarse. Había pensado que podría aferrarse al amor de Haru y vivir una vida junto a su luz, como antaño. Pero ella lo había rechazado. No sólo eso, había atacado lo único sólido en su vida. Ahora, él quería aferrarse a eso desesperadamente. Y su propia familia no podía defenderlo. Perdía los estribos- ¿¿¡¡POR QUÉ NO DICEN NADA!??!
Milia, que con el primer grito se había asustado, ahora estaba dolida. ¿Cómo le decía? ¿Cómo le explicaba que ella había sabido todo este tiempo lo que hacía su familia, pero no había podido impedirlo, sopena de que a él también lo hicieran parte de los experimentos?
-Las intenciones de papá y mamá siempre fueron las mejores...- dijo, recordándolo- pero no sé si eran buenos métodos....
-¿De qué me estás hablando, Milia....? - Akari ya no tenía ni fuerzas para gritar. Como un suspiro, soltó la frase. La última frase que podía decir sin empezar a llorar amargamente. ¿Qué? ¿Qué le ocultaban? ¿Por qué su hermana tenía esa mirada? ¿Por qué Lancia lo evitaba tan descaradamente? - Lancia, tú serviste en mi casa.... dime....
El morocho musculoso no podía. Como Akari decía, él había trabajado en la casa Arcra hasta que Mukuro había tomado control de su cuerpo y lo había obligado a ayudarlo a asesinarlos a todos. Quería a Milia y Akari. Los consideraba sus jefes legítimos, a quienes les debía la vida.
Por eso, sinceramente, no quería decirle a Akari la verdad. Le dolía traicionar a Tsuna, pero podría hacerlo siempre y cuando no le hiciera verdadero daño. Pero si le decía a Akari lo que él sabía de su familia, que se había enterado luego del ataque.....
Podría llegar a matar una parte de él.
Milia lo había sabido todo ese tiempo. Por eso, lo había callado. Pero ahora pensaba que quizás tendría que decirlo. Romper con esa estupidez. O sería demasiado tarde. Quizás aún hubiese tiempo para todo.
Juntó aire.
-Hermano, la verdad....
Una alarma interrumpió su valentía. Los tres sabían muy bien qué significaba esa alarma: estaban rodeando su casa.
-¡LANCIA-SAN, DEFIENDE A MILIA AÚN SI TE VA LA VIDA EN ELLO!....- Akari lo pensó y suspiró- y a Haru también- Le sonrió- confío en tí.
Tras eso, salió a enfrentar a los enemigos.
Lancia llevó a Milia a la habitación donde estaba Haru, la dejó dentro con cuidado sin mirar a la castaña, que lo miraba desorbitada, y se fue a seguir a Akari. No lo dejaría solo. Sabía que lo más posible era que fueran Tsuna y sus guardianes. Y si le hablaba y descubría el plan de Mukuro, quizás....
Quizás hubiese esperanzas para ellos aún. Tsuna era un hombre razonable....
Pero se equivocaba en algo crucial.
Quienes rodeaban la casa, no eran los guardianes de Tsuna. Ni de Vongola.
Uniformados, serios, y con un peinado setentoso que simbolizaba la determinación que tenían a seguir cada paso del camino de la disciplina, el Comité Disciplinario de la Escuela Secundaria Namimori rodeaba el lugar.
Akari estaba a unos pasos de la puerta principal, y miraba alrededor. Sentía las presencia de los más de veinte miembros del comité. Pero al mismo tiempo, notaba que ninguno intentaba entrar. Entonces ¿por qué?
La respuesta llagó cuando se acercó a los bordes del lugar.
-¿Una barrera?
Murmuró para sí.
Lo cierto, era que el Comité había ido para asegurarse que ni siquiera la más pequeña rata escape de Hibari antes que él llegue a escena. Y no porque lo necesitara. Porque luego ninguno se animaba a acercársele del humor que tendría si algo se escapaba.
Pero, aún más importante que eso, el verdadero motivo, por el cual Kusakabe llamó a todo el Comité, llegó caminando pocos minutos después. Con su caminar lento, y su cojera, su mirada triste y su cara de dolor.
-O...Ojisan...
La conciencia, más frágil que nunca, de Akari, comenzó a colapsar cuando Kusakabe se inclinó enfrente de ese hombre, habló con él, y él le palmeó la cabeza. Akari supo que le decía "gran trabajo" aunque no podía oírlo, lo sabía. Era el hombre que los había salvado de la destrucción de su familia, después de todo. Lo conocía.
O eso creía...
¿Cómo? ¿Cómo podía ese hombre ser tan íntimo de los subordinados de aquél monstruo? ¡¿¡¿¡¿De aquél monstruo del que él mismo los había salvado?!?!?!
Temblaba, mientras el hombre pasaba el cerco de protección de su casa y lo miraba.
-Akari...- le dijo, con voz cansada- cómo has crecido, niño...
Lancia estaba sorprendido. Por supuesto, conocía al Cazador. Un antiguo miembro de la Elite de los Arcra, cercano amigo del líder y el más idealista de sus filas, que los días de depresión, sorpresivamente desapareció. El mismo hombre que lo localizó cuando por fin había dejado atrás sus años con Mukuro y le había dicho toda la verdad.
Sabía qué significaba su presencia ahí. Pero.... ¿qué significaba esa relación con el Comité disciplinario que Ken y Chikusa habían apalizado tiempo antes?
—N...no..... ¡DIME QUE NO ES CIERTO! ¿Qué haces tú aquí?
-Ay, Akari....- tras eso, el hombre lo abrazó. El adolescente podía sentir que.... ¿lloraba? Si, exactamente, eso hacía. Lloraba- Lo siento tanto.... si tan sólo..... lo hubiese notado antes.... tantas cosas mal... tantas... Hice tantas cosas mal.... te ruego que me perdones y logres entender que a partir de ahora quiero hacer las cosas bien- miró a Lancia con tristeza- lo siento amigo- levantó la mano y lanzó una onda de llamas de la lluvia que noquearon al pobre joven. Akari gritó y se debatió, pero no sirvió de nada- Ahora, joven, quiero que me escuches, porque esto te va a doler, pero debes creerlo....
Haru, dentro de la habitación, sabía cuál era esa sensación. Ya había estado rodeada por el comité una vez, en el futuro, cuando le había plantado cara a Hibari. Sonrió, porque esta vez, la hacía sentir segura. La hacía sentir que se iría de ahí y volvería a su casa.
Pero su sonrisa se difuminó en seguida, cuando vio que frente a ella, Milia la miraba dudando, y tratando de ocultar varios gestos de dolor.
-¿Qué te duele, Milia?
-Ha....Haru.... el pecho.....
Haru ni lo pensó. La tomó en brazos y trató de llevarla a los apurones. Pero el suelo colpasó bajo sus pies se hizo algo de daño. Al ver que casi suelta a la chica, que aparte de dolorida, se estaba asustando y murmurando cosas como que le dolía y que quería a su hermano, porque estaba asustada; Decidió ir despacio y seguro.
Hiciera lo que hiciese, debía llegar con Akari. A pesar de que era la última persona que quería ver en el faz de la tierra en ese momento.
-Resiste Milia, te voy a llevar con Akari... y todo va a estar muy pero muy bien.
La pequeña le sonrió y asintió.
Y así, paso a paso, se fueron acercando al Akari, que estaba siendo arrancado de las ilusiones de Mukuro con la técnica de hipnosis de su rama familiar, y entendía por fin lo que el hombre frente a él le decía.
Por fin entendía...
Lo que había hecho su familia.
Quiénes eran en realidad Mukuro y Lancia.
Quién era Hibari.
Y por qué el hombre frente a él estaba tan destruído. Había ido a ayudar a las víctimas para que no se envolviesen en sed de sangre, pero lo había entregado a la más profunda oscuridad sin darse cuenta.
La cabeza le giraba. Le dolía. Sentía náuseas. No podía respirar.
Y lo peor aún no venía.
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