El objetivo
Aquella noche, Haru entró en el auto del adolescente rubio que la había abordado en el hospital.
Como él le había indicado en esa reunión en el hospital, ella fue a su casa, les mintió a sus padres diciendo que iba a estar en un campamento con la escuela, por ser su último año, hizo las maletas, y luego se despidió de sus amigos, sin poder explicarles nada. Había sido amenazada de que su casa volaría con sus padres dentro si no lo hacía, así que, aunque doliera, no tenía ninguna otra opción.
En ese momento, después de las despedidas, correr dos cuadras hadta el auto donde el rubio la esperaba, y subirse con él, llorando en silencio, avanzaba en silencio hasta un punto de la ciudad.
—Bienvenida a mi casa. Espero que estés cómoda porque pasarás aquí un tiempo.
—¡Hahi! ¿¡C....casa?!
Haru apenas podía llamarla así. Es decir..... Evidentemente, había sido una.... Hacía tiempo. Pero ahora estaba arrasada, parecía haber explotado en varios lugares, lo que no se caía a pedazos había sido invadido por la maleza. Era difícil seguir llamándola "casa".
Pero él, saliendo del auto con la valija de ella, para que ella no hiciera ese esfuerzo, al cruzar por el umbral se quitó los zapatos, y anunció con voz firme.
—¡Estoy en casa!
A lo que una suave voz respondió.
—¡Bienvenido de vuelta!
—Sígueme, te mostraré tu habitación.
Él la guió entonces por un pasillo al que le faltaban baldosas y que tenía huecos en la pared que daban al patio, hasta una de las tres puertas del pasillo. Golpeó y entró.
Haru entonces llegó a una habitación, que por fin tenía puertas y ventanas y el techo parecía firme. Había una cama y varias sillas. En la cama, una chica menor que ella, de más o menos la edad de Fuuta, y aspecto enfermizo los miraba, algo sorprendida, pasando la vista de uno a otro.
A su lado, un joven musculoso, de cabello negro y largo despeinado para todos lados, y cicatrices en el rostro.
—Oh, Lancia-san... Volvió.
El joven morocho asintió, y luego miró a Haru con ojos penetrabtes y se levantó.
—Akari.... ¿Podemos hablar unos minutos?
El rubio asintió y ambos salieron de la habitación, dejando a Haru con la niña, que la veía como quien ve a su hada madrina. Y, sin previo aviso ni nada, la niña le soltó.
—¿¡Akari-nii por fin trajo una novia a la casa?!
Ante lo que Haru casi se muere de la impresión.
Por su parte, el joven Akari y el joven Lancia salieron a un rincón del patio a hablar a solas. Lancia no estaba NADA feliz de ver a Haru, a quien recordaba de su esclavitud con Mukuro.
—Akari.... ¿Qué le harás a la chica?
—¿Eh? ¡Oh, la chica! La tendré aquí, por un tiempo. Y cuando termine de tramotar la salida segura del país a Melisa, se la devolveré a los Vongola. Donde ella pertenece.
Lo dijo como si todo eso no tuviese valor real o concecuencias. Como quien comenta una transacción bancaria menor. Pero Lancia conocía (y lo que era más, RECORDABA) a aquel castaño que lo había arriesgado todo por su familia, y seguramente lo haría de nuevo.
—Vongola no es para jugar con ellos. Particularmente su líder....
—Ya me lo dijiste.... Pero, oye, entre tu historia y la mía hay grandes diferencias.
—¿Como cuáles?
—Primero, no estoy aquí para dañar a....Haku....o Haru. Sólo voy a retenerla un par de días. Segundo, el tipo que me comentaste, Mukuro, era un idiota, que buscó enfrentamiento directo con Vongola. Yo no secuestré a un miembro de la familia, secuestré a la novia de uno. Y tercero; ese tipo no supo esconderse bien. No encontrarán esta casa hasta que saque a Milia del país. Ése era nuestro trato. Y si la encuentran luego.... Pues.... Estoy preparado para morir entonces.
Lo dijo con una sonrisa en el rostro y rebosante de confianza. Lancia sabía que no estaba alardeando.
Pero sin duda, sin ninguna duda, a Akari le hubiese convenido girarse antes de volver a entrar a la casa.
Seguramente hubiese querido girarse y ver y escuchar a Lancia con un ojo rojo y una cierta risa característica.
—Kufufufu....
Pero no lo hizo. Entró sin mirar atrás, a la puerta dinde su princesa estaba.
Era cierto que era una locura. Pero.... Quería enseñarle a ese bastardo de sangre fría que había asesinado a su familia lo que se sentía que te arrancaran lo más preciado que se tiene. Pensaba devolvérsela luego, obviamente..... Él no estaba a su nivel.
Pero, para que Vongola no lo supiese, ató a Haru, le sacó la foto y la envió. Para luego desatarla e ir con ella a ver cómo le explicaban a su hermana menor, Milia, que ellos no eran novios ni nada parecido.
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