Despedida de la familia

Esa tarde, Vongola los transfirió a su mansión japonesa, cuidados por sus hombres y los de la familia Cavallone. Al parecer, los rumores de su derrota habían llegado rápido a Italia.

Nadie pudo mover a Kyoko de su lado. Lo que les sorprendía era que  nadie había visto a Haru desde la mañana; y la castaña no había ido a visitar a nadie.

¿Por qué se había ido?

Nadie supo la respuesta a eso, o pudo localizarla (ya sea físicamente o por teléfono) hasta que ella llegó esa noche a la mansión Vongola donde ellos cenaban.

Llevaba con ella una maleta grande, un bolso de mano con carita de osito y un pañuelo sujeto con fuerza en su mano.

No tuvo que caminar mucho más que la mitad del hall, porque Tsuna la había sebtido, y la había delatado con un grito.

Gracias a la ayuda de las llamas del sol, ya podía moverse; y pudo sumarse a la estampida que su familia empezó hasta la castaña.
—¡¡HARUUUU!!!

La morocha se dejó abrazar. Abrazó en particular a Kyoko, Tsuna, Lambo e I Pin.

Tsuna en seguida supo que algo estaba mal. Pero antes que pudiera preguntarle a Haru, ella los apartó, decidida y dijo las palabras que les dolerían a todos

—Haru.... Haru.... Haru no puede quedarse con ustedes. ¡¡¡¡HARU LO SIENTE!!!! Pero.... Haru debe irse. Graciad.... Graciad por todo lo que hicieron por mí en este tiempo....—temblaba, y al decir esas palabras, recordó todas las peleas infantiles con Hokudera, cuando Tsuna salvó su vida por primera vez, los juegos con los más pequeños, las idas a la pastelería  con Kyoko, y no pudo seguir con eso mucho más. No tenía fuerzas para decirles un último adiós— G..Gra....Gracias por todo..,
—Haru.... Si nos cuentas qué pasa....

Tsuna sonó protector y comprensivo. Sin darse cuenta, (Quizás, sospechándolo un poco), que hacía esa situación incluso más difícil para Haru.

Eso, y las lágrimas de Kyoko, Lambo y Chrome, y la cara de negación de I-Pin. Todo junto fue demasiado para ella, que se inclinó, llorando ella también, gritó algo que sonó a "¡Gracias por todo!", y se fue, llorando y corriendo, lejos de ella. En la puerta se cruzó con Hibari, que la vio, y la siguió con la vista hasta perderla, para finalmente girarse a Tsuna.

—¿Qué le pasa a la hervíbora?

—Eso vamos a averiguar. ¡La seguiremos!

Tsuna dijo eso, ya colocándose sus guabtes y realmente en su última voluntad.

Todos sus guardianes (si, también Hibari), decidieron ayudarlo, pero hicieron quedar a Chrome y Lambo.

Juntos, los cinco, recorrieron la zona, en busca de Haru. Pero no encontraron nada. Ni a ella, ni sus huellas, ni siquiera los restos de su presencia.

El primero en rendirse, por cuestiones físicas, fue Yamamoto. Ryohei lo ayudó a llegar a la mansión. Gokudera, Tsuna y Hibari se quedaron hasta la medianoche y un poco más , buscándola.

El jefe  no lo notó hasta que su mano derecha se lo dijo, pero ¡Hibari estaba ahí! ¡Aún!

Al castaño le daba miedo acercarse y hablarle a su guardián, unos cuantos kilómetros más allá. Pero....

Lentamente se acercó al morocho de traje que revisaba unos callejones oscuros.

—Hi...Hibari-san.... Gokudera y yo volveremos a la mansión ahora...
—Oh.... Está bien.

Tsuna se quedó ahí. Definitivamente estaba actuando extraño. Lo miró. Y una vez más, su súper intuición habló por él antes que pudiese dominar sus labios.

—Biien hecho, princesita.

Haru estaba llorando, apretaba su bolsito de osito con una mano y su pañuelo contra sus mejillas. Apenas podía hablar. Pero sus ojos no mentían. Lo miraban con odio.

—¿Los dejarás en paz con esto, verdad?

Él se rió, y la obligó a entrar en su auto. No le dijo nada. Por su parte, él pensaba en que su plan estaba sobre ruedas.

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