Campamento
A media mañana, unos golpecitos en la puerta sobresaltaron a la familia Miura. La madre dejó el bento que practicaba y fue a la puerta. Era muy similar a Haru, pero avejentada. Las canas y las arrugas saludaban desde su cabeza, adormando la sonrisa dulce que su hija había heredado.
Esta dulce mujer encontró en la puerta al miembro de Vongola que mejor conocía.
—¡Hahi! No esperaba verte. Pasa, pasa.
—Buenos días, señorita Miura... Espero no ser inoportuno...
—¡No querido! Estaba practicando un nuevo bento para mi chuchi~— ése era el apodo meloso que usaban los esposos Miura entre ellos. Su visitante la miró. No parecía haber estado triste en lo absoluto. Estaba feliz, radiante, practicando un bento romántico para su esposo. Arriba del escurridor, el bentou de Haru, recién lavado. Ella siguió su vista hasta la cajita—¡Oh, esta pequeña! Se olvidó aquí su almuerzo. Lo noté esta mañana.... Y tampoco se llevó platos y cubiertos...—dijo con un suspiro— Espero que no le haya hecho prpblemas....
—¡! ¿Sabe dónde está Haru?
—¡Por supuesto! Está en un campamento con las compañeras de escuela.
Lo dijo con tal certeza y felicidad que su interlocutor se quedó helado. No sólo por el parecido de una y otra, también por la ciega confianza que tenía en su hija. Entonces, él tomó la decisión.
—T...tienes razón, creo que me lo dijo hace unos días. No la vimos en todo el día así que estaba prepcupado.... Así que hoy salía.... Oh, bueno. Te dre.os que hacerle una fiesta cuando llegue.
—Awwwww ¿la iban a despedir?
—Si, pero se nos hizo el día demasiado pronto.... ¿Haru le dijo cuando vuelve?
—Oh..... Ahora que lo mencionas.... No.
—Um. Ya veo.... Bueno, veremos si alguno se acuerda. Muchas gracias. Ciaossu.
—Ciaossu, pequeñín.
Reborn dejó entonces la dulce morada Miura con la decisión tomada.
Cuando Tsuna le preguntó adónde había estado, él lo miró seriamente.
—Tsuna. Es momento que vuelvas a tomar el mando.
—..... Reborn..... —Tsuna estaba serio—.... No puedo hacer eso.
—¡! ¿¡Qué demonio....?!
—Alguien filtró la información de Haru a una familia enemiga. Alguien que es cercano a esta familia. Lo suficiente como para saber de Haru y Hibari..... Y mientras no sepa quién y por qué..... No puedo pedir más ayuda de afuera.
—¿"Más"?
La pregunta quedó sin responder porque Nana los llamó a la mesa. Y como no querían preocuparla, habían acordado no hablar de Haru frente a ella.
Lo primero que hizo Akari al levantarse, como todas las mañanas, fue ir a ver a Milia.
No la encontró en su cama, y entró en pánico. Tampoco estaba su prisionera por ningún lado.
Creyendo haber cometido un error al subestimar a la chica, comenzó a correr frenéticamente por la casa. Pero no había nada fuera de lugar, más allá de los restos de una pared a la que se le habían caído más pedazos por la mañana.
Desesperado, salió para buscarla en la calle, a punto de reventar la vivienda Miura, pero escuchó una risa que se lo impidió.
Rodeó la casa lentamente, hasta llegar al patio trasero, y vio allí a Haru y a Milia. Milia tenía un vestido de princesa y una corona de flores. Haru tenía un costurero a su lado y ambas se reían mientras jugaban.
Él se quedó mirando la escena, sin crédito a sus ojos. Se sentía.... Raro.... ¿Cuándo había siddo la última vez que Milia se había reído así?
Sintió unas manos que sujetaban las suyas, y de repente, él también era parte del juego. Él y su cosquilleo interno.
Ante los pucheros de las dos, por primera vez, su mente se sintió libre de los fantasmas del pasado, de los vacíos deseos de vebgabza.
Y se sintió otra vez en casa. Jugando con su hermana en el patio, mientras las horas pasaban.
Pero esta vez, algo era distinto. Una nostálgica sensación de no querer que eso acabase nunca. Miedo. Miedo a perder ese castillo de cuentos de hadas que la chica les había construído sin esfuerzo en el aire de su casa.
Y esa sensación como de flores alrededor de esa castaña. Y de su risa.
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