Capítulo 5


Gabe

Calle Sucre N° 34n-23 Edificio Villa Real.

Anexo la dirección al expediente de Samanta que tengo en mi apartamento y aún no comprendo por qué razón sigo con él.

Rememoro como lucía en esa adorable bata que ha visto mejores días pero que dejaban ver el contorno de su precioso cuerpo, esas pantuflas que devoraban sus pequeños pies y ese moño en lo alto de su cabeza con pequeños mechones rebeldes sueltos que adornaban su bello rostro y sus coloradas mejillas, la forma en la que mordía su labio o su mejilla, como cambiaba el peso de su cuerpo por lo nerviosa que estaba o la exquisita forma en la que recorrió con sus ojos mi cuerpo.

Ella es demasiado dulce y a la vez ardiente.

Ahora comprendo porqué un hombre pagaría por ella. Aunque ese hecho me hace querer golpear la pared, debo aceptar que ella trabaja en eso y que hasta yo sería capaz de pagar lo que sea por verla desnuda y sonrojada.

Reconozco que cuando me dejó claro que no ha vuelto a trabajar un alivio recorrió mi cuerpo. Saber que no está expuesta al peligro ni que otros hombres están disfrutando de su cuerpo me alegró profundamente. Lo cual no debería ser así, no necesito involucrarme de esa manera ni preocuparme por otra persona que no sea yo... o Andy.

Pero ¿cómo carajos dejo de pensar en ella?

Sencillamente no puedo evitarlo.

—¿Obsesionándote otra vez con esa chica? —Se burla Julio—. Lo tienes mal, amigo. Es una prostituta y tú estás babeando el piso pensando en ella.

—Julio —advierto.

—Es la verdad, Gabe. —Toma una botella de agua de la nevera y revisa por sobras de comida—. Ella es una chica de la noche y tu un guardián de esta. Aunque es bastante común, ¿sabes? —Encuentra un recipiente con una pasta de hace varios días, la huele y decide que aprueba para ser comida—. Un policía enredado con una modelo de la noche. Típico.

Gruño y cierro el archivo, voy hasta mi habitación y lo dejo guardado en mi cajón. Tomo mi placa, mi arma y le hago una seña a Julio de que me adelantaré a la estación. Resopla y se encoje de hombros. Desde el lunes ha estado fastidiándome por mi "obsesión" con Samanta. Ya está empezando a cansarme la forma en la que se burla y habla de ella y lo que hace.

Para la mayoría de nosotros, las mujeres que trabajan en este "gremio" son unas perdidas, mujeres que disfrutan del "dinero fácil" y les preocupa muy poco los valores y estatutos morales. Pero Samanta se ve diferente, actúa diferente... no sé como explicarlo exactamente, pero en sus ojos hay algo distinto a todas las demás, esa dulce, cansada y aterrada mirada me dice que hay más allá que sólo ese estúpido título de prostituta.

Gruñéndome a mí mismo por obsesionarme con esa chica, decido olvidarla y enfocarme en mi trabajo. No puedo estar distraído. Todo el camino a la estación me esfuerzo por no pensar en ella, y mejor dedicarle mi tiempo a los informes que dejé a medias la noche pasada, pero una vez que llego a la estación y estoy frente al computador, toda intención de no pensar en Samanta se esfuma, cuando decido investigarla más a fondo.

Hoy no será un día productivo. Lo sé.

***

—Y que luego no digan que usamos los recursos de la institución en vano —dice Julio, dejando caer un folder frente a mí—. Para que veas que soy tu amigo y que me disculpo por darle lata estos días. Al menos tu obsesión ya no es una mujer casada, ahora lo es una prosti... vendedora de amor.

—¿Qué es esto? —pregunto y tomo el folder en mis manos, abriéndolo y descubriendo un—. ¿Un portafolio? —Paso cada pagina y me encuentro con fotos de bellas mujeres vestidas para provocar, según el portafolio son modelos de la agencia Top Angels—. ¿Por qué me entregas un portafolio de una agencia de modelos?

—Sigue pasando páginas, amigo, encontraras mi razón de ser.

Un poco receloso, continúo observando a las hermosas mujeres, lo extraño es que cada foto tiene un código o referencia numérica en vez de el nombre de la modelo. Paso a una mujer en lencería bastante sensual para encontrarme con una foto que me quita el aliento.

—Mierda —murmuro y Julio aplaude.

—Soy un genio ¿no? —Se recuesta en el asiento y sonríe—. La verdad es que ahora que he visto esas fotos comprendo cómo puede uno obsesionarse con ella. Y eso que sólo he visto esas fotos y a la mujer en cuestión con una vieja bata y pantuflas.

Lo ignoro. Mi atención se dirige exclusivamente a las fotos frente a mí.

En cada una de las fotografías Samanta es una jodida estrella. Sólo son tres fotos, tres imágenes que se quedan en la retina de mis ojos y en mi mente para siempre. Joder, sólo verla me dan ganas de llamar al maldito numero de la agencia y reservarla sólo para mí.

Su cabello chocolate está ondulado y suelto por toda su espalda, su rostro mira a la cámara por encima de su hombro y su labio inferior se encuentra atrapado entre sus dientes. Su espalda totalmente desnuda se encuentra curvada, una tanga blanca le sigue, resaltando las dos preciosas curvas de su trasero y sus piernas, enfundadas en unas medias y liguero blanco terminan en dos altísimos tacones. Una de sus rodillas se posiciona sobre un futón negro, inclinando su trasero más hacia la cámara. A pesar de la tristeza que al parecer yo puedo percibir en su mirada, la posición que estiliza su espalda la hace ver tan provocativa que tengo que tragar fuertemente y acomodarme en mi maldito lugar por la presión que empiezo a sentir en la entrepierna.

La siguiente foto es peor que la otra o, mejor dicho, su efecto en mí es más intenso. Creo que me han dañado la cabeza para siempre. Ahora ella está sentada sobre el futón negro, de frente a la cámara. Uno de sus brazos cubre sus generosos senos y su cabello se encuentra recogido en un moño alto, unos cuantos rulos adornan su rostro. Su pequeña cintura se resalta para luego dar paso a sus anchas caderas. Usa unas medias negras, liguero rojo, una diminuta tanga negra con rojo y unos enormes tacones carmesí. Sus labios, pintados del mismo color del liguero y los zapatos, están entreabiertos al igual que sus piernas, donde su mano libre descansa de forma provocadora entre sus muslos.

Dios todopoderoso.

La tercera foto es mi perdición. Recostada sobre unas sabanas de seda negra, su cabello ondulado se encuentra esparcido como un abanico suave y sedoso. Sus ojos miran directo al lente, uno de sus dedos con la uña de color rojo traza sus deliciosos labios, sus mejillas se encuentran levemente sonrojadas y eso hace cosas en mi cabeza. Esta vez usa un sostén negro con rosado y una tanga a juego, no hay medias ni ligueros, pero su otra mano agarra la pretina de la tanga y tira de ella hacia abajo, dejando ver solo un poco de su hueso pélvico y el tesoro que probablemente guarda más allá.

¿Y ahora cómo carajos me viviré sin rememorar esto?

Mi jodida mente disfrutará de lo lindo con estas imágenes. Mi mano, con mente propia, traza su rostro como si realmente la estuviera tocando a ella.

Una palmada en mi espalda me aleja del trance. —Te entiendo, amigo. Yo también lo tuve difícil. Esa mujer se ve realmente...

Gruño y Julio se calla. Cierro el jodido portafolio y tomo una respiración profunda. La sangre me hierve de pensar que muchos hombres han visto estas fotos y que varios de ellos la han tenido de esta y otras maneras.

Quiero arrancarle los ojos a Julio, es el más cercano a mí que la ha visto. Nadie merece verla de esa manera, nadie. Ella es demasiado dulce, hermosa, provocativa. Maldita sea. Malditas fotos. Maldito su trabajo. Maldito yo por reaccionar de esta manera a ella.

¿Qué mierda me pasa?

Ni que fuera mía para comportarme como un novio celoso.

—¿Puedo hablar ya o vas a seguir resoplando como un toro furioso? —Fulmino a Julio con la mirada y el idiota sonríe—. Iba a decirte, antes de que te transformaras en este hombre celoso, que me tomé el atrevimiento de llamar y reservar a la chica...

—¿Qué tu qué? —Hombre, ahora sí lo mato.

—Cálmate, bestia. —Grazna Julio, levantándose de su asiento y enfrentándome. ¿En qué momento me le fui encima?—. ¿Vas a dejarme terminar de darte la preciada información que tengo para ti o seguirás gruñendo como una bestia?

—Habla, y será malditamente mejor que esto no vaya en la dirección que me tiene gruñendo como tú dices.

—Como iba diciendo, llamé y ¿a qué no adivinas qué me dijeron? —Se sienta de nuevo y quiero golpearlo por no hablar rápido.

—Si fuera adivino, no trabajaría turnos de doce horas por el salario que tenemos.

—Vale, estamos de mal humor, lo entiendo. De todas formas, la señorita que me atendió me dijo que la chica 4535 ya no está disponible. —Eso me llama totalmente la atención y me pone alerta a sus siguientes palabras—. Al parecer no está trabajando como modelo en estos momentos y al preguntarle si sabía cuando volvería, me dijo que no tienen esa información pero que una vez estuviera disponible de nuevo, sus fotos se habilitarían en la página.

—¿De dónde sacaste el portafolio?

—Bueno, esa es la parte donde deberás besarme el trasero. —Aprieto mi puño frente a él y se ríe—. Vale, los chicos de arriba están detrás de estas agencias de modelos que ya sabemos lo que son realmente. Top Angels es una de las agencias en la mira, así que sólo le pregunté a Xiomary si podría darme un poquito de información y ya vez, ahí tienes el portafolio en tus manos.

—Ya veo, y ella te lo entregó así no más. —Lo dudo. El DNI se caracteriza por no compartir nada con nosotros. Sólo acuden a nosotros cuando necesitan que los perros guardianes les abran el camino.

Se encoje de hombros y sonríe abiertamente. —No exactamente. Digamos que tuve que usar algunas de mis cualidades masculinas para ello.

—No quiero saber qué mierda hiciste con la gruñona para que te entregara esto, pero gracias. Te debo una.

—Sí bueno, ella no es tan gruñona una vez que... —Se calla cuando pateo su silla—. Ya, hombre, que genio te gastas hoy. Ebo devolver ese portafolio en unos minutos, así que toma las malditas fotos y entrégamelo.

—¿Por qué habría de tomar las fotos?

—Vale, déjalas ahí para que los enfermos del DNI sigan masturbándose y mirando a tu obsesión en todo su esplendor.

Vuelvo a gruñir. Julio se ríe y lo maldigo. Imbécil. Tomo las malditas fotos del portafolio y las guardo en un sobre que doblo y guardo en mi bolsillo de la camisa de mi uniforme. Esos idiotas de arriba no van a ver a Samanta de esta manera.

Le entrego el portafolio a Julio y escribo el nombre de la agencia y su dirección, así como el numero de caso y referencia que los del DNI le han asignado. En algún momento necesitaré dicha información.

—Me debes una —dice Julio, guardando el portafolio—. Pensaré cómo cobrarte esto.

—Creí que lo hacías para ayudar a un amigo, además, disfrutas de la gruñona en el camino.

Se toca el pecho como si estuviera indignado. —Lo hice para ayudarte, pero no soy un pedazo de carne. No puedo creer que me uses de esa manera.

Me río y lo empujo. Aceptando que le debo una y que podrá cobrársela más tarde. Sólo espero que no me haga organizar su habitación de nuevo. No creo que sobreviva una segunda vez.

***

Mi jodida espalda está matándome una vez que llego a casa del trabajo.

Reviso mi teléfono que sonó varias veces mientas atendía un posible caso de fleteo. Tengo algunos mensajes de texto, uno de Cindy, otro de Lorna y el último es de Andy. Suspiro y decido no mirar ninguno. Los dos primeros probablemente sean una llamada para sexo y el tercero... probablemente sólo sea Andy preocupándose por mí y no deseo pensar en ella en estos momentos.

De hecho, he pensado en ella muy poco estos últimos días. Ni siquiera la he llamado o le escrito en toda la semana. Debe estar pensando que me sucede algo. El miércoles me llamó y tampoco respondí, estaba en una junta con mi jefe y una vez salí me entretuve con el maldito portafolio de Top Angels.

Si no le respondo, probablemente se aparecerá aquí para asegurarse que estoy bien. Sé que Andy lo hace porque realmente me aprecia y me ve como su familia, pero su interés en mí no me hace ningún bien. Decido responder a su mensaje para no preocuparla y traerla aquí.

Estoy bien, sólo mucho trabajo.

¿Seguro? ¿No estarás exigiéndote mucho?

No, Andy. Sólo ha habido mucho pasando en el trabajo. Pero estoy bien, cansado, pero bien.

¿Estás alimentándote?

Sí, mamá. Estoy comiendo las tres comidas del día y uno que otro antojo.

Lo siento, no puedo evitar comportarme como una madre con mi familia y amigos. Sólo me preocupo por ti. Tú estás sólo y tu compañero de piso no es la mata del orden.

Julio es Julio, pero ambos sobrevivimos. Él con sobras de comida y ya sabes que yo puedo cocinar. ¿Cómo están los niños?

Santi está muy bien, ganó un concurso de conocimiento en el colegio. Belén cada días más gorda y entendida, ya por lo menos duerme toda la noche.

Eso es bueno, ya puedes relajarte y dormir.

Ni tanto, Luke ha estado enfermo. Creo que contrajo gripe.

Me río al pensar en el grandote enfermo y tiritando en cama.

Pobre. Espero mejore.

Gracias, le diré que le mandas saludos. Oh, por cierto. El bautizo de belén lo queremos para el próximo mes, específicamente para el veintitrés. Tienes tiempo.

¿Tiempo?

Sí, tienes tiempo para conocer a una señorita decente y formalizarte. Sería lindo que la llevarás al bautizo.

Andy...

Piénsalo. Te dejo, Belén está llorando porque ya tiene hambre. Te quiero Gabe, y quiero lo mejor para ti.

Yo también.

Suspiro y me recuesto contra cabecera de la cama. Andy no me dejará en paz con el tema de mi soltería. No entiendo por qué le preocupa tanto. Así como estoy, estoy bien. No necesito a ninguna otra mujer que quiera venir y dañarme la cabeza, especialmente una como aquella que su foto descansa bajo mi almohada y por la que me estiro en estos momentos.

Demonios.

—Estas malditas fotos van a ser mi perdición.

No, las fotos no, más bien la mujer reflejada en ellas. 

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