Capítulo 13

Gabe


Luke Jodido bastardo:

Estás ignorando a Andy. No me gusta.

Me quedo observando el mensaje de Luke. El muy imbécil ni siquiera esperó que amaneciera totalmente para enviarme un mensaje y recordarme que existe.

No he dormido nada. Estuve en casa de Samanta la noche pasada hasta las seis de la mañana, para luego correr a casa, cambiarme y seguir con mi turno.

Pensaba llegar a casa y dormir a gusto, pero Julio tenía otros planes y me mantuvo despierto escuchando su muy maratónica noche de sexo con dos mujeres. Sí, dos. La misma cantidad de horas que logré dormir.

Decido ir primero por algo de café y luego responder al mensaje del idiota.

Me sirvo una muy cargada y amarga tasa y la bebo como si fuera agua fría en un día de verano. Toma otra y hago lo mismo, en ese momento el imbécil que no me dejó dormir, entra en la cocina con una maldita sonrisa.

—Te ves como la mierda —murmura. Gruño en respuesta—. No tuviste una buena noche.

—Sólo he dormido dos putas horas en dos días.

Hace una mueca de disculpa y se sirve un poco de café. —Lo siento, amigo. Olvidaba que estuviste ocupado la noche pasada y que ayer tuviste turno diurno.

—No te preocupes. Dormiré algo en mi descanso hoy.

—Prometo cubrirte.

—Te lo agradecería. Sólo espero que hoy se un día tranquilo.

—Puaj, lo dudo. —Busca unas tostadas en la alacena, saca la mermelada de la nevera y, untando dos tostadas, me entrega una—. Hoy inicia el festival Etnico. Tendremos mucho que hacer.

—Mierda —gimo—. Había olvidado eso. —Muerdo la tostada y me froto los ojos—. Imagino que nos podrán a patrullar a ambos.

—Es lo más probable, ya sabes que el culo gordo de Suarez busca cualquier excusa para no salir hoy.

—Imbécil —gruño.

Ambos terminamos nuestro improvisado desayuno, nos alistamos para empezar nuestro turno.

Al llegar a la estación, vemos como varios de nuestros compañeros se encuentran reunidos fuera de la oficina de nuestro comandante. Curiosos y preocupados de que esté sucediendo algo, Julio y yo caminamos hasta allí.

—¿Qué está pasando? —pregunta Julio a Restrepo.

—Una convocatoria —responde con una sonrisa.

—¿Convocatoria? —La confusión se muestra en mi tono de voz.

—Así es —dice Gómez—. Se han abierto dos vacantes para la Dirección de Investigación Criminal y otra para la Dirección de Narcóticos Cualquiera de nosotros puede aplicar y convertirse en detective.

Julio se vuelve inmediatamente hacia mí con una enorme sonrisa en su cara y sus ojos llenos de esperanza.

Sí, esto es lo que ambos hemos estado esperando. Estar juntos en el departamento de homicidios.

—Esta es nuestra oportunidad —murmura mi compañero, golpeando con su mano mi pecho.

—Lo sé —Asiento con el mismo estado de ánimo esperanzador.

—Va a estar complicado —Agrega Restrepo—. La convocatoria ha sido enviada a las treinta y tres estaciones del área metropolitana. —Se encoge de hombros y suspira—. Teniendo en cuenta que de los dos mil agentes cerca del 43% tiene la preparación tanto académica como en campo... siguen siendo demasiados para tres vacantes.

Los hombros de Gómez, que sabemos, quiere estar en el departamento de Narcóticos, se desploman, derrotado ante las palabras de Restrepo. Julio le lanza una mirada de muerte a Restrepo y se acerca a Gómez.

—No te desanimes, compañero. Son muchos agentes, pero ninguno es tan bueno ni está tan preparado como tú. Eres el mejor de esta zona.

—Competiré con otros 860 agentes.

—Y ganarás ese lugar —digo acercándome a Gómez para mostrarle mi apoyo y mi confianza en él—. Pronto saldrás de aquí como el nuevo detective de seguridad de esta ciudad.

Gómez nos sonríe agradecido, nos da una palmada en la espalda a cada uno y se regresa a su escritorio. Julio y yo nos miramos, vamos cada uno a nuestro lugar para descargar e imprimir el formulario de postulación.

Justo cuando estamos a punto de rellenarlo, el comandante nos llama a su oficina. A ambos.

—Señor —decimos una vez que entramos y Julio cierra la puerta. El comandante López nos señala las sillas frente a su escritorio, sin decirnos nada aún. Empiezo a pensar en qué podríamos haber hecho para que esté tan callado y nos haya llamado a su oficina, a puerta cerrada.

Julio, aprehensivo me mira. Sé que está pensando exactamente lo mismo que yo... ¿Ahora qué hicimos?

No es normal que se nos llame a ambos de esta manera. Algo pasa.

—Julio, Gabe. —Toma un folder y nos lo entrega. Julio lo toma, revisa su interior, se sorprende y me lo entrega. Lo primero que leo en ese informe es el nombre Top Angels.

Mierda. ¿Esto es por el portafolio?

Continúo leyendo el informe mientras mi comandante habla.

—Imagino que ya saben a qué se dedica exactamente la agencia que se menciona ahí.

Estamos en problemas. Miro a Julio, su rostro refleja mis pensamientos.

—Y digo, imagino, ya que hace poco respondimos a un llamado de violencia e intento de robo donde una empleada y un "cliente" de dicha agencia se vieron involucrados —Muerdo mi mejilla al recordar el primer día que conocí a Samanta, y las circunstancias que nos acompañaron dicho día—. Hace dos semanas, el departamento de homicidios encontró en una maleta que flotaba en el lago Frailes, el cuerpo de una de los modelos de dicha agencia. La víctima presentaba violencia sexual y señales de tortura.

—Mierda —murmuro.

—Sí, mierda —acuerda mi comandante—. Hace una semana, el cuerpo de otra mujer con las mismas señales de violencia y que curiosamente pertenecía a dicha agencia también fue encontrado en una maleta, flotando en el lago Miraflor.

—Dos mujeres, violadas, torturadas y asesinadas bajo el mismo modus operandi y que además tienen algo en común —reflexiono en voz alta.

—Es demasiada coincidencia —acuerda Julio.

—Además, según el reporte de los familiares de ambas víctimas, las mujeres dijeron que se iban con sus novios de su trabajo por un el fin de semana, en el que se presume fueron asesinadas. —Mi jefe saca otras dos carpetas y nos las entrega, contiene las fotos de las victimas y los informes de cada caso—. En el portafolio y la página de la agencia no aparecen disponibles desde el pasado fin de semana. También, nadie conoce a los supuestos novios con los que iban a pasar el fin de semana y sus respectivos teléfonos móviles, que estaban activos, enviando y respondiendo mensajes, dejaron de funcionar el mismo día en el que se encontraron los cuerpos.

—¿Y la agencia las dio de baja antes de encontrar los cuerpos?

—Así es Gabe. Varios días antes, alegan que ambas les escribieron y se dieron de baja ellas mismas.

—¿Las dejaron ir así de fácil? —pregunta Julio con sospecha—. No se supone que lo hacen. Mi primo que es abogado ya ha tenido casos donde esas chicas tienen serias y grandes dificultades para poder salir de ahí.

—Exacto —aplaude el comandante—. Para el DNI es muy sospechoso esto. Algo está pasando y la agencia debe saber algo.

—Entiendo —digo—. Pero ¿qué tiene que ver eso con que nos haya llamado aquí? —Devuelvo el folder de la víctima Dania Wills a mi jefe—. ¿Necesitan apoyo para arrestar, seguir o interrogar a alguien?

—Sí, pero no es para ofrecer ese apoyo que los llamé. El del DNI está corto de personal y tienen demasiados casos por resolver, especialmente en la Dirección de Investigación Criminal. —Hace una pausa y vuelve a sacar otra carpeta de su escritorio. Hoy es el día de las carpetas para el jede—. Me han pedido que, como esta es una de las mejores estaciones y la que está a cargo de resolver y apoyar la mayor parte de situaciones de crimen y seguridad en la ciudad, y, que además cuenta con varios oficiales de servicio ejemplar que se han preparado y estudiado para ello... Recomiende a dos de mis mejores agentes para que trabajen con ellos en este caso. Es decir, ustedes dos.

Recibo la carpeta y veo que son los formularios de postulación que pensábamos llenar.

—No entiendo, jefe ¿Y la convocatoria?

—Necesitan cuatro nuevos detectives, Jiménez. Dos que han sido seleccionados dedocráticamente —Nos señala—. Y otros dos que participaran de todo el proceso para hacerlo más "justo".

Julio y yo nos miramos sorprendidos y emocionados. Estamos dentro del departamento de homicidios. El comandante ha confiado ciegamente en nosotros y nos ha enviado directamente al lugar que Julio y yo soñamos trabajar.

¡Estamos dentro!

—Sin embargo —dice el comandante antes de que Julio y yo celebremos—. Estarán a prueba durante todo el tiempo que tome resolver el caso. Si logran apoyar y contribuir eficientemente, no volveré a verlos aquí todos los días en sus turnos de doce horas. Es una oportunidad única, muchachos. No quiero perder a mis mejores hombres, pero no puedo no apoyarlos para que crezcan laboral y profesionalmente.

—Gracias mi comandante.—Mi voz está cargada de emoción y sentimiento. Aun no puedo creer que esto esté pasando.

—Gracias, jefe. —Julio se escucha igual que yo.

—Empiezan mañana. Tomen sus cosas de sus escritorios y preséntense mañana a las seis de la mañana en el comando central del DNI.

—Sí señor —gritamos, emocionados y agradecidos.

***

No todos estaban muy contentos de saber que estábamos siendo trasladados a la Dirección de Investigación Criminal, y cuando digo no todos, me refiero únicamente a Suarez.

Su descontento era más que evidente cuando se enteró que la razón por la que Julio y yo tomábamos nuestras cosas personales de nuestros escritorios era un ascenso y no una despedida del Departamento de Policía.

Mientras que él y otros agentes de policía tienen que hacer todo un proceso de evaluación y selección para pasar del Departamento Nacional de Policía al Departamento Nacional de Inteligencia. Y no está de más decir que el proceso no es nada fácil y que serás observado y escrutaran toda tu vida para poder pasar.

El resto de nuestros compañeros estaban felices y orgullosos por nosotros. Nos propusieron celebrarlo, pero, para mi sorpresa, Julio se negó a hacerlo. Mañana es nuestro primer día en el puesto que tanto anhelamos y no quiere echarlo a perder, ni dar una mala impresión ante nuestro nuevo superior y jefe.

Me impresiona y enorgullece mi amigo.

Julio puede ser un poco relajado a veces, pero cuando se trata de su trabajo y de sus metas, es muy centrado y responsable.

Al llegar a nuestro apartamento, Julio corre a llamar a su familia para darles la noticia. Una ola de nostalgia y tristeza me invade al saber que ya no cuento con esa oportunidad de poder compartir con mis padres o con un hermano mis logros y mi felicidad. Ahora esto lo hago es con mis pocos amigos, que son Julio y Andy.

Mientras reflexiono sobre mi situación familiar, inconscientemente tomo mi teléfono del bolsillo y busco en los contactos, sin embargo, cuando realmente me percato de lo que estoy haciendo, noto que no busqué en número de Andy, como siempre lo hacía. No. Esta vez estoy sobre el contacto de Samanta.

Me sacudo sorprendido por esta revelación, y antes de arrepentirme o llenarme de cobardía, pincho el icono de llamada y muerdo ansiosamente mi mejilla.

Su voz, alegre y complacida responde inmediatamente, haciendo que mu corazón se acelere.

—¡Hola Oficial Gabe!

Dios, hace mucho que no me sentía así.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top