Capítulo 13
—¿Entonces sí vamos a ir después de clases? —le pregunté a Sam cuando la alcancé por el pasillo de la escuela. Rodeé sus hombros con mi brazo y la atraje hacia mí sin dejar de caminar.
—Sip. Le comenté a mi mamá y dijo que estaba bien, pero que me quería en casa temprano porque mi papá llega hoy de un largo recorrido; como no lo hemos visto en una semana, quiere que cenemos todos juntos —informó.
—Bien, te dejaré en casa temprano.
Ella sonrió al escuchar aquello y seguimos avanzando. Estábamos esquivando a las personas que se agrupaban en el pasillo antes de clases, Sam llevaba sus cuadernos pegados a su pecho y caminaba deprisa. Entramos a su salón de clases y la detuve por los hombros antes de que fuera a sentarse; ese día parecía muy esquiva conmigo y no quería que nuestra relación comenzara así.
La giré por los hombros para que me encarara y sus ojos parecieron confusos al encontrarse con los míos.
—¿Estás bien? —pregunté. Sam asintió con lentitud.
—Claro. ¿Por qué no debería estarlo?
—No lo sé... te ves un poco distraída. ¿Todo bien con tu mamá? —cuestioné un poco preocupado. Lo que menos quería era meterla en problemas de algún tipo con sus padres.
Sam sonrió.
—Sí, Dean. Todo está perfecto, no te preocupes. —Se acercó y depositó un beso fugaz en mis labios—. Nos vemos después de clases.
Asentí en acuerdo y la vi marcharse antes de ir a mi propia clase. Cuando entré a mi aula encontré a Ally leyendo como siempre.
—Hola, Ally. —Elevó su vista del libro y sonrió al mirarme.
—Holi, Dean. ¿Cómo estás? —cuestionó Ally demasiado alegre. Elevé mis cejas cuestionando su buen estado de ánimo. Quiero decir, ella siempre estaba de buen humor, pero ese día parecía como si caminara sobre las nubes.
—Bien. Te preguntaría cómo estás, pero veo que no es necesario.
Soltó una risa al escucharme y empezó a mover sus rodillas arriba y abajo pareciendo ansiosa. Me senté a su lado y siguió observándome sin poder dejar de sonreír.
—Es que Logan me invitó a salir hoy —admitió—, y creo que... hoy puede ser el día en que me pregunte si quiero ser su novia.
Sonreí al ver el porqué de su emoción, pero casi de inmediato volví a fruncir el ceño confundido.
—¿No te había preguntado antes ya? —inquirí recordando conversaciones anteriores. Ella bajó su rostro y se mordió el labio.
—Sí, pero yo no quería... No sé, no me sentía preparada para estar con él. —Tomó una profunda respiración y volvió a sonreír—. Pero ahora lo estoy.
—Entonces suerte en tu cita —le deseé con sinceridad.
—Gracias.
Después de eso el profesor Martin entró y ya no pudimos hablar.
***
Faltaban solo diez minutos para que acabaran las clases. 600 segundos para salir con Sam, para poder abrazarla y besarla... Y la profesora no dejaba de hablar. Seguía con su diatriba de que las células procariotas no sé qué. Si debo ser sincero, no estaba poniendo mucha atención. Ni siquiera me gustaba biología.
Empecé a guardar mis apuntes en mi mochila para salir corriendo a encontrarme con Sam cuando sonara la campana avisando el final de las clases. Así de desesperado me encontraba. Como si no la hubiera visto antes de entrar a clases o en el almuerzo.
Volví a mirar el reloj y vi que solo habían pasado dos minutos.
¿Por qué el tiempo transcurría tan lento?
—¿Alguien tiene alguna duda? —preguntó la profesora mirando alrededor del aula. Nadie habló—. Entonces, si eso es todo...
—Yo tengo una duda —dijo alguien al fondo del salón. Apreté los dientes mientras los demás lo abucheaban. ¿Qué no se daba cuenta que ya queríamos salir?
Normalmente no me importaba nada de eso, pero ese día iba a ser la primera vez que saldría con Sam como mi novia y estaba ansioso por ello. Ya quería poder tomarla de la mano y besarla sin importarme quién nos viera.
Cuando la profesora respondió la duda de mi compañero nos dijo que podíamos salir y que no olvidáramos apuntarnos en el concurso de Biología que ella estaría coordinando.
O algo así, no alcancé a escuchar muy bien ya que salí corriendo cuando avisó que podíamos salir. Pase con rapidez entré algunas personas mientras otras me saludaban, pero no me quedé a conversar ahí con ellos porque estaba buscando a Sam.
Mi mirada vagaba de aquí para allá escaneando entre la multitud y por fin la encontré un par de minutos después. Se hallaba platicando con otra chica, así que esperé a que terminara su conversación para poder interceptarla.
—Hey, ¿lista? —pregunté mientras tomaba su mochila y la colocaba sobre mi hombro.
—Sí —Se acercó y me besó la mejilla—, pero primero vayamos por algo de comer.
—Está bien. ¿Qué te parece McDonald's? —Sam hizo una mueca de disgusto y reí—. ¿No te gusta?
—No, ¿y a ti?
—No mucho la verdad, pero tienen una campaña y donan parte de sus ganancias a los niños con cáncer. Fue una gran ayuda para Jan y para mí cuando... ya sabes.
El rostro de Sam cayó.
—No lo sabía.
—No mucha gente lo sabe, pero no te preocupes. Mi intención no era hacerte sentir mal —dije y la atraje a mi pecho. Sam me abrazó y deposité un beso en su cabeza.
—El lugar que elijas estará bien para mí. ¿Nos vamos de una vez? —preguntó alejándose un poco de mi cuerpo. Asentí y salimos del edificio con dirección del estacionamiento tomados de las manos.
Observé a Sam por el rabillo de mi ojo y la encontré sonriendo con delicadeza, lo que a su vez me hizo sonreír a mí. Parecía contenta de estar conmigo y eso me alegraba. Yo solo quería hacerla feliz.
Una vez que emprendimos el corto viaje hacia algún lugar donde pudiéramos comer algo, Sam encendió la radio. Rude de MAGIC! sonaba por las bocinas y empezamos a cantarla juntos entre carcajadas. Ninguno de los dos tenía una voz muy afinada.
Cuando llegó la parte donde la letra decía que el padre se negaba a darles la bendición, miré a Sam de reojo y elevé una ceja. Ella rio.
—Mi papá no te diría que no. Una vez que ambos te conozcan te amaran tanto como... —Mi corazón se sacudió cuando hizo una pausa—. Como te lo mereces. Eres un chico increíble y estoy segura de que ellos lo notaran cuando te presente.
—¿Me vas a presentar?
—Sip. —Justo en ese momento pasamos junto a un parque y lo señalé con la cabeza.
—¿Quieres que vayamos a comprar algo para comer y regresemos aquí? El día está agradable. —Sam se encogió de hombros ante mi sugerencia y miró por la ventana.
—Como quieras —dijo sin darle demasiada importancia. Tomé eso como un no.
—O comemos en el local y después vamos a ver la película —propuse. Sam rio.
—De verdad, Dean, como tú quieras. Yo solo quiero estar contigo —confesó. Lo dijo como si fuera lo más normal del mundo, como si no fuera importante, y yo no pude evitar sonreír.
Podía ser que a veces Sam fuera un poco cerrada, pero me quería y saberlo me hacía sentir afortunado. Me alegraba que Sam supiera la verdad y no estuviera conmigo solo por lástima.
Hicimos el resto del trayecto en silencio y, cuando llegamos al local de comida rápida y nos bajamos del coche, abracé a Sam. Fue un gesto que me nació. La quería sentir cerca y solo... Solo demostrarle lo que no podía decir con palabras.
—Gracias —susurré en su cabello.
Ella me abrazó de vuelta y por un momento hundí la nariz en su cuello e inhalé su olor a fresas. Era increíble cómo solo aquello podía lograr relajarme y hacer que me sintiera más vivo que nunca.
—¿De nada? —preguntó confundida. Reí y besé su frente.
—Vamos a comer, anda. —Deshice el abrazo y tomé su mano.
***
Dos horas después salimos de ahí. Habíamos planeado solamente comer y salir, pero empezamos a platicar y el tiempo se nos pasó volando.
—Aquí dice que la función empieza en veinte minutos —dijo Sam revisando la cartelera en su celular—. ¿Crees que lo lograremos?
—Claro. Solo esperemos que los semáforos estén en verde y no haya mucho tráfico —musité. Sam rio divertida.
—¿Puedo encender otra vez la radio?
—Puedes hacer lo que quieras. —Sam tomó mi mano y la apretó antes de encender la radio—. ¡Oh, me encanta esa canción! —expresó emocionada. La miré y me encontré con que ella me estaba observando con ojos enternecidos al tiempo que cantaba.
Cuando dices que me quieres
Sabes que yo te quiero aún más
Y cuando dices que me necesitas
Sabes que yo te necesito aún más
Chico, te adoro
Me sorprendía el sentimiento que le ponía a la canción, la manera en que me miraba con tanta intensidad... y me perdí en el sonido de su voz cantando.
Me encanta contar contigo
Podría hacerlo por toda la eternidad, tú y yo
Cuando menos lo esperé, ya estábamos frente al cine. En diez minutos, lo que fue tiempo récord para mí. Bajamos y compramos las entradas, palomitas y dos bebidas.
Y entonces, sin poder quitar de mi mente la letra de la canción, entramos a la función tomados de la mano.
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