Meliodas es como un pulpo y Sakura lo sabe muy bien, la toca por todas partes y aveces ni sabe cuántas manos la están tocando. Por suerte aquel dulce cerdito siempre lo amarra para que así deje en paz a la chica, ella sonríe feliz y sigue durmiendo, o así es hasta que siente nuevamente la manos mañosas del rubio, está vez el demonio rosado aparece y termina dándole tremendo tortazo en la cabeza. A él no le importan los golpes que su chica le de, lo que importa es que le permita dormir entre sus pechos, lo cual hace y así ambos duermen felices. Una pelirrosa sintiendo dos, cuatro, seis, ocho, diez y hasta doce manos recorriendo todo su cuerpo. Uno feliz de toquetear a la pelirrosa y de dormir entre sus pechos.