15• Luces rojas.

[Ciudad subterránea Hasetsu Kyushu]

[Un mes después del avistamiento Vampírico]

Jamás he sentido tanta envidia en toda mi podrida existencia.

Las gotas caen. Se deslizan con calma, acariciando, lamiendo la piel a su paso. Soltándose desde las puntas del cabello azabache, frenan momentáneamente en las curvas que crean la barbilla masculina y el cuello, estancándose algunas en las clavícula y solamente las más afortunadas tienen el privilegio de acelerar su paso cuesta abajo por los pectorales y abdominales, avanzando por los senderos entre los músculos marcados hasta terminar su fantástica experiencia muriendo en la cintura baja de Yuuri, justo donde los huesos de la cadera sostienen una toalla blanca.

Torturando con más fuerza el peluche entre mis brazos, un jadeo necesitado surge desde lo más profundo de mi ser, anhelante de ser una de esas tantas gotas de agua que sobrevivieron y siguen su camino ahora que el nudo de la toalla a sido soltada y descansa a los pies de mi novio.

Mi muy bueno y malditamente torturador novio.

—¿Estas babeando, gatito?

Obligando mi cerebro a mandar la orden a mis ojos para despegar la vista de aquello en la anatomía de Yuuri que ha robado tantos vergonzosos gemidos de mi garganta y hecho sentir tanto placer al resto de mi cuerpo, busco sus ojos.

Las orbes ambarinas brillan bajo el flequillo húmedo por su reciente baño y una media sonrisa socarrona emerge de sus bonitos labios.

No me cuesta mucho trabajo imaginar la cara de estúpido enfermo sexual que tengo ahora. Y no podría importarme menos.

El cerdito se ha negado a tocarme más allá de lo estrictamente necesario, hablando de nuestra vida sexual, porque el imbécil de Chris dijo que no debo hacer esfuerzos innecesarios.

Sin embargo, yo creo que hacer el amor con Yuuri Katsuki es MUY necesario.

Y Yuuri cree que es mucho mejor tratarme como si fuera de cristal. Aún si yo le digo que puede tratarme como la puta más barata del mundo y empotrarme contra las paredes o tirarme al suelo y ponerme en la posición que él más desee.

Aunque la parte racional de mi mente, aquella que no se deja sucumbir por la calentura de la parte baja de mi cuerpo, me recuerda que aún me cuesta trabajo respirar bien al caminar por mucho tiempo ahora que mandé a la mierda el respirador y el tanque de oxígeno. Además de que a mi me gusta que Yuuri sea medio bruto y animal en el sexo y eso podría volver a romperme las cosquillas que apenas sanan. O abrir mis heridas.

La abstinencia a mi edad es una jodida tortura.

—Si —contesto, sincero. Porque de verdad siento que la boca me salivea más de lo normal y quiero lamerlo y morderlo en cada tramo de piel descubierta. Seguir los rastros que el agua dejó en su cuerpo y...

—Sabes que no debemos, Yura.

Respondo con un gruñido bajo, mitad refunfuño y mitad blasfemia.

El puchero en mi rostro surje efecto cuando él se acerca, aún desnudo, y silencia mi grito de protesta porque tomó mi cerdito de peluche y lo lanzó de mis brazos al otro lado de la cama con un beso apasionado.

Mi boca se abre gustosa y mi lengua busca con desesperación su sabor. Mis manos tocan todo a su paso, maravillándome con la calidez y la humedad en su piel.

Sus manos hacen lo mismo y sonrío en medio del beso al sentirlo despojándome de mi ropa.

Una vez desnudo me recuesto en la cama, permitiéndole observarme a plenitud. Algo no está bien, lo veo en sus ojos y en su ceño fruncido, y justo cuando quiero preguntar qué rayos anda mal y por qué demonios se ha detenido, sigo su mirada en mi cuerpo.

Las cicatrices en mi pecho y abdomen aún son rosas y la piel se ve claramente delgada.

—¡Ni se te ocurra dejarme así! —grito sobre el nudo en mi garganta, ignorando las lágrimas que se aglomeran en los ojos —Estoy bien, Cerdito. Por favor, tocame...

Rogaré si es necesario. Y la situación me trae un recuerdo. La primera vez que Yuuri y yo hicimos el amor yo tenía un profundo miedo al ser desagradable para él por las cicatrices en mi cuerpo.

En esa ocasión Yuuri besó y lamió cada una de ellas.

Sé lo ridículo y necesitado que soy ahora, pero lo necesito. El anhelo por sentir su amor es lo único que sostiene mi resolución por soltar las riendas de mis emociones y llorar, gritar y patalear para descargar todos los sentimientos encontrados que han ido acumulándose desde que desperté habiendo escapado de las garras de la muerte.

—Te conozco, amor— dice él, tomando mis tobillos con ambas manos y jalándome a la orilla de la cama. Ronroneo al verlo hincándose entre mis piernas. —Estoy aquí, Yuri. No tengas miedo, sigues siendo lo más hermoso que he visto en mi vida.

Las lágrimas nublan mi vista y me estremezco al sentir su aliento acariciando la piel sobrecalentada de mi miembro. Cuando el primer beso toca mi carne, cierro los ojos y abro aún más las piernas, descansado los muslos en sus hombros.

—Manos sobre la cabeza, gatito. No te muevas mucho o me detendré, lo digo en serio. No quiero que te lastimes.

Mi cuerpo obedece al instante, mi cerebro desconectado desde la primera caricia de su lengua, dejándo el control de mi ser a las deliciosas sensaciones que él crea con sus tortuosos movimientos.

Mis suspiros y gemidos rebotan en las paredes, como una bolita de pinball. El ronroneo en mi pecho perdiéndose con el jadeo por la falta de aire.

—No... —Pido cuando su boca me abandona, su pulgar acariciando la cabeza de mi pene.

—Respira hondo, Yuri.

Obediente, inhalo con lentitud y dejo que el aire abandone mis pulmones por la boca.

El tiempo pasa eterno con él llevándome al borde del orgasmo y deteniéndose justo en el momento que estoy al borde del abismo placentero, instándome a respirar.

Con un par de succiones fuertes, por fin la descarga de placer puro y ardiente recorre cada fibra de mi ser, viajando por mis venas y cegando mi visión con luces de colores. Fuegos artificiales estallando en mi cerebro, producto del choque entre mis neuronas.

El dolor agudo en mi costado por mis costillas llorando ante el arco perfecto que formó mi espalda al llegar a la cumbre del placer, dejó de importarme ante la felicidad post-orgasmica.

—¿Estas bien, bonito? —pregunta Yuuri, poniéndose de pie. Otorgándome la vista sublime de su miembro erecto, apuntando hacia su ombligo.

Ignorando su pregunta, intento sentarme y alcanzarlo, no obstante todo lívido se esfuma al escuchar la fastidiosa voz de J.J resonando en la estancia.

Ambos giramos de mala gana, viendo con profundo odio el radio intercomunicador de Yuuri en la mesita de noche, cerca de donde fue a parar mi peluche.

—Katsuki, ¿dónde estás? Estoy esperándote en la segunda entrada. —Informa Leroy.

—Mierda, lo había olvidado.

—¿Qué cosa? —pregunto desilusionado al verlo alejándose y buscando su ropa.

Me dejo caer en la cama, rodando por la cama hasta topar con mi cerdo de felpa rosa para abrazarlo sin dejar de ver a mi novio.

—Vamos a revisar las entradas de la ciudad.

Eso me pone alerta.

—¿Por qué? ¿Pasa algo?

—Yakov ha visto huellas en la nieve cerca de las entradas. Los Upyr deambulan por las noches y queremos reforzar los portones.

—¿Por las noches? —Me levanto del lecho al verlo buscando su chaqueta negra, y tomándola del armario, lo ayudo a ponérsela —Eso no tiene sentido. Hace días que ya no hay sol, ¿por qué hacerlo sólo por las noches?

—Es por ello que reforzaremos la seguridad.

El pánico provoca una punzada en mis heridas. No porque dolieran, sino como un recordatorio del vampiro que las hizo.

—Ellos... están buscando la forma de entrar —digo, incrédulo.

—Lo que más me preocupa es que ya saben dónde estamos.

—¿Qué... Qué haremos?

—Primero quiero que te tranquilices —dice en voz baja, y con las manos masajeando mis hombros da besos esporádicos en mi frente. —Las huellas están cerca, pero no han tocado las entradas. Lo más probable es que no saben aún dónde están así que eso nos da mucha ventaja.

Gruño al escuchar la voz de J.J apresurando a mi novio.

—Ve, date prisa y vuelve para que me hagas el amor como es debido —ordeno rodeando su cintura con mis brazos, alzando la cara para exigir un beso—. Esto debe ser doloroso —digo con una sonrisa traviesa, acariciando su erección sobre la tela del pantalón.

Yuuri sonríe y me besa antes de ir por su radio y salir de la habitación. No sin antes darme una palmada en el trasero.

Río sobándome la nalga magullada y regresando a la cama por mi cerdito, dispuesto a ir por un par de galletas a la cocina, busco pantalones y una playera.

En los pasillos casi no hay gente y las pocas personas en la sala están silenciosas, viéndome lo más disimuladamente que pueden. A mi y al cerdito que no habían visto en mucho tiempo porque mi novio lo había vetado de mis brazos por celos estúpidos.

Tal vez la curiosidad de todos se basa en que llevo casi diez días recluido en mi habitación. Los primeros dos llorando la muerte de mi amigo y los otros días porque, sencillamente, no tenía ganas, ánimos, ni la fuerza para moverme por mí mismo.

Ahora que el tanque de oxígeno y la silla de ruedas han regresado al área médica, yo me siento un poco más libre. Más lento que una tortuga, pero libre.

La nostalgia es palpable en el ambiente. Todos estos días tuve que mentalizarme, prepararme y convencerme del hecho de que Zet no estará más.

Ya no lo veré en las salas conversando con su hermano o con los demás. Ya no estará en el comedor burlándose de las personas. No entrenará más con Mila. No esperará por mí en el estacionamiento para conversar mientras esperamos a Yuuri y su hermano.

Phichit tampoco está a la vista. Sé por Yuuri que está bien y que Seung-Gil no lo ha dejado solo en ningún momento. La última vez que lo vi fue la noche que Zet dejó de respirar. Ambos sentados en las escaleras del estacionamiento, él con una cajita dónde su pequeño hermano había sido reducido a cenizas.

Ambos llorando, los gritos ahogados de él quebrando el aire. Ese día vi llorar a una de las personas que más sonrisas le ha robado a la gente que lo rodea y me sentí como un completo inútil por no saber qué hacer.

—Gracias. —Dijo Chulanont esa noche, limpiándose la cara con las mangas de su suéter. Viéndome con sus oscuros ojos rojos e hinchados.

—¿Por qué? —hipé viéndome los pies que colgaban de la silla de ruedas.

—Por lo que hiciste por Zet...

—No hice nada especial.

—Lo hiciste. Lo liberaste.

No entendí a qué se refería y por el rabillo del ojo logré vislumbrar a Yuuri y Seung-Gil en un rincón junto a un camión. Observándonos preocupados.

—Yo... no hice nada. —Repetí luego de controlar la respiración y haciendo a un lado el tubo en mi nariz que abastecía de oxígeno mi pulmón maltrecho y ayudando al sano a mantenerme bien.

—Yo fui muy cobarde, ¿sabes? —Phichit habló siempre en voz baja, con la vista en la caja de madera. Probablemente sus palabras eran más para Zet que para mí. —Él sufrió mucho con la muerte de nuestros padres... Nunca lo dijo, pero su mirada poco a poco se fue apagando. Creo que cuando él sonreía lo hacía por los demás, no porque realmente lo sintiera. Zet, siempre fue un niño dedicado y amable, por eso cuando le rogué que nunca me dejara sólo... Lo tomó demasiado en serio. Viviendo más para mí que por él mismo.

Eso me descolocó.

—¿Tú le pediste algo así...?

—Si. Cuando te rescatamos y mi padre murió, se lo pedí después de decirle que papá no volvería —las lágrimas bañándole el rostro lleno de arrepentimiento—. Fui muy egoísta con él. Yo no quería quedarme solo. Zet era lo único que sobrevivía de mi familia. Sin darme cuenta dejé en sus hombros la responsabilidad de vivir, sin importarme sus sentimientos.

Quería refutar todo. Decirle a Phichit que estaba equivocado y su hermano vivió porque así lo quiso y luchó para estar junto a él.

Pero lo que Phichit decía tenía sentido.

Incluso una vez Zet llegó a preguntarme si yo creía que había algo más allá de la muerte. En esa ocasión yo respondí que "sólo los muertos lo saben".

—Por eso te doy las gracias —continua Chulanont—. Lo que le dijiste a Zet fue lo mejor. Él sufría. Su corazón era forzado a seguir latiendo... Yo no dije nada porque era un maldito egoísta que no quería perder a toda su familia y prefería que él soportara el dolor por mí a dejarlo ir.

El llanto de Phichit me obligó a hacer algo que tenía exclusivamente reservado para Yuuri y Hiroko. Lo abracé. Rodeé con torpeza sus hombros con mis brazos, casi cayendo de la silla y agradeciendo que él estuviera en el segundo peldaño de la escalera para templar las alturas.

Fue un abrazo incómodo, pero necesario.

—Ahora ya no importa, Phichit. Zet está bien, ya no le duele y tú debes aprender a vivir con la familia que te queda.

Separándose, él buscó mis ojos con obvio desconcierto.

Yo hice una mueca, moqueando y limpiando las lágrimas de mis mejillas.

—No sé lo que piensas tú, pero para mí algunas personas dentro de éste lugar somos una familia. Algo extraña, pero es todo lo que tengo...

Phichit asintió y guardamos silencio hasta que nuestros novios llegaron por nosotros.

Pensándolo bien, nunca consideré con calma la pregunta de Zet Chulanont.

Hey, Zet ¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor? ¿Cómo es ese lugar? ¿Dónde estás?

¿Hay realmente algo más allá de la muerte?

Si realmente es así, mi abuelo y Zet deben estar ahí. Porque ambos fueron buenas personas. Quizá el abuelo se reencontró con la abuela y le pidió perdón por todo. Quizá Zet ya está con sus papás.

¿Y mi madre? ¿Está ella en el mismo lugar? ¿Se le perdonaron todas sus malas acciones, sus pecados y ahora ella también danza entre las nubes?

¿Quién decide eso? ¿Quién perdona?

También cabe la posibilidad de que no haya nada. Sólo oscuridad y el sueño eterno.

Sólo los muertos saben.

Pero yo si creo que mi abuelo habló conmigo en sueños.



~~



En la cocina Hiroko, Mari y otras tres señoras preparan la comida entre risas y movimientos fluidos y expertos.

—¡Yuri—chan! —exclama la regordeta mujer con ojos idénticos a los de mi novio. La sorpresa por verme está plasmada en el rostro de las demás mujeres. Y pronto me veo rodeado por ellas y de sus preguntas sobre mi salud.

—Estoy bien, viejas dramáticas —gruño a las otras tres, avergonzado. Esas personas son las que han hecho hasta lo imposible por enseñarme, intentarlo al menos a cocinar.

Dulcifico mi expresión antes de girarme y encarar a Hiroko.

—Estoy bien, Oka-san—repito en voz baja con un bono incluido. Cuando yo llamo así a Hiroko ella se sonroja y sonríe tiernamente antes de pararse sobre las puntas de sus pies y darme un par de palmadas en la cabeza. Eso la hace sentir bien y yo soy muy feliz si ella sonríe así. Hiroko es lo más cercano a una madre que pude haber tenido y por ello creo que está bien decirle así. Y ella no se queja.

Aunque hice un berrinche al saber qué significaba porque ella simplemente me pidió que la llamara así, mas no me dijo el significado. Lo descubrí una vez que Yuuri entró a la cocina sin que me diera cuenta, después de escucharme llamado de esa forma a su madre, me besó sin tomar en cuenta a las mujeres a nuestra alrededor.

—Deberías estar descansando, Yuri—chan, le diré a Yuuri que te lleve la comida en cuanto terminemos.

—Ah, bien, gracias, pero me siento mejor y quise estirar las piernas un poco.

—No hagas muchos esfuerzos. Bajaste por el elevador, ¿verdad?

—Si, lo hice... Además vengo a robarle galletas.

Todas ríen y justo en el segundo que Hiroko toma mi mano para guiarme a la despensa la puerta se abre, revelando a Toshio Katsuki.

Como acto reflejo me suelto del agarre de Hiroko e ignoro su mirada inquisidora, desvíando la vista.

—Ah, joven Plisetsky, que bueno que lo veo —salto en mi lugar ante su voz, muy pocas veces ese hombre se dirige a mí—. ¿Podría acompañarme, por favor? Me gustaría hablar con usted.

Inseguro, asiento y doy un paso para seguirlo.

—¿De qué quieres hablar con Yurio, papá? —pregunta Mari cuando estoy frente a su padre. Brazos cruzados y usando el estúpido apodo que Viktor me puso.

—Asuntos que solamente nos conciernen a nosotros, Mari.

—Toshio... —La voz de Hiroko muestra clara advertencia y su mirada se centra en su esposo.

—No le haré nada, mujer —asegura y sonríe antes de salir. Yo lo sigo no sin antes asentir al escucharla decir que vaya por mis galletas más tarde.

Las miradas de los ciudadanos ahora son más descaradas. Viendo con ojos bien abiertos a uno de los líderes de la ciudad siendo seguido por el recién nombrado Aniquilador, que casi muere en su primera expedición como tal, quien camina como un sentenciado a cadena perpetua con un cerdo de felpa en las manos.

No es que mi relación con el padre de mi novio sea mala. Es que NO hay una relación.

Toshio Katsuki me odia. Al menos esa impresión me ha dado siempre, o desde que Yuuri y yo aceptamos libremente nuestra relación frente a todos.

Para ese hombre yo solamente soy un chiquillo impertinente que descarrió a su hijo del buen camino de la heterosexualidad. Yo manché el buen nombre del comandante Yuuri Katsuki con mi nombre y mi sexo masculino al osar enamorarme de él y permitiendo que me amara de igual manera.

Y lo que el Katsuki mayor no puede perdonarnos a su hijo y a mi es que, cuando nos pidió reconsiderar nuestro noviazgo, tanto Yuuri como yo le dijimos que lamentábamos mucho no tener su aprobación, pero que primero muertos antes de separarnos.

Eso explica en gran medida por qué Toshio jamás ha ido a verme cuando algo malo pasa y debo ser ingresado en el área médica. Aunque, según Hiroko, su esposo siempre pregunta por mí salud y bienestar.

—Toma asiento, por favor. —Obedezco sin dejar de ver todo a mi alrededor. La oficina es del mismo tamaño que la de Yakov y de igual forma hay pantallas mostrando imágenes de la ciudad subterránea y sus alrededores en la superficie. Las paredes blancas y muebles cafés. En el escritorio varios portarretratos se aprecian, sin embargo no puedo ver las fotografías desde aquí— ¿Cómo has estado, muchacho? ¿Cómo va tu recuperación? Creí que guardarías reposo más días. Me sorprende que Yuuri te haya dejado caminar solo.

Con la espalda erguida y mi peluche en un férreo agarre en la celda que forman mis brazos, respondo con aparente calma: —Estoy mucho mejor. Christopher cree que en un mes más ya no tendré que preocuparme tanto, aunque ahora debo evitar muchos esfuerzos. Me cansé de estar en el cuarto y salí sin que su hijo se diera cuenta, pero lo más probable es que se preocupe si regresa a nuestra habitación y no me encuentra.

Lo último no es totalmente cierto. Si Yuuri no me veía iría a buscarme con su madre y, solamente si no me hallaba con ella ni en el estacionamiento, comenzaría a preocuparse. Pero tengo la esperanza que diciendo aquello el hombre me deje ir rápidamente.

—Tienes razón. Mi hijo te quiere mucho.

Muerdo mi lengua y desvío la mirada antes de responderle algo como "Su hijo me ama, señor, no simplemente me quiere mucho."

Sus ojos oscuros como los de su hija mayor me observan con atención. Si los ojos de Hiroko son como el chocolate con miel, los de Toshio son como el café cargado. Con la misma capacidad de la cafeína para ponerte alerta y espabilar.

—Bonito peluche, hace meses que no te veíamos por los alrededores con él y...

—Discúlpeme —interrumpo, controlando el impulso por salir corriendo. En primer lugar porque mis piernas no están preparadas aún para ello ,y en segundo porque no entiendo a qué viene todo esto. —¿Hice algo malo, señor Katsuki? Dijo que quería hablar de algo importante conmigo. Si es así no creo que deba forzarse a ser amable, dígame lo que necesita sin darle tantas vueltas.

Los ojos del hombre siguen su inspección a mi rostro, pero esta vez no desvío la mirada. Creo saber de qué lado heredó Yuuri su cara de póker al intentar ocular sus pensamientos. Toshio es como un muro impenetrable. Lo que se espera de un líder de ciudad. De un hombre al que más de doscientas personas le confían la vida.

—Tienes todo el derecho de estar a la defensiva y cuestionar mi trato contigo —suspira el hombre y puedo ver un deje de tristeza en su rostro—. ¿Qué crees que pienso de ti, Yuri Plisetsky?

—Creo que me odia. —Admito. Él parece genuinamente sorprendido.

—¿Y sabes por qué?

—Soy la pareja sentimental de su hijo menor y único hombre. Usted no esperaba que su hijo se enamorara de alguien del mismo sexo. Creo que para ustedes todo hubiera sido mejor si Yuuri y yo no nos hubiésemos conocido.

Toshio sopesa mis palabras, su rostro relajado y un pequeña sonrisa en los labios.

—Siendo sincero, sí. Eso pensaba.

—¿Pensaba?

—Veras, Yuri. Siempre deseé que mi hijo siguiera mis pasos. Que Yuuri fuese un militar, de los mejores. Que Yuuri se case con una hermosa mujer. Que Yuuri tenga hijos y una familia amorosa. Todo esto no es nada muy diferente de lo que todo padre espera de sus hijos, ¿no lo crees?

—No, no lo creo —digo, pensando en mi madre y el abuelo. Ambos egoístas y rotos sentimentales como para desear el bienestar y la felicidad de los que, ellos consideraban, les arruinaron la vida—. No todos crecimos en un entorno familiar lleno de amor y apoyo, señor Toshio. Y sobre todo, creo que usted no consideró los deseos de Yuuri en su plan de "vida perfecta".

—Si, exacto —responde él, sonriente. —No lo consideré hasta hace poco. Para mí fue la mayor desilusión del mundo que todas las expectativas que tenía sobre mi hijo se vinieran abajo. Una tras otra. Pero, ¿sabes? Ahora comprendo que no es así. Tú le haz dado a Yuuri más felicidad de la que lo hubieran hecho mis deseos para él.

—No lo entiendo.

—Con la muerte de Zet he comprendido, un poco tarde a decir verdad, que debemos atesorar todo lo que tenemos ahora. He visto a Phichit, ese chico al cual conozco desde que era niño y jugaba con Yuuri por todo el Onsen, desmoronarse. Y aún cuando solamente es una pequeña parte del chico sonriente que ha sido siempre, sigue adelante y se aferra a sus seres queridos. Tampoco vi de buena forma su relación con el Coreano Seung-Gil Lee... pero ambos juntos siguen adelante. Apoyándose.
Tú eres la fuerza de Yuuri, tú eres su apoyo en todo esto y no lo había notado. Mejor dicho, no había querido verlo. Y te doy las gracias por eso, Yuri Plisetsky. No sólo para mí hijo, también para mí esposa —él suspira, desvíando sus ojos a uno de los portarretratos en el escritorio—. Por mi deseo de ver a Yuuri como un militar, él renunció a sus propios sueños y tuvo que alejarse de casa. Eso lo alejó de nosotros y provocó en mi esposa mucha tristeza por no poder convivir con nuestro hijo. Con tu llegada es como si Hiroko tuviera otra oportunidad para consentir a un hijo. Ella y Mari te quieren mucho. Viven preocupadas por tí y Yuuri.

—Yo también las quiero. Nunca tuve una familia amorosa o algo por el estilo, la señora Hiroko es como una madre para mí y Mari es una divertida hermana mayor.

—Es de eso de lo que quería hablarte. Lamento el trato que he tenido contigo y hacerte creer que te odiaba. No es así, sólo es difícil aceptar las decisiones de nuestros hijos. Pero Yuuri es feliz. Tú lo haces feliz. Y al resto de mi familia. Quiero que cuentes conmigo, Yuri, quiero que te sientas parte de mi familia.

¿Yo? ¿Parte de los Katsuki?

—Señor, yo... no sé qué decirle.

—Di que aceptas.

La adversidad une personas, sin duda.

—Se lo agradezco.









—Eres un maldito brujo.

—¿No te incomoda que tu novio se la viva diciendo tanta grosería, Yuuri? —dice Viktor, ignorándome mientras extrae sangre del brazo de Katsuki.

—Uno termina acostumbrándose —responde Yuuri, guiñando uno de sus preciosos ojos al verme. Me limito a sacar la lengua y poner los ojos en blanco antes de seguir viendo al bebé vampiro.

Esa cosa no es ni remotamente similar a lo que vive en mis recuerdos. La cosa que J.J capturó en el aeropuerto era como sacada de una película de terror. Piel pálida, lampiño, lleno de sangre, berridos animales y y las venas moradas marcadas bajo la piel.

El bebé en la incubadora es otra cosa completamente distinta. Dormido y con una ligera pelusa de cabello oscuro sobre la cabeza, el color de la piel aduraznada y mejillas rosas. Si no fuera por los dientes visibles en su boca entreabierta, diría que es un bebé normal cerca del primer mes de vida.

Cables con sueros se conectan a las intravenosas en sus brazos y piernas. El monitor a su lado marcando sus signos vitales muestra que todo en él es normal salvo la temperatura corporal cerca de los 39 grados.

No puedo creerlo aún cuando está frente a mis ojos murmuro y como si supiera que hablo de él, el vampiro despierta. Sus ojos, en comparación con los Upyr, muestran una ligera capa negra sobre el perceptible iris café. Como si vieras algo a través de lentes de sol. Mostrando que la cura está siendo infalible en su pequeño cuerpo.

—Está despierto. —Anuncio y el crío llora viendo a Viktor acercándose.

Tomo asiento junto a Yuuri al ver que el doctor se coloca un par de guantes gruesos, parecidos a los que usan los técnicos en electricidad, antes de agitar un biberón con una extraña sustancia rosasea. Acercándose al vampiro.

—¿Por qué usas guantes? ¿Qué es eso?

—El Vampiro a veces lo muerde —me responde Yuuri quitándose el algodón húmedo de la herida que le hizo la aguja. Tanteando que ya no sangre—. Lo que el biberón contiene es leche mezclada con mi sangre.

—¿Qué? —jadeo, viendo al monstruito bebiendo feliz —¿Lo han estado alimentando todo este tiempo contigo? ¿Qué eres? ¿Su presa?

—Calma, gatito —suspira antes de abrazarme. —No es siempre con mi sangre, también con Viktor, Chris, J.J y hasta Otabek. Ahora ya acepta un poco de leche, antes su cuerpo no recibía nada que no fuese sangre. Solamente ha pasado un mes y la cura ha avanzado mejor de lo que estábamos.

Guardo silencio. Eso es completamente cierto. No hay como negarlo, sin embargo no sabemos si será factible con todos los infectados.

—¿Crees que sirva en todos, Viktor?

El aludido me observa una vez que su conejillo de indias ha sido alimentado y se decide a sedarlo de nuevo.

—Creo que es muy posible —contesta extendiéndome un tubo pequeño y sellado, con una sustancia rojiza en su interior. Puede leerse "Salchow" en la etiqueta—. Fue probada en el hijo de dos de las clases más fuertes, si quieres puedes llamarlo "un original" y está funcionando. Lo más probable es que en los infectados funcione mejor aunque no sabría decirte si se necesitará una dosis mayor.

—¿Dosis mayor? ¿Qué harás para conseguirla? ¿Dejar seco a Yuuri?

—Amor, tranquilo. Tenemos un plan que no incluya tener que matarme para conseguir mi sangre.

—¡Iremos a Tokio cuando la primavera llegue! —exclama Viktor—. La Ciudad Amurallada cuenta con mayor equipo médico y científico y ellos tienen quince personas de sangre pura como la de Yuuri. Nosotros tenemos a Sala, Michell y a Yuuri junto con otros seis puros, la cura será más fácil y rápida de crear con más científicos a cargo. Con suerte el mundo volverá a la normalidad más pronto de lo que creíamos.

Mis ojos sorprendidos buscan las orbes de mi novio. Yuuri parece feliz y convencido de ello.

—Papá y Yakov están de acuerdo que al llegar la primavera la mitad de lo Aniquiladores viajemos a Tokio junto con Viktor y Christopher. Aún hay esperanzas para la humanidad, Yuri.

Recibo de buena gana su beso, escuchando como Viktor ríe encantado.

Aún hay esperanzas para la humanidad, dijo.

¿Es eso real? Después de tantos años viviendo como ratas bajo tierra escondiéndose para no ser devorados, ¿El mundo volverá a ser como antes?

Viktor Nikiforov ha creado una cura con un nombre ridículo para las demás personas, pero con un gran poder sentimental para él al ser el primer salto logrado en una pista de hielo frente a sus padres.

Viktor Nikiforov ha creado la salvación para la humanidad basándose en la sangre de Yuuri Katsuki.

La sangre de Yuuri Katsuki en la cura de nombre Salchow ha exterminado al menos el 75% del virus Lexán en el cuerpo de un vampiro original.

¿Es eso real?

¿Podremos volver a ver las estrellas por la noche?

¡Si!, Grita mi mente.

¡Finalmente!, Canta mi corazón.








[Ciudad subterránea —Hasetsu Kyushu]

[Un mes y dos días después del avistamiento Vampírico]

—Yuri, despierta.

Gruño y me acurruco mejor.

La cama está calentita, mi peluche descansa en mis brazos y el calor de Yuuri a mis espaldas repentinamente desaparece, pero el aire en la habitación tiene un efluvio agradable.

El chocolate caliente y las galletas de vainilla que cenamos antes de dormir han dejado su olor a hogar en el aire.

—¡Yuri, despierta!

El grito de mi novio me saca del mundo de los sueños. Y las ganas de mandarlo a la mierda se pierden en el fondo de mi garganta al abrir los ojos y ver las luces parpadeando desde el techo, iluminando su rostro preocupado bajo la seriedad en sus facciones.

Yuuri viste el pantalón y las botas negras de su uniforme, sin embargo no hay playera ni chaqueta negra, solamente su sudadera azul favorita.

Mi cuerpo se mueve por si mismo al verlo buscando nuestras armas por la habitación y hablado por su radio tan veloz que no logro entender qué dice, pero sé que la voz es de su padre.

No teniendo la menor idea de dónde demonios podría estar mi pantalón, me quedo en shorts y me pongo la sudadera que dejé en la cabecera de la cama antes de dormir y me llega a mitad de los muslos. Calzándome las botas, agarro mi peluche y lo meto en la bolsa de la sudadera.

—¿Qué sucede, Yuuri? ¿Qué son éstas luces rojas? —pregunto, desesperación destilando en mi voz. —¡Dime que sucede!

Yuuri toma su pistola y la metralleta antes de pasarme mis Glock.

—Aun no tienes fuerza, Yuri, si es posible no las uses a menos que sea estrictamente necesario o podrías lastimarte. Saldremos de aquí, como no puedes correr voy a cargarte en mi espalda así que, por favor cálmate y...

—¡Respóndeme, maldita sea! ¡¿Qué demonios está pasando?! —Grito.

La voz de Toshio Katsuki resuena sobre el sonido de la alarma en los pasillos, filtrándose desde la bocina del intercomunicador.

"—Yuuri, salgan de ahí ahora. Están en el décimo piso. Han traspasado la primer entrada. ¿Me escuchas? ¡Ve al estacionamiento ahora mismo!"

Mis ojos se agrandan, viendo la desesperación en los ojos que tanto amo. Yuuri me observa, tan incrédulo como yo.

—¿Han entrado...? ¿Los Upyr? ¿Cómo...?

—Eso ya no importa ahora, amor, mírame —su voz es fuerte y decidida, intentado tranquilizarnos a ambos. Sus manos en mi rostro están frías—. Vamos a salir de aquí. Todo estará bien. Prometo que voy a sacarte de aquí a salvo.

Agradecimientos especiales a LittleChanik por betear el capítulo. Es la primera vez que alguien ve el capítulo de una de mis historias antes de ser publicada y es una experiencia nueva.

¡Gracias, Caro!

Y gracias a todos ustedes por leer, votar y comentar su sufrimiento en éste fic(??)

ByeByeNya🐾

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