10• Mi Secreto.
Después de la tragedia de Georgi y Anya, las cosas en Hasetsu estuvieron algo tensas. Todo era inquietante, desde el hecho de que muchos soldados murieron en las inexplicables explosiones en una zona residencial, hasta la aniquilación de una ciudadana, seguido del suicidio del novio de ésta y enfermero en la ciudad subterránea.
En otoño los Aniquiladores y Buscadores estuvieron más nerviosos que de costumbre. Una vez que el invierno llegara no habría mucha luz solar y los Upyr popularian libres por la superficie. Así que necesitábamos abastecernos de alimentos suficientes para soportar hasta la primavera.
Yuuri estaba particularmente aliviado por ello, puesto que eso retrasaría más mi salida de nuestro refugio.
Así que mientras él acarreaba comida junto con los demás soldados, como si de hormigas se tratasen, yo entrenaba con más ahínco.
La tarde del deceso de la trágica pareja, Yuuri y los demás líderes tuvieron una reunión para tomar medidas de prevención y entregar sus reportes del exterior. Aunque yo no había visto nada de la muerte de Georgi, admito que si fue chocante y sumado al descubrimiento de la mentira blanca que Yuuri usaba conmigo, tenía muchas cosas que pensar, pero tampoco quería estar mucho tiempo solo.
Fue mientras lo esperaba, sentado en el pasillo fuera de la sala de reuniones que lo vi pasar y hablé con él por primera vez. A la mano derecha de Toshio Katsuki y segundo fundador de la ciudad subterránea: Yakov Feltsman.
Rostro estoico y mirada seria. Sus ojos me analizaron como los míos a él.
—Tu eres el protegido de Yuuri.
Para ser las primeras palabras que cruzaba con el viejo en un año de estar bajo el mismo techo, pudo haber escogido unas mejores. U otras que no me molestaran tanto.
Para nadie era un secreto que el cerdito tenía como prioridad estar conmigo y yo no era de mucha ayuda al estar tan pendiente de él y sus regresos a Hasetsu; Sus comidas, verlo entrenando, pasar días enteros a su lado... Si, también era culpa mía.
Incluso el deseo egoísta de convertirme en un asesino experto y salir a la superficie para que él pasara más tiempo aquí abajo, con su familia y conmigo, era de dominio público.
—Soy Yuri Plisetsky. —Yakov le dio un apretón a mi mano extendida al mismo tiempo que sus ojos parecían buscar algo en los míos. No desvíe la mirada incluso cuando nuestras manos se soltaron, sentía que de alguna forma el viejo me probaba para algo.
—Te he visto en tus batallas contra mis chicos. Eres bueno.
Sus chicos. Otabek, Chris y Mila. No eran hijos suyos ni nada por el estilo —de hecho nadie sabe si tiene familia o tuvo, antes del brote—, pero según Yuuri me explicó en su momento, Yakov llegó a Hasetsu junto con ellos tres y al ser el mediador de los Buscadores estaban aún más ligados. Contrario a Yuuri, J.J, Seung-Gil y Phichit que son Aniquiladores y se guían por las órdenes de Toshio.
Que el mandamás de un grupo me alagara era jodidamente bueno y justo lo que necesitaba.
—Disculpe, General —llamé, aunque según Mila él odiaba que le dijeran así —. Si es cierto lo que dice, me gustaría que me considerara para algún grupo de Buscadores.
Una vez soltado el anzuelo, esperé y algo salto en mi interior en una mezcla de miedo y anticipación al ver en su rostro que realmente lo estaba considerando.
—Ya veremos, muchacho. —Habló, su voz ronca un poco baja, como si comprendiera que eso era un secreto. Mi secreto —Eres bueno, pero tengo entendido que a penas comienzas con las armas. Cuando la primavera llegue muestrame lo que tienes.
Y con eso siguió su camino hacia la reunión. Dejándome con el corazón revuelto en sentimientos contradictorios.
Alegría, miedo, ansiedad, confusión... Dolor.
Todas esa emociones licuadas en el centro de mi pecho.
Con esa esperanza por luchar en la superficie y ser capaz de proteger también llegó mi primera mentira. Mi primer secreto hacia el chico que no sólo me había rescatado en Tokio, sino al mismo chico que me cuidaba y estaba a mi lado desde que llegué a Hasetsu.
Al mismo hombre que abrazaba por las noches, a quien le quitaba sus chaquetas y sudaderas por que su olor y calor permanecían en ellas. A la persona de hipnotizantes ojos ámbar y sonrisa suave y amable, sonrisa que besé y por algún extraño motivo quería volver a probar. Sentirlo más profundo. ¿Qué sabor tendrá? ¿Su lengua se sentirá tan suave sobre la mía como en mis labios?
La mordida que había dado a mi lengua aun ardía.
Fue mi primer secreto y una parte de mi sentía que no estaba del todo mal, que después de todo Yuuri también mentía y ocultaba cosas.
La parte graciosa era que nuestros secretos vivían por el bien del otro.
Víctor nunca se negó a contestar todas mis preguntas, feliz de que alguien, además de Yuuri, creyera en él y su inteligencia para conseguir una cura.
Los avances con la sangre de los puros no eran muchos, pero estaban ahí. Eran pasos de bebé hacia la salvación, según Nikiforov.
Por mi parte decidí retroalimentarme de información sobre los infectados y sus derivaciones.
Con los reportes que los líderes entregaban después de sus expediciones, se llegaban a conclusiones más específicas sobre los Upyr.
Se descubrió que incluso se podían clasificar entre ellos.
—¿Cuánto tiempo vas a seguir ignorándome?
En las libretas y archivos que Víctor había sido tan amable de obligarme a leer, se describían cuatro apartados. Cuatro clasificaciones. Cuatro tipos de monstruos.
Chris, J.J, Otabek y Yuuri me dieron más facilidades para lograr diferenciarlos.
U.Z: Upyr zombie. Zombie, tal cuál, aunque fuertes y letales, su hambre les nubla. Su cuerpo se deteriora más que los otros.
Cuando enfrentara una de esas cosas lo sabría, más que nada, porque muy seguramente le faltaría pedazos de piel.
U.H: Upyr hiriente. Éstos forman grupos y son más fuertes, sin embargo, se cree que son el origen de los infectados. Ya que no devoran a sus presas como los demás, sólo beben su sangre hasta dejarlos agonizando y facilitando la mutación.
U.P: Upyr perverso. Más primitivos y con instintos animales. Muchísimo más fuertes.
Sinceramente espero no encontrarme con alguno de los perversos pronto. J.J comentó que los U.P juegan con su presa y cuando por fin la atrapan la devoran con lentitud hasta no dejar nada.
Pero no hay algo que hiele más la sangre que la cuarta subclase...
—¡Ya basta, Yuri! ¡Al menos mirame y dime que pasa!
Vampiro. El Upyr vampiro sólo se ha visto dos veces en el año y medio desde que el virus hizo sucumbir al mundo. Uno cuando el brote comenzó, en Estados Unidos y otro en Japón. En Kyushu
No se sabe más, pero Víctor cree que debe haber más que solamente unos pocos.
¿Qué lo hará diferente a los demás? ¿Qué lo hará tan peligroso, además de las razones obvias?
—¡Es suficiente! —Yuuri acompañó su exclamación arrebatándome la carpeta de las manos.
No quería verlo y llevaba casi veinticuatro horas de éxito. Incluso cuando estuve tentado a escabullirme a su habitación a mitad de la noche. Extrañando su calor.
Pero estaba molesto. Y no quería ver cómo su nueva sombra se arrastraba tras él.
El día anterior Yuuri y su grupo regresaron temprano y sería la última expedición del año. Así que en cuanto Chris anunció que los camiones estaban bajando por los túneles yo corrí hacia el estacionamiento, dispuesto a presumir mi logro de vencer a Otabek y Zet juntos.
Y cuando Yuuri bajó y estuvo a mi alcance corrí hacia él para saltar y colgarme de su cuello como siempre, pero me detuve al ver que no estaba solo y que de su mano venía un chiquillo teñido.
Importandome un carajo que dicho chiquillo pareciera tener más o menos mi edad. Lo único de valor para mí en ese momento era que Yuuri parecía no importarle mucho que el tipo ese estuviera tan pegado a él.
—¿Qué es eso?
Yuuri me vió con aprensión ante mi tono hostil, ya que el mocoso se escondió tras su cuerpo.
—No es un eso, Yuri. Se llama Minami y lo rescatamos junto a otras tres personas.
El resto de la tarde el cerdo se la pasó junto al tal Minami, mostrándole el lugar y presentándolo a todos.
Una vez que Yuuri dejó al rubio teñido en su habitación y quiso toma mi mano para ir a la recámara que compartíamos como todas las noches, me alejé. Por primera vez el toque de Yuuri quemaba de una forma nueva y tan dolorosa que los ojos me ardían y un nudo se formaba en mi garganta, obligándome a apretar la mandíbula y escapar del causante de todo aquello.
No le hice caso aun cuando fue a tocar mi puerta y estuvo ahí afuera por casi una hora. Tuve que reprimirme y no ir a buscar sus brazos. No ver su rostro mientras duerme.
Porque el muy bastardo no había querido tocarme más allá de un simple roce de manos después de nuestro beso e incluso evitaba el tema.
Ah, pero llega un crío que se cuelga de su brazo y lo sigue a todos lados pegado a él como garrapata y no dice nada.
Y sí, era consciente de lo maldito que era porque yo había pasado por lo mismo que Minami y sabía lo que era la necesidad de sentirse protegido. ¿Pero por qué con mi cerdito? ¿Y por qué el cerdito no era tan mío como yo creía? ¡¿Por que diablos no me besaba de nuevo?!
—¿Qué sucede, Yuri? —La voz de Yuuri me saco de mi nube de frustración y amargura, recordándome que probablemente había forzado la cerradura de mi puerta y eso explicaba su presencia en mi cuarto.
Su mirada se topó con la mía y pude observar que bajo sus bonitos ojos ámbar se asomaban manchas moradas, como si hubiera dormido tan poco como yo.
—No pasa nada. —Odié el temblor en mi voz.
Él suspiró.
—Yuri, por favor... —Su expresión sorprendida fue un reflejo exacto de la mía cuando me alejé del tacto de sus dedos. Casi cayéndome de la cama.
—De acuerdo, ya entendí. No quieres que te toque. —Cuando se alejó mi pecho se oprimió y mi nariz extrañó el olor de su piel —No me acercaré, pero habla conmigo, Yuri ¿Qué pasa?
Cuando él se acomodó en la silla frente a mi escritorio y yo estuve seguro de que no se iría y me dejaría solo, comprendí que no ganaba nada siguiendo con mis niñerías.
—Todo es culpa tuya... —Susurré, bajando la cabeza para que mi flequillo cubriera mis ojos.
—¿Qué? ¿Hice algo que te molestara? Dime que fue. ¿Te lastimé de alguna forma?
—¡Por supuesto que me lastimaste, cerdo infiel! —Grité con todo el aire que contenían mis pulmones. La sangre ardiendo en mi rostro y las manos temblando a mis costados, pero necesitaba descargar todo lo que sentía y ser sincero.
Porque lo sabía. Al fin comprendía porqué el pecho me dolía gracias al retumbar constante de mi corazón contra mis costillas cuando Yuuri estaba cerca. Porque sus ojos me parecían los más integrantes y hermosos del mundo. Porqué la frialdad de sus manos me tranquilizaba y el calor de su cuerpo se sentía como un hogar. Porqué quería que su voz grave pronunciara mi nombre más que cualquier otro y su atención fuese completamente mía.
Estaba enamorado.
Amaba a un chico casi ocho años mayor que yo.
En toda mi vida no creía poder llegar a sentir algo de tal magnitud por alguien. No podía tolerar siquiera el contacto de las personas, me aterraba que se me acercaran. Creía que si alguien me buscaba no sería para algo muy diferente a lo que buscaban en mi mamá. Un cuerpo donde descargar la frustración, un muñeco cálido para complacer la lujuria y el deseo carnal.
Encariñarse a algo o a alguien solamente causa dolor. Eso pensaba. Porque los objetos tarde o temprano se rompen o se descomponen y las personas traicionan y se van.
Pero Yuuri fue diferente desde el principio. Y sin darme cuenta llegué a anhelar que fuese él quien me destrozara el corazón.
Quería su presencia en mi día a día, siempre, siempre...
Y cuando la distancia se acorta y pruebo sus labios. Cuando parece que ya somos más nosotros y menos uno y el otro. Él se aleja...
Y regresa con un tipo desconocido al que realmente no puedo culpar porque he vivido en carne propia lo que puede hacer la soledad y lo tranquilizante que es la presencia de Katsuki.
Hablar con Yuuri sobre mis sentimientos es fácil, más fácil de lo que alguna vez fue y más simple de lo que debería. Yuuri usualmente tenía respuestas para todos mis miedos.
Sin embargo, en esa ocasión no sabía que pensaba ante mi declaración.
Su rostro parcialmente oculto en la sombra que crea su cabello al caerle en la frente.
—Se que no es algo que esperábamos... yo aún no lo comprendo —murmuro —, pero no me arrepiento. Eres la primera persona por la que siento ésto, Yuuri. Si es que ésto es eso. Y sí el tiempo que nos queda en éste jodido mundo es poco... quiero que sea a tu lado.
Él no responde.
—¿Esta mal? Se que nuestras diferencias de edad... —sacudo la cabeza y levantándome de la cama me acerco a él. Parado entre sus piernas. Mis dedos acariciando su cabeza, pasando entre las hebras azabaches y suaves —No me importa nada más que estar contigo.
Es todo lo que tengo, es todo lo que soy ¿Lo tomas o lo dejas?
De repente sus brazos rodearon mi cintura y su rostro se escondió en mi estómago. Su respiración calentando la piel de mi vientre sobre el suéter. Después de la sorpresa inicial, correspondí el abrazo.
—Si, Yuri. Está muy mal. —Dijo y sus palabras dolieron más que los múltiples moratones en mi cuerpo. No obstante, cuando quise alejarme él afianzó su agarre —Pero siento lo mismo.
Mi respiración falló entonces. Creía haber escuchado mal. Tal vez mis deseos me jugaban una mala broma haciéndome escuchar aquello que quería más que nada. A lo peor si me había caído de la cama hace unos minutos, golpeando mi cabeza y muriendo en el acto.
Su rostro se elevó, mirada brillante buscando la mía.
—No está bien que un niño de trece años me haga sentir estas cosas cuando nadie más lo ha logrado antes.
—Es culpa tuya... A mi no me importa que seas más viejo que yo.
—Debería importarte.
Comprendía un poco a qué se refería, era como meterme a la boca del lobo. No obstante ambos éramos los depredadores en ese juego, y los dos esperábamos ser atacados por el otro. Él era el lobo hambriento y yo Caperucita y si bien Yuuri se contenía, ahí iba yo, con mi capa roja e invitaba a jugar al lobo. ¿Y si la niña de la capa roja lo deseaba? ¿Y si fue ella quien devoró al lobo?
—Si el tiempo que nos queda en éste mundo es poco...
No necesité decir nada más. Yuuri se apiadó de mi sonrojo y me alzó entre sus brazos para que me sentara en su regazo. Sus manos jugando con la tela de mi suéter, su nariz oculta en mi cabello.
—Será difícil...
—Pelearé contra las personas que hagan falta. —Juré, un sonrojo llegó a mi al sentir su risa en mi cuello.
—Por cierto, Yuri. —Un beso en la piel tras mi oreja —¿Qué es eso de "cerdo infiel"?
—El rubio teñido estaba muy pegado a tí y tu te dejabas...
Enterré las uñas en sus hombros cuando él se levantó de golpe y de inmediato me tiró en el colchón de la cama.
Mi grito de protesta, aquel donde le decía que era un bruto bastardo, se enredó en mi lengua al ver su sonrisa torcida y sus ojos brillando divertidos mientras gateaba por la cama hacia mi.
Sonreí —¿Qué crees que haces, Katsuki? —pregunté una vez que su cuerpo cubrió el mío y su sonrisa jugueteó contra mi clavícula.
—Me parece lindo que seas un gatito celoso.
—¡Que te den! Yo no estaba celoso... jaja ¡NO HAGAS ESO! —Sus dedos habían encontrado un camino entre la tela de mi ropa y mi piel, torturando mi cuerpo con unas infernales cosquillas.
Pataleé, grité, lo aruñé y mordí, pero él no se detuvo hasta que las cosquillas menguaron solas y quedaron en un segundo plano cuando sus labios encontraron un punto sensible en mi cuello, justo bajo la oreja y las risas mutaron a vergonzosos suspiros de mi boca.
—Eres tan pequeño... —suspiró él, tocando mi frente con la suya. Ojos ámbar sobre ojos jade. Sonrisas naciendo en nuestros labios. —No voy a tocarte de otra forma hasta que crezcas un poco más.
Ah, éste hombre y su moral.
Rodeé su cuello con mis brazos. —¿Cuánto es un poco más?
—¿18?
—Vete a la mierda, Katsuki, me comerán los Upyr antes que tú. —Solté con una carcajada. —A los 15. —Ofrecí.
—¿Qué es esto? ¿Una subasta?
—¡15 a la una... 15 a las dos...!
Un beso fugaz en mis labios silenció mi pobre imitación de subastador.
—Alto ahí, gato listo. —La risa de él brotó cuando rodeé su cintura con mis piernas —Que sea a los 16.
—No vaya a venir la policía por tí...
—Yo soy la ley, Yuri.
Nuestras risas resonaron en la habitación. ¿Cómo pasamos de una discusión a una reconciliación para terminar negociando tranquilamente nuestra primera vez haciendo el amor?
Es más fácil de comprender de lo que creen. Yuuri sabe mi pasado y mis miedos. Él comprendía que, aunque ya sabía lo que es el deseo carnal, las imágenes de los clientes de mi madre intentando alcanzarme aún me perseguían. Sus rostros lujuriosos y voces llamándome para jugar.
—Lo haremos cuando te sientas listo, bonito. No hay prisa.
—Ya qué —cedí, la piel de la cara ardiendo por su apodo cariñoso—, pero...
—¿Pero?
—P-podrías... besarme o-otra vez... ¿Por favor?
—Tanto como quieras.
Los labios de Yuuri Katsuki son suaves cuando se acercan a los tuyos. Comienza con roces gentiles, tentando, acariciando y atrapando tus labios con los suyos, provocando una presión exquisita. Entonces sientes como algo caliente y húmedo moja tu labio inferior y la textura es tan placentera que un escalofrío agradable recorre tu cuerpo, sacándo un jadeo de tu garganta, dándole entrada libre y esa lengua, experta, explora tu boca jugando con la tuya, invitándote a probar tanto de él como te da. De vez en cuando sus dientes rasguñaran tus labios y su boca succionará levemente tu lengua. Y comprenderás que le gusta cuando sonidos vergonzosos escapan de tu boca gracias a sus acciones y sus caricias.
Y el roce de su cuerpo contra el tuyo será tu perdición.
Viví con esa tortura por dos malditos años.
Al final, ninguno de los dos pudo esperar cuatro meses más. Mi regalo de cumpleaños número 23 a Yuuri fue mi cuerpo.
Mi corazón ya era suyo mucho antes que yo lo supiera.
Cuando cumplí 14 años Yakov cumplió su promesa. Y tuve mi primera pelea real con Yuuri.
Porque una cosa era discutir sobre quién se quedaba con las cobijas en las noches haciendo que el otro sufriera gracias al frio de la noche y otra muy diferente era que él descubriera que su plan había sido revelado y no solo yo, también Zet buscara alternativas por otro lugar.
Fue una mañana cualquiera, un día antes de mi cumpleaños estaba entrenando tiro en movimiento frente a Yuuri y más soldados. Zet practicaba a mi lado y ambos sabíamos que Yakov y Toshio observaban desde algún lugar.
Al terminar, la conclusión de los cuatro líderes. J.J y Yuuri por los Aniquiladores y Otabek y Mila por los Buscadores fue que Zet y yo estábamos listos.
—Mila. —La voz grave de Yakov resonó sobre las felicitaciones y la algarabía ante nuestro pase a la muerte.
Todos centraron su atención al hombre mayor y ejecutaron a la perfección una reverencia —¿Si, señor?
—Integralos en tú grupo. —Dijo, haciendo un ademán para referirse a Zet y a mi. Ante la cara de consternación de Phichit y Yuuri —Que estén contigo y Leo.
—Si, señor.
—¡Por supuesto que no! —Yuuri avanzó hasta llegar a Yakov —Me niego, Yuri y Zet...
—Están listos, tu mismo lo dijiste. —Yakov palmeó su espalda, consciente del miedo en el hijo de su mejor amigo —¿O no tenías planeado dejarlo salir desde el comienzo?
El cerdito guardó silencio cuando algunas exclamaciones de sorpresa y murmullos se elevaron ante la acusación del general.
Yuuri se giró para enfrentarse a mi mirada, sonrojado por la culpa.
—Yuri, yo... —Se calló al toparse con mis ojos y mi sonrisa.
En ese momento el comprendió que yo ya lo sabía y que todo eso había sido fríamente calculado por mi.
—Gato traicionero.
—Cerdo mentiroso.
Ah, cuánto quería besarlo.
Éste es el último capítulo del pasado de los Yuris.
Sé que quizás quieren saber cómo fue la primera vez de Yurio en el campo de batalla. Y la primera vez de ellos dos haciendo... cositas(?)
Pero esas cosas serán para más tarde. Mucho más tarde.
En el próximo capítulo volveremos al presente(?) Cuando Yurio es "ascendido" a aniquilador.
Y más sabor entre los Yuris. Además de más sangre y destrucción.
Gracias por sus comentarios y votos❤
ByeByeNya🐾
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