Extra

Suspira, quitándose las sábanas de encima. Sabe qué día es hoy y eso le pone feliz. Su cumpleaños. Cumplía 5 años y sabía que sus padres le tenían una sorpresa, los ha escuchado hablar de eso por las noches. Así que, con una sonrisa brillante, corre a la cocina. Su casa está en silencio y eso es raro, ya que sus papás siempre estaban gritando -no en manera de pelea- o su hermana cantaba.

"¡Cállate, animal!" Oye la voz de su tío Dutch y ésta es seguida de varios shh.

Aún más contento, con la idea de que su familia está ahí, entra a la cocina y todos gritan su nombre, tirando serpentinas y confeti. Su papá Daniel se acerca a abrazarle con mucho cuidado de no tirar a su hermanito menor, Miguel

"¡Feliz cumpleaños, bebé!" El pelinegro besa sus mejillas repetidas veces, dejándolas sonrojadas.

"No soy un bebé, ya tengo cinco" se limpia los cachetes, yéndose a una de las sillas.

"Felicidades, Robby" Samantha, con el cabello trenzado se acerca, teniendo una caja grande entre sus manos, con trabajo y podía sostenerla.

"¿Para mí?" Abre sus ojos en grande, fingiendo sorpresa. "¡Gracias, bruja!"

Samantha rueda los ojos, evitando contestarle a su hermanito, se la pasaría por hoy porque era su cumpleaños.

"¿Dónde está mi papá?" El cumpleañero pregunta, quitándole la envoltura a la caja.

"Por ahí" Jimmy contesta, mirando a otro lado y enrollando su brazo alrededor de Dutch.

"Por ahí en ..." Freddy quiere seguir, pero no se le ocurre nada.

"En la selva" Dutch termina y todos se golpean la frente, incluida Samantha.

"¿En serio?" Sus ojos de colores se abren, ahora sí, sorprendido. "¡Woooow, yo siempre dije que papá era como tarzán!"

"Por idiota" Freddy murmura bajamente, y le sonríe a Daniel, quien lo mira enojado.

"Fue con tío Bobby y los gemelos a buscar algo, amor"

"Ahh, ¿no fue a la selva?"

"No, Robby" su padre deja al bebé en su silla. "Pronto debe venir"

"¿Es una sorpresa para mí?"

"Puede ser" la rubia se encoge de hombros. "Puede ser que no" se mece de un lado a otro.

"¡Robby!" Alan y Arad entran corriendo a abrazarle cuando lo ven.

Ambos lo felicitan entre risas, haciéndole cosquillas. Un ladrido hace que se separen, los ojos del pequeño Lawrence se abren y corre hasta donde lo oye. Su padre está parado ahí, con un gran perro a su lado.

"Mierda, Johnny. Dijimos un perrito" Daniel le dice al oído a su alfa, pegándole en el brazo.

"¡No había nada más!" Se queja, sobándose.

"¡Un perrito!" Y a Robby no se le es necesario hincarse para abrazar al perro, ya que es casi de su estatura. "¡Gracias, papá!, ¿lo conseguiste en la selva?"

"No, él es de la perrera, tu padre si es de la selva" Jimmy interfiere, acercando sus pasos al can y dándole leves caricias al perro.

"¡Papi!" Samantha grita desde la cocina.

Daniel va a verla. Ella está sobre la mesa, cuidando a Miguel y con alerta a todo.

"¿Qué pasa, corazón?"

"Papi ¿el perro se va a-a quedar mucho tiempo aquí?"

"Es uno de los regalos de Robby" tuerce la boca.

"Pero-"

"¿Pero?"

"Me da miedo. Está alto y grande, papá" lloriquea, estirando los brazos al pelinegro.

"Tienes que acostumbrarte, Samantha"

Restregando sus ojos, asiente sin más. Daniel toma a Miguel en brazos, llevándoselo a donde los demás estaban.

Samantha muerde su labio inferior, pensando si bajar de la mesa o no, pero un ladrido fuerte la hace encogerse en su lugar. Seca sus lágrimas y suspira hondo varias veces. Su tía Amy -psicóloga, sólo que ella no sabía que lo era-, muchas veces le ha dicho que necesitaba tranquilizarse y pensar bien todo lo que debía hacer.

"¿Qué haces aquí, bruja?" Johnny entra por una biberón de Miguel, yendo hacia el refrigerador.

"N-nada" contesta, secando sus lágrimas y hablando con la voz gangosa.

"¿Estás llorando?"

"Estoy bien, ya voy" oye las garras del gran perro chocar contra el suelo, eso indicaba que se estaba acercando "¡Papá!" Grita, comenzando a desesperarse. "¡Papá, ayúdame!"

"Tranquila... no pasa nada" sin entender, Johnny la arrulla contra su pecho.

"¡Ahí está!" Se cuelga sobre él, tratando de escalar más allá, para que el perro no la alcanzara.

Johnny saca al perro de la cocina, con los gritos de Daniel, molesto, porque el odiaba a los animales dentro de la cocina.

"Ya se fue, Sam, está bien"

"No quiero, papá, por-por favor" le ruega entre sollozos.

[.]

"Cuando a Samantha la dejaban sola era con un perro, en un departamento diminuto" la agente Galilea se quita las gafas de lectura, reclinándose en su silla. La habían contactado después de un par de años después. "Era grande, un dóberman creo. Pasaba más tiempo con el que con cualquier persona, pero el perro no era muy bueno que digamos. No sé si alguna vez alcanzó a hacerle daño..."

Daniel frunce la nariz, evitando llorar, sintiéndose mal por haber regañado a su hija cuando ésta lloraba por tener a el perro cerca. Johnny asiente y acomoda a Miguel en su regazo.

"Lo mejor sería hablar eso con la psicóloga de Samantha, ella sabrá qué hacer en esos casos"

Daniel no dice nada y sale de la oficina, caminando a donde su hijos estaban, en la zona de juegos, pintando unas hojas y riendo.

"Hola, papi" Robby es el primero en saludar y pararse para abrazarle.

La rubia permanece sentada, con el rostro serio, en las últimas dos semanas, lo único que hacía era pelear con Daniel porque no la entendía.

"Hola, amor" acaricia su cabello y besa su frente. "Quiero hablar contigo, ¿sí?"

"Vale. ¡No pintes mi hoja, Sam!" Le grita, saliendo con su padre. "¿Qué pasa?"

"Ehh... ¿Qué tanto quieres a Rory?"

"Mucho, papá, ¿por?"

"¿Más que a Sam?"

La cara del niño se deforma, como si su padre acabara de decir la mayor tontería del mundo.

"¿Por qué lo dices?"

"¿Has visto a Samantha llorar mucho?"

"Sip, y no me gusta. ¿Por qué está triste y grita, papi?"

"Tiene miedo, bebé"

"¿De?"

"Mmmm... de Rory"

"¿Por qué?, si es muy bueno"

"Por... algunas cosas... pero por eso ha estado triste y asustada"

"No quiero que ella esté así, porque ya no baja a jugar conmigo al patio"

"Lo sé, Robby, necesitamos hacer algo para ayudarla"

"¿La señorita Amy no puede? Ella siempre lo logra"

"Si, ella puede. Pero eso tardaría bastante y ..."

"¿Y ...?"

"Y mientras... necesitamos que Rory no esté en casa..."

Robby lo piensa, mirando a su hermana a través del cristal. Ella pinta con un color azul, tal vez el cielo o el mar. A él le gusta ver a Samantha feliz, porque cuando ella estaba feliz, jugaban siempre y se divertían mucho.

"¿Y dónde la llevaríamos?"

"Buscaríamos un lugar seguro para ella"

El pequeño sonríe y asiente.

"Está bien, papi, Rory puede irse por un tiempo. Pero... ¿me llevarás a visitarla?"

"Siempre que quieras, amor"

Orgulloso de su hijo, Daniel besa la cabeza de Robby.

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