[2.0] Jimin
Sí. Jimin estaba seguro que desde que se conocieron ellos demostraron tener química, algo especial. Después de aquel día, no demoraron en convertirse en amigos, los mejores.
Pero sus sentimientos se desarrollaron de manera diferente, con demasiada fuerza y pasión, y pronto se encontró a sí mismo perdidamente enamorado del menor.
Habían pasado más de 4 años desde aquel día y su mente sólo estaba más llena de Jungkook con el paso del tiempo. Ya no eran unos niños, pero en su memoria estaba grabado el comienzo de su adolescencia, junto a él, siempre.
Jamás se habían separado. Habían sido cientos las salidas entre ambos. Las veces en que se quedaron a dormir en casa del otro. Las veces que enamoraron a una audiencia con sus melodiosas voces. Porque sí, habían tenido éxito, más que cualquier otra pareja.
Jimin y Jungkook habían alzado su nombre en el club de coro y se habían hecho conocidos en el club de teatro, convirtiéndose en los favoritos de todo el instituto.
Rumores sobre lo cercanos que eran también habían en demasía. Y en cosa de un parpadeo, tuvieron que hacer oídos sordos a aquellos que los molestaban. Mientras en otro extremo, estaba el resto que parecía empujarlos constantemente a permanecer juntos, porque muchos no dudaban de que habían nacido el uno para el otro.
Y así su mente viaja, nuevamente, a aquel momento donde se besaron por primera vez.
♪♫♪
La música estaba tan fuerte que los vidrios de la casa incluso vibraban. Jimin alzó la vista, inquieto, buscando a Jungkook por todas partes. Luego de separarse para ir al baño, ya no le había encontrado.
Estaba aterrado. El chico sólo tenía 15 años y jamás había estado en una fiesta antes, no en una como esa. Casi había tenido que ponerse de rodillas para convencer a la madre del menor en dejarle ir, prometiéndole que cuidaría de él, que luego dormirían en su casa y no habría mayor problema. ¿Y después de todo eso, lo había perdido con tanta facilidad?
Atravesó el mar de gente que se movía al ritmo de la música en medio del salón. Estudiantes del club de coro y teatro compartían por igual luego de haber finalizado con éxito su número antes de la llegada de las vacaciones. Jimin quería divertirse junto a ellos también, pero no podía hacerlo si no encontraba a Jungkook. Deteniéndose en una de las mesas llenas de tragos, tomó un vaso de golpe para luego suspirar con molestia.
¿Dónde se había metido ese mocoso?
―¡Hey, Jimin! ―Hoseok, uno de sus amigos, golpeó su hombro repentinamente para llamar su atención. ―Vamos a jugar a la botella. ¿Te unirás, cierto?
―Estoy buscando a Jungkook ―Contestó receloso, tomando otro vaso con un líquido desconocido, pero bebiéndolo de todas formas.
Era dulce, se preguntaba si los labios de Jungkook también lo serían.
¡Jungkook, cierto!
Tenía que buscar al menor, no dedicarse a beber. Y lo hubiera hecho, seguramente, de no ser porque su mejor amigo siguió hablando a su lado, recuperando su atención.
―¿Jungkookie? No te preocupes, ¡él ya está allá con el resto! ―Jimin frunció el ceño, confundido.
―¿Dices que Jungkook va a jugar a la botella? ―Su amigo asintió automáticamente. ―¿Jungkook? ¿El niño que es demasiado tímido a excepción de cuando canta?
―Oh, eso ―Hoseok llevó una mano a su barbilla, rascándola. ―Creo que al chico se le han pasado las copas. Se ha puesto bastante extrovertido, ¿sabes? ―Sonrió sin malicia alguna.
―¿¡Jungkook ha bebido!? ―Hoseok se sobresaltó. ―Su madre me va a matar, ¡su madre me va a matar!
―Sólo tienes que llevarlo a tu casa luego, Jimin, ¿por qué habría de enterarse?
Pero Jimin no refutó ni nada, sólo le exigió a su amigo que lo llevara rápidamente a donde el menor se encontraba. Y ahí estaba, rodeando una botella junto a varios estudiantes más, sintiendo como sus celos despertaban al ver a una muchacha sonriéndole seductoramente a su lado, posando una mano disimuladamente sobre uno de sus muslos y presionándolo. Ah, loca pervertida. ¡Ella era varios grados mayor a Jungkook!
―¡Jiminie, Jiminie! ―Canturreó el menor al notar la presencia de su amigo, sonriendo de una manera un poco tonta debido a los efectos del alcohol. ―¿Vienes a jugar, Jiminie?
―Nos vamos a casa, Jungkook ―Su voz fue cortante mientras le extendía la mano, esperando que la recibiera.
―¿Qué? Pero me estaba divirtiendo ―Jimin tuvo que apartar la mirada de su rostro, porque no podía soportar el puchero que le estaba haciendo. ¿Cómo incluso bebido no dejaba de ser tan adorable?
―Oh, Jungkookie, ¿por qué eres tan lindo? ―Y ahí estaba esa tipa, pegándose a él como una babosa mientras lo abrazaba. ―Puedes irte si quieres, Jimin, yo cuidaré de él
Definitivamente no.
―Vamos, Jimin, quédate un rato más, juega con nosotros ―Fue Hoseok quien tiró de su brazo, obligándolo a sentarse a su lado. ―¡Quédate por unas rondas y luego te vas! ¿De acuerdo? ―Pero al ver la vacilación en su amigo, buscó ayuda en otra parte. ―¿Tú estás de acuerdo, Jungkook? ―Ahora miró al menor, esperando que éste fuera capaz de convencerle. Y cuando Jimin lo vio asentir efusivamente, fue incapaz de decir que no.
―De acuerdo... ―Murmuró con recelo.
El juego era simple. La botella giraría dos veces, eligiendo a la pareja que se besaría por un minuto. Aquel que se rehusara, se vería obligado a lanzarle a la alberca. ¿Y quién podría rehusarse con el jodido frío que había para esa fecha?
Jimin aún no podía comprender cómo Jungkook se había animado a jugar tal estupidez donde tenías que besar a alguien que no te interesaba. Esperaba no tener que besar a nadie. Rogaba también que la estúpida botella no señalara a su mejor amigo o terminaría por tomarla y romperla en la cabeza de aquel que se atreviera a pasarse de listo con él.
Y empezó el juego.
Jimin observó sin emoción como parejas se besaban, sintiendo que sus amigos se volvían incluso más ruidosos cuando fueron dos chicas las elegidas y la situación comenzaba a ponerse bastante caliente.
Malditos fetichistas.
No, a Jimin no le interesaba ver a dos chicas guapas besándose. En realidad no le interesaba ver a nadie besándose.
Cuando la botella fue a parar en la chica que estaba junto a Jungkook, contuvo el aliento, esperando lo que vendría a continuación. Jimin rezó a todos los dioses que su mente era capaz de recordar para que la maldita botella no se detuviera en su mejor amigo. Gracias a Dios, no pasó, y con alivio observó como un chico del grupo prácticamente metía su lengua hasta la garganta de ella, quien no se veía muy feliz con la situación incluso si había aceptado sin rechistar.
Su alivio fue arrebatado al instante cuando a la siguiente ronda la botella se detuvo en Jungkook.
―Esperen, Jungkook está borracho ahora y es sólo un niño, ¿de verdad permitirán que haga esto? ―Pero el resto no lo estaba escuchando, después de todo, tenían la misma cantidad de copas en su organismo o incluso más que las del menor. ¿Y qué tan niño era Jungkook de todas formas? ¡Tenía 15 años! Un poco menos que la mayoría del grupo.
Hoseok palmeó su hombro con empatía cuando la botella volvió a girar para elegir a aquel que besaría al menor. Jimin sintió que las vueltas se volvían eternas e incluso creyó que devolvería lo que había bebido, porque su estómago no soportaría ver a Jungkook, su Jungkook, besando a alguien más.
―¡Wooh! ―Las exclamaciones no tardaron en llegar ante el resultado.
Jimin sintió que su alma abandonaba su cuerpo mientras la botella, ahora la dichosa y bendita botella, lo señalaba. Levantando su mirada inquieto, se sintió levemente confundido ante la tranquilidad que denotaba su mejor amigo.
―Esperen, ellos no se pueden besar, ¿no es desagradable si se besan dos chicos? ―Fue la chica junto a Jungkook quien rápidamente protestó, no muy de acuerdo con el resultado.
―Se han besado entre chicas aquí, ¿por qué no podrían hacerlo entre ellos? ―Hoseok objetó, golpeando el hombro de su amigo para animarlo a continuar. ―Ve, Jimin. No creo que quieras saltar a la alberca, ¿cierto?
Esas fueron las palabras que el muchacho dijo. No obstante, fue otra cosa lo que Jimin leyó en su mirada: ¿No vas a desperdiciar esta oportunidad, cierto?
Ambos se levantaron. Jimin sintió que sus mejillas se calentaban al ver la inocente expresión de Jungkook frente a él.
―Hey, Kookie, si no quieres hacer esto... ―Comenzó a decir, su voz temblando. ―Puedo aceptar el castigo por ti, ¿vale? Saltaré a la alberca. Sólo dime y...
―Hyung ―Lo interrumpió, sonriendo con la misma dulzura de siempre. ―Está bien, Jimin-ssi, sólo hazlo
Y lo hizo.
Jimin no se hizo de rogar. Tomando el rostro de Jungkook entre sus manos, estampó sus labios en los de él sin más preámbulos. Los labios inexpertos del menor lo recibieron con ansiedad, esperando mejor atención. Jimin no desaprovechó la oportunidad y rápidamente comenzó a mover sus labios sobre los de él, atrapándolos unos segundos más tarde, mordisqueándolos, sintiendo un hormigueo recorrer su columna al escucharlo jadear con sorpresa, y metió su lengua en la boca de él sin el más mínimo arrepentimiento.
Su boca era tan dulce, tan cálida, tan húmeda. Incluso si sabía alcohol, era tan exquisita como siempre imaginó. Sus manos se cerraron en su pelo, enredando sus dedos entre sus cabellos, exigiendo más de él, incitándolo a responder con más pasión. No pudo evitar la dicha al notar que el menor estaba temblando debido a su acción.
Se separaron, extasiados. Jimin sintió que su cordura se iba a la mierda al ver las mejillas rojas del menor, quien lo miraba con ojos nublados de excitación, sin poder controlar su respiración.
―Hey, chicos... ―Hoseok carraspeó, llamando la atención de su amigo. ―Se pasaron del minuto y... hay más rondas ―Les recordó.
Jimin se bajó de su nube de hormonas, sacudiendo su cabeza. Volviendo a su lugar, le indicó a Jungkook, quien parecía mucho más desorientado que él, que hiciera lo mismo.
Sin embargo, si el juego no había llamado su atención antes, mucho menos lo hacía ahora. Porque no dejaba de lamer sus labios mientras observaba a un cohibido Jungkook que le devolvía la mirada con timidez, como si estuvieran pensando lo mismo. Por ello, al cabo de unas pocas rondas más, ambos abandonaron el juego con la excusa de que se sentían mareados y necesitaban tomar aire.
Jimin se sentó en el césped, sin importarle que estuviese húmedo por la escarcha. La noche estaba helada y vaho salía de su boca, pero su cuerpo seguía sintiéndose completamente caliente al recordar aquel beso. Jungkook se sentó a su lado, apoyando tranquilamente su cabeza en su hombro, un tanto somnoliento debido a los efectos del alcohol.
―Bebiste demasiado ―Le recriminó Jimin, tomando una de sus manos para envolverla entre las de él, intentando hacerle entrar en calor. ―¿Por qué lo hiciste? Debiste esperarme donde te dejé, no tomar todo lo que te ofrecieran
―Hmm ―Gimió casi con lástima. No le gustaba cuando el mayor lo regañaba. ―Quería probar, hyung
―Sí, mírate ahora. Me sorprendería que fueses capaz de recordar algo mañana ―Suspiró, alzando la mirada al cielo.
Era cierto. Jungkook estaba completamente bebido, tendría su primera resaca. ¿Y quién le aseguraba que recordaría aquella noche? Nadie, absolutamente nadie. Seguramente él sería el único que recordaría la manera ansiosa con la que había tomado su boca, queriendo descubrirla por completo, memorizándola, dejando rastros de él en cada rincón.
―Lo recordaré... ―Dijo repentinamente Jungkook, en un murmullo.
―¿Qué?
―Nuestro beso... lo recordaré
Jimin lo alejó un poco, queriendo ver su rostro.
―¿Quieres recordar eso, Jungkook? ¿De verdad?
―¡Fue mi primer beso, hyung! ―Jimin sintió que su corazón se detenía mientras el contrario parecía incluso molesto. ―¿Cómo podría olvidar mi primer beso? ―Su tono disminuyó. Sus mejillas se encendieron en un potente rojo.
Lo sabía. Jimin sabía que había sido su primer beso. Jungkook siempre había sido demasiado retraído con todos, no le sorprendía. No obstante, no había sido consciente de la importancia del suceso hasta que este chico se lo señaló.
―Lo siento, ¿fui muy rudo? ―Aunque intentaba mostrarse preocupado, Jungkook fue capaz de percibir cierta burla en su voz.
Y, Dios, no, Jimin no quería burlarse de él. Pero hasta cierto punto, era un poco cómico que un beso tan apasionado haya sido el primero.
―Quizás... ―Balbuceó con pena. ―Siento no estar a tu altura, hyung
―Lo dices como si fuera un experto
―Sé que has besado a muchas personas. A menos a más que yo
Jimin se mordió la lengua, incapaz de negarlo. A pesar de su enamoramiento por Jungkook, no se había negado a experimentar. Tenía 16 años, no planeaba restringirse demasiado.
―Así que lo siento si... hmm... fui un desastre ―Terminó Jungkook, apartando la mirada con vergüenza.
―No fuiste un desastre ―Pero el menor no lo miró y él sólo pudo sonreír, un poco caprichoso. ―Tienes razón, te falta mucho por mejorar
―¡Hyung! ―Chilló.
―Y yo podría enseñarte
Silencio. Jungkook giró hacia él, incapaz de descifrar en el rostro de su mejor amigo si este estaba bromeando o no.
―¿Estás ebrio? Porque estás diciendo cosas muy extrañas ―Rió, extrañado.
―Quizás... ―Murmuró, más para sí mismo. Ciertamente, ¿en sus 5 sentidos sería capaz de proponerle tal cosa? ―¿Entonces? ¿Es un sí? ―Se inclinó hacia él, quien lo miraba impasible.
―Si lo hacemos y lo recordamos mañana, ¿crees que nos riamos de nosotros mismos y lo dejemos pasar? ―Jimin sonrió, intentando ocultar su malestar, pues claramente eso para él era más que una locura de borrachos.
―Seguramente ―Sus labios quedaron a escasos centímetros de distancia y pudo percibir como el joven respiraba inquieto.
―Podrían vernos, hyung...
―¿Y qué? La mayoría adentro con suerte se sostiene sobre sus pies. ¿Hay un problema entonces? ¿Estarán siendo más sutiles que nosotros? ―Jungkook permaneció en silencio 10 segundos antes de negar con la cabeza, dándole la razón.
―Está bien
Y eso fue todo, Jimin lo besó. Más despacio ahora, más tranquilo, sin que nadie lo apurase, porque ya no era sólo un minuto con lo que contaba para besarle.
No, ahora tenía todo el tiempo del mundo o, bien, unas cuantas horas al menos, en lo que duraba la fiesta. Y de lo único que debía de asegurarse, era que la situación no se le escapara de las manos.
Empujando su lengua dulcemente hasta el interior de su boca, escuchándolo gemir con cierta sorpresa, se dijo a sí mismo que sólo sería eso. Sólo besos, sólo roces.
Quizás en un futuro podría haber más.
Pero esa noche, al menos esa noche, sólo lo envolvería con sus brazos, le acariciaría inquietamente y lo besaría como si no hubiese mañana, haciéndole saber que realmente había deseado aquello miles de veces antes.
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