XCVIII - Anillo
El padre de Michael había empezado a hablarle un poco más a Jonathan, francamente no tenía cabeza para tener una conversación como tal.
Solamente le había dicho que fuera a casa, que él se quedaría al lado de Michael, también le dijo que él era el padre de su novio y no dejaría que alguien viniera a hacerle daño. Gesto que agradeció el saxofonista, así que se fue a casa rápidamente para darse una ducha y ver desde luego a Cherry.
Salió del hospital por la promesa de Frederick de llamarlo si Michael volvía a recaer, de todas formas no demoraría.
Frederick se quedó un rato a solas con su hijo Michael, y veía que poco a poco el color de su rostro volvía a tomar forma.
Se preguntaba si este ataque hacía su persona fue por el hecho de haberse acercado a él, así que tenía un gran remordimiento por dentro.
Le susurró un «perdóname». Después vió el anillo que reposaba en su mano, un anillo de oro con una piedra en el centro y decoración de circón a su alrededor, Jonathan tenía uno igual, sólo que sin la piedra central, eran anillos a juego.
Con ello comprendió que realmente su hijo estaba por casarse.
Se quedó a su lado un poco más, para posteriormente salir de la habitación, sabía que la pareja de su hijo no demoraría en llegar y era probable que él quisiera estar al lado de Michael.
Luego de un par de minutos vió al hombre de ojos color avellana llegar, venía al parecer con una carta, un ramo de rosas y el saxofón.
—Lamento la tardanza, señor Spencer.
—Descuida, dime ¿Ya te sientes mucho mejor? Verás que mi hijo no tardará en reponerse, es bastante fuerte.
—No tiene alternativa, Michael no puede dejarme plantado en el altar, él tiene que cumplir su promesa de casarse conmigo —dijo totalmente convencido a la vez que giraba el anillo que portaba—. Y sí, me encuentro mucho mejor sabiendo que él esta haciendo lo necesario por sobrevivir.
Por cierto, yo… quería preguntarle ¿No tiene problema alguno con qué me case con su hijo? Le puedo asegurar que no soy la persona horrible que dicen que soy.
—Ninguno, es la vida de mi hijo, si él quiere casarse tiene mi apoyo.
Lo único en lo que interferiré será en el gasto monetario de la boda y desde luego la vestimenta porque es mi deber, fuera de ahí es decisión suya, no mía.
—Para mí es importante que usted sepa que lo trataré bien, amo a su hijo y quiero hacerlo feliz.
Frederick levantó una ceja y giró su mirada, creía que el tema no estaba en discusión, para él era algo irrelevante.
Sin embargo sabía que si le hacía un desplante a Jonathan, su hijo jamás se lo perdonaría.
—Te creo.
—Señor, tal vez deba saber que tengo una niña de seis años que se llama Judy, mi madre se llama April y ella estuvo aquí hace unos días, lamento no haberlos presentado, es sólo que con el estado de mi novio, mi mente ha estado en otro lado.
Estoy desempleado, tocó varios instrumentos, pero como ve, prefiero tocar el saxofón —señaló hacía su mano izquierda en dónde tenía el sax y luego bajó su mirada—, sé que no sueno como el mejor partido para alguien como Michael, pero…
—Jonathan, las sociedades conyugales son de apoyo mutuo, no siempre los dos aportan lo monetario, créeme soy abogado, sé cómo se construyen estas sociedades.
Ninguno es más valioso que otro, simplemente se complementan mutuamente, ésa es la verdad.
Mi difunta esposa Marcela siempre se dedicó al hogar, y gran parte del hombre que es mi hijo ahora… es por ella, también mi éxito en lo laboral fue debido a su labor como mi esposa y como madre de mi primogénito, le debo mucho.
Lo que quiero decirte es que no tienes porque menospreciarte, criar a una niña, y cuidar de los que quieres requiere de esfuerzo, sobre todo dedicación.
Pero si tienes ambiciones en el terreno laboral, ten por seguro que Michael te ayudará a seguirlas y será el primero en darte ánimo.
De éso se trata el matrimonio, amor, apoyo mutuo, respeto, dedicación y agregaría la devoción mutua.
Estoy seguro que mi hijo no busca tu dinero, ni nada por el estilo, solamente quiere tu amor.
Y antes de que pudiera responder, Frederick se levantó a atender una llamada, por lo que Jonathan aprovechó para entrar a ver a Michael.
Al verlo de nuevo sintió su corazón latir, así que se aproximó hasta él, lo tomó de la mano y le dió un beso.
Michael estaba despierto, así que él volvió a pedirle algo para escribirle, al conseguirlo, le escribió un pequeño fragmento en la hoja llamándole; «¡sexy!».
Al abogado le agradaba lo que veía, a su querido novio con una camisa de mezclilla en tono azul, un pantalón negro, y un reloj plateado. También notó el arreglo de su barba, lo único que faltaba era ése brillo en sus ojos avellana.
«Tan sexy, guapo, fantástico y mío».
A Jon le hizo feliz el ver sus notas para él, pero también tenía tantas cosas que decirle a Michael.
Y antes de decir cualquier cosa… quería hacer algo especial, le mostró las rosas a su pareja y seguido de ello le tocó algo en el saxofón.
Le costó que le dieran permiso de tocar en el hospital, sin embargo, lo había conseguido.
Mientras que Michael lo escuchó atentamente, por lo que pudo reconocer por el sonido del saxofón la canción “One More Night - Phil Collins”, al igual que la otra canción que fue “Nothing's Gonna Change My Love for You - George Benson”.
Y al terminar observó a su novio levantar su mano izquierda para después quitarse el saxofón de encima.
—¿Ves esto, amor? —señaló su anillo, para después quitárselo—. Lo compré a juego con el tuyo.
Yo quería hacerte una propuesta diferente, pero con lo último que ha sucedido… fue algo tan repentino el darte el anillo —dijo con un tono desolador a la vez que le ponía su anillo entre sus manos—.
Te he de confesar que el tener sexo estos últimos años para mí fue un modo de sentirme vivo, era tan furtivo, normalmente de una sola noche. Nunca tomé a nadie realmente en serio, creí que después de Lucía no habría otra mujer en mi vida.
Siempre me sentí culpable de tener este libido sexual… de hacer todos estos encuentros fugaces, y entre tantas veces solía seguir usando mi anillo de casado.
Era de usarlo todo el tiempo, solamente me lo quitaba en aquellas ocasiones en qué este instinto de sentir otra piel inundaba mi ser —recordó con amargura—. Tuve tantos fracasos porque solía hacerlo con las luces apagadas, poseía esta tendencia de decir el nombre de Lucía en ésas tantas noches, que más de una mujer por ahí terminó odiándome, realmente las veo a favor de Sara y tienen una buena razón.
La primera noche que salimos deje de usar mi anillo de casado, no quería que pensaras que estaba saliendo con alguien.
Y cuando empecé a sentir cosas por ti, abandoné mi anillo de casado en un estuche al lado de los anillos de Lucía.
Amor —suspiró y después se puso de rodillas a un lado de él; a la vez que tomaba su mano… envolviendo el anillo en una casita—, realmente no creía que volvería a sentir nada por nadie.
Sin embargo, hoy puedo decir que estoy completamente enamorado de ti, siento en el alma y en mi corazón que tú eres el amor de mi vida, por ello, quiero pasar el resto de mi vida a tu lado.
He aprendido a amarte, a adorarte, y sobre todo a desearte con locura.
Michael, cariño, no sabes lo mucho que extraño dormir junto a ti, me hace falta sentir la calidez de tu cuerpo, me haces falta tú, te necesito conmigo.
Te amo tanto, mi amor —mencionó con la voz entrecortada—, de verdad lo hago.
Michael, mi vida, quiero que te cases conmigo.
Necesito tenerte todas las noches, quiero que estés conmigo y con mi hija todos los días, yo te pido que seamos una familia.
Levantó ambas manos de su pareja y las besó, ahí Michael tenía ése anillo que Jon se había quitado, al abogado le había dolido que lo hubiera hecho.
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